InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Evangelio

14.12.12

Una conjunción de planetas ciertamente peculiar

Uno de los pasajes más interesantes del último libro del Papa sobre la infancia de Jesús, es el que hace referencia al pasaje de la estrella de Belén. Leemos en el evangelio de Mateo.

Mateo 2,10:
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.

Dice el Papa:

Pero ahora hemos de volver aún a la estrella que, según la narración de san Mateo, impulsó a los Magos a ponerse en camino. ¿Qué tipo de estrella era? ¿Existió realmente?

Algunos pensarán cómo es posible que el Papa se pregunte si algo que dice el evangelio pasó tal y como lo relata el evangelio. Pero sigamos leyendo y veremos que en la era patrística el tema ya era objeto de controversia:

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1.11.12

El Prepósito General, el Sínodo de los Obispos...y la voz de los Laicos

El P. Adolfo Nicolás, sj, Prepósito General de la Compañía de Jesús, ha concedido una entrevista al Servicio Digital de Información de su orden religiosa. El “papa negro” ha dado su opinión sobre el último Sínodo. Aunque reconoce aspectos positivos en el mismo, lo cierto es que sus críticas son muy contundentes. Ha dicho que la voz del Pueblo de Dios no ha tenido ocasión de expresarse en Roma, lo cual ha hecho difícil evitar el sentimiento de que se trataba de una reunión de «hombres de Iglesia afirmando la Iglesia», lo que puede llevar a caer en el peligro de buscar «más de lo mismo».

No estoy de acuerdo con esa crítica. Un sínodo de obispos es un sínodo de obispos. Está para lo que está. Y si no, se llamaría de otra manera. Si ya es difícil que los obispos puedan tener intervenciones largas en este tipo de asambleas, ni les cuento lo que sería si se diera paso a los sacerdotes, diáconos y seglares. Por otra parte, los fieles pueden dar su parecer a sus respectivos obispos en las jornadas diocesanas. En las mismas se puede escuchar su voz. Y luego el obispo es el responsable de llevar a Roma lo que crea oportuno.

Sin embargo, me parece mucho más precoupante lo que ha manifestado el P. Nicolás en relación a un tema tan fundamental como las misiones y la salvación de los hombres. Al comentar la espiritualidad de los pueblos asiáticos, asegura que en ellos se da lo siguiente:

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15.10.12

Evangelización y misión. Hoy como ayer

Ya estamos en pleno Año de la Fe y en medio de un impulso eclesial a la nueva evangelización. Sin embargo, leyendo todo lo que se publica y se comenta sobre la manera de evangelizar, me da la sensación de que se buscan demasiadas explicaciones a sobre cómo se debe construir la rueda cuando solo hay una de hacerla bien: que sea redonda.

La evangelización es algo a la vez tan complicado y tan simple como anunciar al hombre que es pecador, que necesita aceptar a Cristo como Señor y Salvador para ser salvo y que se le ofrece gratuitamente la gracia para su justificación y santificación. Y que si por gracia responde positivamente a la gracia -que se recibe mayormente mediante los sacramentos y por la acción constante del Espíritu Santo en el alma del fiel- y produce las obras que Dios ha preparado de antemano para que las haga, podrá ser salvo. Si no, se condenará.

Es necesario transmitir ese mensaje teniendo en cuenta las particularidades históricas y culturales del mundo moderno y de las naciones que deben ser evangelizadas o reevangelizadas, pero o se predica ese kerigma sin restarle una tilde, o perdemos el tiempo. Y creo que estamos demasiado obsesionados en divagaciones sobre como es o deja de ser el mundo hoy en día, que ni es ni deja de ser lo que siempre ha sido. Es decir, los hombres son tan pecadores ahora como en el año 50 dC, y el mundo, en el significado bíblico del término, es y será siempre igual.

Hay naciones que han sido históricamente cristianas y que hoy están en un proceso de apostasía evidente. La transmisión de la fe de generación en generación se ha quebrado dramáticamente en multitud de familias. Y eso se ve agravado por el hecho de que los incrédulos no son como los que viven en naciones a las que nunca ha llegado el evangelio, de forma que la predicación del mismo supone una novedad real en sus vidas. No, en nuestros pueblos los incrédulos tienen una imagen distorsionada de la fe, de manera que cuando les hablas de Cristo y de la Iglesia, ellos ya tienen una idea preconcebida y errónea de ambas realidades.

