InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Mártires

28.12.10

Lo de China no tiene solución mientras continúe la dictadura comunista

Si alguien tenía alguna duda sobre cuál es el futuro de los católicos chinos, que lea la noticia que damos hoy sobre el artículo escrito por el líder de la mayor dictadura que existe en el mundo.

Ese tipo empieza acusando al Papa de ser más político que líder religioso por cometer la osadía de pedir libertad religiosa en su país. Además, manda al cubo de la basura cualquier posibilidad de mejora en las relaciones entre China y la Iglesia al asegurar que “mientras el Vaticano rechace suspender sus lazos diplomáticos” con Taiwán, e insista en arrogarse el derecho a designar a los sacerdotes católicos en China, será difícil conseguir mejoras permanentes". Pues nada, no habrá mejoras permanentes, caballero.

Hu Jintao demuestra una “ignorancia” perversa el acusar al Papa de querer “reinar sobre todos los católicos del mundo”. Pero vamos a ver, ¿no hay nadie que le diga a ese dictador comunista que la fe católica tiene como uno de sus pilares el ministerio petrino por el cual el Papa, sucesor de Pedro, tiene autoridad sobre toda la Iglesia? Me cuesta dudar que no lo sepa y por ello he puesto ignorancia entre comillas.

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8.06.10

Luces y sombras en el asesinato de Monseñor Padovese

Desde que supimos la muerte de Monseñor Padovese, obispo de Anatolia y presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, a menos de su chófer, hemos asistido a un espectáculo poco edificante a nivel informativo. Desde la Santa Sede se apresuraron a decir que el asesinato no tenía nada que ver con el fundamentalismo islámico. Incluso el Papa hizo unas declaraciones en ese sentido. Ahora vemos que puede que haya ocurrido exactamente lo contrario. Por ello, lo primero que cabe preguntarse es quién ha sido el “listo” en Roma que ha querido tapar el sol con un dedo. Porque quien haya sido, ha conseguido que el Santo Padre sea un instrumento del intento de ocultar la realidad. Nuevamente se demuestra que tenemos razón los que pensamos que se echa demasiado de menos a Navarro Valls. Desde que dejó de ser responsable de la política informativa de la Santa Sede, aquello ha sido un desastre.

Por lo demás, ahora sabemos que el obispo asesinado pudo haber salvado la vida de Benedicto XVI. El gobierno turco le habría advertido de que su chófer estaba ya bajo la influencia del fundamentalismo islámico y el prelado decidió, a última hora, suspender su viaje a Chipre. Mucho me temo que tal decisión fue la que precipitó su martirio. Y hablo de martirio porque me parece evidente que ha sido asesinado por su condición de cristiano y obispo. Si además su acción impidió un posible atentado contra el Papa, con mayor razón habrá que concederle esa corona.

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4.05.10

El lobby gay y el ateísmo radical nos devuelven a la Europa del siglo XVI

Sabemos que hay muchos lugares en el mundo en los que, en pleno siglo XXI, predicar aquello que enseña la Biblia puede acabar con un cristiano en la cárcel. Que eso pase allá donde reina el ateísmo, el Islam u otras religiones que temen la expansión de la fe cristiana, es hasta cierto punto normal aunque condenable. Que esto pase en Europa, continente cuyas raíces cristianas forman parte de su identidad, es una señal clara e inequívoca de que estamos en una era que empieza a parecerse demasiado a la descrita en la Escritura como la de la gran apostasía.

En nombre de la tolerancia no se tolera a los cristianos. En nombre de los supuestos derechos de unas minorías, se atenta contra el derecho de los seguidores de Cristo a predicar en público los principios éticos y morales en los que creen. Repetir lo que la Biblia enseña sobre la homosexualidad empieza a ser tratado como delito en algunos países. Pasó en Suecia hace unos años, y está pasando en Gran Bretaña ahora. Es cierto que todavía no se ha producido una sentencia firme que acabe con un cristiano en la cárcel por predicar el evangelio, pero ¿cuánto queda para que así ocurra?

