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12.01.16

(112) San Atanasio consuela hoy al Pequeño Rebaño...

s.atanasio¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!  Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz. (Is.40, 1.11)

 "No sigáis la muchedumbre para obrar mal, ni el juicio acomodes al parecer del mayor número, si con ello te desvías de la verdad” (San Atanasio)

“¡Sí, hermanos y hermanas! Tenemos muchos motivos para dar gracias a san Atanasio. Su vida, nos muestra que «quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos» («Deus caritas est», 42).” (Catequesis de S.S. Benedicto XVI,  20 junio 2007)

En algunas ocasiones nos hemos manifestado contra la idolatría del número, que por diversos caminos se ha venido a imponer en las conciencias como única alternativa para discernir la validez de doctrinas, comportamientos, gestos y actitudes. Tendríamos que volver la vista una vez más al debate entre Pilatos y la muchedumbre deicida, para recordar que la voz de la mayoría puede ser inversamente proporcional a la Verdad, e incluso clamar por su crucifixión.

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7.01.16

(110) ¿Unidad, paz, fraternidad? El modelo de los Santos Reyes Magos

epifEpifanía es nuestra fiesta. ¡Y cuán gloriosamente nuestra! Decíamos hace un año: la fiesta de la “gentilidad” que ha sido conquistada para Cristo; la fiesta de los hombres que son capaces de atravesar el desierto en busca de la verdad, para encontrar, de rodillas, a Quien es la Verdad Absoluta.  

Cada día más desierto y oscuro se nos presenta el mundo para quienes quieren seguir a la Estrella y adorar al Niño.

Ellos eran paganos, mas no fueron impíos.

Enfrentaron con astucia al tenebroso monarca,

y no abofetearon nunca al Niño con histriónicas risas ni alborotos vacíos.

Reconocieron la Estrella porque eran hijos de la Luz;

Aunque ellos eran paganos, mas no fueron impíos…

Postráronse ante el Misterio sabiendo que aunque Pequeño

era el Rey de los Cielos…

Y que si El quiso abajarse

La respuesta que cabía era adoración, ofrenda y silencio…

***

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22.11.15

(108) Cristo Rey, la voluntad popular y una oración por la Patria

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“Sin duda, existe actualmente una confederación del mal, que recluta sus tropas de todas partes del mundo, organizándose a sí misma, tomando sus medidas para encerrar a la Iglesia de Cristo como en una red, y preparando el camino para una Apostasía general. (…)  ¡Dios nos guarde de contarnos entre aquellos ingenuos que caen en la trampa que se está tendiendo a nuestro alrededor! ¡Dios nos libre de ser seducidos por las bellas promesas en las cuales Satán ha ocultado seguramente su ponzoña! (…)  ¿Consentiremos nosotros los cristianos en tener parte en este asunto? ¿Ayudaremos, aun con nuestro dedo meñique, al Misterio de Iniquidad que lucha por nacer, y que convulsiona al mundo con sus dolores? ‘¡Alma mía, no entres en su consejo; no te unas a su asamblea, honra mía’ (Génesis 49,6). ‘¿Qué relación hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué unión entre la luz y las tinieblas? […] Por tanto, salid de entre ellos y apartaos’ (2 Corintios 6,14.17), de otro modo seréis cooperadores de los enemigos de Dios, y estaréis abriendo el camino para el Hombre de Pecado, el hijo de perdición.” (Beato Card. J. H. Newmann)

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11.11.15

(106) La pobreza no es una virtud...(II) (Fray M. Petit de Murat)

Publicamos a continuación la última parte del artículo, en que el autor se aboca a considerar la pobreza en el orden sobrenatural, sus dificultades y sus grados como vía de perfección.

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“…la verdad es que esta civilización deshace, hace casi imposible ya la pobreza evangélica, pues una de sus características muy peculiar es el haber ligado al hombre con innumerables necesidades artificialmente creadas…”

 

sfcocruzII. La pobreza en el orden sobrenatural

Lo que hemos dicho en el capítulo anterior se refiere al apetito natural del hombre en cuanto tal. Su acción y la ordenación libre, que la voluntad elícita puede dar hacia el bien mediante las virtudes morales adquiridas, no es otra cosa que una disposición remota con respecto de la bienaventuranza tal como se nos ofrece en Nuestro Señor Jesucristo.

Para que el hombre tenga aptitud con respecto del Reino de los Cielos, es necesario que todo el complejo de su naturaleza, su misma esencia, como así también sus potencias y los hábitos cualificantes de ellas, que llamamos virtudes, estén bañados por la gracia.

