28.10.19

¿Por qué es tan importante la formación humanística? Parte II

César Félix Sánchez Martínez es profesor de filosofía del Seminario Arquidiocesano de San Jerónimo (Arequipa, Perú). Es miembro de la Sociedad Internacional Santo Tomás de Aquino. Ha escrito diversos artículos en revistas de investigación sobre materias filosóficas e históricas. En esta entrevista nos explica la importancia de la formación humanística.

¿Cuál es el lugar de la formación religiosa «directa», podemos decir, o sea, catequética, en la paideia clásica y cristiana?

En primer lugar, la formación religiosa es más importante que la paideia humanística, eso queda claro, y comienza incluso mucho antes de que esta se emprenda, por obra de la familia y en el hogar. Debe tener tres características, creo yo, orante, permanente, y paralela. En este punto, quisiera apuntar un dato a veces olvidado. Se ha dicho que la aparición de las humanidades y el giro filológico de los estudios a partir del Renacimiento se hicieron contra la formación escolástica y religiosa del Medioevo. Al margen de que, efectivamente, hubo humanistas como Pomponazzi, Pletón o Ficino que podrían entrar en esa lógica, el desarrollo de la filología hunde sus raíces en la más religiosa y medieval de las tradiciones, la llamada teología monástica, que, sin dejar su aproximación orante y contemplativa de la Escritura y más bien debido a ella, impulsó, a través de la lectio, el estudio de la gramática, de la filología de las lenguas sagradas y de la hermenéutica en un grado tan alto que acabaría sentando las bases del futuro desarrollo de las disciplinas del lenguaje siglos después. De esto habla un libro muy hermoso titulado L’amour des lettres et le désir de Dieu del monje francés Jean Leclerq.

Verdaderamente surgen muchos temas interesantes a raíz de esto, ¿cuál es, en síntesis, la importancia de tener una buena formación humanística?

Esta es quizá la pregunta más importante. Especialmente en estas épocas. Existe en el catolicismo hispanoamericano (y no solo en él) una permanente sospecha hacia lo especulativo, presente en todas las líneas y tendencias, desde el liberacionismo y el carismatismo hasta incluso sectores tradicionales. Se considera que, ya sea ante los imperativos de la praxis revolucionaria, de los dionisiacos y muy dudosos «entusiasmos» del amor divino sensible o de la crisis de la Iglesia, cualquier especulación humanística, filosófica o incluso de cierta elevación teológica es un bizantinismo, una fuga cobarde o, incluso, un poner trabas al Espíritu Santo.

Lo más curioso de todo era que muchos de estos críticos son altamente intelectualizados, en el peor –y más moderno- sentido del término: alimentan su fe no con la oración o la meditación y lectura espiritual o la contemplación del mundo creado o, más importante, con el cultivo de las virtudes cristianas, sino con la asunción o repetición gnostizante de textos no precisamente sapienciales, sino hechos en base a eslóganes vacíos de Fundadores y otros Gurús modernos de prestigio autoimpuesto, a frases de encíclicas ambiguas transformadas en «mantras» -para usar el horrible término de moda ahora- o a teorías de la conspiración y o discusiones de noticias, hechos históricos o políticos contingentes o de materias esjatológicas disputadas. Todos estos batiburrillos, cuya directa fecundidad espiritual es bastante dudosa, acaban por ser puestos en la práctica a la altura de los dogmas católicos; de ahí la catarata de debates insustanciales y otros bizantinismos verdaderos que se pueden comprobar en las redes sociales. Todo lo contrario ocurre con la paideia clásica cristiana.

Como lo señaló siempre la tradición tomista, el estudio de las altas verdades metafísicas, serio y riguroso, es también penitencia y oración; mortifica la soberbia pues nos aleja de la erudición estéril de lo contingente y nos eleva al eidos eterno, y ayuda a que la gracia santificante nos haga perseverar en el cultivo de las virtudes y en el rechazo a las tentaciones carnales de todo tipo, desde la impureza hasta el deseo animal de «desahogarnos» psicológicamente en disputas estériles. Como diría el mismo Aquinate, el estudio de la sabiduría «nunca cansa», «es el más feliz de los estudios» y es «causa de amistad con Dios» (C. G. I, 2). Yendo a la frase de Clemente de Alejandría mencionada en la primera pregunta, Dios envía gracias especiales a los hombres que se dedican a la investigación de la Verdad.

El hombre está hecho para la Verdad y cuando no la cultiva, su mente, violentada, se subordina a la tiranía de las pasiones y así tenemos la obsesión por el chisme, por las intrigas ridículas, por las miserias ajenas y las disputas por honores y puestos insignificantes o incluso imaginarios, así como las calumnias, los juicios temerarios y muchos otros vicios semejantes, ahora lamentablemente tan frecuentes e incluso vociferados desde las más altas cátedras.

Un famoso obispo del siglo XIX de Arequipa, mi ciudad, monseñor Bartolomé Herrera decía que nada era más peligroso para un pueblo que un sacerdote ignorante. Por eso es imperativo que los sacerdotes se formen en la paideia cristiana y en el estudio de la metafísica y la teología y que la cultiven a lo largo de su vida. Estos estudios son también parte de la vida espiritual del sacerdote y no son solo privativos de sus años de seminarista; lo ennoblecen, lo protegen contra el taedium vitae y son una muralla más contra las tentaciones en un mundo cada vez más torpe. Si el sacerdote no solo carece de esta formación, sino la desprecia, será más fácil que abandone su vida espiritual y se convierta en el más infecundo de los hombres, aún más lamentable y grotesco que cualquier profano; en el mono del que hablaba François Rabelais, que no sirve para nada y es una molestia y escándalo para todos. Corruptio optimi pessima.

Pero aquí surge un punto importante. No todos tienen la capacidad para formarse humanística o teológicamente. Incluso ha habido santos que han sido bastante sencillos, como el Cura de Ars, que, sin embargo, se encuentra muy lejos del mono rabelaisiano del que usted habla.

El Cura de Ars no despreciaba la formación, ojo. Estaba lejos de hacerlo. Conocía sus grandes limitaciones pero nunca intentó rebajar las verdades o las ciencias que trataba de aprender y considerarlas bizantinismos o pérdidas de tiempo. Siempre las valoró y vivió su aprendizaje, incluso, espiritualmente como una mortificación y como una manera de servir a Dios. Por otro lado, analizando su vida y sus sermones, podríamos especular que el Cura de Ars no era un tonto, sino que quizá padecía del transtorno del aprendizaje llamado dislexia, absolutamente ignorado en su tiempo. Porque cuando uno revisa sus sermones, su estructura e incluso su gracia y sencillez llaman poderosamente la atención y son propios de un hombre singularmente inteligente. Por otro lado, la formación en su seminario se hacía exclusivamente en latín y, debido a las conmociones políticas de su tiempo y a su contexto social rural, no pudo aprender esa lengua pronto ni bien. Es muy probable que, de estar en un seminario actual –y, siempre y cuando no lo hayan expulsado antes por «rígido» o «pelagiano»- sería, por su diligencia y perseverancia, el mejor alumno.

Por otro lado, un ejemplo de contemplativa es Jacinta Marto, la pequeña vidente de Fátima. Es muy conocido ese episodio en que la madre Godinho, en un hospital de Lisboa, sorprendida por su sabiduría, le pregunta: «¿Y quién te enseñó esas cosas?»; y Jacinta responde: «Fue Nuestra Señora; pero algunas las pienso yo. Me gusta mucho pensar». Aquí, evidentemente, estamos ante una revelación privada extraordinaria y a ciencia infusa sobrenatural, pero también ante la elevación de un gusto natural por la contemplación del libro del mundo y de las maravillas de la Creación por parte de un alma singularmente aguda y sabia, manifestado ya en su vida previa.

