InfoCatólica / Caritas in Veritate / Categoría: Tibieza

16.05.15

(83) Mons. Córdoba, por favor "no aclare que oscurece"...

Mons.CordobaclaraComo era de esperar, los medios de comunicación se han dado un banquete con las escandalosas declaraciones de Mons. Córdoba, y por eso el obispo ha debido salir al cruce, diciendo que  sus frases en referencia a María Magdalena y los Apóstoles, habían sido “desafortunadas”, pero señalando sin embargo:

“lo hice para generar empatía con el auditorio.(???) La iglesia no nos permite ese tipo de “calificativos”.

A ver si hemos comprendido bien: por una parte, un miembro del Episcopado se “distancia” de lo que la Iglesia “permite” en cuanto a las expresiones, ¿y su conciencia sí se las permite?…, pero por otra parte se las justifica “para generar empatía”, señalando al fin de su disculpa “me siento satisfecho de haber cumplido este importante paso de acercamiento que, espero, abra el camino para otros encuentros futuros”(¿¿!)

¿Es decir que un católico puede ser “empático” siendo incoherente a través de expresiones ofensivas a la fe que dice profesar? ¿Y para qué generar empatía si no es con un fin apostólico, de conversión de su interlocutor? ¿Para mostrarse obsecuente con el mundo, acaso, mostrando que no es un “oscurantista”, tal vez? ¿Hasta cuándo, para mostrar que “no se discrimina", habrá que soportar el pisoteo de lo propio, violentando el orden de la Caridad?  Dicho en criollo, Monseñor, ¿a qué jugamos?…

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12.01.15

(65) ¿Son católicas todas las congregaciones e institutos de la Iglesia?

ctroya TiepoloPor supuesto que no. Aunque gracias al “amigo Okham”, cualquier cosa puede llamarse como le plazca a cada uno; ¡Viva la Pepa!

Siempre me han gustado ciertos detalles ornamentales del carnaval de Venecia; hay disfraces maravillosos,  pero el caballo de Troya es “otro cantar", sobre todo cuando lo tenemos cabalgando intramuros.  Ahora bien, ¿qué provoca más náuseas, el enemigo o el traidor?

Y sin embargo…no imaginamos ni siquiera a Judas riéndose de la Cruz.

Año de la vida Consagrada…”¿consagrada a qué?”, podría preguntar algún extraño. Y a la vista de ciertas aberraciones, preguntamos lo mismo.

Porque creímos que luego de las declaraciones de J.M. Gil Tamayo -considerando que el humor blasfemo es “también necesario” a la sociedad…, en la misma línea que el periódico La Nación-  habíamos leído u oído demasiado, pero por lo visto no.

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29.10.14

(53) El huracán de la Homoherejía (I)

“Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros”(I Juan 2,18-19)

Compartimos con los lectores un artículo del sacerdote polaco Dariusz Oko, sobre el avance de la homoherejía en el mundo y el seno de la Iglesia.padreOko

San Ignacio, cuando habla del discernimiento de espíritus, y todos los santos y autores espirituales serios que se refieren a ello, fieles al propio Evangelio, llaman la atención sobre una característica primordial del ángel caído, que es la astucia. Astucia que no sólo emplea en su ataque a los hijos de Dios, sino por supuesto, en su gobierno del mundo como príncipe que es de éste, y por supuesto, en sus múltiples avanzadas contra la Iglesia de Cristo, junto a todos los “hijos de las tinieblas”, ya sea dentro y fuera de Ella. Por eso, sin duda, Nuestro Señor nos exhorta una y otra vez a la vigilancia (las vírgenes prudentes; la muerte que llega como ladrón; el no descuidar la casa que ha sido desalojada de “intrusos”, porque si regresan, volverán con redobladas energías; el mirar que el enemigo ronda “como león rugiente”, etc.). Entonces, no debería sorprendernos que a través de la historia se hayan producido tremendas tormentas precisamente por falta de vigilancia y subestimación de lo que creemos inofensivo.

Así, cuando Ntra. Señora les advirtió a los pastorcitos en Fátima el peligro que representaba Rusia al punto de poder hacer desaparecer países enteros, pudo parecer a muchos inverosímil y francamente increíble. Del mismo modo, muchas naciones europeas han desestimado irresponsablemente, durante décadas, la amenaza que representa el Islam, con planteos pseudoecuménicos, como si en una bolsa de gatos se pudieran colocar semáforos para una “pacífica convivencia”.