La gracia es un don de Dios: su creación más admirable; verdadero influjo físico proveniente de Cristo, comparable con la sangre y los nervios que unen a los diversos miembros de un organismo, pues así ella vivifica y recorre el Cuerpo de Cristo, que es su Iglesia. Añade un nuevo ser accidental pero esencial al hombre que lo sublima dándole proporcionalmente una cierta igualdad con la naturaleza divina, la cual le permite entrar en una relación íntima y directa de amistad con El.

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(105) La pobreza no es una virtud... (I) (Fray M. Petit de Murat)

CurasdeArs

Así comienza un artículo del p. Petit de Murat, originalmente dirigido a religiosos pero muy provechoso para todo cristiano. Aprovechando el entusiasmo de algunos lectores ante el “descubrimiento” de este fecundo sacerdote de Cristo, nos pareció muy oportuna esta reflexión suya sobre un tema que hoy es bastardeado y simplificado por el lenguaje común buenista. Así, falsifica la caridad cuando la limita a saciar la pobreza con bienes finitos, teniendo a Dios únicamente como “añadidura” no sólo optativa sino incluso prescindible.

¿Cuántos de los afanados por resolver la pobreza del mundo, reconocen de veras el hambre más intensa, y son capaces, como el Cura de Ars, de enseñar el Camino al Cielo -solución de todas las pobrezas y miserias-? ¿Qué significa la propuesta de vivir la pobreza para seguir más de cerca a Cristo?

Se oye hablar mucho de la opción preferencial por los pobres, pero a menudo se dejan de lado ciertas consideraciones necesarias para poder razonar de manera católica. Y así tenemos las consecuencias que padecemos…  Nos preguntamos si en el fondo, esta insistencia casi exclusiva hacia los que carecen de bienes materiales, no encierra la íntima convicción de que éstos son lo “único necesario”.

Y por favor, no me salgan aquí con que minimizo la atención de los pobres, que desde hace dos mil años han sido hijos predilectos de la Iglesia-Madre y de todos sus hijos fieles. Pero se tenía suficientemente claro que la raíz era el pecado, y contra éste dirigía sus empeños apostólicos. La atención a los pobres era un medio de santificación propia y salvación del prójimo, y no un fin en sí mismo, reductible a filantropía. Hoy muchos identifican la caridad con la solicitud hacia los pobres, pero no se tiene en cuenta que la mayor caridad es brindar el pan de la Verdad, ya que en última instancia, toda pobreza -física o espiritual- proviene del pecado, esto es, del imperio de la Mentira sobre almas y pueblos.
De este modo, como señala el p. Iraburu, “Mientras no haya también en la posesión de los bienes materiales una mayor homogeneidad entre religiosos y laicos, éstos permanecerán atrapados en las mallas condicionantes de un mundo tópico…”

¿Cómo resolver la pobreza sin atacar decididamente sus causas, o sin insistir en la conversión de las almas? ¿Hallaremos la solución con esfuerzos conjuntos entre la verdad y la mentira, entre el agua y el aceite?  Veamos pues, ¿Qué es la pobreza? ¿Qué es la riqueza que se debe rechazar, y la que deberíamos anhelar? ¿y quiénes son los pobres?¿Por qué Nuestra Señora habla en Fátima de “los pobres pecadores"?…

Mientras tanto, la prédica de la pobreza evangélica como modelo de seguimiento de Cristo no goza hoy de su mejor momento. Baste mirar los “problemas” que tienen algunas congregaciones e institutos que pretenden vivirla más radicalmente…Pero no creamos que es una cuestión que atañe sólo a religiosos, pues como bien señala el p. Iraburu, “Mientras no haya también en la posesión de los bienes materiales una mayor homogeneidad entre religiosos y laicos, éstos permanecerán atrapados en las mallas condicionantes de un mundo tópico…”

Encomendamos, pues, a Sto. Tomás de Aquino el fruto de estas líneas.

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LA POBREZA  (P. Fr. Mario J. Petit de Murat O.P.)

Ita et nos cum essemus parvuli,

 sub elementis mundi eramus servientes“  

(San Pablo - Gal. 4, 3)

 

I. Teología de la Pobreza

La pobreza no es una virtud, sino el resultado de todas ellas.

El hombre en la tierra y sin un gran grado de perfección, no puede concebir hasta qué punto se ha realizado en el hombre común, el desorden del pecado.

Se tiene por natural un estado de desorden habitual: la conversio ad creaturas del pecado, se ha estabilizado en toda la naturaleza humana bajo la forma de disposiciones que orientan las potencias del ser humano: hacia la criatura y hacia las criaturas.

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