Para todos los que no tenemos las gracias extraordinarias ni las buenas disposiciones del Cura de Ars o de Jacinta no nos queda otra alternativa que la formación humanística. Recordemos algo: la paideia cristiana no es una mera aprehensión de contenidos, es un aprender a amar y contemplar. Y el verdadero tonto no es el ignorante sino el enamorado de sí mismo, que, por razón de ese afecto desordenado, desprecia todo aquello que se revela como más noble y grande que él y, por ende, desprecia lasabiduría.

Finalmente, ¿cómo podríamos aplicar concretamente un modelo de paideia cristiana clásica? ¿Tiene alguna idea al respecto?

Bueno, en Estados Unidos hay bastantes experiencias, tanto en educación superior como básica. Pero, considerando la realidad de nuestro medio hispanoamericano, pienso en un pregrado universitario–a título de mero experimento mental, claro está– una suerte de bachillerato de cuatro años: los dos primeros destinados a un estudio concienzudo de la lógica menor y mayor, de la retórica y de la gramática, el trívium tradicional, acompañado por una inmersión radical en el latín y el griego clásico. Los otros dos, estarían dedicados a los tratados filosóficos de la cosmología y la metafísica y, principalmente, a la Gran Conversación con los clásicos.

¿Y si alguna persona adulta común, que vive en el mundo con diversas ocupaciones, y que desee tener una formación clásica?

A título de experimento mental, le sugeriría a esa persona –que supongo motivada y con una formación básica de secundaria, pero todavía no iniciada de ninguna manera en las letras o la filosofía - la lectura de un puñado de libros y algunas prácticas formativas anexas que detallaré a continuación. Este curso de choque autodidacta no es precisamente una Gran Conversación, pero sí una pequeña charla de emergencia. El curso podría estructurarse en un semestre, considerando las ocupaciones y falta de tiempo endémicas en nuestra época. Los libros son meras sugerencias, algunos son discutibles (en buena hora) y muchos grandes e importantísimos clásicos han sido obviados por razones del tiempo y del perfil básico del curso (como Don Quijote o la Divina Comedia). Por otro lado, enfatizamos el Siglo de Oro español como paradigma del clasicismo en nuestras letras, en su doble faz de armonía formal y de socratismo.

En primer lugar y a guisa de curso introductorio, recomendaría la lectura paralela de dos libros, relativamente breves y sencillos, que nos permitirían situarnos en materia: Historia sencilla de la filosofía, de Rafael Gambra,y Fundada sobre la roca, de Luis de Wohl, Podrían ser leídos de manera paralela. Propongo el siguiente método: reservar un espacio tranquilo en la casa, sin TV ni internet, y un tiempo de dos horas al día de lunes a viernes; sea una hora temprano en la mañana y otra en la tarde, o sea un bloque de dos, de preferencia en la mañana. Es importante hacer una pequeña oración antes de empezar (puede ser esta). Y dedicar una hora a la lectura de cada uno de los libros, en el orden señalado.

Luego de esta introducción, se leerá Apología y Fedón, de Platón; La Vida es Sueño, de Pedro Calderón de la Barca; Crimen y Castigo, de Fiodor Dostoievskiy El poeta y los lunáticos, de G. K. Chesterton. Aquí, a diferencia del bloque anterior, la lectura habrá de ser secuencial, no paralela.

Los sábados se consagrarán a la poesía; también dos horas, de preferencia en la mañana temprano. Deberemos agenciarnos una buena antología de poesía del Siglo de Oro español –puede ser la edición de Folio, que se vendía hasta hace unos años en muchos quioscos de Hispanoamérica– y proceder a 1) leer allí los poemas de Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, Lope de Vega y Francisco de Quevedo y 2) memorizar tres poemas de fray Luis; sugiero estos: la Oda a la vida retirada; la Oda a Francisco Salinas y Noche serena. La «graduación», luego del semestre completo de lecturas, sería recitar de memoria los tres poemas ante familiares y amigos en una velada o ágape, de preferencia bien rociado, donde el alumno compartirá sus impresiones luego de esta experiencia autoformativa, en el sentido tomista del contemplata aliis tradere.

Finalmente y, en paralelo al curso, primero, y luego durante el siguiente semestre, se leerá la misa de todas las domínicas del año en un misal de fieles tradicional (piedra de toque de la civilización cristiana) acompañadas por las jugosas homilías de todos los domingos del padre Leonardo Castellani en su Evangelio de Jesucristo. Más allá de sus grandes beneficios espirituales, esta última actividad será altamente formativa, pues familiarizará al estudiante con la estructura profunda de la tradición cristiana y con los tesoros, a veces desapercibidos, de la Sagrada Escritura.

Creo que una experiencia autoformativa semejante podría quizá cambiar alguna vida. Lamentablemente, una de sus principales dificultades es la ausencia de un maestro con el que dialogar y que pueda ayudar al estudiante a encontrar mayores tesoros. En todo caso, si alguien desea emprenderla, estoy más que dispuesto a responder sus dudas y conversar al respecto. Muchas gracias por la entrevista.

 

Javier Navascués Pérez

3 comentarios

  
Gadi Tano
Estupendo... Gracias
28/10/19 3:27 PM
  
Jotagece
Gracias Javier por la entrevista. Gracias Prof. Sánchez Martínez por las orientaciones.
30/10/19 7:43 PM
  
Manuel Rodríguez Canales DNI
Buenas recomendaciones de emergencia que me hacen pensar en que en realidad puede ser providencial la emergencia para los pobres que no tenemos formación clásica comencemos por admirarla y desearla que es una primera y humilde forma de poseerla un poco...
07/11/19 3:09 AM

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21.10.19

¿Por qué es tan importante la formación humanística? Parte I

César Félix Sánchez Martínez es profesor de filosofía del Seminario Arquidiocesano de San Jerónimo (Arequipa, Perú). Es miembro de la Sociedad Internacional Santo Tomás de Aquino. Ha escrito diversos artículos en revistas de investigación sobre materias filosóficas e históricas. En esta entrevista nos explica lo que es la formación humanística.

¿En qué consiste la formación humanística?

Esta pregunta es bastante interesante y compleja, aunque parezca, prima facie, sencilla de responder. Es menester ir a las definiciones: por humanidades, entendemos lo que en el tiempo de Petrarca empezaba a ser llamado humanae litterae y más tarde studia humaniora, un modelo de paideia, es decir, de formación intelectual humana integral, que versa sobre lo que Vico llamaría después el verum ut factum, las «cosas hechas por los hombres»: a saber, la filología en su sentido esencial de estudio del hombre a partir del estudio de su lenguaje y de su literatura, las bellas artes, y la historia entendida en su sentido clásico, plutarquiano, como res gestae de los hechos de los hombres, orientada siempre a servir de insumo ulterior a la filosofía moral.

A estas humanidades les añadiríamos dos especificaciones: su condición de clásicas y de cristianas. Ambos términos están inextricablemente ligados. Clásicas porque se remontan a la antigüedad grecorromana, que es la cultura clásica universal –recordemos que lo clásico es lo que impone un modelo, un paradigma perdurable a pesar de los asaltos del tiempo– y cristianas por dos razones importantísimas, porque el acontecimiento histórico de la Encarnación del Verbo y la Revelación del Evangelio impulsó a los hombres a encontrar verdades y bellezas innumerables, aun en el plano de lo natural, que antes habían estado veladas por la debilidad de nuestra naturaleza caída y, en segundo lugar, porque, en general, predisponen al alma a recibir ulteriormente de manera mucho más fácil y armoniosa los contenidos revelados.

