28.03.19

Daniel Marín Arribas: «La Iglesia condena todo liberalismo»

El economista y profesor madrileño sacó a la luz hace unos meses una nueva obra donde desmonta las teorías que tratan de buscar el origen de la Escuela Austriaca en Salamanca.

Tras una primera entrevista general sobre el libro: Destapando al liberalismo El liberalismo no nació en Salamanca consideramos oportuno seguir profundizando en diferentes aspectos del liberalismo, complementando la entrevista anterior con argumentos igualmente sólidos y aportando citas de autoridad que vienen a demostrar la radical incompatibilidad entre liberalismo y catolicismo.

¿El liberalismo es pecado?

Absolutamente. De hecho es la ideología del peor pecado y a la vez los contiene todos. Es la ideología que abre la puerta al mal moral dándole naturaleza de derecho en aras de una sacrosanta libertad que no es sino licencia. Los liberales son aquellos de los que ya nos previno hace siglos el Apóstol San Pedro en su primera carta: «quienes hacen de la libertad una excusa para su malicia». En contraposición a ellos, este primer Pontífice de la Iglesia nos exhortó a los fieles de todo tiempo: «Proceded como hombres verdaderamente libres, obedeciendo a Dios». Sólo en la obediencia a Dios se encuentra la verdadera libertad. La del liberalismo, la falsa, es la excusa para los hombres perversos. Debemos tenerlo claro, y así lo expresó para nuestros días decididamente el Papa Juan Pablo II en el año 2002: «Cuando una ruidosa propaganda de liberalismo, de libertad sin verdad y responsabilidad, se intensifica, los pastores de la Iglesia no pueden dejar de anunciar la única e infalible filosofía de la libertad, que es la verdad de la cruz de Cristo».

Sólo en Cristo se halla la verdadera libertad. En el liberalismo, la perdición del hombre. El liberalismo es la actualización sistemática en la praxis y en los principios del primer pecado de todos, el que lleva el sello de la serpiente: “No serviré”. De aquí, que otro Papa, León XIII, en su magnífica encíclica contra el liberalismo, alertaba con preocupación a finales del decimonónico siglo de que «son ya muchos los que, imitando a Lucifer, del cual es aquella criminal expresión: ‘no serviré’, entienden por libertad lo que es una pura y absurda licencia. Tales son los partidarios de ese sistema tan extendido y poderoso, y que, tomando el nombre de la misma libertad, se llaman a sí mismos liberales».

No cabe duda de que detrás de una ideología luciferina no se puede encontrar otra cosa que iniquidad. San Ezequiel Moreno, Obispo de Pasto canonizado por Juan Pablo II, lo sentenció rotundamente: «Confieso que el liberalismo es pecado, enemigo fatal de la Iglesia y del reinado de Jesucristo, y ruina de los pueblos y naciones». En España, con la última oleada del virus liberal consolidada por la Constitución del 78 no se ha llegado a otra cosa que al rechazo del Reinado Social de Jesucristo y a la grave ruina de nuestra patria. Hoy ya es palpable la decadencia en todos los niveles en la que esta ideología nos ha sumido; muy “libre” y “democráticamente”, eso sí.

¿Condena la Iglesia Católica absolutamente todo el liberalismo o acepta alguna idea del mismo?

Si el liberalismo es pecado, si es una ideología de imitadores de Lucifer y de aquellos que hacen de la libertad la justificación para su iniquidad, ¿cómo no lo va a condenar absolutamente la Iglesia? Es más, hace pocos años apuntando a nuestra realidad española, el Obispo José Antonio Reig Pla en una excelente y clarificadora carta pastoral señalaba con el dedo contra el PP por ser un partido liberal: «Ha llegado el momento de decir, con voz sosegada pero clara, que el Partido Popular es liberal (…) e infectado como el resto de los partidos políticos y sindicatos mayoritarios, por el lobby LGBTQ; siervos todos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada ‘gobernanza global’ al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista».

Muchos años buena parte del electorado católico ha votado al PP pensando que era un partido que se identificaba con sus principios cristianos. Sin embargo, desde Manuel Fraga hasta Pablo Casado, pasando por José María Aznar, en sus propias filas se ha declarado abiertamente su liberalismo. El Obispo de Alcalá de Henares citado, en la misma carta pastoral nos urge a «hacer una llamada a promover iniciativas políticas que hagan suya, integralmente la Doctrina Social de la Iglesia». No valen males menores, no valen liberalismos más o menos moderados, nuestro deber como católicos es promover la Doctrina Social de la Iglesia, que, como recuerda S.S. Juan Pablo II, «asume una actitud crítica tanto ante el capitalismo liberal como ante el colectivismo marxista».

En efecto, la Iglesia condena todo liberalismo, incluso el que se quiere llamar “católico”, éste, además, el peor de todos, según el Papa beato Pío IX. El tesoro que nos lega es su Doctrina Social, cuyos principios suelen ser rechazados o ignorados por los que militan en la ideología liberal. Una demostración definitiva de que para éstos, sus ídolos liberales están por encima de los Pastores y el Magisterio de la Iglesia de Cristo.

Se suele hablar de dos tipos de liberalismo, de uno más progre o afrancesado y de otro más conservador u anglosajón. ¿Son en el fondo dos caras de la misma moneda, o se pueden apreciar notables diferencias?

La distinción a efectos históricos pienso que podría usarse, pero en términos doctrinales y morales es ociosa, es falsa, y corre el riesgo de generar confusión.

Ociosa, porque más violento o menos violento en las formas, no deja de tener la misma raíz y finalidad: Ser el vehículo del Anticristo, del destierro del Reinado Social de Cristo. Falsa, porque encontramos autores anglosajones “más progres” y autores franceses “más conservadores”. Y puede generar confusión, por pensar que uno podría verse bondadoso y el otro no.

Los revolucionarios de Chaumette que contra Dios erigieron el “20 de brumario” de 1793 a la “Diosa de la Razón” se podrán distinguir de un John Locke por rechazar toda religión en el ámbito público o por predicar la “Tolerancia Universal”, pero ambos coinciden en lo que este anglosajón indicó que había que hacer con los católicos: «No hay duda de que, por causa de varias de sus peligrosas opiniones que son absolutamente destructivas para todos los gobiernos excepto el del Papa, no debería dejárseles que propagasen sus doctrinas; y a quien disemine o haga pública cualquiera de ellas, el magistrado habrá de reprimirlo hasta donde sea necesario (…) Como se hace con las serpientes, no se puede ser tolerante con ellas y dejar que suelten su veneno». La “conservadora” hoguera anglicana o la “progresista” guillotina jacobina se diferencian por sus medios, pero no en sus objetivos. E igual ocurre con la persecución a través de la represión social a la que someten hoy día los impíos a los católicos convencidos y coherentes con su Santa Fe, en lo que ya ha valido el título colocado por el Papa Benedicto XVI de «dictadura del relativismo».

Por otro lado, el liberalismo anglosajón ha sido “conservadoramente” racista. Desde los esclavos negros del cortijo capitalista de Locke hasta los semi-hombres/semi-animales negros de Darwin, pasando por los pueriles negros de Hume, de los que Kant se hacía eco: «El Sr. Hume invita a todo el mundo a que presenten un solo ejemplo en el que un negro haya demostrado talento»… ¡Pues la Iglesia Católica elevó a los altares a San Martín de Porres, dominico peruano del siglo XVI! ¡El Papa León XIII luchó en el XIX contra la esclavitud en Brasil! ¡Y Francisco de Vitoria defendió desde su cátedra de Salamanca que los indios eran tan personas como los españoles que venían de Europa! Y en la Francia prerrevolucionaria, mientras Rousseau hablaba de la “religión civil”, llegaba a afirmar que «Mahoma tuvo miras muy sanas» y «armonizó bien su sistema político»… Tan bien que los mahometanos invadieron el continente europeo, sometieron África, y realizaron y realizan matanzas de pueblos enteros por el mero hecho de no profesar su falsa religión. ¡Y los elogian aquellos liberales que en su progresismo ateo hacen campaña contra los católicos acusándonos de los ficticios cuando no exagerados crímenes de la Inquisición o de las Cruzadas!

El trasfondo de todo liberalismo, se vista con el ropaje con el que se vista, es el mismo: El rechazo implícito o explícito de Jesucristo y su Iglesia. Los personajes, asimismo, son intercambiables. Hobbes, anglosajón, erigiendo el Leviatán, al Estado como “Dios Mortal”, o Montesquieu, francés, hablando del papel positivo de la religión en las costumbres de la sociedad. Más ingleses o más franceses, más conservadores o más progresistas, todos acaban dándose de la mano con lo que otro liberal, éste austriaco, Ludwig von Mises, sentenció: «No puede construirse una moral social (…) sobre las palabras del Evangelio». ¡En contra, de nuevo, la Iglesia con su Doctrina Social: «Hay que repetir que no existe verdadera solución para la cuestión social fuera del Evangelio» (Juan Pablo II, encíclica Centesimus Annus)! Repitámoslo.

Todo liberalismo es inaceptable y forma parte de la misma moneda luciferina. La correcta distinción en todo caso sería la graduación que ya nos ofreció el Papa León XIII en su encíclica Libertas Praestantissimum, donde habría un liberalismo de primer grado, ateo, laicista y progresista; uno de segundo grado, agnóstico, naturalista y conservador; y otro de tercer grado, “católico” y laico. Por cierto, este último el más aparentemente inocente pero el más nocivo de todos.

Hay católicos que en su pretendido intento de conciliar su Fe con su error ideológico, centran la atención en lo sanguinario de ciertos revolucionarios liberales, y de este hecho infieren la condena. Sin embargo, peor que el liberalismo de primer grado, progre, o “afrancesado”, es el liberalismo “católico”. El beato Pío IX no condenaba a los sanguinarios de la Commune de París tanto como a los “católicos” liberales: «Lo que aflige a vuestro país y le impide merecer las bendiciones del Cielo es la confusión de los principios. Diré la palabra y no la callaré: lo que más temo para vosotros no son esos miserables de la Comuna, verdaderos demonios escapados del infierno, es el liberalismo católico, ese sistema fatal que siempre sueña en conciliar dos cosas imposibles: la Iglesia y la Revolución. Lo he condenado ya, pero lo condenaría cuarenta veces más si fuera necesario». Condenémoslo.

Hay liberales en lo económico que son profundamente católicos en lo moral. ¿Esto a qué se debe?

Es un error de planteamiento. ¿Es que acaso la economía se puede separar de la moral? Con la excusa de la quimérica mano invisible, que nadie ha visto jamás y que los hechos demuestran que no existe, verdaderamente esto es lo que pretenden: crear un sistema económico amoral. Como esto es imposible, al final acaban generando un sistema inmoral. Por tanto, aquellos que se proclaman liberales en lo económico, no son profundamente católicos en lo moral, pues en cuestiones de bolsillo no manifiestan su creencia y su sometimiento a Cristo y su Iglesia.

Contra este tipo de sujetos, que no son nuevos de ahora, ya habló incluso Santo Tomás de Aquino expresando que «evitan un pecado, por ejemplo el de la lujuria, pero cometen otro, el de la usura». Son católicos de moral a la carta, y en ciertos ambientes eclesiásticos del mundo occidental acomodado son abundantes. Más modernamente el padre Royo Marín se lamentaba de que «son legión los que por nada del mundo omitirían un domingo de Misa y, sin embargo, no tienen inconveniente alguno en saltar por encima de los postulados más elementales de la justicia cuando se trata de incrementar sus intereses materiales».

No nos cofundamos, el católico debe serlo profundamente en todos los órdenes, no excluir unos sí y otros no a su antojo personal. Por tanto, siguiendo la exhortación de Pío XII, «el cristiano (…) debe asumir el grave y grande cometido de hacer valer en su vida personal, en su vida profesional y en la vida social y pública, en cuanto de él dependa, la verdad, el espíritu y la ley de Cristo».

Recientemente ha salido publicada una nueva obra suya, “Destapando al liberalismo”. ¿Qué pone al descubierto en ella?

Precisamente lo que reza su subtítulo: Que el liberalismo no nació en Salamanca.

Se suele hablar de liberalismo anglosajón, afrancesado, e incluso ahora muy de moda, austriaco, pero rara vez se pone sustantivada la palabra “español”. Esto es sintomático de una realidad que historiadores, filósofos, religiosos, e incluso pontífices han puesto tradicionalmente de manifiesto: España es y ha sido en su esencia radicalmente católica y por tanto radicalmente antiliberal. Su raíz no es otra que Jesús de Nazaret. Desde el III Concilio de Toledo hasta nuestros días, e incluso antes, con los mártires hispanos romanos, se ha dejado la sangre defendiendo la Cruz, que es donde se encuentra la verdadera salvación del mundo.

En las últimas décadas han tomado fuerza algunas corrientes de pensamiento, venidas de disidentes de siglos pasados, que pretenden hacernos creer que el liberalismo realmente nació en nuestra patria hispana, y más concretamente en la universidad de orillas del río Tormes. A base de consignas sencillas y repetidas una y otra vez han logrado su éxito; son buenos propagandistas. Sin embargo, la mentira es tan grande como pequeño su cimiento. En el libro, cogiendo como hilo conductor el argumentario del profesor Jesús Huerta de Soto, una de las cabeceras más importantes del mundo de la liberal/libertaria Escuela Austriaca de Economía, pongo en evidencia el mito construido por varias generaciones de autores de esta escuela. Y como termino concluyendo, y cito literalmente: «La manera de ver al hombre como ser esencialmente actuante, el determinismo y voluntarismo, el contractualismo social, el origen en el pueblo y la libertad como fin respecto al poder político, los derechos subjetivos, la libertades modernas, el positivismo jurídico aunque se revista de “ley natural”, el liberalismo económico con su subjetivismo valorativo, sus precios de “libre mercado”, sus usuras, sus especulaciones y abusos diversos, patrimonio genuino del liberalismo del que la Escuela Austriaca es una de sus siervas intelectuales, no sólo no tienen como “inspiradores”, “fundamentadores”, “anticipadores”, o “raíces” a Francisco de Vitoria, a Francisco Suárez, a Luis de Molina, a Luis de León, a Luis Saravia de la Calle, a Martín de Azpilcueta, a Domingo de Soto, a Domingo Báñez, a Diego de Covarrubias, a Juan de Mariana, a Juan de Lugo, y a otros compañeros, sino que tampoco tienen bajo su amparo al Magisterio de la Iglesia Católica con sus Pontífices, como San Pedro, Inocencio XI, San Pío V, Pío VI, Pío IX, León XIII, San Pío X, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, o Benedicto XVI».

