InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Espiritualidad cristiana

21.10.06

19.10.06

Tenía diez u once años

Sí, tenía diez u once años cuando unos seminaristas escolapios que estaban a punto de ordenarse llegaron a Getafe. Uno de los padres que nos daba clase nos dijo que si queríamos charlar con esos jóvenes, podíamos quedarnos un rato con ellos después de clase. Muy pocos chavales, cinco o seis, aceptamos la invitación. Me acuerdo de que durante dos o tres días fuimos a la capilla pequeña que estaba en el piso superior del edificio principal y allá disfrutamos del testimonio de esos hombres que en su juventud habían decidido entregar su vida al Señor.

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14.10.06

De Legazpi hasta Atocha por Delicias

"Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto."
Prov 4,18

Era un día entre semana, ya casi medianoche y apenas había tráfico en Madrid. Aunque ahora no recuerdo de dónde venía, sé que nunca olvidaré aquel trayecto de Legazpi hasta Atocha por todo el Paseo de las Delicias. Todo empezó cuando me encontré en verde el primer semáforo.

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10.10.06

A la tarde te examinarán del amor


"Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza, la caridad; pero la más excelente de ellas es la caridad."
(1ª Cor 13,13)

El que se enamora de Cristo, necesariamente se enamora de aquellos a quien Cristo ama, pues de lo contrario, no ama a Cristo. No hay amor a Cristo sin amor a los hombres, especialmente a los pobres, enfermos, viudas, huérfanos y necesitados de toda especie. Y no hay mejor forma de demostrar el amor a Cristo que amando precisamente a aquellos que más lo necesitan. De lo contrario, el amor puede convertirse en una simple palabra, en un simple vocablo que sale de nuestras bocas y que puede reflejar un mero sentimentalismo de nuestros corazones, pero que no es el amor divino que Dios ha tenido a bien el regalarnos para que lo vivamos.
¿De verdad amas a Cristo?

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29.09.06

Abogado tenemos

"Por consiguiente, tengo en mí esta ley, que, queriendo hacer el bien, es el mal el que se me apega; porque me deleito en la Ley de Dios, según el hombre interior; pero siento otra ley en mis miembros, que lucha contra la ley de mi razón y me encadena a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?"
Rom 7,21-24

"Hijitos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo."
2ª Juan 1,1

Para muchos que están metidos de lleno en esa aventura maravillosa de buscar la santidad, sin la cual nadie verá a Dios (Heb 12,14), es muy típico caer en este círculo vicioso que voy a describir:

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