Quizá esta armonía pueda ser mejor simbolizada por aquellas palabras de Clemente de Alejandría en su Protréptico: «Está bien rozar la verdad, Platón, pero no te canses. Emprende conmigo la búsqueda del bien. Pues una emanación divina inspira a todos los hombres en general y, sobre todo, a los que pasan el tiempo en investigaciones» (VI, 68, 2).

Entonces estaríamos ante unas humanidades clásicas cristianas, pero parece ser que no es un modelo muy presente en muchas facultades de humanidades actuales…

En efecto, el modelo de formación que planteamos es esta paideia clásica y cristiana. Pero, evidentemente, no es el único modelo de formación humanística. Podemos mencionar el modelo de las humanidades modernas románticas o, podríamos decir, goethianas que, sin desdeñar el estudio del griego clásico, se orientan más hacia el cultivo de las letras modernas y, especialmente, de la filosofía, convertida en una res humanae más o, incluso, en una res gestae, por obra del giro copernicano kantiano o del panlogismo historicista hegeliano. Además, este modelo formativo, a diferencia de la paideia clásica y cristiana, no estaría orientado a formar caballeros cristianos, es decir, personas virtuosas, sino hombres de genio y no sería una propedéutica a la filosofía y a la teología, sino al cultivo de la única actividad metafísica posible para postkantianos como Novalis o Schelling: el arte, suprema reconciliación entre la naturaleza y el espíritu.

Cabe señalar que, al margen de su gran encanto superficial, este modelo de formación es sumamente riesgoso: trastoca las prioridades humanas al subordinar, en cierto sentido, la verdad –incluso la verdad moral- a la actividad (artística, pero actividad al fin y al cabo) y, por su subjetivismo, amenaza con convertir a la filosofía en una mera antropología o en una historia del espíritu humano o, incluso, en un gran Bildungsroman (novela de formación), como es el caso de la Fenomenología del Espíritu, de Hegel. Es el modelo de formación de Goethe, hombre de genio moderno quintaesencial y famoso corrector del prólogo del evangelio según san Juan en su Fausto (Im Anfgang war der Tat: en el principio era la acción); de Nietzsche y de Thomas Mann, entre otros. La figura cinematográfica del nazi sanguinario que extermina sin piedad a sus prójimos pero que se conmueve escuchando a Wagner es un correlato desde la cultura popular de este modelo llevado a su paroxismo caricaturesco.

Sea lo que fuere, aun estas humanidades romántico-germánicas presentarían una cierta grandeza si se les compara con lo que se entiende por «humanidades» en muchas facultades actuales (aunque más adecuado sería llamarlas «antihumanidades»): los estudios culturales surgidos de la teoría crítica neomarxista. Según este peculiar enfoque, todas las manifestaciones espirituales humanas no son más que constructos más o menos tramposos para imponer una hegemonía opresiva (sea la de las clases dominantes sobre el proletariado, la de Occidente sobre los pueblos «originarios», la de los hombres sobre las mujeres, la de la «heteronormatividad» sobre la «diversidad» sexual, la de la especie humana sobre los animales o incluso sobre la creación inerte, etc…). Así, desde Dante hasta Mark Twain, estaríamos ante «hombres blancos heteronormativos y especistas» que quieren imponer alguna opresión a través de la «diferencia». El único estudio posible sería demostrar eso y procurar, de manera arbitraria y a veces violenta, desplazarlos del interés académico y «abrir espacio» para «voces alternativas», como por ejemplo, parafraseando a Harold Bloom, la literatura de los esquimales lesbianos o cualesquiera «periferias» análogas. Así, lo grotesco, lo feo y lo ridículamente falso son impuestos en la formación escolar y universitaria, con el único apoyo de un poder político arbitrario, de la fuerza bruta solapada de la corrección política de las democracias posmodernas.

¿Cuál sería entonces el espacio de la teología y la filosofía en el modelo de la paideia clásica cristiana? Por lo que veo, el modelo romántico-goethiano sí consideraría a la filosofía como parte integrante de su propuesta…

Aquí entramos a uno de los grandes debates sobre la formación humanística. Mortimer Adler y Robert Hutchins rescataron las humanidades clásicas con un método que tendría mucho éxito en el ámbito universitario católico norteamericano, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo pasado: la Great Conversation, es decir, la lectura y diálogo socrático de los grandes libros de la tradición occidental en todas las disciplinas. Frederick D. Wilhelmsen sostenía que este método podía formar perfectos relativistas, en el sentido que corría el riesgo de convertirse en el mero cultivo de una tradición y una cultura, quizá muy excelente, pero que al fin y al cabo podría convivir de iure con otras tradiciones, incluso opuestas, y se alejaría de un conocimiento filosófico del mundo real.

Conviene recordar respecto de esta observación un punto fundamental: el carácter propedéutico de la formación humanística: si no se abre a la filosofía o la teología podría correrse el riesgo señalado por Wilhelmsen. Pero ya en la paideia medieval, las artes liberales eran la formación básica que todos aquellos que quisieran entrar ulteriormente en las facultades de derecho, medicina o teología debían seguir primero. John Senior, por su parte, propugnador también de un método basado en la Great Conversation pero mucho más agudo teológicamente que el de Adler y Hutchins, sostenía que el fin de la formación humanística básica era proveer a los estudiantes con «los prerrequisitos ordinarios al estudio filosófico y teológico tradicional, no otros que el famoso mens sana in corpore sano, esto es, la disciplina en la percepción, en la memoria y en la imaginación».1

Santo Tomás sostenía que la juventud podía ser un obstáculo para el estudio de la sabiduría por el vaivén de las pasiones (C. G. I, 4) y Platón aconsejaba en República empezar los estudios filosóficos recién a los cincuenta años, luego de cultivar la gimnasia, la música, las disciplinas matemáticas y haber sido sometido a las llamadas «pruebas terroríficas». ¿Cuál sería el riesgo de lanzarse sin más a la filosofía o teología? Pues el que vemos cotidianamente en tantos estudiantes de filosofía o tantos teólogos actuales: la tentación pasional de hacerse de una doctrina a la medida de los apetitos; de ahí la abundancia de enfoques filosóficos «personalistas», «existenciales», de «intuiciones» antropocéntricas y de teologías reducidas a psicoterapias de acompañamiento o a charlatanerías sentimentales. Al final, estos enfoques son funcionales a las jerarquías eclesiásticas revolucionarias y a todos cuantos ponen el poder material por sobre la verdad, como veremos más adelante.

La formación humanística brinda ese ambiente, ese terreno fértil, donde, antes que la tesis apodíctica o el ucase de alguna autoridad política, se asientan directa e indirectamente en el alma del estudiante las verdades sobre la naturaleza humana y el mundo creado, preparándolo luego para el estudio de los diversos tratados filosóficos. En nuestros días es aún más urgente, pues antiguamente estas verdades básicas se filtraban en las personas a través de un ambiente cultural popular cristiano, que iba desde los proverbios tradicionales hasta las costumbres cotidianas; ahora, en los contextos descristianizados y deshumanizados actuales urge volver a enseñar a las personas a ser personas. No es casual que, mientras las grandes y viejas universidades católicas europeas colapsan, convertidas en furgones de cola de los posmodernos y de los feministas, los pequeños liberal arts colleges católicos privados basados en la Gran Conversación progresan en Estados Unidos, fieles a los trascendentales, siendo incluso viveros de vocaciones sacerdotales y religiosas tradicionales.