Salamanca fue llamada muy acertadamente “Roma la chica”, la pequeña Roma. Pues bien, ni la Gran Roma ni su pequeño apéndice hispano pueden defender jamás sin fallar a su fidelidad a Cristo la ideología del pecado por antonomasia, el liberalismo.

Ya ha presentado el libro en Gerona, en Barcelona, en Sevilla, ¿prevé más lugares?

Así es, en la ciudad gerundense, la Asociación Gerona Inmortal,con la calurosa acogida del profesor Jaime Serrano de Quintana y el economista Javier de Miguel Marqués, tuvo la amabilidad de organizar el evento. Igualmente la parroquia de Sant Jordi de Barcelona con el bondadoso padre Gómez Mir y la presentación del admirable dr. Javier Barraycoa, prologuista de la obra. Y también en Sevilla, la Asociación Rodrigo de Bastidas y el Círculo de Estudios Santaella, gracias al buen hacer y el trato cercano de Ángel Romero, Fernando Galera y Javier Logendio. A todos ellos aprovecho la ocasión para agradecerles su disponibilidad y sobre todo, su amistad.

Habrá más ciudades, aunque de momento están por determinar. En Madrid seguro, y en otros puntos de la geografía castellana. Asimismo, mencionar que los libros se han llevado a Perú, y próximamente, Dios mediante, se está viendo para que estén en Argentina y Chile. Sacerdotes de diversas órdenes religiosas e incluso tres obispos ya tienen de primera mano una copia de la obra, y he recibido afectos de diversas personalidades, por los cuales estoy muy gratificado. Que todo sea para mayor gloria de Dios, no de la mía, y para honrar la memoria de los maestros de Salamanca, que no merecen menos, sino más.

Para terminar, ¿una recomendación?

Son tiempos convulsos, que no vienen de ahora, y desde luego vendrán peores. Hace más de cien años el Papa San Pío X lo avisaba al tiempo que exteriorizaba el combate: «Nos esforzamos por luchar contra el liberalismo, el modernismo, el progresismo… y no se nos escucha. Por eso vendrán las peores desgracias sobre la humanidad. Los hombres quieren que todo se les permita: libertad para todas las sectas, libertad de asociación, de prensa, de palabra… El mal no hará sino difundirse cada vez más y llegaremos a una sociedad en la que ya no se pueda vivir».

Esa sociedad ya ha llegado. Hoy día es muy difícil vivir como católico coherente; el ambiente, la televisión, la moda, las costumbres, la educación, el sistema económico… todo es una enorme estructura de pecado de la que es prácticamente imposible escapar inmaculado. ¿Quién no ha consumido productos de empresas que financian el aborto o explotan a masas de pobres en el llamado tercer mundo? ¿Quién no se ha topado con una película en la que se cuelan escenas eróticas? ¿Quién no se ha visto sometido y cedido a la presión del qué dirán en trabajo, familia…? La propaganda pornográfica, los abusos laborales, las rupturas familiares… todos esos males son justificados siempre con falsos derechos y libertades licenciosas. Ciertamente, hoy invocar la Ley de Dios fuera de Misa lleva la pena del escarnio o la censura, y los católicos no mundanizados son acorralados por su Fe. Las bajas incluso llegan dentro de las propias filas, cuando algunos pactan con el mundo, desoyendo completamente las reprobatorias palabras del Apóstol Santiago, «¡corazones adúlteros!, ¿no sabéis acaso que haciéndoos amigos del mundo os hacéis enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios».

Frente al liberalismo, al modernismo, al progresismo que no dejan de avanzar, de acosar, de matar física y moralmente a las almas, en el propósito de fidelidad a Nuestro Señor aferrémonos a su promesa: «En el mundo tendréis tormento; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33). Sea este el consejo, venido de lo Alto, para estos tiempos de aflicción.

Javier Navascués e I.C.V

16 comentarios

  
Guus
"La respuesta obviamente es compleja. Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa», «economía de mercado», o simplemente de «economía libre». Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa" Juan Pablo II CENTESIMUS ANNUS

No veo una condena al liberalismo económico, más bien todo lo contrario, simplemente se defiende que el mercado debe ser dirigido por el Estado, que la economía no está por encima de todo. Pero se sigue defendiendo la economía capitalista (liberalismo económico) como la mejor opción. No deja de ser capitalismo porque el mercado esté intervenido por el Estado.

También se menciona el R-78 pero el gobierno franquista ya era capitalista, Franco no restituyó la sociedad estamental, ni los mayorazgos, ni las tierras amortizadas, ni los privilegios forales, ni volvió al mercantilismo. No recuperó ni una de las instituciones políticas y económicas de la España preliberal.

Todo lo contrario, Franco promovió el capitalismo (intervenido y dirigido por el Estado, pero capitalismo al fin y al cabo) y la industrialización y modernización de España, sobretodo a partir de 1959.






28/03/19 10:12 AM
  
Yolanda
Guus:

《simplemente se defiende que el mercado debe ser dirigido por el Estado》

La cuadratura del círculo.


.《Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa"》

Pues es que justamente eso es el capitalismo. Y no hay
ni ha habido ni puede haber otro. Especialmente este último capitalismo es aun peor y más descarado de lo que describe ahí Centesimus Annus.
28/03/19 12:34 PM
  
Javier Gutiérrez Fernández-Cuervo
Fantástica síntesis y colección de citas de Magisterio, Sagrada Escritura y Tradición Católica. Como digo pocas veces, este será para mí un artículo de cabecera. ¡Dios te bendiga, Daniel, por tu santo apostolado que, más que antiliberal es, realmente, antiluciferino!
28/03/19 1:03 PM
  
Guus
Yolanda:

El capitalismo es un sistema socioeconómico basado en la propiedad privada, la economía de mercado y una división de la sociedad en clases socioeconómicas. No veo contradicción alguna entre eso y la intervención estatal en la economía. Capitalismo no es sólo el laissez-faire, hay muchos más modelos.

Creo que en el fondo, estamos ante una cuestión lingüística, pero si te fijas verás que tan capitalista era el gobierno de Franco (al que nadie aquí considera contrario al magisterio de la Iglesia) cómo el actual.

Las únicas alternativas por ahora al capitalismo son o el comunismo o una vuelta al Antiguo Régimen. El comunismo ha demostrado ser un desastre y el Antiguo Régimen se quedó obsoleto con el advenimiento de la revolución industrial y es un anacronismo reivindicarlo en la actualidad. Si defender la tradición pasa por defender esas estructuras caducas y condenadas irremisiblemente a muerte, que mencioné en mi comentario anterior, estamos apañados.










28/03/19 2:26 PM
  
Piedad
Maravilloso e inspirado artículo Javier Navascués. Le estoy muy agradecida por compartirnos el fundamento conciso y claro de la Doctrina de la Iglesia, está vez en palabras del señor Daniel Marin. Los conceptos aquí expresados son suficientes para controvertir, por anticristianas, “las verdades” liberales, progresistas y modernistas, en lo político, económico, social y religioso. Sin duda, la lectura del libro que se anuncia será toda una artillería para liberarnos de los acosos ideológicos con que se nos ataca por todos los frentes.
28/03/19 3:42 PM
  
Natanael
Muy buen artículo. Siempre me había producido desconfianza el liberalismo económico, por más empeño que se pusiera en separarlo de su vertiente "moral" y política.

Seguramente porque no me cuadraba que, naciendo de una corriente condenada, hubiera sido suficientemente depurado. Por no hablar de la confusión que produce el hecho de hablar todo el tiempo de liberalismo, pero este sí, y el otro no.

Se puede aplicar aquello de examindlo todo y retened lo bueno, pero en todo caso lo bueno que pudiera haber se introduce dentro de una corriente puramente católica, que no lleve a confusiones ni tome prestado aquello que es contrario a la fe.
28/03/19 6:42 PM
  
Yolanda
Guus:

"... pero si te fijas verás que tan capitalista era el gobierno de Franco (al que nadie aquí considera contrario al magisterio de la Iglesia) cómo el actual."

Nadie no: yo lo considero contrario y bien contrario a nuestra religión. Y no creo ser la única. Quizá sí la única de los visitantes habituales de Infocatólica.
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"Las únicas alternativas por ahora al capitalismo son o el comunismo o una vuelta al Antiguo Régimen"

Por ahora. Habrá que idear algo. O resignarse a que en esta vida es imposible que todos los seres humanos sean tratados conforme a su dignidad irrenunciable.
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"El comunismo ha demostrado ser un desastre "
Y el capitalismo también.

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Los liberales más recalcitrantes, los enamorados del capitalismo (tal vez porque nunca les ha tocado el papel de víctima) suelen defenderse -ante la evidencia de que el capitalismo genera millones víctimas condenadas a la marginación y a la indignidad- diciendo que el capitalismo liberal de verdad nunca ha existido todavía, y que esos defectos se deben a que siempre hay un cierto grado de intervencionismo estatal, que es lo que lo estropea todo. Lo que no dicen es que cuando una minoría alcanza grados de poder económico suficiente, directamente se adueña del estado y lo usa para sus fines. Cosa, además, inevitable. Como sus crisis periódicas, inherentes a su ser, que se resuelven expulsando a millones de seres humanos sobrantes a la miseria. Ese es el capitalismo realmente existente, el que hay, el que hubo, el que es.

Son iguales que los comunistas que dicen que la URSS o Corea del norte no son el verdadero comunismo. ¡Ja! Es el que hay, el que hubo y no hay posibilidad de otro.
28/03/19 8:49 PM
  
Ricardo de Argentina
El liberalismo -que es la doctrina de la Francesada - es malo, es pecado, sencillamente porque no se somete a la ley de Dios.

El comunismo menos aún todavía, llegando a postular dogmáticamente la inexistencia de Dios, así que lejos de ser anti liberal, como taimadamente hacen creer liberales y comunistas, es doblemente liberal.

El capitalismo es la doctrina económica del liberalismo, y por ser parte de algo esencialmente malo no puede ser bueno, pues nadie da lo que no tiene.
La maldad del capitalismo se nota en el hecho de que para el capitalismo no hay usura, y si la necesidad del otro permite subir los intereses, mejor, porque así hay más ganancias.
28/03/19 9:46 PM
  
Guus
Yolanda:

¿Qué sistema socioeconómico consideras qué debemos seguir? ¿Puedes poner un ejemplo concreto?

Compara la esperanza de vida del siglo XVI hacia atrás y la de ahora, haz lo mismo con la alfabetización, las posibilidades de ascenso en la jerarquía socioeconómica, la miseria, etcétera, y verás que ahora hay menos hambre, miseria, analfabetismo, enfermedades incurables, gente sin oportunidad de ascender socialmente y un largo etcétera que nunca en toda la historia de la humanidad.

También en los países más pobres van reduciendo la miseria, salvo en los que se encuentran en guerra, pero en cualquier país en guerra siempre se ha vivido fatal, mi abuelo en la posguerra tenía que robar comida discretamente en la granja en la que trabajaba porque no le daba con lo que ganaba para subsistir, luego el país mejoró mucho, pero la posguerra fue dura, eso pasa siempre en los países en una guerra que los destroza y en el período inmediatamente posterior a la misma.

El pasado no fue una Arcadia feliz, la miseria, el analfabetismo, la corrupción, la avaricia, ya estaban ahí antes de que apareciera. Si no te lo crees mira los datos y compruébalo por tí misma.

¿En qué parte doy a entender qué defiendo que el Estado no intervenga en la economía? Si precisamente afirmo lo contrario, el camino a seguir pasa por la economía social de mercado, no por el laissez-faire. Son los Estados donde se equilibra el mercado y el compromiso social los que lograron mayor prosperidad, como el caso de España hasta la Constitución del 78, aún conservamos algo de eso con nuestra seguridad social, aunque cada vez menos. Pero considero que ese tipo de políticas son el camino a seguir, y no las veo necesariamente incompatibles con la doctrina social de la iglesia, de hecho creo que va por ese camino.

Si tú o el economista de la entrevista tenéis una alternativa mejor, soy todo oídos, pero sinceramente no la veo.

29/03/19 1:26 AM
  
Cos
Sin ánimo de parecer que interfiero en una conversación, Guus, no creo que nadie dude hoy en día de que el comercio y la iniciátiva privada sean cosas buenas, pero el problema, como bien dice Yolanda, está en confundir la realidad de los hechos con la tendencia idealizadora de las ideologías.
No hay que olvidarse de que detrás del aumento del nivel de vida nos encontraremos con la revolución tecnológica. Limitándonos a Europa: si la ilustración, nacida de las universidades y las academisas propias de la revolución científica, alimenta a la monarquía absoluta como vehículo del cambio, y, a su vez, ésta se nutre de aquella, en el punto álgido de su propio dearrollo, se da que el sistema se encuentra con su propia contradición y colapsa. De las revoluciones liberales lo que surge son las sociedades burguesas. Y el mismo suceso les ocurre a éstas. El resultado son las revoluciones socialistas y anarquistas. Andando el tiempo con los fascismos. No se puede obviar esta dialéctica. Como tampoco se puede obviar la propia dialéctica entre estados que también dan claves para entender fenómenos como pudiera ser el mercantilismo.
Es decir, no es lo mismo referir acerca del libre mercado -fenómeno que no tiene nada de nuevo y que se viene produciendo desde hace milenios- que observar la realidad de sucesos concretos, sean casos de explotación o injusticas, o malos tratos, o menosprecios de la persona, que se apoyan en la necesidead de los individuos o, incluso, en la necesidad de individuos que tienen personas y obligaciones a su cargo.
29/03/19 11:23 AM
  
Yolanda
¿Qué sistema socioeconómico consideras qué debemos seguir? ¿Puedes poner un ejemplo concreto?
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Naturalmente que no. Y menos en un post. Pero sí sé qué es malo para mí y para otros. Según usted.-eso cabe imaginar- nadie que no sea economista puede opinar. Y como los no especialistas no podemos defender con solvencia de especialista uno u otro sistema económico, o idear uno nuevo, tenemos que aguantar lo que haya y lo que los fanáticos del liberalismo capitalista nos impongan.

