InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Espiritualidad cristiana

2.09.07

De las tinieblas a la luz

1ª Ped 2,9
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.

Prov 4,18
Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.

Independientemente de los exámenes de conciencia puntuales que hay que realizar antes de acudir a limpiar nuestra alma en la fuente de gracia del sacramento de la penitencia, creo que es ciertamente muy sano que cada cierto tiempo el creyente se plantee meditar más profundamente sobre su condición espiritual, sobre su caminar en el Señor. Muy equivocados estamos si creemos que basta con no pecar gravemente, que basta con ser "buena gente", que basta con cumplir con preceptos como el de la misa dominical, que basta con dar la imagen de buen cristiano en medio de un mundo donde eso ya no vende. Sin duda todo ello es necesario, pero lo que nos separa de una mayor comunión con Dios no es el camino que ya hemos andado, sino el que tenemos todavía delante por recorrer.

Nunca daremos suficientes gracias a Dios por habernos rescatado de las tinieblas en las que sin duda estaríamos sin la fe que nos sostiene y nos alienta. Mas si no dejamos que el Sol de Justicia, que es Cristo, levante el vuelo sobre el horizonte de nuestras almas, lo más probable es que la niebla se abata sobre nosotros, de forma que aun estando el sol en el cielo, nosotros debamos andar a tientas, casi como si siguiéramos de noche. Cuando así ocurre, apenas vemos tres o cuatro pasos más allá de nuestras narices y nuestro caminar se hace más lento, a la vez que resulta más fácil perderse y tomar un mal camino.

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21.08.07

No tomarás el nombre de Dios en vano

No sé bien el porqué, pero uno de los mandamientos que más he procurado tomarme en serio desde que era pequeño, es el de no tomar el nombre de Dios en vano. Es muy significativo que en la oración que nos enseñó Jesús, lo primero que decimos tras reconocer la paternidad divina es "santificado sea tu nombre". Los judíos se tomaron tan en serio ese mandato que evitaban -y evitan- llamar a Dios por su nombre -Yavé-, para que así no hubiera posibilidad alguna de usarlo en vano.

Para mí eso de tomar el nombre de Dios en vano tiene muchas "variantes". No creo que se trate solo de evitar la blasfemia, ni de hablar de Dios en términos despectivos. No, hay una forma mucho más sutil y peligrosa de caer en ese pecado. Por ejemplo, cuando usamos el nombre de Dios, especialmente en la persona del Espíritu Santo, para hacerle decir lo que en realidad queremos decir nosotros. En determinados ámbitos cristianos, tanto católicos como protestantes, es típico oír a muchos decir "el Señor me ha dicho esto" o "el Señor me ha dicho lo otro". Por no hablar de aquellos que están con la palabra "espíritu" en la boca a todas horas para justificar cualquier heterodoxia pasada, presente o futura. En ellos el Espíritu se convierte, pues, en el comodín perfecto al que adjudicar una visión eclesial concreta y la mayor de las veces revolucionaria.

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18.08.07

El niño y la imagen

Escribí este "mini-cuento" al poco de regresar a la Iglesia. Ya casi me había olvidado de él, pero la presencia de un protestante iconoclasta entre los comentaristas de días pasados me ha refrescado la memoria.

El cuento del niño y la imagen

Érase una vez un niño pequeño, de unos 9 años, que había nacido en una familia católica en la cual sus padres tuvieron a bien enseñarle lo poco o mucho que sabían sobre Jesucristo y sobre la fe cristiana.
Ese niño nunca tuvo por costumbre el orar a imágenes porque su mamá le había dicho que para hablar con Dios sólo hacía falta el querer hacerlo, ya que Dios escuchaba siempre a los niños que querían hablar con Él.
Aunque a aquel niño le enseñaron varias oraciones (el "padrenuestro", el "yo confieso", el "ave María", el "credo", el "cuatro esquinitas tiene mi cama", el…..), lo cierto es que llegó a adquirir la sana costumbre de combinar en sus rezos las oraciones ya prefijadas junto con las oraciones que le salían del alma sin un guión previo.

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9.08.07

El secreto de San Lorenzo

Da gusto asomarse a la calle y ver ya a muchos oscenses vistiendo los colores blanco y verde de las fiestas de San Lorenzo. Para los cristianos, la celebración de las fiestas incluye sin duda la celebración de la fe. Y precisamente la fe de San Lorenzo es digna de recordarse, de celebrarse y de tomarla como ejemplo a seguir en el camino por Cristo hacia el Padre.

Copio esto de "Pueblo de Dios" Huesca

EL SECRETO DE SAN LORENZO

En estos días recordamos los aspectos más sobresalientes de la vida de San Lorenzo.

Nos impresiona su fe y su confianza en Dios. San Lorenzo alaba a Dios y le da gracias, aún cuando está tostándose sobre la parrilla. Así nos lo cuentan los documentos sobre el martirio del santo, que han llegado hasta nosotros.

Nos impresiona su valentía. Cuando el emperador Valeriano le exigió que le entregara las riquezas de la Iglesia, San Lorenzo fue recogiendo a los pobres de Roma y se los presentó ante el emperador como los tesoros de la Iglesia.

Nos impresiona su buen humor, su alegría a prueba de martirio. Fue capaz de reírse de los que lo martirizaban, diciéndoles que le dieran la vuelta, porque por un lado ya estaba asado.

Nos impresiona su amor a los pobres. San Lorenzo ha sido llamado amparo de ancianos y huérfanos, esperanza de los enfermos, luz de los ciegos, abogado de los necesitados. En ellos reconoció la presencia de Dios y los tesoros de la Iglesia.

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6.08.07

Cristo también se viste de carrilero

No sé cuántos habrá en España, pero sin duda deben ser miles. Me refiero a los carrileros. Son hombres (90-95%) y mujeres que pasan su vida de albergue en albergue, de ciudad en ciudad, durmiendo muchas veces en la calle y comiendo en otras tantas de bocadillos. Durante el mes de julio he podido conocer a unas cuantas decenas de ellos en el centro Fogaril de Cáritas diocesana de Huesca. Y créame el lector que una cosa es leer algún artículo periodístico sobre esa realidad y otra encontrársela cara a cara.

Las razones que pueden llevar a una persona a acabar en el carril son de lo más variadas. Desde la adicción al alcohol hasta la ruptura familiar que provoca la depresión y la desesperación. Desde la enfermedad mental hasta la vida según el modelo del hijo pródigo de los evangelios, derrochador de una herencia copiosa. El caso es que detrás de cada carrilero hay una historia personal plagada de errores o desgracias, o ambas cosas a la vez. Y sin embargo, si dejamos un resquicio abierto en nuestro corazón a la realidad del Reino de Dios, podemos ver a Cristo en medio de ellos. No se trata de idealizar a personas que en muchos casos están recogiendo el fruto de lo que en su día plantaron, pero qué cierto es aquello de que en donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.

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