Usted ha mencionado la condición clásica de la cultura grecorromana. En un tiempo tan lleno de «relecturas» y de «revisiones», creo que conviene preguntar: ¿por qué debemos seguir considerándola clásica?

Es una pregunta muy interesante. Sabemos, por ejemplo, que Protágoras y Gorgias, paradigmas de la sofística relativista antigua, eran también griegos. Y que Nerón o Juliano el Apóstata, figuras emblemáticas del anticristianismo y de la desmesura, se caracterizaron por su helenofilia. Si por cultura clásica entendiéramos todo cuanto se pensó o hizo en la Antigüedad en el ámbito helenístico-romano del Mediterráneo pues estaríamos ante un conjunto heterogéneo y enfrentado de legados espirituales que no podría constituirse en un modelo de formación.

Pero es en la Grecia antigua donde ocurre un fenómeno singular en la historia del pensamiento humano: se descubre la insuficiencia de la explicación mítica y la necesidad de una explicación nacida del logos y que apunte hacia un eidos perdurable. Esta insuficiencia de lo mítico, del conjunto estetizado de actos arbitrarios de los dioses, que no es más que una alegoría de las fuerzas irracionales del mundo natural, se expresa incluso en el texto griego fundamental, en el Canto XXIV de la Ilíada, que es la clave de todo el poema. Allí se narra la culminación de la cólera de Aquiles que, luego de haber matado al noble Héctor, arrastra impíamente su cuerpo. En ese momento, interviene Apolo y apostrofa a los dioses por su indiferencia ante este acto sumamente injusto, los acusa de crueldad y malicia, porque toman partido por Aquiles, «en el que no hay gusto por la Justicia, que es duro, brutal y salvaje como el león que se arroja sobre el rebaño», cosa que «no es en absoluto el obrar de los hombres que han recibido de las Moiras un corazón paciente» ni es algo «hermoso ni bueno» (Ilíad., XXIV, 33-54). En medio de la gran ambigüedad de los dioses expresada en otras partes del poema –y que exasperaría a Platón-, tenemos a un dios del orden que censura a los demás dioses crueles y maléficos (y, por ende, falsos) y que juzga los actos humanos y divinos de acuerdo a un orden moral metafísico y moral, que es «bueno y hermoso» y que no está sujeto a las arbitrariedades de los apetitos o del poder político. Estamos ante la kalokaghatía, la unión típicamente griega entre belleza y bondad y que será el primer atisbo de la doctrina de los trascendentales, llevada a su excelsitud por santo Tomás de Aquino. Este descubrimiento –también revelado de manera singularmente bella en la Antígona de Sófocles- se encarnaría en la llamada tradición socrática, representada por Sócrates, Platón, Aristóteles y el olvidado pero muy importante platonismo medio de Plutarco y que, a pesar de las diferencias entre sus sistemas, se resume en la siguiente afirmación: «el hombre no solo puede sino debe conocer la verdad y vivir la virtud».

Esta es la singularidad griega. Ahora, ya desde las primeras manifestaciones del socratismo hubo una oposición por parte de otros griegos: la tradición sofística, así como los materialismos antiguos de toda laya. Pero en verdad, el soporte e inspiración de estas doctrinas no era especulativo, sino político. Como todas las sociedades paganas, el mundo político grecorromano tendía, como lo sostiene Eric Voegelin, a divinizarse a sí mismo y la sofística, con su relativismo, era el apoyo perfecto para la idolatría de lo político. Así, tanto el enfrentamiento entre Sócrates y la polis como el de los primeros cristianos con el culto imperial se resumía en lo siguiente: «La Verdad obliga y nunca debe estar subordinada a los poderes políticos, así parezca “conveniente”, “adecuado” o “justificado” subordinarla; más aún, son los poderes políticos quienes deben subordinarse a la Verdad».

Nietzsche supo ver la complementariedad entre socratismo y cristianismo y por eso combatió a ambos con igual fervor. Los papas, por su parte, también la reconocieron; de ahí que san Pío X en Pascendi (1907) alertase que abandonar la filosofía de santo Tomás (compendio y culminación del socratismo) podría generar un grave daño a la teología e incluso Benedicto XVI en el famoso Discurso de Ratisbona (2006) consideró la deshelenización de la teología como un gran mal.

Continuará….

Javier Navascués Pérez

1John Senior, The restoration of Christian Culture, IHS Press, Norfolk, p. 73

4 comentarios

  
El gato con botas
Efectivamente, las humanidades son fundamentales para la persona. La enseñanzas de un profesor de Matématicas, de Química o Física serán útiles a muy pocos de sus alumnos, pues muy pocos se harán matemáticos, químicos o físicos. La enseñanzas de un profesor de Historia, Literatura, Música, Arte o Religión sirven para disfrute de todos durante toda la vida.
Por supuesto que las tres primeras son importantes en cuanto nos llevan al progreso técnico que nos facilita la vida, pero no nos hacen mejores personas. Las otras, sí.
21/10/19 11:30 AM
  
Gadi Tano
Muy interesante su artículo-entrevista, quedamos en espera de la siguiente parte. Ojalá al final, se incluyese una bibliografía básica para formarse en las referidas humanidades, no solo de los textos clásicos, también de aquellos que enseñen a extraer de ellos, esa formación intelectual humana integral, tan necesaria. Felicitaciones y gracias.
25/10/19 3:10 PM
  
unoquepasabaporaqui
Frente a lo que dice 'El gato con botas', la necesidad de la enseñanza rigurosa de las Matemáticas, de la Química o la Física no está tanto en el disfrute, ni en hacerse mejores personas, si no en permitir la crítica a la Idea de que la realidad entera gira en torno al Hombre o a su voluntad (o disfrute). Las Matemáticas, verbigracia, nos muestran legalidades que están dadas más allá de nuestra querencia o aprovechamiento.
27/10/19 2:45 PM
  
El gato con botas
Es que la realidad entera gira entorno al hombre y su relación con Dios y las ciencias exactas están bien en cuanto beneficien esa realidad. A mi que E = MC2 o que a2=b2+c2 me parece estupendo en cuanto son razomanientos humanos reflejo de aquel " creces y multiplicaos, y dominad la tierra ".
28/10/19 12:07 PM

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14.10.19

Caballeros del Pilar, más de 90 años al servicio de la Santísima Virgen

Entrevista a Luis Alberto Lasuén, presidente de los Caballeros del Pilar

Luis Alberto Lasuén Lapuente es el Presidente de la Asociación de Caballeros de Nuestra Sra. del Pilar. Fue elegido en la Asamblea General de 10 de junio de 2017 y ratificado por el Sr. Arzobispo de Zaragoza el 15 de junio de 2017. En esta entrevista nos habla de la asociación que preside, tan arraigada en la tradición pilarista.

¿Podría hablarnos del origen histórico de los Caballeros de la Virgen del Pilar?

La Asociación de Caballeros de Nuestra Señora del Pilar se funda oficialmente el 2 de febrero de 1.928, a raíz de un altercado que se produjo en una procesión de la Damas de la Corte de la Virgen y fue entonces cuando sus maridos acudieron en su defensa y de ese hecho surgió la idea de formar también una asociación de Caballeros de Nuestra Señora del Pilar.

¿Cuál es la finalidad actual de la asociación?