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esperanza de vida, alfabetización, las posibilidades de ascenso en la jerarquía socioeconómica, la miseria, etcétera
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No estará usted atribuyendo ninguna mejora en esos aspectos al capitalismo. No, imposible. No puede ser. Porque en ese caso tendría mil otras cosas que explicar.

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...la miseria, el analfabetismo, la corrupción, la avaricia, ya estaban ahí antes de que apareciera.Si no te lo crees...
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Pues claro que lo creo. Más que creerlo, lo sé. Los codiciosos, los aprovechados, los golfos, los que desprecian al prójimo han existido siempre desde que existe el mundo. Por eso, llegados a un momento adecuado de la Historia, esos codiciosos y aprovechados crearon el capitalismo y desde entonces lo defienden con uñas y dientes. Y misiles.
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Lo del compromiso social del régimen anterior al 78 lo tomaré como un chiste final para dulcificar tensiones en el debate. Je, je, ahí ha estado usted simpatico.

En cuanto a propuestas, a ver qué le responde Don Daniel Marín: no creo que en serio pretendan regresar a modos de producción medievales. Pero, si no es eso, tampoco sé qué pretende.
29/03/19 11:38 AM
  
hornero (Argentina)
En esta amplia exposición sobre el liberalismo, Martín Arribas concluye mostrando la grave situación que han precipitado sobre el mundo la suma de errores del liberalismo. Vale para el mundo, lo que es verdad también para la Iglesia; desde mucho tiempo atrás los católicos se esfuerzan con empeño extremo en detener este mal que corrompe las instituciones, las leyes, las costumbres de la sociedad toda. Los Papas lo han condenado a la luz de extensas fundamentaciones; los intelectuales católicos en sus diversas condiciones han hecho otro tanto. Sin embargo el mal del liberalismo ha continuado arrasando las defensas cristianas. Esto debe llevarnos a la conclusión de que las fuerzas que opone la Jerarquía de la Iglesia y las que oponen los fieles laicos no son suficientes para contener el avance del mal. Ahora bien, si la Virgen ha anunciado en Fátima que “Al fin triunfará Mi Corazón Inmaculado”, lo que implica la derrota del liberalismo y de toda la Babilonia construida por sus errores y perversiones, la respuesta es de lógica absoluta: debe la Iglesia y el Pueblo de Dios acudir a la Virgen en demanda de su ayuda, de modo solemne, público y universal. De nosotros depende que el futuro transite el camino de María, o el camino del enemigo de María, el anti-cristo
30/03/19 3:14 PM
  
Eloy
Preocupante este post, muy preocupante.

«Proceded como hombres verdaderamente libres, obedeciendo a Dios».

Dios, nos hace verdaderamente libres, conscientes de no transgredir sus designios mientras nos movemos y desempeñamos en su Reino.

El post, defiende entonces la idea, de que esa fe y congruencia, no nos puede llevar entonces, a ser por ejemplo, un empresario que produce bienes de calidad y los ofera al mejor precio sin agentes externos que fuercen ese libre trueque (LIBERTAD ECONOMICA) en beneficio del consumidor, en el que la transacción acontecida, beneficia a ambas partes, proporcionándoles una satisfacción en pro, de una mejor calidad de vida material.

¿Una aceptable vida cómoda y material es pecado?

Pecado es NO ayudar a aquellos que NO LA TIENEN

Y nadie puede dar lo que NO TIENE ¿Correcto?

Ahora resulta que no sólo el socialismo es pecado, también el CAPITALISMO LIBRE como agente de beneficio, como agente que difunde el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo, del respeto a la propiedad privada, en el respeto a la competencia, a la no intervención de agentes externos, en la cooperación social, a la división del trabajo, etc..

El autor de este post, no sabe nada de ECONOMÍA.

Pax Vobiscum
18/01/20 7:02 AM
  
Martín
Obedecer a Dios, por supuesto. Pero no al Papa ni al Vaticano, que no son Dios ni sus vicarios o portavoces. El creador nos ha dado el libre albedrío, y ésa es la raíz filosófica sobre la que se funda el liberalismo.
28/02/20 11:39 AM
  
Pepe
El error que ambas ideologías comparten tanto el liberalismo como el socialismo es caer en el subjetivismo moral, de allí que ninguna de estas posturas llegue nunca a ver sus ideas completamente plasmadas en la realidad, dado que se contradicen a sí mismas.
Por un lado el liberalismo aboga por la libertad como principio supremo que posee el individuo, y que a partir de ella obtiene sus demás derechos o libertades; sea de expresión, de culto, propiedad, etc. Negando de este modo todo principio absoluto y objetivo de la verdad y la moral, dado nadie puede imponer su verdad al otro porque todos poseen la libertad de opinar y pensar lo que deseen, de actuar como le plazca.
Del otro lado el socialismo, parte de creer que sólo existe el hombre como ser social despojado de todo ambito religioso, moral, de verdades y de naturaleza, el cual como un simple grano de arena indistinguible del resto esta obligado a servir y obedecer a un gobierno-autoridad que le dice lo que esta bien y lo esta mal, lo puede y no puede hacer o pensar.
En ambas ideologías lo que prima es el hombre como centro de todo orden moral y de verdad, negando toda posibilidad de trascendencia más allá de su propio ser. De esta manera el sujeto cae una pobreza radical, que le hace olvidar todo razgo de su dimensión espiritual, siendo ella la característica principal y más propia del ser humano.
Es por esto que hoy, en éste mundo hedonísta, plagado de vicios, a los que nos aferramos con el propósito de hacernos mas humanos, más libres, el hombre ha caído en su peor faseta, en un ser movido simplemente por sus impulsos, sus deseos que no ve más allá de su propia existencia.
Pero aún en éstas condiciones, le es imposible olvidar su anhelo de verdad, de trascendencia, de su espíritu inquieto que busca un camino un fin al que alcanzar, y así lo creen encontrar en cosas de este mundo riqueza, poder, satisfacción, que nunca lo sacian y que siempre le dejan sabor a poco, un deseo de infelicidad sólo podrán colmar con Dios.
Respecto del orden económico, nunca debemos olvidar que los bienes de este mundo nos han sido dados como regalo para poder satisfacer las necesidades propias del cuerpo como
30/04/20 4:33 PM
  
Mercelo Nardone
Siguiendo la huella del P. Julio Meinvielle, el profesor y martir Carlos Sacheri realizo una distincion que considero oportuna. Capitalismo es el nombre del sistema economico caracterizado por la dualidad capital/trabajo en cabeza de distintos sujetos (trabajador/empresario). La descripcion que hace Juan Pabño II en su primer "si por capitalismo se entiende..." bien puede acoplarse a este concepto. Estamos ante un sistema economico que no es incompatible per se con la doctrina moral economica. Ahora bien, Sacheri llamaba liberalismo a lo que Juan Pablo Ii describe en la segunda parte de la cita de marras. Efectivamente, la enumeracion de elementoe negativos segun el juicio de la DSI coincide con lo que en distintas oportunidades fue señalado por el Magisterio Pontificio. Ciertamente que el sistema capitalista se ha presentado en Occidente, habitualmente, bajo la modalidad liberal y por tanto cargando con sus errores. De alli la dificultad para realizar la distincion mencionada que, reitero, seria util tener presente: capitalismo =/= liberalismo (necesariamente).
06/02/24 7:02 PM

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25.03.19

“Así será el pueblo como así sean sus sacerdotes” SICUT POPULUS, SIC SACERDOS

En medio de una gravísima crisis de la postmodernidad, con el relativismo desatado a modo de lepra contagiosa, no todo está perdido. Se puede recuperar la salud de las almas mientras haya católicos dispuestos a vivir la santidad. Se necesitan almas que se jueguen su tiempo, su seguridad, su prestigio y su vida por Cristo y su Reinado Social. Los seglares también estamos llamados al combate en pos de la santidad, pero necesitamos sacerdotes santos, fieles a la tradición que nos muestren el camino del cielo.

Igualmente, la iglesia necesita religiosos y religiosas que inmolen su vida en un claustro en una vida de silencio, de profunda oración, expiar los pecados propios y los de la humanidad y hacer propicio el rostro de Dios.

Muchos seminarios de antaño formaban santos sacerdotes con disciplina militar y en un ambiente monacal. El seminarista se curtía en las virtudes cristianas recias con una vida ascética dirigida hacia la mística y entregada con corazón indiviso a Dios.

Carlos Fernando María Bellmont Pastor (Agnus Dei Prod.) ha escrito una sencilla obra de teatro, “ELEGIDOS PARA SU GLORIA” (SND Editores) donde recrea el ambiente de un seminario celoso de los primeros jesuitas.

En esta entrevista profundiza en la vital importancia que tiene la existencia de seminarios profundamente católicos donde se formen santos sacerdotes para el bien de la sociedad y de las naciones: porque bien dice el dicho “Sicut populus, sic sacerdos” (asi es el pueblo como así sean sus sacerdotes).

El mismo trabajó como técnico de medios audiovisuales en un seminario cacereño en España conviviendo durante varios años con los novicios, legos y sacerdotes del aquel santo lugar, y nos cuenta su experiencia, la que, unida a otras circunstancias, le llevó a escribir esta obra.

¿Por qué se decidió a escribir una pequeña obra de teatro sobre los santos seminarios antiguos?

Surgió en una conversación con usted por teléfono. Ambos somos entusiastas y fervientes admiradores de la obra de D. José María Pemán “El Divino Impaciente” de cuyos textos solemos hablar muy frecuentemente cuando hay ocasión, por ejemplo, a la hora de tomar decisiones o manifestar posturas sobre temas dados en nuestra vida cotidiana, sobre todo lo referente a la vida espiritual. Esta obra tiene una enorme potencia doctrinal . Quería plasmar esa necesidad de aportar en una pequeña obrita todo un conjunto de enseñanzas que proceden, no de un servidor, sino de la misma “ciencia de los santos” y que hoy tristemente está muy olvidada.

¿Cómo se documentó para poder hacerlo?

Fundamentalmente me basé en la obra “Ejercicio de Perfección y Virtudes Cristianas” del padre Alonso Rodríguez S.I., obra decisiva e insustituible, libro de cabecera de todo novicio católico que quiera llegar a ser lo que Dios quiere que sea, es decir, santo. Ahondé, igualmente, en obras biográficas de San Luis Gonzaga o de San Juan Berchmans de la clásica y antigua editorial “Apostolado de la Oración”, esos libros con esas pastas negras duras, elegantes y austeramente decoradas de principios del diecinueve que te dicen “aquí no encontrarás herejía alguna”.

De la misma manera estudié textos sobre la vida del beato padre Bernardo de Hoyos S.I. donde se describe muy en profundidad cómo vivían los jesuitas en el seminario con las distintas distribuciones que tenían, la austeridad de vida, el trato de Amor con Dios, la oración como principal herramienta de unión con Dios, el Santo Sacrificio de la Misa como eje de vida del novicio, una profunda vida de sacramentos, la figura del “Director espiritual”, las cuentas de conciencia, etc…

Igualmente sobrevolé, por decirlo de alguna manera, ese maremágnum de obras que constituyen el teatro teológico español, particularmente los “autos sacramentales”, donde autores como Juan de Pedraza, Lope de Vega, Juan de Timoneda o José de Valdivielso coronan de gloria esos siglos con sus enseñanzas de claro matiz religioso formativo y edificante.

En definitiva, trato de plasmar todo ese poso de literatura santa que he rumiado de los clásicos de espiritualidad católica durante ya unos cuantos años.

También se palpa que le ha ayudado mucho haber vivido un tiempo en un seminario católico…

Tuve la gracia de conocer, experimentar y vivir directamente, la forja de hombres de Dios en un santo seminario ubicado en Cáceres, España. Allí pude comprobar cómo se forjaban los novicios al igual que se formaría hoy un San Luis Gonzaga o un San Juan Berchmans. De hecho, el padre fundador de este edificante seminario, el R.P. Rodrigo Molina S.I., tenía como modelo de novicio ejemplar al mismo Berchmans, lo cual indica el profundo amor del padre por la exquisita formación de sus discípulos. Fueron para un servidor años, mas que de trabajo, de formación espiritual, y aunque mi labor se centraba concretamente en los medios de comunicación, convivía con ellos, usando el mismo tipo de celda, en el mismo refectorio, en la Santa Misa, en las peregrinaciones, etc.… todo esto se me ha grabado muy profundamente y se ha visto manifiesto en “Elegidos para Su Gloria”.

¿Nos podría contar los ejemplos de santidad y virtud que ha visto?

Lo que más me llamaba la atención en ellos era la virtud de la obediencia - a la orden de un superior, inmediatamente se ejecutaba la misma sin rechistar lo más mínimo - el espíritu de recogimiento, de mortificación, los ayunos voluntarios, siempre recogida la mirada como los santos y esa alegría interior que irradiaban aún en las duras pruebas contra las tentaciones o incluso contra las propias pasiones, en las molestias de la vida comunitaria que pudieran surgir, pero eso sí, siempre alegres… ese santo reclutamiento alejado de sus “deudos y allegados” (que diría Santa Teresa de Jesús) y todo por amor a Cristo, a las almas y un profundo amor a María Santísima. No conozco otro lugar donde más se hable de María Santísima.

En ellos irradiaba un deseo enorme por ser santos. Y esto era lo principal. Y habían encontrado el lugar idóneo para ello, a la vieja usanza, como aquella frase añeja, pero muy actual, de los santos que dice: “Da la sangre para recibir el Espíritu”. Y así era.

