InfoCatólica / Caritas in Veritate / Categoría: Tibieza

10.04.16

(120) "Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a María por Madre"

“HE AQUÍ A TU MADRE… HE AQUÍ A TU HIJO  “     

(Jn. 19, 25 – 27)

Corredentora

En este año de la Misericordia, en que también se habla con muchísimo énfasis de la unidad de todos los hombres, yo echo mucho de menos la mención del papel fundamental de la Madre de Dios en esta tarea: así como ha sido primordial su papel en la Encarnación y en toda la historia de la Salvación, ¿podremos hoy esperar una “fraternidad universal” sin mención de la Madre? ¿O será que para algunos Ella se ha ido convirtiendo, aunque no lo admitan, en un verdadero obstáculo…?

En efecto, hace ya tiempo que aquí, allá y acullá, vemos difundirse el grave error de que todos somos hijos de Dios, sin importar la fe profesada, en franca contradicción con lo que nos enseña el Catecismo  de la Iglesia Católica

1243El nuevo bautizado es ahora hijo de Dios en el Hijo Único. Puede ya decir la oración de los hijos de Dios: el Padre Nuestro.

1265 El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito “una nueva creatura” (2 Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho “partícipe de la naturaleza divina” (2 P 1,4), miembro de Cristo (cf 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm8,17) y templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6,19).

Y aunque a los devotos del “pegamento espiritual” parece no interesarles ya el Catecismo -quizá porque creen que contiene muchas “fórmulas complicadas” que sólo crean distancias, o vallas entre los hombres…- lo cierto es que la Verdad divide aguas, define, delimita, pero siempre ilumina y consuela.  Y como brújula inquebrantable, allí está la Cruz, y a su lado, la Madre de Dios, legado mayúsculo de la Verdad hecha carne.

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25.03.16

(119) Getsemaní: la Hora de Cristo, y la hora de los discípulos... (con apuntes del Vble. p. José Rivera)

Huerto TintorettoNo sé a los lectores, pero a mí siempre me da la sensación de que en el Triduo Pascual, un día que “queda corto” para profundizar en sus múltiples aspectos, es el Jueves. Por supuesto que jamás podremos agotar con palabras la anchura, altura, longitud y peso de estos días que resumen todo el misterio de nuestra redención, pero aún desde el punto de vista “temático”, se soslayan personajes, actitudes, gestos, palabras del Evangelio de hoy, que a mi juicio deberíamos tener mucho más presentes en todo momento de nuestra vida, y que se deberían predicar con mayor frecuencia tal vez…

Incluso desde el punto de vista “civil”, el tiempo atenta contra ello. No sé en otras naciones, pero en nuestro país, hay muchos sitios donde se impone trabajar a muchos cristianos siquiera hasta el mediodía, y hasta el momento de la celebración de la Cena del Señor, algunos no terminan de caer en la cuenta de lo que está sucediendo.

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3.02.16

(116) Sobre la obediencia desordenada (y una carta de L. Castellani)

prudenciaHay multitud de fieles que creen que la fidelidad exige una obediencia ciega, de renuncia al sentido común y a la prudencia, y obsecuencia ante toda autoridad, sobre todo si se trata de autoridad religiosa.


-¿Los santos han sido capaces de pecar y errar? -Ciertamente.

-¿Seremos por ello devotos de sus pecados y errores? -Sería una necedad; sólo alabamos en ellos las virtudes, que nos sirven de estímulo y ejemplo. Solamente en Nuestro Señor resplandece la Verdad y Belleza sin la menor sombra, y en su Madre Santísima, vestida de sol y coronada de estrellas.

-¿Y nuestros superiores, no siendo santos, son capaces de pecar y errar?

-Con mucha más razón, así parece; podrán pecar y errar en lo poco y en lo mucho, sin duda alguna, y su vida será combate intenso, como la nuestra. No admitir esta posibilidad, rozaría la idolatría, como podrá darse cuenta…

-¿Pero debemos igualmente obedecerles? -Por supuesto, en todo aquello que no suponga pecado ni ocasión próxima para nuestra alma o la ajena. 

En resumidas cuentas: ¿puede uno obrar contra la virtud de la obediencia, obedeciendo?

Claro que sí, obedeciendo MAL, o mejor dicho, desordenadamente.

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27.01.16

(115) Consejos y clamores a los Obispos (de San Bernardo de Claraval)

 sbdoAclara San Bernardo que es por obediencia a un obispo por lo que se determina a escribir el tratado que lleva por nombre “Sobre las costumbres y oficios de los obispos”, que como la gran mayoría de las obras de los santos, sigue conservando vigencia frente a mucho palabrerío contemporáneo que finalmente se lleva el viento.

Como el abad de Claraval, también muchísimos fieles hoy nos preguntamos “¿quiénes somos nosotros, para escribir a los obispos?” Sin tener ningún mandato preciso, respondemos sencillamente: “Somos hijos”. Hijos que piden, que claman, que esperan…

Hijos que esperamos el Pan de la Verdad en nuestra mesa y Misa diaria, hijos que esperamos la misericordia de la claridad, y especialmente, que los pastores ahuyenten con su cayado a los lobos, que no los inviten a “cenar junto al Rebaño”, y que si es preciso, les den su merecido enviándolos lejos, acciones todas ellas que disiparían una densa neblina que hace que muchas ovejas caigan despeñadas todos los días a nuestro alrededor. Misericordia para las ovejas antes que para las fieras, pues, es lo que la grey suplica.

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16.01.16

(113) Guillermo Marcó propone que el Papa "revise" la práctica de la Confesión...

marcoHay ciertos grupos religiosos que se definen por el seguimiento de un determinado “líder” espiritual, o por el apego a una serie de ”prácticas rituales”.

La fe católica, en cambio, se distingue por la profesión de un determinado Credo, don exclusivamente divino -por ello es una virtud infusa- recibido a través del Bautismo -el que nos hace hijos de Dios- y que será vivida a través de una determinada moral, que por ello identificamos como “moral católica”.No debería haber escisión, pues, entre fe, vida sacramental y moral. Ahora bien, ¿en qué se distingue, pues un católico de alguien que no lo es? En que los católicos compartimos  la misma fe, expresada en el Catecismo, “aún vigente”.  Lo demás -la opinología, sobre todo- es paja que se lleva el viento, o que consumirán las llamas.

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