InfoCatólica / Caritas in Veritate / Categoría: Cristo Rey

21.01.15

(67) La verdadera Paz, que NO nos dará la ONU....

Qué es la “verdadera” paz? Tranquilidad en el orden. ¿Y qué más? Saber que la voluntad de Dios no se dobStaCatalinaSIenalega, El es rey soberano, y así siempre podemos decir que, finalmente, como repite una bella poesía navideña, “todo está bien”.

Hay una diferencia sustancial entre tener “sangre de pato” (ya sea por no entender nada de lo que sucede, o por tener un corazón de piedra), y la gracia de buscar la conformidad con la voluntad de Dios, porque éste es, en definitiva, el núcleo precioso y raíz tanto de la paz como de la santidad.

Muchos se precipitan y angustian por la enormidad de noticias que recibimos del mundo y especialmente de la Iglesia, creciendo los escándalos y apostasía, asombrándonos de la capacidad y vitalidad de los hijos de las tinieblas, y la primera tentación que asoma es la desesperanza cuando se mira todo apresuradamente (¡porque no podemos dejar de correr!).

En otras ocasiones, no se concibe que hasta los propios fieles -quien más nos quiere, en nuestra propia familia natural o religiosa- puedan ser instrumentos de prueba para sus hermanos, causando su confusión o incluso persecución.

Y sin embargo, por más que se ame con todo el corazón a nuestra Iglesia, por más que se quiera dar todo por ella (“siento la vocación de apóstol, guerrero, mártir”, decía Sta. Teresita, que resumió todo en la caridad del Carmelo), si descuidamos el combate supremo –en el fondo de nuestra alma, con nuestra propia y débil voluntad y amor propio- todo se derrumba como castillo de naipes, haciéndonos desfallecer.  Allí es donde se nubla la vista y se entorpece la marcha: cuando llega la estocada de donde menos se espera, y por eso “bajamos la guardia", y nos perturbamos.

Así lo expresa magníficamente Sta. Catalina de Siena (Diálogo, Oraciones y Soliloquios, BAC, 1980) -penúltima hija de una prole de 25 hijos, dicho sea de paso-:

“…¡La doctrina de la Verdad! Das tanta fortaleza al alma revestida de ti, que nada viene a menos ni por la adversidad ni por el sufrimiento, sino que en todo combate obtiene la victoria. Es fuerte mientras te sigue a ti, que has venido de la suma Fortaleza.

Para nada le valdría tu fortaleza al alma si ella no te sigue. Miserable de mí, que nunca te he seguido a ti, verdadera Doctrina. Por eso me encuentro tan débil, que desfallezco ante la menor tribulación…”

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10.01.15

(64) El terrorismo y la infidelidad de las naciones cristianas

charlieNOMirar en estos días a Francia y creer que nos es ajeno lo que está sucediendo, o por lo menos remoto, es no entender nada de nada; es no tener idea de dónde estamos parados, porque en su infidelidad histórica y castigos presentes, estamos todos comprendidos y hermanados. Pero no para proclamar “Yo soy Charlie”, porque esa proposición es verdaderamente vergonzosa: ¿cómo es posible que por repudiar un crimen, se enaltezca otro?; ¿desde cuándo la víctima de un atentado hace que la muerte convierta en loables sus abominaciones?.
Ya tenemos bastante con la costumbre de “canonizar” a los muertos para tranquilizar a los deudos, como para que levantemos altares a los enemigos de la Cruz, a quienes debemos llorar por no haber sabido convertir para que conozccan a la Vida verdadera, única que los hubiera hecho libres.

Más que los atentados, más que las imágenes de las víctimas o la frialdad de los victimarios, lo que debería helarnos la sangre es la insensibilidad de los cristianos que no nos terminamos de convencer de la necesidad de convertirnos, de suplicar perdón (por unos y por otros), de reparar tanto pecado de pensamiento - palabra - obra - omisión.

¿Quién es en el fondo, la Víctima? Hay en realidad sólo Una, perfecta e inocente: el Cordero sin mancha, y nuestra indiferencia a El, es el verdugo.

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14.11.14

(57) La inquietud y las armas

“Revestíos de las armas de Dios,

para poder resistir las insidias del enemigo”

(San Pablo a los Efesios 6, 11)

En estos tiempos en que vemos que más de la mitad del mundo parecería haber decidido empezar a caminar con la cabeza, es difícil mantener la calma y hacer como si no pasara nada. Y sin embargo, lo difícil nunca debe amilanarnos, sabiendo que nunca nos faltará la gracia de Dios para enfrentarlo.