También me llamaba la atención que los hermanos deseaban estar siempre junto al Santísimo, expuesto las veinticuatro horas del día, noches incluidas (las hermosas noches “velando” al mismo Dios Sacramentado), y no moverse de allí. Esto es algo grande porque aprenden que no se puede hacer nada ni ser nadie sino es por, en, para y con Cristo, y Cristo crucificado. Aprendían el valor de sufrimiento, el valor de la abnegación y sobre todo el amor profundo a Nuestro Señor Jesucristo. Y esto a un servidor le ha servido para la vida diaria. ¡Qué gran ejemplo de humildad era la confesión de faltas al finalizar el día ante el Santísimo, de rodillas ante Él! Alguno, por negligencia aquel día en alguna actividad, pedía en la capilla como culpa, por ejemplo, fregar los platos por la noche, u ofrecer tal o cual penitencia de reparación ¡Qué grande!…

Igualmente me admiraba el cuidado que tenían los superiores a la hora de seleccionar los libros que llegaban a la librería del seminario. No dejaban que entrara ningún libro errático en la doctrina o que portara herejía alguna. Todos eran minuciosamente leídos por expertos en la materia para evitar contaminaciones teológicas o filosóficas que pudieran corromper la recta formación de los novicios. En la librería solo había libros de doctrina profundamente católica y ortodoxa. Los libros perversos donde se encontraba alguna herejía iban inmediatamente a la sección del averno ¡Qué bien hace tener una relación escrita de “libros prohibidos! ¡Y qué lástima ver hoy día en muchos seminarios y conventos, que dicen ser católicos, infectados de autores herejes, de doctrinas hinduístas… o comunidades religiosas contaminadas de yoga, reiki y demás devastadoras prácticas orientales!

Con sus sotanas, la cruz en el pecho misionero, sus manos juntas en recogimiento, enjutos, alegres, serviciales, muertos al mundo, irradiaban santidad. Me llamó mucho la atención, como anécdota, cuando paseando por el pasillo, al poco de entrar en el seminario, veía las habitaciones de los hermanos y observaba que en estas mismas sólo había una austera mesa de madera de estudio con su estantería llena de libros, y un humilde flexo, una cruz de madera colgada en la pared con la inscripción de “Sígueme”, pero no había cama alguna. Cuál fue mi sorpresa cuando al preguntar por ello a un hermano, este no me respondió, si bien con una leve sonrisa parecía decirlo todo. Días más tarde me enteré que dormían en el suelo.

San Ignacio de Loyola respondiendo a una persona que decía que conocía a un santo, le acabó diciendo: “Será santo, si es mortificado…”. Y así vi aquel seminario… hombres mortificados.

Y fue con el tiempo, cuando empecé a entender – pues un servidor venia de la ignorancia del mundo-, leyendo vidas de santos, como la vida de San Pedro de Alcántara que dormía en el suelo y con una piedra como almohada ¡Qué mejor disposición que esta de querer imitar a los santos! San Ignacio de Loyola así lo hizo en su convalecencia y le fue muy bien…

El seminario difundía todo él y con plenitud formación católica en las cuatro paredes. Las comidas austeras pero muy completas, todos en silencio, animadas siempre con la voz de un hermano lector que alimentaba al mismo tiempo las almas de unos hermanos deseosos de aprender las cosas de Dios con objeto de ilustrar el entendimiento y enfervorizar la voluntad, para luego darlo con exquisito y caritativo celo a los demás. Se olía ese deseo santo de prepararse para dar todo de uno mismo conforme a lo que la Santa Madre Iglesia desea de sus hijos: salvar almas.

Edificante también era que todo, cualquier acto o acción lo encomendaban a Dios, a la Virgen o a los santos. Ante todo, la formación se dirigía a “enamorarse de Cristo”, vivir la vida de Cristo, ser otros Cristos - “Alter Christus” -, lograr que “ya no sea uno el que viva, sino que el mismo Cristo viva en uno”. Siguiendo la santa y sana teología, divinizar al hombre, no humanizarlo, sino, repito, divinizarlo para ser “Luz en un mundo enfermo y degradado por el pecado” con el fin de salvar las almas, y como verdaderos hijos de Dios aspirar a la divinización del alma aplastando la naturaleza caída del hombre.

¡Qué amor he visto tan grande a Jesús Eucaristía en este bendito lugar! Tremendo. ¡Con cuanta unción celebraban estos varones santos el Santo Sacrificio de la Misa, con que reverencia tocan el Cuerpo de Nuestro Señor sus sacerdotes…! ¡Cuánto silencio en el seminario! ¡Cuánto amor por las cosas de Dios! Silencio, silencio, silencio. Unión con Dios. Oración y humildad.

Se percibe que utiliza expresiones bonitas del castellano antiguo en la obra…

Estoy convencido que el lenguaje, la palabra, es el mejor vehículo de expresión, aunque muchos crean que sea la imagen. Por lo tanto, es una pena que se haya vulgarizado nuestro precioso idioma con palabras soeces o de pobreza intelectual, y las expresiones antiguas clásicas son un remanente enriquecedor que encierran un profundo conocimiento y una inefable sabiduría ¡Qué importancia tienen las palabras! Habría que volver al uso y costumbre de estas significativas expresiones que enriquecen nuestro idioma.

Cuando se trata de crear no basta con un argumento más o menos interesante, hay que embellecerlo y enriquecerlo como hacen los poetas ¿no? Y qué mejor que rebuscar en el baúl de esos recuerdos que muchos se empeñan en ocultar, cuando no eliminar ¡Qué pena! Porque, al fin y al cabo, si se desprecia lo bueno, lo santo, irá en detrimento de nuestra formación y esto repercute en todo.

La obra rezuma igualmente una clara influencia ignaciana….

Si los jesuitas de hoy día entendieran que han errado profundamente, y el tiempo lo dirá, en la formación de sus novicios… ¿Qué diría hoy San Ignacio de Loyola? ¡Dios mío! ¿Se forman para ser políticos o para ser santos varones al servicio de la bandera de Cristo Rey? ¿Son sacerdotes o simples formadores de ONG´s? ¿Buscan la santidad o la convivencia con el mundo? ¿Dónde quedó su máxima de defender la Fe y de exhaltación de la Fe Católica aún ante la posibilidad de derramar la sangre? ¿Dónde el A.M.D.G.? Decía San Ignacio que si él tuviera que reformar un seminario impondría como norma drástica el SILENCIO… ¡Y cuánto ruido hoy en día!

Los seminarios que forjaron los antiguos jesuitas eran centros de luz, de santidad, de catolicidad, de profundo amor a Cristo, a María Santísima, a los santos… por eso el enemigo del mundo y de todos los pueblos, como dice San Pablo, los tenían bien enfilados para destruirlos. Vean, estudien, lean el Evangelio y la historia de la Compañia de Jesús.

¿Cómo llegó a ser santo San Luis Gonzaga o San José María Rubio? No cabe duda que en la ejercitación en un santo seminario con las normativas que su santo fundador San Ignacio de Loyola quiso para sus discípulos, normativas o dictados procedentes del mismo Espíritu Santo. Las “Constituciones” son aprobadas porque en ellas radican los medios más eficaces para santificarse. No hay otra razón.

¡Qué bien hicieron San Carlos Borromeo o San Juan de Ribera! dos ilustres y santos reformadores de seminarios ¡Y cuánta falta nos hace hoy día luchar y combatir la relajación de los seminarios católicos! Pero, eso, ha de ser fin y meta de aquellos que están llamados a hacerlo, y es una grave responsabilidad. Insisto ¡Qué grave responsabilidad!

La formación jesuita de los novicios era de sobra conocida de entre los ciudadanos de pueblos y naciones. Se les asemejaban a los mismos ángeles. Sí, era una formación dura, exigente, autoritaria, pero santa, luminosa, transparente, edificadora… forjadora de santos… ¡Si no quieres llegar a ser santo, este no es tu lugar! Así de claro.

¿Hasta qué punto es importante cuidar con mucho celo la formación y ascética y piedad de los futuros sacerdotes?

Yo no soy experto en la materia, solo un lector algo informado de lo mas elemental. Se ve en los clásicos de Espiritualidad cristiana. Se ve en la vida de los santos, en el Santo Evangelio, en las Sagradas Escrituras. No hay santidad sin cruz. Imposible. Como seglar enamorado de lo santo, aunque uno sea un pobre hombre, es evidente que sin ascética no hay sacerdocio, y sin ascética ni siquiera hay cristiano que se precie porque el cristiano es cruz, el cristiano es un penitente y esta es la mejor definición de cristiano, penitente ¡Pues cuánto más el novicio! ¡Cuánto más el sacerdote! Todos estamos llamados a renunciar al pecado mortal, al pecado venial y a las imperfecciones. Todos estamos llamados a la mística, a la unión con Dios, y el medio originario para ello es la ascética, el primer motor que impulsa la ejercitación en la santificación de las almas: ese combate contra nuestras miserias que nos impiden ver a Dios y que en muchas ocasiones están muy arraigadas en nuestra alma y que requiere una purga exigente. En “Las Moradas” de Santa Teresa se ve este camino santo. Oigan ustedes al padre Royo Marín como explica magistralmente el camino de la santificación y cristificación de las almas hasta la unión con Dios.

Sería como decir, falsamente, que hay un Cristo sin cruz, que todos los caminos son anchos y están a nuestro capricho y que todos nos conducen al cielo ¡Menuda barbaridad! Cruz, sacrificio y abnegación ¿Podemos eliminar de cuajo todos esos ejemplos edificantes de nuestros santos que conforman y dan vida a la Iglesia Católica de un plumazo? ¿Podemos ser santos sin purgación? Camino equivocado sería pensar que podemos vivir con nuestros pecados, nuestras imperfecciones sin tratar de poner remedio y esforzarnos por vencerlos hasta el grado de santidad que Dios tiene destinado para cada uno de nosotros. Pero, como no sabemos el grado de predestinación, hemos de aspirar al máximo, a la última morada. Ya Dios dirá en cual te quiere, pero uno ha de esforzarse por lo mas.

Dios nos quiere muertos al mundo, a la carne y al demonio. Dios sólo nos quiere para Él, y sólo estaremos con Él cuando nos determinemos a querer ser trillados de lo malo, de lo vicioso… ya como seglares, ya como religiosos. Son pocos los valientes realmente ¿no?

Hemos de quitarnos la idea de que el sacerdote es uno más de entre los demás hombres ¡Qué error! El sacerdote es un elegido de Dios para ser sólo de Dios y por ello ha de estar alejado del mundanal ruido ¡Qué pestilencia ver a un sacerdote disfrutando de las diversiones mundanas!

Se hace extraño ver a un sacerdote que no predica sobre el pudor, el pecado, el demonio, el cielo, la muerte o el juicio, la salvación o la condenación. Esos santos sacerdotes prudentes que enseñan, cuando toca y exhortan sin respetos humanos, contra la inmodestia, las malas conversaciones, las palabras malsonantes y encaminan y enseñan a las almas el camino del cielo. ¡Qué poco se oye hablar hoy día de la Gloria de Dios y de la salvación de las almas! ¡Qué poco se oye hablar de vivir el Evangelio!

¿Por qué es importante que los seminarios sean lugares de mucha oración, mortificación, silencio, austeridad… pobreza, alegría…?

Así lo ha establecido con sabiduría y caridad, ya desde antiguo, nuestra madre Iglesia. No hay otro camino. ¿Qué han hecho los santos penitentes o los varones que aman a Dios? El hombre que quiere ser luz ha de apagar primero toda esa inmundicia o costra de pecado que lleva en su interior para dar a los demás esa gracia que recibirá del Altísimo con su fervorosa y abnegada mortificación. Se ha de empezar purgando, luego Dios si así lo quiere le iluminará con sus enseñanzas para finalmente dejarse unir con Él. Sin oración no hay salvación dicen los santos, sin mortificación no hay renuncia ni ejercitación en las virtudes cristianas, y sin virtudes cristianas ¿Se puede ser santo?

Si no es uno santo “de inocente” lo será “por penitente” y este último quizás sea el que más abunda y es quizás mas edificante porque así se ve percibe mas la gracia del mismo Dios en la forja de las almas. Cuando un sacerdote hace oración se nota. Un seminario sin oración es como un cuartel sin armas ni soldados. Allí donde hay ruido no está Dios, cuánto más en un seminario. Decía el padre Royo Marín que vio y observó mucho con sus propios ojos que el aguijón destructor o veneno demoledor de las congregaciones o de los institutos religiosos era el maldito dinero, es decir, su mala administración. La relajación viene por la admisión de inapropiadas vocaciones. por el apego al dinero, la desacralización y mundanización de los seminarios, ordenes e institutos religiosos.

Dicen los santos que el novicio que aspira a ser sacerdote ha de buscar ante todo la “divinización de su alma y de su ser” dejando atrás su pobre humanidad caída. Esto parece extraño a los ojos de muchos hoy día porque no han entendido rectamente la teología católica y se han asentado en lo groseramente terrenal como desoyendo la misión de Cristo de santificar las almas. Jesús quiere hacernos “divinos” y “santos", desquitarnos de la esclavitud de satanás a la que estábamos y estamos sometidos, alejarnos de lo mundano. Somos los bautizados hijos de Dios por adopción y esta es una responsabilidad enorme para con Dios pues existe una batalla en la cual tenemos que decidirnos enrolarnos en la bandera de Cristo o en la del demonio, no hay otro camino. Y el sacerdote es quien dirige la bandera espiritual de sus ovejas. Jesús, nuestro Maestro, no busca lo puramente humano en nosotros, sino que, partiendo, sí, de esto, nos quiere elevar a lo celestial y esto ya aquí en la tierra. Y qué mejor que un santo seminario donde “almas escogidas” y llamadas a su santo servicio, muy en compañía, por decirlo de alguna manera, conducen las almas por ese camino estrecho y maravilloso que lleva al cielo, a la eternidad dichosa.