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19.09.14

(51) San Pelayo mártir, defensor del orden natural ante el Islam y la homosexualidad

Corte Abderraman III

Ante cada flagelo, ya sea éste físico, moral o doctrinal, Nuestro Señor suscita a través de sus santos, los estandartes y luceros que fortalecen a su Iglesia en el combate, y para las almas sencillas son como las rocas donde asirse para que no las arrastre la corriente. Los santos no son figuras decorativas, no; son nuestros benditos cirineos, muy concretos. ¿Cómo no acudir a San Pío X para desentrañar las penumbras del modernismo y cómo no ir a San Agustín para “vacunarnos” contra pelagianismos de toda laya? ¿Cómo no pedir a Sta. Catalina de Siena un amor y celo recto por la Iglesia, o a Sta. Teresita para curarnos de tentaciones de cuño jansenista? Ante la abominación del aborto, la Divina Providencia nos ha regalado últimamente a Sta. Gianna Beretta Mola, a la Madre Teresa de Calcuta, y a otras varias madres ejemplares, como Chiara Corbella, que aún no han sido elevadas a los altares pero que han dejado una huella más que luminosa en la defensa de la vida.

Viendo entonces la cantidad de aberraciones que presenciamos en la “dictadura gay”, o al oír y leer argumentos tan absurdos como los de un sacerdote que se atreve a hablar de amor al bendecir el pecado contranatura, pensamos que es hora de desempolvar de la memoria católica a este santo joven español, quien precisamente derramó su sangre en protesta ante las insinuaciones perversas de los enemigos de la Cruz . Su testimonio es doblemente elocuente en estos momentos en que los cristianos cautivos y martirizados son noticias “frescas", y en que la imposición de la cultura gay se expande como mancha de petróleo sobre las conciencias débiles.

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8.09.14

(49) Nuestros hijos y el canto de las “sirenas Violettas”…

“Dejad que los niños vengan a Mí, y no se lo impidáis

porque el Reino de los Cielos pertenece a quienes son como ellos” (Lc.18,16)

violettyCo.

Hay padres y educadores a quienes si uno les pregunta, manifiestan cierto interés, hasta entusiasta, en que sus hijos vayan al Cielo. Y si uno les dice que para ir al Cielo, sus hijos deben cumplir los mandamientos, todavía asienten, sin mucha réplica.

Pero cuando uno toma uno por uno los mandamientos, y señala la necesidad de que los niños empiecen a vivir cotidianamente en un ambiente que posibilite esa vida cristiana (de esto se trata), y se advierte que eso conlleva una renuncia a actitudes, gestos, modas, diversiones que no tienen nada que ver con el Evangelio… la cosa se pone más “peliaguda”, y se empieza a fruncir el ceño.

No robar y no matar está muy bien, pero…si uno “tiene que” faltar a misa por algún otro “compromiso familiar” algún domingo…”¡Dios no va a ponerse en contra de la familia!¡la tía quiere que estemos temprano para almorzar”

Y si los chicos de hoy van a bailar habitualmente con sus amigos…y el tipo de bailes que se estila es inexorablemente provocativo y hasta groseramente insinuante sexualmente, “¡bueno, es lo que se usa, la nena no puede quedarse arrinconada!”

Y si las jóvenes suelen vestirse hoy de un modo muy “científico” (es decir, promoviendo el uso del microscopio para ver sus prendas)…”¡no podemos pretender que salgan como monjas!”

Y si mañana tienen que recurrir a la mentira o al robo (eufemísticamente llamado coima) para salir adelante en ciertos momentos de la vida…”¡uno no puede vivir en una burbuja!”

Y la verdad es que como padres, nadamos entonces en la hipocresía, enseñando a nuestros hijos a hacerlo en todos los estilos, hasta para competir en las Olimpíadas.

No es verdad que nos importe tanto que nuestros hijos vayan al cielo, si desde la preadolescencia no nos esforzamos en impregnar su  ambiente y costumbres con la lógica del Evangelio, que -hay que decirlo con todas las letras- es una lógica diametralmente opuesta a la del mundo. No es la lógica de la conveniencia, ni de la moda, ni del éxito fácil, ni del aplauso. Y no puede carecer, por supuesto, de la Cruz. Para nosotros, como padres,  y para ellos.

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