Por eso, para consuelo y edificación de algunos de nuestros lectores, comparto este aire suave que son las líneas siempre oportunas de San Francisco de Sales:

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SFcode Salesvitral“La  inquietud no es una simple tentación, sino una fuente  de la cual y por la cual vienen muchas tentaciones: diremos,  pues, algo acerca de ella.

La tristeza no es otra cosa que  el dolor del espíritu a causa del mal que se  encuentra en nosotros contra nuestra voluntad; ya sea  exterior, como pobreza, enfermedad, desprecio, ya interior,  como ignorancia, sequedad, repugnancia, tentación.  Luego, cuando el alma siente que padece algún mal, se  disgusta de tenerlo, y he aquí la tristeza, y,  enseguida desea verse libre de él y poseer los medios  para echarlo de sí. Hasta este momento tiene  razón, porque todos, naturalmente, deseamos el bien y  huimos de lo que creemos que es un mal.

 Si  el alma busca, por amor de Dios, los medios para librarse  del mal, los buscará con paciencia, dulzura, humildad  y tranquilidad, y esperará su liberación  más de la bondad y providencia de Dios que de su  industria y diligencia; si busca su liberación por  amor propio, se inquietará y acalorará en pos  de los medios, como si este bien dependiese más de  ella que de Dios. No digo que así lo piense, sino que  se afanará como si así lo pensase.

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17.10.14

(52) Nada nuevo bajo el sol: en toda la tierra, Dos Banderas

Hace unos días ha tenido lugar en nuestro país el 29º Encuentro de Mujeres Autoconvocadas (léase manipuladas), en que como es costumbre, han producido una serie de desmanes, atropellos, manifestaciones blasfemas, de lo que cierta gente aún considera “libertad de expresión”, y que ya hemos comentado extensamente en otras ocasiones. Una vez más, muchos católicos y personas de buena voluntad no dan crédito a sus ojos y se preguntan si se han abierto de par en par las puertas del infierno, frente a expresiones de encendido odio a la vida y a la fe (que corren juntas, se admita o no).

A esta altura, no es ocioso recordar que no se trata de hechos aislados, o de manifestaciones espontáneas de grupos de almas desnortadas, sino que cada vez es más patente la existencia de dos ejércitos enfrentados e irreconciliables; dos banderas, de las que San Ignacio habla al comienzo de la Segunda Semana de los Ejercicios Espirituales, y que el padre Alfredo Sáenz s.j. glosaba de un modo colorido:

“Fue primero Satanás el que plantó cara a Dios en el paraíso terrenal, y se hizo con la victoria. Pero Dios agarró el guante, y le sentenció al enemigo:

- Voy a mandar Uno que te machacará la cabeza.
¿Y qué hizo Jesucristo, el Hijo de Dios? Se le enfrenta a Satanás y lo derrota con la Cruz. La victoria de Satanás en el paraíso fue grande; pero fue más grande la de Jesucristo en el Calvario. La guerra sigue, porque no acabará hasta el final del mundo, y continúan enfrentados Jesucristo y Satanás.
Viene ahora el planteamiento magnífico de Ignacio de Loyola, que había sido militar y entendía en estrategia bélica.
Satanás planta sus reales en el campamento de Babilonia, donde todo es desorden, confusión, arrogancia, y se sienta soberbio en un trono de fuego y de humo pestilente. A sus órdenes, muchos demonios y todos los malos que se ponen a su disposición, a los que da la orden:
- ¡A esparcirse por el mundo y a perder a todos los hombres, arrebatándoselos a Dios y lanzándolos a nuestro infierno!… ¡A meter el orgullo en todos los cerebros y en todos los corazones con ansia de dinero, de placer, de dominio! ¡El mundo es nuestro y ha de estar rendido a mis pies!…
Este es el ejército que milita bajo la bandera de Satanás. Terrible, espantoso, repugnante…
¿Y Jesucristo?… Según Ignacio de Loyola, ha establecido su cuartel general en Jerusalén, “ciudad de paz", y su Comandante en Jefe, el más bello entre los hombres, es humilde, sencillo, afable, amoroso, encantador…, pero con una mano de hierro contra Satanás. Y arenga también a los suyos:
- ¡A esparcirse por todo el mundo! ¡Que no haya un solo rincón en el que no entre mi Cruz y con ella la salvación! ¡A conquistar a todos los hombres para llevarlos a Dios y meterlos en su Gloria, la que yo les he conquistado con mi sangre! Con la pobreza, la humildad, la pureza, la mansedumbre, el amor…, haremos a todos los hombres míos para llevarlos a mi Padre. ¡A luchar con valentía! ¡Fe en la victoria, y fe en mi Reino que no tendrá fin!…
Este es el ejército que milita bajo la bandera de Jesucristo. Bello todo a más no poder…
Dos Jefes y dos ejércitos, Jesucristo y Satanás, enfrentados en una guerra feroz y sin cuartel. Un ejército y otro no se toman un día de tregua, y los dos bandos se disputan el terreno palmo a palmo. (…)