Fomentar el amor a la Virgen del Pilar, contribuir a la propagación de su devoción y ayudar a los Caballeros a vivir de acuerdo con la fe.

¿Qué importancia tienen los turnos de oración ante la Virgen?

Es dar testimonio público de gratitud por su protección maternal, así como tener el privilegio de estar tan cerca de la Virgen durante media hora al mes custodiando la Columna.

¿Qué otras actividades realizan?

Entre otras, atender económicamente a los asociados o cualquier necesitado, ayudar con obras caritativas a otras organizaciones de la Iglesia, celebrar sufragio por los Caballeros fallecidos y atender las necesidades que el Cabildo proponga en la Basílica del Pilar.

¿Qué otras obligaciones tiene el Caballero?

Llevar una vida de acuerdo con los principios de la Iglesia, asistir a los actos de culto que la asociación organice, colaborar activamente en la divulgación de la devoción a la Virgen del Pilar y contribuir económicamente a sufragar los gastos y actividades de la asociación.

¿Qué requisitos se requieren para ser Caballero del Pilar?

Ser varón católico, sentir devoción a la Virgen del Pilar, cumplir con las obligaciones que contienen los Estatutos y el Reglamento de Régimen Interior, ser admitido por el Consejo Directivo y haberle sido impuesta su medalla.

¿Qué día se celebra la ceremonia de imposición de la medalla a los nuevos caballeros?

La imposición de la medalla es el momento en el que la admisión como Caballero es efectiva y éste acto se lleva a cabo en el transcurso de la Eucaristía que todos los días 12 de cada mes oficia nuestro consiliario.

Javier Navascués Pérez

1 comentario

  
Miguel García Cinto
Me ha gustado mucho el artículo, no podía ser de otra manera, porque desde el pasado 12 de Octubre de 2018, soy Caballero de Ntra Sra la Virgen del Pilar. Siempre he sido mariano, pero desde que soy nombrado Caballero, considero éste título tan dignisimo, que es tanto espiritual como material es el que me causa más orgullo, porque me considero altamente protegido por la Madre de Dios Nuestro Señor Jesucristo.
Viva Nuestra Madre la Virgen, bajo la advocación de Ntra Sra la Virgen del Pilar.
15/10/19 6:10 PM

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7.10.19

El P. Jorge Luis Hidalgo analiza el gravísimo problema suicidio, cada vez más habitual en las sociedades modernas

El P. Jorge Luis Hidalgo es licenciado en Educación Religiosa por la Universidad argentina de FASTA. En esta ocasión analiza en profundidad el gravísimo problema del suicidio en las sociedades postmodernas. Lo hace desde diferentes puntos de vista, empezando por sus conocimientos teológicos y filosóficos y terminando en otros aspectos como el sociológico, el médico etc.

¿Qué afirma la Iglesia sobre el suicidio?

Ante todo, quiero agradecerle, Javier, la deferencia que me hace al hacerme una nueva entrevista.

Como es conocido por todos, el quinto mandamiento de la Ley de Dios prohíbe el asesinar. El Catecismo Romano, editado después del Concilio de Trento, afirma: “Tampoco es lícito a nadie matarse a sí mismo, por no tener nadie tal dominio sobre su vida que le sea lícito a su arbitrio darse la muerte; y por eso en el texto de esta ley no se dice: No matarás a otro; sino absolutamente: No matarás.”

Santo Tomás, en la Suma de Teología, da tres motivos por el cual siempre es gravemente pecaminoso el suicidio:

En primer lugar, es contrario a la inclinación natural a buscar la propia supervivencia, y va contra la caridad, por la cual cada uno debe amarse a sí mismo. De este modo, el suicida atenta contra el orden natural y sobrenatural.

En segundo lugar, porque, del mismo modo que cada parte se ordena al todo, el individuo debe buscar el bien común de la sociedad. Por esa razón atenta contra la justicia legal el asesinarse, como dice Aristóteles en su Ética a Nicómaco.

En tercer lugar, solo Dios da la existencia humana, y solo Él la quita, como Creador y Señor de todo ser humano. Esto ya lo sostenían los filósofos paganos. Platón, por ejemplo, escribe en Fedón, poniendo en boca de su maestro: «Dijo Sócrates: es muy justo sostener que uno no se puede suicidar y que es preciso esperar que Dios nos envíe una orden formal de abandonar la vida, como lo que hoy me manda». Por esto es que el hombre no puede tomar el lugar de Dios, determinando arbitrariamente ni el inicio ni el fin de la vida humana. Por ello tanto el aborto, la fecundación artificial y la clonación como la eutanasia y el suicidio se oponen gravemente al querer de Dios.

¿Por qué es considerado de suyo un pecado tan grave?

De suyo es un pecado grave porque es como si el hombre busca ocupar un señorío que no le corresponde.

Pero, como Ud dice con mucha precisión, es de suyo un pecado grave, lo cual no quiere decir que de hecho lo sea, ya que caben atenuantes a todas las acciones, incluso a las más graves. Puede llegar a haber motivos psicológicos que disminuyan la imputabilidad de las malas acciones.

Cabe agregar, además, que es grave no sólo que una persona se quite a sí misma la vida, sino que además induzca a otros a seguir su ejemplo, agregando el pecado de escándalo a su ya acto pecaminoso. Por esa razón es que el Código de Derecho Canónico de 1917, siguiendo las prescripciones del Derecho Griego y Romano, por la cual se castigaba a los suicidas con deshonor o vituperio post mortem, establecía: «Se han de privar de sepultura eclesiástica, salvo que antes de su muerte hayan dado algunos signos de penitencia: […] 3º Los que se asesinan a sí mismos, con deliberado consentimiento».

Teniendo en cuenta esta advertencia, el actual Código de Derecho Canónico, conservando el mismo espíritu, sostiene: «Se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento: […] 3º A los demás pecadores manifiestos, a quienes no pueden concederse las exequias eclesiásticas sin escándalo público de los fieles».

En efecto, la Iglesia quiere evitar el escándalo, es decir, que el mal ejemplo de quien se ha quitado la vida sea imitado por otras personas más débiles en la fe.

La gente piensa erróneamente que cada uno es libre de hacer con su vida lo que quiera…

Esa apreciación del mundo moderno es fruto del liberalismo, que considera a la libertad como el valor supremo de la existencia.

Pero lo cierto es que antes que el obrar, lo que importa es el ser. “Para los vivientes vivir es el ser”, decía Aristóteles. El hombre debe obrar según su ser. Es libre en sus acciones, no para darse a sí mismo lo que es. Temporal y ontológicamente, su ser tiene prioridad sobre su obrar. Por eso es que no puede el ser humano obrar como si su libertad fuese omnímoda, creadora del bien y del mal.

En definitiva, cuando el hombre procede así, está volviendo a la tentación del Paraíso, donde querían Adán y Eva, por medio del conocimiento, discernir por sí mismos el bien y el mal, sin aceptar sus propias limitaciones. Y, antes que nuestros protoparentes, fue el pecado de Lucifer y los demás demonios, al no querer reconocer el señorío de Dios sobre su misma esencia. Y así como ellos se precipitaron al abismo por su falta, del mismo modo instigan a otros a que cometan el mismo error. Por algo Nuestro Señor llama al demonio el “homicida desde el principio”.