Occidente en general, y algunos países europeos en particular, lleva cada vez peor que haya ciudadanos cristianos que llamen a las cosas por su nombre. Pongamos varios ejemplos: El adulterio es pecado. La práctica de la homosexualidad es pecado. El robo es pecado. Las riquezas injustas son pecado. El aborto es un asesinato, y por tanto, un grave pecado. El maltrato al inmigrante es pecado. La xenofobia es pecado. Sin embargo, esta Europa democrática sólo acepta que se llame pecado a lo que considera pecado según la ley de lo políticamente correcto. Se puede llamar pecado al robo, a las riquezas injustas, al maltrato al inmigrante y a la xenofobia. Pero ojito con llamárselo al adulterio, la práctica de la homosexualidad y el aborto.

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3.12.09

Paracuellos, el obispo Reig Plà y la desvergüenza de la izquierda

Era de esperar. Cuando se supo que el obispo de Alcalá, Monseñor Juan Antonio Reig Plà, había presidido una misa en Paracuellos, todo indicaba que la izquierda se le iba a tirar encima. Usan como excusa que en la misa había una bandera de España con el Águila de San Juan como escudo y que, fíjense ustedes qué escandalazo, a la misma asistió Blas Piñar. Se ve que esa izquierda que cada vez tiene más afición a exhibir banderas de la II República en sus mítines tiene repelús por un escudo que, vaya por Dios, figura en el ejemplar de la Constitución que firmó el Rey tras ser aprobada en referéndum por los españoles. O sea, los que se enorgullecen de una bandera que llevó a España a la Guerra Civil se rasgan las vestiduras por un escudo que forma parte de la historia de España mucho antes de que los tatarabuelos de Franco nacieran. Dicho lo cual, también creo que no era necesario que esa bandera estuviera al lado del altar. Las misas no deben servir para hacer exhibición de símbolos que no son litúrgicos, por muy respetables que sean. Eso debería de haberlo tenido en cuenta el obispo de Alcalá.

Respecto a la presencia de Blas Piñar, conviene recordar que él no ha matado a nadie. No puede decir lo mismo la izquierda española, que cuenta entre sus filas a Santiago Carrillo, el tipo que precisamente fue uno de los principales responsables de la matanza de Paracuellos. Las manos de Blas no están manchadas de sangre. Las de Carrillo sí. Así que mejor es que no quieran rememorar la historia dando a luz nuevas checas mediáticas. Que el PSOE y los comunistas arremetan contra un obispo católico por honrar a los mártires que fueron asesinados por orden de uno de sus camaradas todavía vivo, es una muestra más de la poca vergüenza, de la indecencia, de la miseria moral y humana de la izquierda que nos gobierna.

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16.10.07

Magnífica carta de Miró i Ardèvol a Hilari Raguer

He estado unos días pensando si me merecía la pena escribir un post sobre ese sujeto que, para mayor desgracia de la Iglesia e ingnominosia vergüenza de la orden benedictina, pasa su vergonzante vida en Montserrat formando parte de los que, como dice la epístola de Judas “… son deshonra de vuestros ágapes; banquetean con vosotros sin vergüenza, apacentándose a sí mismos; son nubes sin agua, arrastradas por los vientos; árboles tardíos sin fruto, dos veces muertos, desarraigados; fieras ondas de la mar, que espuman sus mismas abominaciones; estrellas erráticas…” Pero como me conozco bien y sé que habría acabado diciendo de él lo mismo que Cristo dijo a sus interlocutores en Juan 8:41, preferí guardar silencio. Y me alegro de ello pues don Josép Miró Ardevol, al que por cierto quiero felicitar por el Premio Bravo que ha recibido “su” Forum Libertas, le ha escrito una carta que es a su vez comedida y contundente. Una carta que pone en su sitio a ese Judas traidor, justificador de los argumentos de quienes asesinaron a nuestros mártires el siglo pasado, sin necesidad de adjudicarle los epítetos que yo le habría adjudicado… y que de hecho le estoy adjudicando ahora mismo. Copio acá la carta de don Josep:

Carta remitida al Hermano Hilari Raguer

Hermano Hilari Raguer

He leído su entrevista en La Contra de La Vanguardia y quiero manifestarle mi repulsa. Usted es el mejor exponente de lo que critica.

Judicializa desde su personal ideología la realidad, supedita el magisterio de la Iglesia a su particular visión en un ejercicio público de orgullo. Habla sin el amor y el sentimiento del perdón que exige a los demás, y no tiene el más elemental sentido de la prudencia, la virtud central, a la hora de manifestarse sobre la Iglesia.

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