Son los maestros de espiritu los que han hablado al respecto. Todo se encuentra en la tradición y todo está en la sana y santa instrucción, por cierto, milenaria, en dejarse forjar y tallar a imitación de Jesucristo Nuestro Señor. Esto es lo que he aprendido en los libros santos y en mi experiencia personal conviviendo en un santo seminario. Rumiar, meditar los libros de espiritualidad católica clásica, oración, mucha oración, vida de sacramentos, el Santo Sacrificio de la Misa, mortificación interior y exterior, huida del mundo, búsqueda del silencio…

¿Quiere añadir algo más?

Oración, mucha oración… para pedir a Dios que envíe a su mies santos sacerdotes, obreros santos que trabajen la viña del Señor sometidos a una doctrina santa y ortodoxa, que abonen la tierra que por desgracia hoy se encuentra árida y llena de culebras. Deseamos ver por nuestras ciudades esos novicios que aspiran al mayor de los dones de Dios, el sacerdocio católico, con sus sotanas, alegres y austeros, mortificados y muertos al mundo, para que nos den la luz que tanto necesitamos para reformar un mundo en tinieblas. Novicios que vivan en santos seminarios alejados del mundanal ruido, crucificados a todo lo que no es de Dios, que vivan sólo para Dios, para luego darlo a los hombres para la santificación de nuestras almas.

El mundo irá mejor cuando se reformen muchos seminarios católicos siguiendo la santa Tradición Católica, porque son los sacerdotes santos quienes están llamados primeramente a dar luz al mundo, luz a las almas, a los gobiernos, a las instituciones, a las familias, a las naciones, etc…. Ven… ¡Qué grande misión! Los enemigos de la Iglesia Católica lo saben muy bien y hacen todo lo posible para destruirlos.

Esta sencilla obrita de teatro es quizás un acicate para otros que teniendo realmente talento literario puedan ilustrar, formar y edificar a los hermanos para la Mayor Gloria de Dios.

 

Javier Navascués

9 comentarios

  
Joaquín
“Sicut populus, sic sacerdos”

La traducción propuesta es equívoca. Esa frase se traduce como "Según sea el pueblo, así son los sacerdotes". Es decir. de tal calidad de pueblo, salen tal calidad de sacerdotes.

La que Vd. propone parece envíar el mensaje a la inversa. De tal calidad de sacerdotes, sale tal calidad de pueblo.

Es un debate interesante discutir que cosa lleva a la otra. Viene a ser como lo del huevo y la gallina.
25/03/19 9:40 AM
  
maru
Efectivamente, la vida de los npvicios en los seminarios, en los últumos años, ha sido de pena, en lo relacionado con la moral, enseñanza, cercanos al.mundo, por aquello de ser cercanos a los demás al ser ordenados, libros no precisamente ortodoxos, etc.etc. Ahora, lo de q dormian en el suelo, como san Pedro de Alcántara (leí su vida), ya no me parece adecuado ni antes ni ahora, porque el descanso de cualquier ser humano es necesario. En lo demás, me parece bien lo que cita, en relación a la vida en el seminario. También siempre entendí, que un sacerdote noes un hombre como los demás; por supuesto que es un hombre ()también Cristo), pero no como los demás, porque ha recibido el sacramento del Orden.
25/03/19 1:21 PM
  
Chico
Como existe Dios creador primero es el acto y luego la potencia. Por eso primero es la gallina que pone y engora los huevos. Y primero son los curas Santos que luego hacen Santo al pueblo
25/03/19 1:50 PM
  
Rosa de Jesús
Vivir en españa fue revelador para mi, coincido con vos nos falta ser mas recios los españoles de antes estaban acostumbrados a una vida pobre, dura pero profundamente piadosa, su heroismo era conmovedor y convertia de verdad. Como dicen los monjes: hay que incomodar el cuerpo... si no atesoramos una vida penitente, incomoda, solitaria (no hace falta volverse ermitanio para sentirse solo en la vida del combate cristiano podes estar rodeado de familiares y gente que te persiga) no vamos a ser capaces de dar testimonio de verdaderos cristianos.
Siempre les digo a los pocos amigos seglares: hablenle de la cruz a los curas, no con palabras pomposas sino con su presencia y su vida, recen por ellos a diario, no los llamen a salidas nocturnas o gimnasios con su vida frivola...los religiosos son la espada de la verdad en la iglesia pero nosotros podemos ser un escudo estrategico si les obedecemos en la sana doctrina en y contra el espiritu del mundo.
Por ejemplo la sotana, es incomoda hay padres que me cuentan: vas por la calle y te gritan insultos por llevarla por eso prefiero no usarla.... Entonces, una forma de apoyar la sotana es la modestia de los fieles, sobretodo de las mujeres (el santo padre Pio aclara con lujo de detalles como debe vestir una mujer catolica), pero estas tambien dicen escusas como: que la modestia da calor, es incomoda, es mas trabajo mas ropa hay que lavar y secar, que no esta de moda, que te miran mal por la calle y las reuniones paganas, que no luce el cuerpo, que me dicen monja, etc... pero forma parte de la penitencia cristiana mujer! Como la sotana para el cura. Sobre este tema viendo el video de la obra de teatro no hay dudas de qye estan predicando la sotana y la piedad ustedes no solo a los fieles sino tambien a los curas, tal vez puedan subir la obra de teatro a youtube para los que no podemos asistir! Bendiciones.
25/03/19 2:03 PM
  
Rosa de Jesús
Coincido con vos nos falta ser mas recios los españoles de antes estaban acostumbrados a una vida pobre, dura pero profundamente piadosa, su heroismo era conmovedor y convertia de verdad. Como dicen los monjes: hay que incomodar el cuerpo... si no atesoramos una vida penitente, incomoda, solitaria (no hace falta volverse ermitanio para sentirse solo en la vida del combate cristiano podes estar rodeado de familiares y gente que te persiga) no vamos a ser capaces de dar testimonio de verdaderos cristianos.
Siempre les digo a los pocos amigos seglares: hablenle de la cruz a los curas, no con palabras pomposas sino con su presencia y su vida, recen por ellos a diario, no los llamen a salidas nocturnas o gimnasios con su vida frivola...los religiosos son la espada de la verdad en la iglesia pero nosotros podemos ser un escudo estrategico si les obedecemos en la sana doctrina en y contra el espiritu del mundo.
Por ejemplo la sotana, es incomoda hay padres que me cuentan: vas por la calle y te gritan insultos por llevarla por eso prefiero no usarla.... Entonces, una forma de apoyar la sotana es la modestia de los fieles, sobretodo de las mujeres (el santo padre Pio aclara con lujo de detalles como debe vestir una mujer catolica), pero estas tambien dicen escusas como: que la modestia da calor, es incomoda, es mas trabajo mas ropa hay que lavar y secar, que no esta de moda, que te miran mal por la calle y las reuniones paganas, que no luce el cuerpo, que me dicen monja, etc... pero forma parte de la penitencia cristiana mujer! Como la sotana para el cura. Sobre este tema viendo el video de la obra de teatro no hay dudas de qye estan predicando la sotana y la piedad ustedes no solo a los fieles sino tambien a los curas, tal vez puedan subir la obra de teatro a youtube para los que no podemos asistir! Bendiciones.
25/03/19 2:05 PM
  
Juan Pablo B.
Chico....

El pueblo es anterior a los curas .

Primero el pueblo Santo de donde saldra los Sacerdotes Santos , me parece evidente .

Es el sentido de "SICUT POPULUS, SIC SACERDOS"
25/03/19 2:46 PM
  
Joaquín
Chico:

La cosa no es tan sencilla. Los santos no nacen ex nihilo, salen de un ambiente social.

Además hay que tener en cuenta otro debate, la relación entre sabiduría y santidad. Y para enseñar la sabiduría primera, Dios se suele valer de medios humanos, también conocidos por formación teológica.

Hay opiniones muy reputadas en ambos sentidos, asi que el debate me parece interesante, y no es, en absoluto, un tema trivial.



25/03/19 2:53 PM
  
Chico
Necesario el Pueblo, necesario el Cura. Pero en orden de importancia según el orden de la Gracia primero tiene que ser el Cura santo para hacer más santos a los Hijos.
25/03/19 6:33 PM
  
Chico
El alma es el acto del cuerpo. Significa: el alma hace existir al cuerpo. El Cura y sobre todo , el santo, hace existir santo al Pueblo
25/03/19 7:02 PM

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23.03.19

P. Jorge González Guadalix: «El destino del hombre es la santidad, el Cielo»

El P. Jorge González Guadalix es un sacerdote diocesano de Madrid. Licenciado en teología pastoral, lleva más de treinta años ejerciendo su ministerio en parroquias de la diócesis, algunos de ellos como párroco rural. Arcipreste varias veces, ha pertenecido por dos legislaturas al consejo presbiteral de Madrid y al consejo diocesano de pastoral. Como añadido a su labor de párroco ha hecho un poco de todo: coordinador de pastoral de un colegio de más de dos mil alumnos, director espiritual de un gran colegio mayor, profesor de religión, profesor de teología pastoral… internauta y bloguero en Infocatólica.

En esta entrevista, tan sencilla como profunda, nos habla de su vocación sacerdotal, del día a día en sus parroquias rurales y de los diferentes apostolados que ha hecho.

¿Cómo nació su vocación al sacerdocio?

Siento no poder ofrecer en este punto nada que pueda ser novedoso o espectacular. Hay sacerdotes o religiosos que pueden hablar de momentos espectaculares, caídas del caballo como San Pablo o conversiones tumbativas tipo san Agustín. En mi caso, nada de nada.

Soy de familia católica practicante, de parroquia de siempre. Monaguillo de crío. Eso sí, jamás falté a misa dominical. Colaborador parroquial en lo que uno podía y poco a poco te vas preguntando si ser sacerdote sería tu futuro. Hasta que un día ves que necesitas lanzarte.

Tenía 18 años cuando me planteo entrar en la orden de San Agustín. Di el paso de entrar en los agustinos no sé muy bien si convencido del todo o como una forma de aclararme. Pero no podía seguir con la duda. Así que al convento: si valgo, valgo y si no por lo menos aclararé eso de la vocación. Desde el primer día fui muy feliz.

Es Dios quien llama….

Dios llama siempre y Él sabe cómo hacerlo. En mi caso se valió del ambiente de fe sincero que se vivía en casa, de los sacerdotes que me tocó conocer, de un amigo agustino… Él va haciendo las cosas hasta que te das cuenta de que hay que responder.

Pero una vez acepta el llamado, ¿para qué se hizo sacerdote?

Para hacer en todo la voluntad de Dios. Entro, como acabo de decir, en los agustinos a los 18 años, como fraile agustino hice todos los estudios, y como agustino recibí la ordenación sacerdotal en 1979. Casi desde el primer día los agustinos me pusieron a trabajar, entre otras cosas, en parroquias que la orden tenía encomendadas. Todo un descubrimiento la riqueza de la vida parroquial. La vida, las circunstancias, me llevaron a implicarme cada día más en la vida diocesana de Madrid, como arcipreste primero, como miembro de los consejos arciprestales y de pastoral diocesana. Finalmente en 1996 pedí dejar la orden de San Agustín para incorporarme como sacerdote al clero de la archidiócesis de Madrid.

Me ordené sacerdote para anunciar el Evangelio, para predicar la Palabra, para estar con la gente y animarles al encuentro con Jesucristo y esto hacerlo como colaborador del obispo diocesano en obediencia a sus indicaciones y proyectos.

¿En qué medida el sacerdote está llamado a buscar la santidad y ayudar a su fieles a buscarla?

“Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”. Esta frase se encuentra al inicio de “Las confesiones” de San Agustín. Descansar en Dios definitivamente es la santidad. No estamos para otra cosa. El destino del hombre es la santidad, el Cielo.

No podemos quedarnos en otras cosas, aunque aparentemente sean más gratificantes o el mundo, la gente, las valore más. Hoy hablar de pecado, conversión, reconciliación, volverse a Dios… no vende. Venden la ecología, la solidaridad, el relativismo, el buenismo ingenuo. Pero uno no se entrega al sacerdocio para acabar dedicado a las mariposas del Antiplano y proclamar que es igual ser cristiano, que budista, animista o gnóstico. Soy sacerdote para hablar de Jesucristo, para anunciar a Jesucristo, sabiendo que aquel que se convierte de corazón al evangelio cuidará de la creación, sobre todo del ser humano, será bueno, honrado, justo y generoso con todos y después llegará al cielo.

Háblenos de la importancia de la oración y de la vida de renuncia.

Vivimos en un mundo, nosotros al menos en nuestras cómodas sociedades occidentales, en el que todo nos sobra y nos pasamos el día dándonos caprichos. Vivimos en un mundo de comunicaciones inmediatas que nos suponen un bombardeo de ideas y valores del todo disparatados.

Necesitamos, al menos de vez en cuando, cerrar oídos y boca a los locos disparates de nuestro mundo, que sobre todo nos pide “cuidarnos a nosotros mismos”, que en el fondo es la gran llamada al egoísmo. Cerrar oídos al mundo y abrirlos a la Palabra de Dios, escucharla, meditarla y traerla a la vida. Esto es la oración.

Nos falta, ahora mismo, una educación en dos cosas básicas: austeridad y espíritu de sacrificio. La renuncia a nosotros mismos, a cosas, aunque legítimas, para compartir y hacer felices a los otros, nos es del todo necesaria. ¿Por qué fracasan tantos matrimonios? Por ese cuidarnos a nosotros mismos, por esa falta de espíritu de sacrificio, que te lleva a renunciar a ti mismo por el otro, por falta de educación en la austeridad, al punto que si no tenemos tal, y tal… el matrimonio es un fracaso. O decimos que no pueden venir niños porque no tenemos medios para su educación cuando nos sobra para caprichos. Si quitamos austeridad y espíritu de sacrificio mal vamos.

¿Qué lugar ocupan en su vida la adoración eucarística y la devoción a la Virgen?