Háblenos de los atenuantes, incluso eximentes, de culpa…

En todas las acciones puede haber atenuantes, por el desorden de las propias pasiones. En el caso de los suicidas, la tristeza los puede empujar a la muerte, como sucedió en el caso de Judas. Comentando este suceso, dice Orígenes: «El diablo exageró de tal modo su tristeza que llegó al extremo de perder al desgraciado. Algo semejante pasó en Judas, pues luego que se arrepintió, no supo contener su corazón, sino que se dejó llevar de la tristeza inspirada por el diablo, la cual le perdió. Y sigue: “Y marchándose se ahorcó.”» Comenta Santo Tomás, al respecto: «¿Por qué hizo esto? Orígenes explica que esto sucede cuando el diablo precipita a alguien en el pecado, pues aun cuando le da un espacio de tiempo quiere precipitarlo en otro. Por eso el Apóstol queriendo que seamos precavidos dice en 2 Cor. 2, 7: “bastante es para ese tal el castigo infligido por la comunidad, por lo que es mejor, por el contrario, que le perdonéis y le animéis no sea que se vea ese hundido en una excesiva tristeza”. Judas fue absorbido de tal modo por la tristeza que se “fue y se ahorcó”.» Agrega San Juan Crisóstomo: «El espíritu maligno se adelantó a quitarle todo sentimiento de penitencia, a fin de que no sacara provecho alguno de su primer impulso y, al inspirarle que se matara, acabó con él con la muerte más ignominiosa, que fue patente a todo el mundo.»

Por eso dice Santo Tomás: «Aun la misma tristeza quita a veces el uso de la razón, como se ve en los que por causa del dolor caen en la melancolía o se vuelven maniáticos.» Por todo ello, se puede ver que las pasiones, en particular la tristeza, pueden obnubilar de tal modo a la razón, que lo puede impulsar a lo peor. A esto hay que agregar que el enemigo del alma, viendo nuestro momento de turbación interior, nos puede azuzar para consumar semejante ofensa a Dios.

De todos modos, Romano Amerio, en Iota Unum, nos advierte que hoy, en la predicación, muchas veces se quiere diluir habitualmente la responsabilidad del suicida. Todos sabemos muy bien que la acción final de cada uno en esta vida es la determinante…

Por todo lo antes dicho, podemos concluir que caben atenuantes en este pecado, sólo conocidos por Dios, que es el único que juzga la interioridad de las almas.

¿Hay razones de esperanza para el suicida?

Quisiera traer a la memoria, para responder a su pregunta, una anécdota en la vida de San Juan María Vianney, narrada por Francis Trochu:

«El Cura de Ars, revestido todavía de sobrepelliz, apareció… Detúvose delante de la señora enlutada, la cual, para imitar a los demás, se había puesto de rodillas. Se inclinó a su oído, y le dijo “se ha salvado”. La desconocida tuvo un sobresalto. El Cura de Ars repitió: “Se ha salvado”. Un ademán de desconfianza fue toda la contestación de aquella forastera. Entonces el Santo le dijo otra vez silabeando: “Le digo a usted que se ha salvado. Está en el purgatorio, y hay que rezar por él… Entre el parapeto del puente y el agua, tuvo tiempo para hacer un acto de contrición. La Santísima Virgen le alcanzó esta gracia. Acuérdese usted del mes de María hecho en su habitación. Algunas veces su esposo, aunque irreligioso, se unía a las oraciones de usted. Esto le mereció la gracia del arrepentimiento y el supremo perdón”.

El señor Guillaumet no entendía estas palabras, a pesar de oírlas perfectamente por estar junto a la viuda. Hasta el día siguiente, no supo qué luces maravillosas de Dios habían iluminado a su siervo. La señora pasó en la soledad y en la oración las horas que siguieron a la entrevista con el Cura de Ars. Su fisonomía no era la de antes: había recobrado la paz. Poco antes de partir, fue la viuda a dar las gracias al Rdo. Guillaumet. “Los médicos me obligaron a viajar por mi salud, le dijo; pero lo que en realidad tenía era una desesperación horrible al pensar en el fin trágico de mi marido. Era incrédulo, y yo no vivía sino para llevarlo a buen camino. Pero no tuve tiempo. Murió de suicidio voluntario… No me lo podía imaginar sino condenado. ¡Oh, no verle nunca más!… Y, sin embargo, ha oído usted lo que me ha dicho el Cura de Ars: ‘¡Se ha salvado!’ ¡Le veré, pues, en el cielo!… ¡Señor cura, ya estoy curada!”

Como se puede ver en este relato, el hombre se salvó, por su devoción a la Santísima Virgen. Dios le concedió la gracia del arrepentimiento, antes de que perdiera su vida.

Por eso es que no hay que desesperar de la salvación de nadie. Por supuesto que no hay que ser temerario: hay que vivir en gracia de Dios, recibiendo santamente los sacramentos, y debemos confiarnos filialmente a la Santísima Virgen.

En cualquier caso que haya tan alto índices de suicidios en el mundo occidental es el fracaso de una sociedad….

Como afirma el P. Royo Marín, el número de suicidios es proporcional a la irreligiosidad de un pueblo. Una sociedad que ha perdido el fin de la existencia humana, que solo busca el placer por el placer mismo, que tiene aberración al dolor, al sufrimiento y a la enfermedad, solo puede dar como resultado que lo más importante para el hombre es tener una digna “calidad de vida”. Sin esta calidad, entonces la vida no merecería ser vivida. Y por eso se puede acabar con ella cuando se disponga.

Esta es la mentalidad de tantas personas en Occidente que piden la eutanasia. En lugar de ellas mismas ejecutarse, solicitan al Estado y a los profesionales de la salud que realicen este último “servicio” en los lugares donde está legalizado este crimen. En definitiva, estos médicos y estas Naciones se olvidaron del Juramento Hipocrático: «Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo».

¿Se podría afirmar que es como el nihilismo llevado hasta las últimas consecuencias?

Como afirma el Dr. Mario Caponnetto en su obra El hombre y la Medicina: «Por muy poca conciencia que muchas veces tenga de ello, el médico no se enfrenta a toda esta cotidiana realidad de sufrimiento y muerte si no es con alguna idea preconcebida del hombre y de su destino. Por eso, si lo que se promociona es la eutanasia no hay dudas de que lo que hay detrás es una concepción radicalmente nihilista del hombre y del mundo. Sólo quien considere al sufrimiento (y con él la vida humana misma) como un simple absurdo, un sin sentido, puede terminar aceptando la eutanasia como programa y como “solución” decorosa al problema del dolor y de la muerte.»

Evidentemente, el vaciamiento de la finalidad de la existencia del ser humano hace que el hombre sucumba frente al dolor, cayendo en la desesperación. La visión cristiana y natural auténticas, dadas por la Fe católica y por una sana filosofía realista, consideran la inmortalidad del alma, la primacía del ser sobre el tener, el valor redentor de sufrimiento, etc. El nihilismo es la carencia de todo ello, y por ello conlleva, como último corolario, la desesperación y el suicidio.

Producto de la postmodernidad el hombre ávido de placer y de felicidad y desemboca en lo contrario….

Exactamente. Muchas veces sucede eso. El hombre termina, como por un movimiento pendular, haciendo lo radicalmente opuesto a lo que dice buscar. Es la consecuencia propia de la negación del realismo: le termina explotando la ideología, al darse de bruces contra las cosas, tal cual son. El hombre tiene que reconocer su limitación, la existencia, tanto del dolor como del placer, su finitud, que, en definitiva, cuando la asume, es cuando puede ser auténticamente feliz. Esa asunción de su propia existencia lo hace reconocer como creado, y por lo tanto como dependiente del auxilio de la gracia de Dios, que es la única que puede salvar auténticamente al hombre; y es el único medio para alcanzar la felicidad verdadera del hombre, que está en la Patria Celestial. De este modo, toman un nuevo color las palabras de San Ireneo: «La gloria de Dios es el hombre viviente, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios.»