Porque cada uno se pregunta: -¿A quién pertenezco? ¿Por quién me declaro?… Cada persona en particular, como los hombres en su conjunto, en grupo, se declaran por uno u otro beligerante, ya que no caben los neutrales. ¿Por Jesucristo o por Satanás?
El demonio no perdona al hombre, destinado a la gloria que él perdió miserablemente. Llevado de su odio a Dios y de su envidia al hombre, está empeñado en que no pertenezca a Dios ninguno de nosotros.

Pero Jesucristo está empeñado también en ganarse a cada uno de nosotros, rescatado y comprado a costa de su propia sangre.”

En efecto, aunque como siempre “no hay peor ciego que quien no quiere ver”, tal como conocemos la comunión de los Santos, es preciso tener en cuenta la existencia de cierta misteriosa unión, concierto (que no llamo comunión, para no ensuciar este término) y “ayuda mutua” entre los súbditos del mundo, de la carne y del príncipe de este mundo, que como padre de la Mentira, sabe ser camaleón y avanzar así desde diferentes frentes. Por eso aún la Iglesia militante y peregrina, no está exenta de tener miembros que sirvan a uno u otro reino, pues sabemos que este es el tiempo del trigo y la cizaña. El 13 de octubre de 1973, Nuestra Señora advertía en Akita (cuyos mensajes fueron considerados dignos de fe y continuación de los mensajes de Fátima, por el Card. Ratzinger en 1988):

  La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y encontrarán oposición de sus compañeros…iglesias y altares saqueados; la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas a dejar el servicio del Señor".

No es nuestra intención plantear aquí un esquema maniqueo, no, sino llamar la atención sobre la profunda relación –a menudo soslayada- entre todo lo que se opone sistemáticamente al reinado de Cristo. ¿Conspiranoia? No. Sentido de orden, y rechazo del absurdo y del capricho. Pues entre los siervos del caos, mal que les pese, también hay jerarquías, remotas y próximas, y no caben “piezas sueltas” que carezcan de sentido en el plan providente de Dios. El combate en el fondo nunca es con personas de carne y hueso…

Comprender aquellas relaciones tal vez ayude a muchos a recordar que no hemos sido llamados a la vida para sentarnos a tomar mate “mirando pasar la vida” o leyendo las noticias, sino para tomar una de esas banderas, para ser frío o caliente, pues como decía Donoso Cortés,

“Y no me digas que no quieres combatir; porque en el instante mismo en que me lo dices, estás combatiendo; ni que ignoras a qué lado inclinarte, porque en el momento mismo en que eso dices, ya te inclinaste a un lado; ni me afirmes que quieres ser neutral, porque cuando piensas serlo, ya no lo eres; ni me asegures que permanecerás indiferente, porque me burlaré de ti, comoquiera que al pronunciar esa palabra ya tomaste tu partido.

     No te canses en buscar asilo seguro contra los azotes de la guerra, porque te cansas vanamente; esa guerra se dilata tanto como el espacio, y se prolonga tanto como el tiempo. Sólo en la eternidad, patria de los justos, puedes encontrar descanso; porque solo allí no hay combate; no presumas, empero, que se abran para ti las puertas de la eternidad si no muestras antes las cicatrices que llevas; aquellas puertas no se abren sino para los que combatieron aquí los combates del Señor gloriosamente, y para los que van, como el Señor, crucificados.”                                

Por el contrario, tal vez una de las mejores conquistas del individualismo contemporáneo sea el haber atomizado a tal punto las conciencias, que nadie se siente demasiado responsable del otro. “¿Por qué tengo que pagar yo los platos rotos del vecino?”; “¿por qué tengo que cargar su Cruz, si no tengo nada que ver con este Hombre?”…

El cáncer de un pensamiento fragmentario, de especializaciones profesionales hasta el ridículo en que el experto en roscas de tornillos no es capaz de comprender el mecanismo que los integra, hace posible que a veces el ciudadano medio sea un perfecto idiota (mirando su sentido etimológico, del gr. idiotes, referido a aquel que no se ocupaba de los asuntos públicos sino sólo de sus intereses privados), más fácilmente utilizable para servir de obstáculo al reinado de Cristo. Todo el que profiera en uno y otro campo el “non serviam”, creyendo cuidar su propia conveniencia, en realidad se postra ante las plantas de quien primero lo ha dicho en la historia. Si se establecen relaciones convenientes, se comprende mejor la realidad, y se es un poco más capaz de responder a ella.