Siendo niño llegaba a casa una sencilla revista infantil, REINE (reparación infantil eucarística) que hoy sigue existiendo bajo el nombre de RIE. Esta revista la editaban las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, hijas de san Manuel González, el llamado obispo de los sagrarios abandonados. Aquella revista hizo nacer en mí la devoción eucarística. Poco a poco he ido profundizando en el amor a la Eucaristía leyendo, meditando, rezando mucho.

Preguntaron en una ocasión a santa Teresa de Calcuta qué era lo que necesitaba el mundo para que hubiera paz. Su respuesta fue inmediata: “sagrarios”. Es evidente. Las parroquias, las comunidades cristianas se hacen de rodillas delante del sagrario. Desconfíen de todo plan pastoral que no se centre ahí.

La devoción a la Virgen es garantía de fidelidad en esta vida y auxilio para la vida eterna. Y, además, devoción a la Virgen “con apellido”.

¿Cuál es el santo al que tiene más devoción?

Son dos, muy unidos a mi infancia.

El primero, sin duda, san José. En casa siempre se ha celebrado mucho porque mi padre se llamaba José y porque todos tenemos algo importante que celebrar en ese día. La última, una sobrina, hoy religiosa contemplativa, que precisamente ingresó en el convento el día de San José.

San José es ejemplo de vida escondida en Cristo. Ejemplo de hombre capaz de renunciar a todos sus planes y proyectos para poner una vida entera al servicio de Dios. Por eso me gusta. No hay acontecimientos extraordinarios, nada en su vida que sea especialmente llamativo.

Mis padres rezaban todas las noches, desde el día de su boda, a san José para que les concediera una buena muerte. Los dos murieron en su cama matrimonial, en casa, y atendidos por su hijo sacerdote. Bien supo agradecer san José sus oraciones.

El otro santo es san Isidro, por otra parte normal cuando uno es hijo y nieto de agricultores y ganaderos. Santo en el trabajo del campo, santo como padre de familia, tanto que fueron santos los tres: Isidro, su esposa María de la Cabeza, y su hijo Illán. Lo de ser santo en la vida ordinaria lo deja claro san Isidro.

¿Cómo es un día normal en su parroquia?

Mejor explicar cómo es la vida de un sacerdote párroco de tres pequeños pueblos de la sierra norte de Madrid: Braojos, Gascones y La Serna del Monte, que apenas llegan a los cuatrocientos habitantes entre los tres.

Mi vida es, básicamente, estar. Dicen que los pueblos de esta sierra se van despoblando. No pasa nada. El señor cura está.

Celebro la eucaristía dos días entre semana en cada pueblo, uno de ellos con rosario y exposición previa del Santísimo. Los domingos en los tres, por supuesto. Tres templos parroquiales que cuidar, tres contabilidades parroquiales, tres archivos. Una religiosidad popular rica que merece la pena aprovechar, cuidar y fomentar. Atiendo, además, una residencia de mayores en Buitrago y a unos pocos niños que se preparan para la primera comunión.

La vida parroquial se va sacando adelante en el encuentro personal en la iglesia, en la calle, en la visita a los enfermos, en la participación en encuentros y acontecimientos populares.

¿Cuál ha sido su mayor alegría como sacerdote?

Muchas, la verdad. Quizá pueda señalar como especial la apertura de la capilla de adoración perpetua en mi anterior parroquia, la Beata María Ana Mogas de Madrid, hace ahora algo más de seis años y que, desde entonces, está manteniendo la adoración perpetua al Santísimo Sacramento. Es decir, 24 horas, 365 días al año. Un milagro que dará frutos muy abundantes, que de hecho ya los está dando.

¿Y el peor disgusto?

Me tengo que ir en junio del año 2007. Era entonces párroco de la Beata María Ana Mogas y la actividad parroquial se llevaba a cabo en un frágil prefabricado. En ese mes nos entraron a robar cuatro veces. La última vez se llevaron absolutamente todos los vasos sagrados dejando las formas consagradas esparcidas por el suelo, al punto que para recoger el Santísimo tuve que utilizar un frasco de cristal. Es lo peor que le puede suceder a un sacerdote. Solo recuerdo llorar y la gente volcada animando, ayudando y rezando como nunca.

¿Cómo nace su vocación a evangelizar por redes?

Un poco por casualidad. Se me ocurrió iniciar un correo semanal para ponerme en contacto con los fieles. Desde entonces, y han pasado años, una vez por semana mis feligreses tienen noticias de la vida de las parroquias. A partir de ahí alguien me sugirió la posibilidad de comenzar un blog, cosa que yo no tenía ni idea de lo que era.

Empecé poco a poco con una cierta repercusión, hasta que un día desde Infocatólica me ofrecieron la posibilidad de escribir en el portal. Lo planteé a mis superiores y me dieron el visto bueno. Desde entonces mantengo el blog en Infocatólica hasta que Dios quiera.

Lo que si veo son las posibilidades de la red. Una homilía llega a unos pocos, a cientos en el mejor de los casos. Un artículo colgado en la red puede tener miles de lectores en apenas horas. Un mundo para utilizar, eso sí, con muchísimo cuidado. Estar en la red supone el compromiso de colaborar en la evangelización formando, informando, denunciando. Siempre dentro de la fe de la Iglesia. Mi estilo comprendo que a veces es un tanto gamberro e irónico, lo que tiene el riesgo de poder ofender a alguien. Es algo que tengo que cuidar.

¿Quiere añadir algo?

Daros las gracias por acordaros de mí. Siempre a vuestra disposición y un saludo muy cordial a todos los lectores de InfoCatólica.

Javier Navascués Pérez

25 comentarios

  
Hinojosa
Gran testimonio P.Jorge. !Cuanto amor por Jesùs!

Que bonito lo de S.Teresa. Cuantas veces me habre emocionado yo durante la eucaristìa cuando llega el momento de la paz.

En un mundo individualista y competitivo que invita lo contrario. Gestos asì le llegan a uno al corazòn.
23/03/19 9:00 AM
  
pedro de madrid
Dios te salve María, llena eres de gracia ..., procuro rezarla siempre por el blog del Padre don Jorge, que me resulta muy provechosos, en unión de otros que no cito y los leo o fotocopio con avidez
23/03/19 9:28 AM
  
ACS
Acuérdese de que los santos siempre han procurado esconder los pecados de los demás.Yo estoy lidiando con eso ahora.Creo que es buenos hacer un ejercicio de autocrítica a veces.Condenar los actos no a las personas.Yo sí tuve una conversión "paulina" por eso sé de la misericordia de Dios con nosotros.Tal vez usted me hubiera condenado,Dios no lo hizo.

Por lo demás comparto su ortodoxia.Necesitamos sacerdotes firmes en la fe que sepan guiarnos.

Humildemente,

ACS
23/03/19 11:24 AM
  
José María Iraburu
Mucho te apreciamos, Jorge, y también a tu Socio de 4 patas.
Y no digamos a la Sra. Rafaela. Tu blog hace mucho bien y da alegría.
Abrazo en Cristo + JMIraburu
23/03/19 11:46 AM
  
Miguel
ACS podria hablar brevemente de su experiencia de conversion paulina? Lo digo porque me pasó a mí. Le sucede a más personas de lo que parece. Es algo que no se olvida, verdad?
23/03/19 1:13 PM
  
Miguel García Cinto
Yo también aprecio mucho al Padre Jorge. Nuestra Iglesia Católica necesita muchos sacerdotes como él. Su devoción a San José me recuerda a Santa Teresa que decía que siempre que acudía al Señor con una petición por medio de San José, no recordaba de que alguna no se le hubiese concedido.
En cuanto a que la ecología vende, lo confirmo con dos títulos de las charlas o disertaciones que tienen lugar los viernes de la presente cuaresma en la parroquia a la que pertenezco, estas son: el día 29 de marzo "La conversión ecológica", y el día 5 de abril próximo "La espiritualidad ecológica".
Paz y bien en el Señor.
23/03/19 1:16 PM
  
Roberto
Don Jorge , de seguro que algún día lo visitare con mi señora en sus pueblos y espero que este. Un saludo desde Santiago de Chile ... Que aquí también hay un resto...
23/03/19 1:45 PM
  
vicente
gracias.
23/03/19 2:13 PM
  
hornero (Argentina)
Dios hizo los espinillos, que aquí llamamos churqui, monte bajo, junto con los robles y otras especies gigantes, de éstos usamos la madera, los otros nos dan calor para la casa y para el pan del horno. Calentar la casa y hacer pan es un gran don de Dios, usted prefiere ser espinillo y darnos pan y calor. Gracias, Padre Jorge!
23/03/19 2:26 PM
  
Desde Valencia
Una entrevista muy bonita, muy humana y la foto con la familia, muy simpática, falta Socio para hacer compañía al otro perrillo.
El retablo es una maravilla, ya lo sabía porque lo he visto en otras imágenes, pero lo que no había visto era ese sagrario tan precioso, con un grabado que parece un esmalte ¡Cuántas iglesias bonitas hay en España y no las conocemos!
23/03/19 2:53 PM
  
maru
Felicidades por esta entrevista y por compartir con todos nosotros , un poco de su vida.
23/03/19 4:04 PM
  
J
Padre D. Jorge, gracias por reflejar tan nítidamente a nuestro Dios Bendito ¡GRACIAS! Todo precioso. Hago eco de lo que el Padre D. José María Iraburu dice.
No supe lo de los sacrilegios en su anterior Parroquia, ¡Qué dolor!

Dios te Salve...
23/03/19 6:35 PM
  
Lucho
Qué cura más majo!
Qué ideas tan claras!
Y encima tiene un especial cariño a San José, el santo más grande que hay en el cielo, después de Santa María!
Queremos a nuestros curas!
Y los queremos así!
23/03/19 7:08 PM
  
Rafa
Muchas gracias a Javier Navascués y a Don Jorge por esta entrevista y su contenido.
Cuánto se echan de menos personas así.
Gracias de nuevo
23/03/19 8:11 PM
  
Anacoreta
Pater, que usted evangeliza hasta a las hormigas. Con todo mi fraternal afecto. Ave María, grátia plena, Dóminus tecum...
23/03/19 8:33 PM
  
Martinna
Que Dios le conceda tantos años de vida como a Matusalem para que esos pueblos tengan siempre un buen sacerdote y en tan buena forma como usted. Y que por la intercesión de San José y la Santísima Virgen le colme de bendiciones.
Pedimos a Dios por usted, sus feligreses y habitantes de los pueblos de sus parroquias, para que sean del todo bienaventurados y amen a Dios más cada día.
23/03/19 8:56 PM
  
Palas Atenea
Hornero: ¡Qué ejemplo tan bonito el del churqui o espinillo!
23/03/19 9:23 PM
  
hornero (Argentina)
Sí, Palas Atenea, es un elogio al Padre Jorge, desde estas latitudes, uno lleva adentro estas cosas:
"En esa tierra bendita/ echa el churqui sus raíces/ a sus pies anidan las perdices/ y en sus ramas el hornero/ y por debajo en los aujeros/ cumviersa con las lumbrices".
24/03/19 2:17 AM
  
Charo García
Padre Jorge que gran entrevista gracias por compartirla, y muchas felicidades a su entrevistador Javier quien hizo un gran trabajo; ayudándonos a sus lectores a conocerlo un poco más y mejor.
Ahora entiendo el porqué me parece que usted está hecho con madera de roble; pues gracias a Dios tiene una fe MUY bien cimentada en su vocación Sacerdotal, don divino del Espíritu Santo. (Rom 5, 3-5)
Quien entrega sus dones con generosidad; para que cada miembro del Cuerpo Místico de Dios en la Iglesia de Cristo, desarrolle una función específica. (Rom 12, 4-6)
Contribuyendo cada corazón dispuesto para alcanzar la meta de la Santidad; que está dispuesta para todos por la Victoria de Cristo.
Esto me recuerda que en la actualidad considero válido diversificar un poco la manera de hacer llegar el Mensaje de Salvación para las generaciones nuevas; pues aunque los pecados son prácticamente los mismos durante todas las épocas (motivo de La Ley de Dios en sus Diez Mandamientos) sin embargo; me parece que en la práctica sí han evolucionado precisamente gracias a la relatividad.
Relatividad que con una Fe a toda prueba, primeramente Dios se habrá de erradicar.

Dios te Salve María ...


24/03/19 6:21 AM
  
ACS
MIGUEL,
No sabría explicarlo brevemente, la verdad, pero si le parece bien puedo dejarle un correo electrónico y nos ponemos en contacto. Me gustaría compartir experiencias con otros conversos y también las dificultades con que nos encontramos, que no son compartidas por católicos de siempre. Me siento un poco desamparada a veces... y sorprendida por la tibieza de muchos.

No, no se olvida. Es un impacto tremendo. Y precioso.

Ya me dira...

Saludos

24/03/19 11:41 AM
  
Spes
Saludos cariñosos desde Guadalajara, Jalisco,. Se antoja estar también en ésa foto haciendo bolita, que Dios los conserve unidos y en paz, 👋
24/03/19 3:04 PM
  
Miguel
ACS sí, mandame tu correo electrónico si quieres, y me pondre en contacto contigo. Es mejor no hablar de esto sino de forma privada. Un saludo. Hasta oronto.
24/03/19 4:18 PM
  
José Enrique González Fernández
Leyendo la entrevista del Rvdo. Sacerdote González. No puedo mas que agradecerle la hermosa defensa que hace hacía la Adoración Al Santísimo, Así mismo me satisface que es un Sacerdote que está ejerciendo su Ministerio ya que de un Sacerdote Rural o de Pueblo es muy importante el contacto directo con sus vecinos, las visitas a los hogares en los que se encuentran muchos vecinos que no acuden a la Iglesia y que el Sacerdote debe visitar. Una cosa muy importante es ser una persona cercana y no como algunos que ni siquiera se molestan en saludar y que están haciendo que los feligreses se vayan alejando poco a poco y se vayan buscando otras Iglesias cercanas. Gracias Reverendo. Sacerdotes como usted son los que hacen Iglesia. Un abrazo.
24/03/19 4:42 PM
  
ACS
Miguel,

El correo es el siguiente: [email protected]

Hasta pronto .
24/03/19 8:58 PM
  
NInes
Reconozco ser una "yonqui" enganchada al blog del P. Jorge.
Ni se imagina el bien que me hace leer sus reflexiones. Aunque nos separen unos 400 Kms puedo sentir que su vida y sus palabras vienen de alguien que sabe ponerse de rodillas ante el Señor.
Ave Maria gratia plena...
25/03/19 8:56 AM

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18.03.19

Canon: una investigación que demuestra la verdad histórica de los Evangelios

Entrevista con LAUREANO BENÍTEZ GRANDE-CABALLERO, autor del libro.