Por ello, como el hombre actual vive lejos de la Fe verdadera, es decir la católica, por eso busca a tientas su felicidad. Es por ello que muchas veces reniega de su propia cruz, y termina cayendo en la tristeza, la desesperación y en la propia autoaniquilación.

Las estadísticas son demoledoras y las ocultan los gobiernos…

Habitualmente los gobiernos ocultan todas las cosas importantes. Se dejan llevar por el consumismo, los slogans o las modas del momento. No nos debemos engañar: las noticias importantes no se pueden escuchar de los habituales medios de comunicación, sino que debemos buscarlos en fuentes alternativas.

Recuerdo hace algunos años, cuando todavía era seminarista, que mi Obispo de ese momento, Mons. Rinaldo F. Brédice, me comentó que tendría la visita ad limina, con el Santo Padre, en ese momento el Papa Juan Pablo II. Tenía antes un cuestionario que responder, sobre ciertos temas. Una de las preguntas que le hacían desde la Curia Romana era: “¿Por qué en su diócesis existe el número más alto de suicidios en relación al número de habitantes de toda América Latina?” Recuerdo su comentario: quedó sorprendido frente a tamaña afirmación.

¿A usted como sacerdote le ha tocado atender a personas en riesgo de suicidio?

Así es. Me ha tocado ayudar a personas, tanto a familiares que han quedado perplejos frente a la decisión de algún ser querido suyo, como a personas que estaban pensando tomar esa trágica medida.

Lo importante es sacar del aislamiento y del encierro a esas personas, producto de la tristeza interior en la cual se refugian. Hay que ayudarles a que superen su pesimismo, y que realicen cosas que naturalmente sean buenas y que les hagan ver las cosas desde otra perspectiva.

Sobre todo hay que ayudarlos a ver las cosas desde la luz de la Fe. Desde la Luz de Dios, no hay trago amargo que no pueda superarse, ya que sabemos que la Cruz, llevada por amor al Crucificado, es fuente de santificación. El Señor puede convertir todo el dolor del mundo que sufra cualquier persona en méritos para la eternidad. «Ni ojo vio, ni oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman», como afirma San Pablo.

Es un tema muy delicado de llevar no sólo médicamente, sino espiritualmente…

Evidentemente, es un tema muy difícil. Delicado para el Pastor de almas, y muy doloroso para los que perdieron de este modo a un ser querido.

En toda circunstancia, debemos recordar siempre que “consolar al triste” y “soportar con paciencia los defectos del prójimo” son obras de misericordia espirituales. Por lo tanto, debemos llegar antes que alguno tome esa trágica decisión.

Si esta terrible acción ya se ejecutó, entonces debemos consolar a sus familiares y amigos, y no dejar de “rezar a Dios por vivos y difuntos”, como dice otra obra de misericordia espiritual, dejando el juicio de los actos interiores al Señor, que es el único que pesa los corazones.

 

Javier Navascués Pérez

5 comentarios

  
Drgandalf
Llama la atención ese número de suicidios en Santa Rosa La Pampa. Una ciudad del interior de la Argentina de la que fue Obispo Mons. Bredice. Llama la atención la descristinacion de la patagonia Argentina o de ciudades (como esta) a sus puertas. Urgen una nueva camada de ordenes que hagan lo que hicieron en su momento los salesianos
07/10/19 12:24 PM
  
Oscar de Caracas
Tengo trastornos mentales y por esta causa he intentado matarme varias veces en el pasado si no lo hice fue por la Gracia Divina que como una mano invisible me frenó de golpe... Poco se habla del papel del demonio en todo esto porque en el último intento sentí su influencia.
07/10/19 8:06 PM
  
Jorge Cantu
Oscar de Caracas:

¡Valor!, eres hijo de Dios.

Te necesita Dios, te necesita tu familia y te necesitamos el resto de la Iglesia del Señor para que sigas dando testimonio. Eres demasiado valioso, Cristo entregó hasta la última gota de Su sangre preciosa por amor a cada uno de nosotros. En medio de la tristeza triunfa el infinito y tierno Amor de nuestro Padre Dios.
08/10/19 1:25 AM
  
Maria
Hace unos días accedí a la encuesta anónima sobre la eutanasia, que nos envió por email, el colegio de médicos de la provincia donde vivo y ejerzo(se trata de una iniciativa llevada a cabo desde la Organización Médica Colegial para toda España). Se trata de 8 preguntas con las respuestas "ya dirigidas", dando por sentado que la eutanasia está ya legalizada(aún está en trámite parlamentario), y que el único recurso que nos va a quedar a los médicos es la "Objecion de conciencia". Envié un email para quejarme por no permitir en las respuestas la opción "Otras", pués hasta en 4 preguntas yo no estaba de acuerdo en las razones que argumentan para "aceptar que se legalicen" estos asesinatos. Se traspasó con el aborto y, cuando se traspase con este tema también, ni siquiera quedará la objeción como manifiesto de libertad. Los gobiernos ya tienen "sus trampas" para ir "apretando la soga" a los ciudadanos que defendemos la dignidad de la vida por encima del poder terrenal.
08/10/19 11:10 PM
  
Chico
Dios crea al hombre solo para que viva en catolico y lo practique y se vaya al Coelo. El que así viva permanecerá en la tierra y el que no...... vamos a rezar por él pues lo tiene súper difícil.
09/10/19 10:55 PM

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2.10.19

"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo"

Oriol Ferré, desde sus más de dos metros de altura, otea en el horizonte un nuevo amanecer para nuestra patria. Preside con entusiasmo el grupo Jóvenes por España. El espíritu combativo de la asociación se identifica con el Cid Campeador montado a caballo, icono de la Reconquista, porque ser es defenderse. Todo lo que vale: la fe, la patria, la tradición, la cultura, el amor, la amistad, tiene que ser defendido, para seguir siendo.

¿Cómo nace Jóvenes por España y con qué fin?

Jóvenes por España es una asociación juvenil patriota y de inspiración católica nacida en febrero de 2014 para promover la participación de la juventud en todos los ámbitos de la acción social necesarios para la defensa de España, su identidad y para conseguir la atención integral y la reinserción de las personas en situación de pobreza e indigencia material y espiritual. También buscamos sensibilizar a los jóvenes sobre estas necesidades y procurar su formación integral para el logro de dichos objetivos, bajo la premisa del servicio y la entrega desinteresada a los demás, organizando y realizando toda clase de actividades sociales, culturales y deportivas, idóneas para el fomento de estos fines.

¿Con qué figura se identifican más?

Simbolizamos nuestro combate y el espíritu de la asociación con el Cid Campeador montado a caballo, icono de la Reconquista, porque ser es defenderse. Todo lo que vale: la fe, la patria, la tradición, la cultura, el amor, la amistad, tiene que ser defendido, para seguir siendo. No hay vacaciones posibles ante la necesidad de la defensa. Esas islas afortunadas donde los hombres pueden dormir a pierna suelta, sin preocuparse del mañana, no son más que un sueño de pereza.

Háblenos de la importancia de ayudar a los pobres…

Tempus breve est! Es muy breve la duración de nuestro paso por este mundo. Estas palabras, para un cristiano que quiere luchar, suenan en lo más íntimo de su corazón como un reproche ante la falta de generosidad y como una invitación constante para ser leal. Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para servir. No es justo, por tanto, que lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro irresponsablemente por la ventana: no podemos desbaratar el tiempo que Dios nos ha confiado a cada uno de nosotros.