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24.09.12

"Vengo de oír al propio San Pablo comentándose a sí mismo"

En breve empieza el Año de la Fe. Y antes tendremos la declaración solemne de San Juan de Ávila como doctor de la Iglesia. Será en Roma el próximo 7 de octubre. Patrono del clero español, la vida de San Juan es digna de ser estudiada para sacar de ella el agua viva que emana de la gracia que el Señor derramó sobre su vida.

Considerado como apóstol de Andalucía, San Juan es ejemplo de como un alma entregada a Dios puede trasformar un pueblo entero por medio de la predicación del evangelio y la formación de predicadores. Leemos esto de su biografía:

En 1535 marcha Juan de Ávila a Córdoba, llamado por el obispo Fr. Álvarez de Toledo. Allí conoce a Fr. Luis de Granada, con quien entabla relaciones espirituales profundas. Organiza predicaciones por los pueblos (sobre todo por la Sierra de Córdoba), consigue grandes conversiones de personas muy elevadas, entabla buenas relaciones con el nuevo obispo de Córdoba, D. Cristobal de Rojas, que quien dirigirá las Advertencias al Concilio de Toledo.

La labor realizada en Córdoba fue muy intensa. Prestó mucha atención al clero, creando centros de estudios, como el Colegio de San Pelagio (en la actualidad el Seminario Diocesano), el Colegio de la Asunción (donde no se podía dar título de maestro sin haberse ejercitado antes en la predicación y el catecismo por los pueblos). Explica las cartas de san Pablo a clero y fieles. Un padre dominico, que primero se había opuesto a la predicación de san Juan, después de escuchar sus lecciones, dijo: “vengo de oír al propio san Pablo comentándose a sí mismo".

Espiritualmente hablando, no creo que la situación de Andalucía y el resto de España en tiempos de San Juan fuera peor que la actual. Lo que no ha cambiado es la receta para solucionar la relajación y apostasía en la que ha caído buena parte de los bautizados. Esa receta es hoy la misma que en el siglo I: la predicación clara y directa del evangelio.

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29.07.12

Y me miraron con cara rara al pedir que Cáritas evangelizara

Se cumplen ahora 12 años de la llegada de mi familia a tierras aragoneses. Las circunstancias fueron un tanto díficiles ya que mi mujer acababa de sufrir una cesárea para que naciera nuestra hija pequeña, que vio la luz en el sexto mes de embarazo y pesando menos de un kilo. La placenta había dejado de funcionar y no quedó más remedio que sacarla antes de tiempo.

Como quiera que teníamos que desalojar la casa de Madrid, no quedó otra que venirnos a Sariñena (Huesca) antes de que la cría saliera de la incubadora en Madrid. La situación fue por tanto, harto complicada porque no era posible estar haciendo 400 kms de ida y vuelta todos los días para ver a la nena y además teníamos que organizarlo todo en la nueva casa. A Dios gracias, todo salió bien y a principios de septiembre la teníamos ya en casa. Muy pequeñaja, pero bien de salud.

Se cumplía también entonces el primer año de nuestro regreso a la Iglesia Católica. Llegábamos a una diócesis en la que el pastor, Mons. Javier Osés, se estaba muriendo debido a un cáncer. Incomprensiblemente se tardaron dos años en nombrar un nuevo obispo, que además lo sería también de la diócesis hermana y vecina de Jaca. En ese tiempo tuvimos como administrador apostólico a Mons. Omella, por entonces obispo de Barbastro -también diócesis vecina- y hoy obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Sariñena, el pueblo en el que nos instalamos, era capital de comarca y cabeza de arciprestazgo. Por razones que se pueden ustedes imaginar, me interesé en saber qué hacía la Iglesia en los Monegros. Asistí a reuniones de pastoral, de catequesis, etc. Mi actitud al principio era sobre todo de la ver, oír y callar, pero no pasó demasiado tiempo hasta que me atreví a tomar la palabra. Me acuerdo que la primera vez que lo hice fue en una reunión de catequistas en la que pedí que la catequesis fuera instrumentos de despertar al sacerdocio y la vida religiosa. Nuestra diócesis sufría -y sufre- una gran crisis vocacional y me pareció que la primera cosa que se debía hacer para poner fin a la misma era que los catequistas, sobre todo los de confirmación, fueran instrumentos del Señor para despertar vocaciones en los jóvenes.

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