Tal vez, si Simón de Cirene no hubiera tomado la Cruz de Cristo, otro lo hubiese hecho… O no. Pero el caso es que a veces, Nuestro Señor sale al paso de nuestra vida, ineludible, y hay que responder.   Decía al respecto Anacleto González Flores, mártir cristero: “Hoy debemos darle a Dios fuerte testimonio de que de veras somos católicos, mañana será tarde, porque mañana se abrirán los labios de los valientes para maldecir a los flojos, cobardes y apáticos“…

Por supuesto que el precio de esa respuesta puede ser la soledad, el desprecio del mundo, la pérdida de los bienes, y hasta de la vida, pero es preciso tomar una bandera. Que en muchos casos, pasa por pronunciar una palabra. Una palabra luminosa, que fortalece, confirma y anima al rebaño.  Así, por ejemplo, dirá San Gregorio Magno, gran Papa, en su Regla pastoral:

El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil, de modo que nunca diga lo que se debe callar ni deje de decir aquello que hay que manifestar. Porque así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente lleva al error a quienes pudieran haber sido adoctrinados… Con frecuencia acontece que hay algunos prelados poco prudentes, que no se atreven a hablar con libertad por miedo de perder la estima de sus súbditos; con ello… no cuidan de su grey con el interés de un verdadero pastor, sino a la manera de un mercenario, pues callar y disimular los defectos es lo mismo que huir cuando se acerca el lobo”.

Definirse. Decir sí o no. Y si uno no se define, sencillamente lo van definiendo “las circunstancias”, pues sabemos que “de Dios nadie se burla”, y que vomitará a los tibios.

Benditas sean, pues, las circunstancias actuales, que nos van mostrando algunas definiciones muy claras entre palabras más que oscuras, como las del Card. Kasper, Schönborn, y cia., en este bendito Sínodo que arrancará lágrimas de sangre a más de un buen pastor fiel, acrisolando su fidelidad, definiéndose sin dobleces, en servicio a su grey hambrienta de verdad.  ¡Qué consuelo darán al Corazón de Jesús y de María, si es tanto el que nos dan a nosotros con su coraje los Burke, Sarah, Cipriani, Ruini, Reig PlaOjalá que el Señor les conceda, como a Sta. Teresa, la gracia sobre todas las gracias: la de morir hijos de la Iglesia, coronando su celo.

Dios nos libre de la tentación de buscar descanso antes de tiempo. ¡A tomar las banderas, pues!  Nuestro Señor no está distraído, y cuidará de su Esposa hasta el fin de los tiempos.

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18.08.14

(46) La humildad en la verdad...¿y qué hacer con tantos sonsos?

cananea peterLastman

“Humildad es andar en verdad”, recordaba Sta. Teresa, y sin embargo, hoy es tan grande la subversión del sentido común, que no sólo no se advierte la estrecha relación entre ambos términos, sino que a menudo, incluso, se los presenta como opuestos.

Con el evangelio de la mujer Cananea, uno tiene que escuchar hoy a iluminados predicadores que parecen haber descubierto la pólvora porque “¡Jesús quiere salvar a todo el mundo, no sólo a los católicos!” Y basta una vuelta de cuerda, para que se disparen como un Ford A arremetiendo contra las genuinas misiones católicas, la Conquista de América, la intolerancia, las Cruzadas, y blablablá…Porque gracias a Dios, por fin hoy “la Iglesia se ha abierto reconociendo que no podemos pedir a otros que tengan nuestra misma fe para salvarse”. La “fe” a secas, si es sincera (¿?), lo convierte a uno en persona idónea con el pasaporte ya sellado para el Banquete Celestial, donde Dios Padre nos espera a la mesa junto a Mahoma, Krishnamurti, la Pachamama y el Gauchito Gil, poco más o menos. Hay que ser “abiertos” ante todo.

En efecto, se han ido formando dos campos semánticos antagónicos e irreconciliables (pues su matriz es esencialmente dialéctica) de términos que se presentan recurrentemente en catequesis, homilías, pasquines y otras yerbas modernistas al simple fiel, hasta que éste algún buen día es capaz de repetir y asociar mecánicamente, vacunado eficazmente contra la lógica, el buen sentido, y por supuesto, la fe verdadera. Cada campo consta de términos equivalentes, que pueden ser usados para confeccionar postales, tarjetas de cumpleaños, y hasta discursos académicos y declaraciones “pastorales”, garantizándose con su uso el aplauso del mundo sin necesidad de esfuerzo alguno de la razón, ya que se activan accionando la palanca de la sensación y el sentimiento, solamente.

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