Y de ver en el pobre a Cristo…

Nos lo enseñó el mismo Cristo: «Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”. Él les replicará: “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”. Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

¿Qué iniciativas concretas realizan?

Repartos de comida y ropa los sábados por la noche a las personas que viven en la calle. También intentamos llevar calor humano y esperanza. Los voluntarios hacemos la compra, preparamos y cocinamos en casa de algún voluntario. Hemos podido perseverar gracias al compromiso y al espíritu de no rendirse ante las dificultades. Económicamente, el dinero ha salido de nuestros bolsillos, de algún bienhechor que nos ha ayudado generosamente y de mercadillos solidarios.

También organizamos recogidas de alimentos para ayudar a asociaciones pro-vida, en concreto, colaboramos con la Asociación Más Futuro y la Asociación Rescatadores Juan Pablo II, con sede en Alcorcón, y dedicadas al rescate de niños no nacidos frente a los centros abortistas y al acompañamiento material y espiritual de esos niños y sus madres durante y después del embarazo. No nos mueve el afán de protagonismo ni de exclusividad, por lo que apoyamos y nos sumamos a cualquier sana iniciativa en la que podamos ser útiles.

Realizamos otras acciones para reivindicar el bien, la verdad y la belleza, principios que forjaron nuestra civilización y que ahora son negados con el ataque sistemático a la Religión, la Vida, la Familia, la Patria y la Justicia, a través de la burla y negación de Dios y todo lo sagrado, el aborto, la pornografía, la ideología de género, la mentira histórica institucionalizada con fines totalitarios, el odio y rencor de clase, los separatismos y con las viejas ideologías fracasadas de siempre que vuelven al ataque una y otra vez disfrazadas con otros ropajes.

Son católicos y patriotas, pero no están vinculados a ninguna asociación…

Somos católicos, pero no clericales. Nuestra labor queda bajo la responsabilidad de cualquier laico que, desde su puesto, se moviliza en medio de la sociedad para servir a los demás y buscar la salvación de las almas. No perseguimos ponernos la etiqueta de “católicos”. Sin negar quiénes somos, preferimos que esta etiqueta nos la pongan por lo que hacemos y por cómo lo hacemos. No estamos vinculados a ninguna asociación civil ni institución religiosa, pero como también dije anteriormente, no pretendemos contraponernos a nadie, al contrario.

¿Qué valor dan a la formación?

Un valor primordial. La causa del bien necesita cabezas bien amuebladas para poder ser luz en este mundo que camina completamente a oscuras. Esa responsabilidad que los laicos tenemos de la que hablaba en la anterior pregunta, conlleva la necesidad de formarse y de beber de la sana doctrina a través de buenas lecturas, charlas y otros medios de formación. No podemos dar aquello que no tenemos. Conocer la verdad y el bien a través de la inteligencia y vivirla a través de la voluntad. Ser hombres de criterio para poder ir contracorriente, aun cuando la corriente baje fuerte y llena de porquería.

¿Quién puede pertenecer al grupo?

Cualquier joven que quiera comprometerse a servir y a ser útil, sin tacañería y grandeza de espíritu. En un mundo en el que nadie quiere servir, nosotros queremos servir a los demás. Creemos que el servicio es la única fuente de mérito. Sólo vale quien sirve y en la medida en que sirve.

contacto: [email protected]

Javier Navascués Pérez

8 comentarios

  
Joaquín
¿El Cid "icono de la Reconquista"?

No tienes ni idea de lo que hablas. El Cid era un soldado de fortuna que se ponía al servicio de quien le pagara bien, fuera cristiano o musulmán. Y tampoco parece que fuera un modelo de piedad: la fuente histórica más antigua y fiable con que contamos para su vida (la "Historia roderici") menciona su impiedad y su irreligiosidad. Otra cosa es que los poemas y las leyendas posteriores blanquearan su figura, convirtiéndole en una especie de San Luis del siglo XI.
02/10/19 10:15 AM
  
Gabriel Araceli
Joaquin:
Pues si el Cid real, que Vd. conoce muy bien, no nos vale, nos valdrá el Cid del Poema y de la leyendas, que es el que conocemos todos.
02/10/19 4:59 PM
  
Rafa
Joaquín, me temo que el que no sabe de que habla es ud. El Cid fue soldado de fortuna porque se vio obligado por la decisión del rey de desterrarlo. Tuvo que ganarse la vida, como el rey David lo hizo también en parecidas circunstancias . Nunca luchó contra Alfonso y ganó Valencia para los cristianos, lo que acrecentó el temor a un derrumbe general de al Andalus. Eso sí, dicho esto, tampoco entiendo que sea un modelo para una asociación de caridad.
02/10/19 5:28 PM
  
Gabriel Araceli
Rafa:
Estoy de acuerdo con su comentario. Entiendo, además, que el fin de esta asociación no es exclusivamente caritativo, si no recuperar o reconquistar los valores tradicionales hispánicos, que la apostasía ha abandonado, y donde el principal y primero es la fe católica de donde se derivan todos los demás, de ahí lo de Reconquista y la imagen de El Cid.
02/10/19 7:25 PM
  
Genaro García Mingo
El Cid como símbolo tampoco parece algo excesivamente difícil de entender ni creo que haya que lanzarse a justificar la elección que tiene todo el sentido.

E iba a recibir al que en buena hora nació.
Bien preparado viene con todos los suyos el Campeador,
Buenas compañas que tienen tan buen señor.
03/10/19 2:27 PM
  
Chico
Está muy bien elegido El Cid Capeador porque expresa muy bien el ideal del Grupo. El Cid del Poema del Cid atrae y atraerá siempre a los jóvenes españoles comprometidos con su Fe católica y con su amor a EspañA , lo mismo que El Quijote y el Espíritu Carlista.
04/10/19 2:45 AM
  
Chico
Esta muy bien elegido El Cid Campeador porque así van contra las ideas liberales, materialistas y ateas de Joaquin Costa, muy mediocre el , que con su idea de “ siete llaves al sepulcro del Cid”, enseñaba a los jóvenes españoles un espiritu de sapo, y les cortaba todos sus ideales cristianos y patrióticos. Muy bien , muy bien por eso del Cid Campeador.
04/10/19 3:18 AM
  
Javidaba
Si de la bondad de una organización, lo que entiende alguno, es lo inadecuado del personaje elegido por ideal, recuérdese que en la definición de "poesía" en Aristóteles, se dice que la Poesía aventaja a la Historia, en que si ésta describe los hechos como fueron, la Poesía los describe como debieron ser. Esta misma idea la recoge Cervantes en el Capítulo 25 de la primera parte de El Quijote, y la remacha en el 3º de la 2ª parte. (Espero que no me falle la memoria).
Por otro lado, lo que recuerdo de la "Crónica Roderici" que leí cuando aún tenía pelo que peinarme, es que en el contexto histórico (S. XI) en que se enmarcan los hechos, D. Rodrigo Díaz de Vivar es un hombre de su tiempo (no de los nuestros) y por tanto no debe juzgársele con nuestra mentalidad. El hecho de que fuera digno de que se le dedicase una "Crónica" (equivalente + ó - a lo que serían varias primeras páginas de periódicos o entradas de telediarios), y el cronista no se "escandalice" de sus actos, le hace Caballero en su época...
09/10/19 1:16 PM

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