En estos tiempos en los que se habla tanto de la inicua «memoria histórica», con la que la ideología neomarxista quiere manipular nuestra historia reciente para borrar las huellas de los crímenes marxistas de la República, utilizando las más sofisticadas estrategias de la ingeniería social para imponer totalitariamente su «Himalaya de mentiras», hay otra memoria que también se quiere tergiversar, una historia que se quiere desnaturalizar para que encaje en los falsos postulados de la ideología modernista: la de la veracidad histórica de los Evangelios Canónicos.

El movimiento modernista que se ha inoculado en la Iglesia desde el laicismo, ha producido una corriente exegética que pone en duda el valor histórico de los Evangelios, a los que el criticismo considera una colección de fábulas, de mitos, de leyendas, de historias cuyo contenido apologético les priva de su veracidad.

Desmontar estas corrientes laicistas sobre el Canon, demostrando su verdad histórica, es el objetivo de la investigación que Laureano Benítez Grande-Caballero acomete en su nuevo libro, al cual entrevistamos:

¿Cómo surgió la idea de publicar una obra sobre la veracidad de los Evangelios?

CANON es la tercera parte de una trilogía de obras que he dedicado al estudio de temas bíblicos. Los dos trabajos anteriores fueron CRUCIFIXIO —sobre la Pasión y Muerte de Cristo—, y RESURRECTIO —sobre la Resurrección—. El objetivo que persigo en estas tres obras es el de recusar los postulados modernistas y laicistas sobre la veracidad histórica de la figura de Jesús, que frecuentemente buscan desacreditarla a partir de un método histórico-crítico desarrollado desde actitudes escépticas, y cuyas críticas son otra modalidad de persecución a la Iglesia, acumulables con otros ataques del laicismo agresivo a la fe católica. Estos ataques tienen lugar en todos los órdenes, pero las agresiones a los Evangelios no son lo suficientemente conocidos, no hay plena conciencia entre los católicos de esta carcoma con la que pretenden corroer los fundamentos de nuestra fe. De ahí que estos trabajos pretendan sacar a la luz esta sibilina persecución.

Como afirma José María Iraburu, «La profanación de las Escrituras, especialmente del Evangelio, realizada por la exégesis protestante liberal y por el modernismo católico, puede considerarse como el mayor mal sufrido por la Iglesia en su historia,pues esa falsificación totaldel Evangelio es “el conjuntode todas las herejías».

El efecto mancomunado de estos postulados críticos ha dado como resultado que, en general, después de casi tres siglos de crítica histórica, si tuviéramos que eliminar todos los episodios evangélicos que han sido cuestionados por los investigadores, solamente nos quedaríamos con unos cuantos. Todo lo demás, según estos críticos, es invención, apología, profecía, simbolismo, exageración…

La intención de esta trilogía puede resumirse con las siguientes palabras: «Santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pedro 3:15).

Es bien sabido que desde comienzos del siglo pasado la corriente modernista que impugna los Evangelios se infiltró en la exégesis tradicional, en especial desde la exégesis liberal protestante. ¿Cómo ha respondido la Iglesia a esta infiltración?

En la encíclica Pascendi (1907), san Pío X explicaba claramente la metodología que emplea el modernismo para socavar la historicidad de los Evangelios. En la instrucción de la Pontificia Comisión Bíblica De historica Evangeliorum veritate (21 abril 1964), Pablo VI reafirma enérgicamente la verdad histórica de los Evangelios. Al comienzo de dicha instrucción se denuncia la difusión de escritos que dudan de la verdad histórica de los dichos y hechos de los Evangelios. Debido a la intervención personal de Pablo VI, la constitución dogmática Dei Verbum (18 noviembre de 1965) mantuvo vigente las grandes verdades de la fe sobre las Sagradas Escrituras, proclamando sin asomo de duda la veracidad y la historicidad de los cuatro Evangelios, tanto de las palabras de Jesús, como de los hechos de su vida, subrayando además que los autores de los escritos fueron testigos fidelísimos asistidos por el Espíritu Santo.

Sin embargo, Vittorio Messoridenuncia el hecho sorprendente de que en la teología y la exégesis bíblica actuales cada vez está más extendida y generalizada la aceptación de los postulados desarrollados por un conjunto de doctrinas críticas que hasta hace bien poco eran rechazadas por haber sido elaboradas por escépticos e incrédulos: «¡Tan sólo nosotros, simples creyentes, somos tan incautos para tomar los Evangelios al pie de la letra, haciéndonos la ilusión de que lo que narra se corresponde con lo que realmente pasó!»

Usted no es teólogo, ni biblista, ni tenía ningún conocimiento especializado que le ayudara en esta labor investigadora. ¿Cómo superó este obstáculo?

Pues como se superan todos los impedimentos a las actividades que acometemos: con infinita paciencia, y con una ímproba dedicación. Pienso que, más que un obstáculo, el ser un lego en la materia me ayudó en mi trabajo, ya que pude desarrollarlo sin prejuicios, sin ideas preconcebidas, sin estar mediatizado por el academicismo. Pienso que el gran mérito de CANON ha sido que es una obra escrita por un simple creyente, pues esto me ha dado libertad para exponer ideas nuevas, sin importarme que vayan contra la hipótesis más menos «oficiales»

Por supuesto, mi falta de formación académica me obligó a consultar muchas fuentes, la mayoría de ellas pertenecientes a la bibliografía básica sobre el tema.

¿Qué metodología empleó en su investigación para probar la veracidad histórica de los Evangelios?

Pues empleé precisamente el método histórico-crítico que emplean los laicistas librepensadores para atacar la credibilidad del Canon, pero desde una perspectiva de fe. Este método historiográfico se basa en la crítica textual, el análisis lingüístico y semántico, el estudio de los géneros literarios y el proceso de redacción. Para entender también los textos evangélicos es preciso asimismo el conocimiento del contexto sociocultural donde nacieron, a través de la antropología cultural.

Hay quien opina que no es tan importante la cuestión de determinar si los Evangelios son fiables o no desde el punto de vista histórico, ya que las enseñanzas que contienen son útiles independientemente de la veracidad o falsedad de sus narraciones. Desde este punto de vista, ¿por qué es tan importante para el creyente de hoy creer en la veracidad histórica de los Evangelios? ¿No es suficiente solo con tener fe en ellos, en que son textos revelados por Dios?

La irrelevancia de los datos históricos se puede aplicar a otras religiones, pero no a la cristiana, ya que ésta tiene como pilar fundamental la encarnación de Dios en nuestra historia, la intervención divina en nuestras circunstancias espacio-temporales, fenómeno que dio lugar a que el Eterno se involucró en nuestro tiempo, a que el reino de Dios invadió nuestra tierra. Así pues, la historicidad del NT es una garantía fundamental para la veracidad de la fe cristiana, ya que los Evangelios cristianos no son ni un sistema metafísico ni un código de conducta, sino que, por encima de todo, son «Buenas Nuevas» que hacen del cristianismo una religión histórica:Cristo es Dios encarnado en nuestra historia, algo que le diferencia sobremanera de los otros fundadores de religiones, en los cuales solamente es relevante el corpus de enseñanzas que transmitieron. Pero la figura de Cristo nos es conocida a través de los Evangelios, de ahí la necesidad de que éstos tengan una veracidad histórica garantizada por la investigación, y no solamente por la fe del que cree en ellos. El debate sobre la Persona de Jesús tiene a los Evangelios como campo de batalla.

¿De qué principios depende la veracidad histórica de los Evangelios, la cual pretende demostrar en las siguientes páginas?

Los argumentos que la mentalidad escéptica maneja a la hora de desarrollar su análisis crítico de los Evangelios son variados: su cronología es muy posterior a los hechos (más de 30 años para el texto más antiguo, el de Marcos); sus autores no fueron testigos directos, sino de «segunda generación», lo cual les otorga una datación más tardía, les resta credibilidad y les añade fantasía y leyenda; los Evangelios están manipulados y deformados para adaptarlos a las exigencias apologéticas de las primeras comunidades cristianas, por lo cual son más catequesis que narración histórica; los textos canónicos presentan tantas divergencias y contradicciones entre los distintos evangelistas, que el conjunto se hace confuso y difícil de creer; un conjunto de episodios de las narraciones evangélicas están extraídas de textos del AT, por lo cual pueden considerarse «profecía historizada».

Con la ayuda metodológica del método histórico-crítico ―del que precisamente se valen los críticos para impugnar la historicidad del Canon―, el objetivo de CANON es rebatir uno por uno los argumentos empleados para negar la veracidad evangélica, demostrando con pruebas y evidencias que es necesario adelantar la cronología evangélica, hasta situarla en épocas muy próximas a los hechos que relata el Canon; que sus autores, o fueron testigos directos, o contaron documentalmente con testimonios transmitidos por testigos oculares; que la perspectiva apologética de los textos canónicos no es en absoluto una excusa para restarles validez histórica; que las divergencias en las narraciones evangélicas son precisamente un criterio de autenticidad; y, por último que los textos canónicos se escribieron primitivamente en arameo, antes de su versión griega.

¿Qué evidencias materiales expone en CANON, a la hora de demostrar su plena historicidad? ¿Es posible demostrarla con pruebas más o menos científicas?

La veracidad histórica del CANON no se apoya en conjeturas, suposiciones, hipótesis vagas e imaginativas, sino que cuenta con un claro conjunto de evidencias. Un grupo importante de éstas proviene de los mismos textos canónicos, donde hay versículos que demuestran meridianamente su verdad histórica, siempre que se consideren de manera objetiva y libre de prejuicios. Por ejemplo, no hay ninguna referencia en los Evangelios a la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70, lo cual quiere decir que se escribieron antes de esa fecha, pues de lo contrario habrían incluido un suceso que fue catastrófico para los judíos de aquel tiempo, y que además era una manera de probar la veracidad de la profecía que Jesús hizo sobre su destrucción.

Esto quiere decir que los Evangelios jamás pudieron escribirse a posteriori de la destrucción del Templo.

Otro hecho significativo es que Lucas no habla de la muerte de san Pablo, después de haberle dedicado casi todos los Hechos de los Apóstoles. Si fue ejecutado en el año 64, eso quiere decir que los Hechos son anteriores, y, como éstos se escribieron después de su Evangelio, ya estamos en la década de los 50. Si tenemos en cuenta que su texto canónico está basado en el evangelio más antiguo, el de san Marcos, fácilmente podemos fechar éste en la década de los 40.

En cuanto a las pruebas científicas, tenemos los papiros, en especial el papiro 7Q5 hallado en una cueva de Qumran, fechado sobre el año 50 por los papirólogos, que contiene unos versículos del evangelio de Marcos según algunos estudiosos.

Éstas y otras evidencias prueban que hay que adelantar la cronología evangélica, lo cual aumenta su credibilidad, al estar más cerca de los hechos que relatan.

La veracidad de unos textos históricos también depende de la credibilidad de sus autores. ¿Qué se expone sobre este punto en CANON?

En efecto, la fiabilidad histórica del CANON depende en gran parte de la confianza que tengamos en que sus autores dicen la verdad, en que sean creíbles. Esta credibilidad aumenta si los autores fueron testigos presenciales, o si tuvieron contacto directo con testigos presenciales que les relataron sus testimonios.

La historiografía crítica niega casi unánimemente la autoría tradicional del CANON, atribuyéndola a discípulos de segunda generación, rechazando que fuera escrito por las personas a las que se les atribuyen los textos evangélicos. Sin embargo, partiendo de que hay muchas evidencias internas de que fueron escritos en una lengua semítica, y de que hay que adelantar su cronología, hay suficientes pruebas para determinar que la autoría tradicional es correcta, pues aparece garantizada por los textos patrísticos desde el siglo II. En la redacción griega pudieron intervenir discípulos de segunda generación, que, o tradujeron los textos desde el arameo, o transcribieron fielmente la predicación apostólica.

Una evidencia de esto nos la proporcionan los mismos autores tradicionales a los que se atribuye el CANON: Marco fue discípulo de Pedro, y no un apóstol: Mateo era un antiguo recaudador de impuestos, profesión ominosa para los judíos: Lucas era un médico proveniente de la gentilidad… Es decir, ninguno era una figura relevante, al revés que ocurre con los Evangelios Apócrifos, que se autoatribuyen sin pudor a personajes mucho más prominentes.

¿Cómo se podría resumir la conclusión final de CANON, la idea central que preside el libro?

Al final de nuestra investigación, demostramos fehacientemente la total exactitud de las siguientes palabras, con las que el exégeta Latourelle concluye su obra Criterios de autenticidad histórica de los evangelios:

«A medida que las investigaciones van avanzando, el material reconocido como auténtico crece sin cesar y tiende a alcanzar al Evangelio entero El prejuicio sistemático de sospecha que ha recaído sobre los evangelios, durante casi un siglo, recae actualmente, gracias al estudio de los criterios de autenticidad, sobre quienes niegan dicha autenticidad. Esta inversión de las posiciones no es un retorno a la ingenuidad acrítica, sino la consecuencia de que los evangelios han encontrado de nuevo crédito a los ojos de la crítica histórica».

La cuestión más grave y decisiva es si se cree o no en la historicidad de los Evangelios. O dicho, con perdón, más claramente: la cuestión central está en si se cree o no en el Evangelio.

El libro CANON: UNA INVESTIGACIÓN QUE DEMUESTRA LA FIABILIDAD HISTÓRICA DE LOS EVANGELIOS puede conseguirse en Amazón

 

Javier Navascués Perez

3 comentarios

  
maru
En estos momentos de tiniebla en la Iglesia, es una muy buena noticia, para restar veracidad a los que dicen lo contrario.
18/03/19 3:37 PM
  
yomismo
"Otro hecho significativo es que Lucas no habla de la muerte de san Pablo, después de haberle dedicado casi todos los Hechos de los Apóstoles."

Y casi lo mismo se podría decir de San Pedro. Es el segundo personaje con más protagonismo de los Hechos de los apóstoles, y además... es San Pedro.
20/03/19 9:36 PM
  
Sofía Z.
Qué bueno Javier.
Muchas gracias.
21/03/19 7:34 AM

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11.03.19

El liberalismo concede los mismos derechos al error que a la verdad

El liberalismo es una de las ideologías más deletéreas para la religión católica, la única verdadera, puesto que concede los mismos derechos al error que a la verdad.

La libertad de cultos, hoy tan ensalzada por los modernistas, fue rotundamente condenada por el Magisterio de la Iglesia. Numerosos Papas nos advirtieron de sus graves peligros, entre ellos León XIII en laencíclica Libertas praestantissimum sobre la verdadera libertad frente al liberalismo.

Javier Martínez,  licenciado en Filosofía y padre de familia, ha estudiado en profindidad la mencionada encíclica. Siguiendo la solidísima doctrina de este Pontífice, de feliz memoria, expone lo dañino que es conceder derechos al mal y al error. Teniendo como base un profundo razonamiento filosófico y teológico, denuncia el gravísimo cáncer del liberalismo y una de sus funestas consecuencias: la libertad de cultos.

¿Cómo se define en la encíclica la auténtica libertad?

Nos recuerda León XIII que actualmente, el hombre post-moderno, tiende a considerarse libre por haberse desprendido de la religión y por hacer aquello que la voluntad y sus pasiones le ordenan. Enarbola la bandera de la libertad, pero de una falsa libertad, aquella que nace del NON SERVIAM. En primer lugar, la libertad solo la tenemos los humanos (por tener inteligencia y razón) la cual nos hace responsables de nuestros actos. La razón juzga la maldad o bondad de los actos, consecuencia de la ley natural. Así pues, la libertad es un medio para alcanzar un fin.La libertad tiene por objeto un fin conforme a razón.

Sin embargo, la voluntad y la razón que la guía, pueden enjuiciar por bueno algo que no lo es y de actuar, por tanto, estaría produciéndose un abuso de la libertad. De esta forma como se dice en la encíclica: la libertad de pecar, no es tal, es una esclavitud de la razón y la voluntad. De tal forma, para que sea auténtica libertad pues, es menester que la razón esté formada en recta doctrina e iluminada por la gracia sobrenatural, que la perfecciona.

¿Cuál sería por tanto la falsa concepción liberal sobre la libertad?

La concepción del liberalismo sobre la libertad, principalmente no es más que una pura licencia (o conjunto de ellas), dado que han apartado y negado la gracia sobrenatural y la identificación y búsqueda clara y deseable del Bien y la Verdad.

En consecuencia, el juicio sobre la Verdad y el Bien queda abandonado a la razón por sí sola. No hay diferencia objetiva entre bien y mal, el vicio y la virtud no se distinguen. Todo ello proviene de la proclamación del hombre como ser soberano frente a Dios, que alcanza su máxima expresión el NON SERVIAM de Lucifer.

Por lo tanto, ¿por qué no debería estar permitida la libertad de cultos?

Es obvio, que el bien debe hacerse y el mal evitarse, como dice León XIII: aquello que es aplicable al hombre lo es también para la sociedad y su bien común. Teniendo presente que el objetivo más elemental de un Estado (que no sea tiránico) es el bien común de sus ciudadanos, se comprende en el mismo, su bien moral, que es frontalmente atacado por el liberalismo al no obedecer éste a una razón suprema y eterna que es el fin de la libertad humana: Dios.

Habiendo expuesto el prudente racionamiento y orden de la libertad, procederemos a explicar que es la libertad de cultos o de religión y su mal intrínseco. No se nos escapa, que teniendo en cuenta el error del liberalismo, que tantas almas directa o indirectamente ha llevado al infierno, todas aquellas “libertades” que se deriven de éste no son más que licencias y vicios, de los más dañinos para el bien terrenal (de los pueblos y los hombres) y el bien espiritual (el de su salvación).

Esta falsa libertad, establece que cada uno puede profesar la religión que quiera o no profesar ninguna. Pero esto es contrario a la verdad, ¿por qué?

Porque la más alta e importante obligación que nos manda Dios es darle culto que merece a través de la religión verdadera. El Amarás a Dios sobre todas las cosas, no sólo debe darse a nivel particular sino también al de los Estados que persiguen el bien común de sus ciudadanos. La gravedad radica en ser infiel a la obligación santísima de darle culto.

¿Por qué no es lícito que gocen de los mismos derechos todas las religiones o mejor dicho equiparar la única religión verdadera con las falsas creencias?

Porque solo la verdad tiene derechos, el mal no los tiene. Pio XII enseña: Lo que no responde a la verdad y a la norma moral no tiene objetivamente ningún derecho de existencia, ni la propaganda ni a la acción.

Acerca de esto, los Papas han hablado claramente y resumen las razones por las que no es lícito que todas las religiones gocen de idénticos derechos:

  • No es lícito, porque suprime la fundamental búsqueda del bien común.

  • No. Porque anula los deberes de honra pública y exclusiva (salvo prudencias circunstanciales) del Estado a Dios. Excepción por prudencia:

León XIII: Aun concediendo derechos sola y exclusivamente a la verdad y a la virtud no se opone a la Iglesia, sin embargo, a la tolerancia por parte de los poderes públicos de algunas situaciones contrarias a la verdad y a la justicia para evitar un mal mayor o para adquirir un mayor bien.

  • No, porque se permite manifestar y propagar el error religioso, cosa que pone en peligro la más importante misión del hombre, su salvación eterna.

¿Qué más consecuencias se derivan de esta libertad de cultos?

Propicia la separación de la Iglesia y el Estado (la separación moral), lo cual deriva en tiranía. Se niega la realeza de Jesucristo, que es Rey de cielos y tierra. La realeza implica instaurar todas las cosas en Cristo, que fundó una sola Iglesia. Con la libertad de cultos no es posible por tanto implantar en la sociedad la realeza de Jesucristo.

La laicización de los Estados y su descristianización acelerada. Pues cuando se otorgan los mismos derechos a todos los errores, la verdadera fe desaparece cada vez más. En una sociedad católica las almas se salvarán más fácilmente, pero en una en donde debe la Iglesia debe existir junto con falsas religiones y sectas, esa salvación se torna mucho más difícil.

Para concluir, ¿Por qué los Estados deberían prohibir la libertad de prensa?

Reconociendo la realeza de Nuestro Señor Jesucristo y asumiendo que todos los derechos son y provienen de él y como afirmaba León XIII en la encíclica Inmortale Dei: no es lícito publicar y exponer a la vista de los hombres lo que es contrario a la virtud y a la verdad, y es mucho menos lícito favorecer y amparar esas publicaciones y exposiciones con la tutela de las leyes.

Javier Navascués Pérez

14 comentarios

  
Joaquín
No me parece buena idea alabar tanto una encíclica que implícitamente acepta un razonamiento moral de tipo utilitarista: conceder derechos al error es malo (la tolerancia es un derecho) pero puede hacerse si con ello se evita un mal mayor o se consigue un bien mayor. Con este razonamiento, León XIII, tan admirable en otras muchas cosas, de hecho invalida toda la enseñanza de la encíclica.
11/03/19 12:09 PM
  
Luis López
El problema es que o seguimos las doctrinas firmes de estos grandes papas del siglo XIX, o atendemos a las novedades a partir del Concilio Vaticano II.

En su Encíclica "Pacem in Terris" (1963, en pleno CVII), San Juan XXIII, dice:

"14. Entre los derechos del hombre débese enumerar también el de poder venerar a Dios, según la recta norma de su conciencia, y profesar la religión en privado y en público".

Es evidente que puede interpretarse razonablemente ese texto como lo siguiente: si en recta conciencia, alguien abraza el error, tiene derecho a pesar de ello, a profesar su religión en público no sólo en privado (lo que siempre ha admitido la Iglesia) sino en público (lo que nunca ha admitido sino meramente tolerado).

Esa interpretación, al no estar rechazada en la misma Encíclica, hay que suponer que es válida, aunque vaya en contra de la doctrina tradicional sobre el error y las falsas religiones.

Lo curioso es que ese texto, sin hacer referencia luego a los deberes respecto a la religión verdadera, cita luego sin rubor a León XIII (en su proclamación de la libertad del cristiano), aunque creo que este Papa se hubiera echado las manos a la cabeza con la afirmación de este sucesor suyo.
11/03/19 1:12 PM
  
DJ L
"Sana laicidad" es un binomio mutuamente excluyente pero que el 100% de los católicos se han tragado y propagan alegremente confiados.

¿En qué área recomendarán nuestros sacerdotes la "sana laicidad" a sus ovejas?
¿Para la Sanidad pública? ¿Enseñanza? ¿Prensa? ¿Arte ¿Política?...así van todas sin Dios, apartado por el Hombre.



12/03/19 4:31 PM
  
Juan Argento
En mi interpretación de este artículo, un objetivo implícito de la crítica realizada por él es la declaración Dignitatis Humanae del Concilio Ecuménico Vaticano II, en la presuposición implícita de que el texto de esa declaración está inspirado en el liberalismo doctrinario descripto aquí. (El cual, de paso, es tratado también en la encíclica Quanta Cura de 1863, cuyas definiciones, a diferencia de las de Libertas praestantissimum, reunen los requisitos para la infalibilidad.)

A partir de esa interpretación, creo conveniente notar que la doctrina enunciada en Dignitatis Humanae no está basada en una afirmación soberbia de la autonomía del hombre frente a Dios, sino por el contrario, en un reconocimiento humilde de las limitaciones cognitivas y epistémicas del hombre concreto en su condición histórica, a quien le insume tiempo y esfuerzo llegar al conocimiento pleno de la verdad.

En el interín, hasta que una persona concreta logra llegar a ese conocimiento pleno superando las dificultades externas e internas presentes en su condición concreta, ¿debe abstenerse de glorificar a Dios y darle gracias, deber que, según S. Pablo en Romanos 1,19-21, todos los hombres tienen a partir del mero conocimiento racional de Dios, aún antes de recibir de Él revelación sobrenatural alguna? ¿O en todo caso debe hacerlo solamente en la privacidad de su hogar y no comunitariamente?

Nótese que este razonamiento no incluye la idolatría, por la cual no se honra a Dios (1 Cor 10,20).
12/03/19 10:55 PM
  
Juan Argento
Corrijo un error en mi comentario anterior: Quanta Cura es de 1864. Y aprovecho para citar una afirmación condenada (infaliblemente) en ella:

"la libertad de conciencia y cultos es un derecho propio de todo hombre, derecho que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida;"

Hay dos sentidos en que esa libertad y derecho pueden ser entendidos: un sentido de autonomía soberbia frente a Dios, "yo hago lo que se me da la gana", el "non serviam", y un sentido de apertura humilde a Dios y búsqueda de la verdad revelada por Él en medio de dificultades internas (por ej. prejuicios adquiridos por la educación) y externas.

El sentido condenado por Quanta Cura es muy claro a partir del término "proclamado". Nadie "proclama" su dificultad para aprender a hablar un idioma o a jugar al futbol. Lo que Dignitatis Humanae dice es que el Estado debe dejar que los que no han logrado aprender a jugar bien al futbol jueguen como pueden entre ellos, en vez de forzarlos a quedarse sentados hasta que logren aprender a jugar bien.
12/03/19 11:19 PM
  
Rafael Escobedo Romero
Como católico y como historiador que investiga específicamente sobre la cuestión de la libertad religiosa, me preocupa mucho la difícil cuestión de la continuidad magisterial en esta materia. Siendo lego en materia teológica, he tratado de profundizar en esta materia y he rogado al Espíritu Santo el don de ciencia para comprenderla, si bien en última instancia, casi siempre agotado, no me suele quedar más remedio que confiar con humildad en mi Madre la Iglesia. Usted, Javier, sabe, igual que yo, que los documentos del Magisterio, todos ellos, igual que la Sagrada Escritura, los católicos hemos de leerlos EN y CON la Iglesia, en comunión con el Papa y los obispos.

Dicho lo cual, de laico a laico, y de lego a lego, me preocupa que su lectura de la "Libertas, praestantissimum" pueda ser errónea e inducir a error a los lectores de su blog. La literalidad del texto de su entrada, el tono de su redacción, incluidas las negritas de énfasis, se contradicen con lo que la Iglesia nos enseña en la "Dignitatis humane":

«Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural. Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil».

A la hora de leer la "Libertas, praestantissimum" y otros documentos magisteriales no cabe ignorar, como si no existiese, la "Dignitatis humanae", así como otros documentos magisteriales en el mismo sentido y, por último, el Catecismo de la Iglesia Católica (2104-2109).

Líbreme Dios de insinuar que los ignora usted, pero la lectura de su entrada, tan breve como tajante, pareciera manifestar lo contrario.
13/03/19 9:26 PM
  
Luis Fernando
Rafael Escobedo Romero, lo que no puede ser, no puede ser... y además es imposible.

Y con eso le digo nada... y todo.
14/03/19 6:02 PM
  
Luis López
Rafael Escobedo dice: "La literalidad del texto de su entrada, el tono de su redacción, incluidas las negritas de énfasis, se contradicen con lo que la Iglesia nos enseña en la "Dignitatis humane":

Pues sí. Pero no las negritas del artículo sino en realidad toda la doctrina anterior al CVII.

Llevo desde hace años intentando convencerme de que no hay contradicción entre la doctrina tradicional sobre la libertad religiosa y la doctrina asentada a partir del CVII, pero sinceramente no puedo, no lo veo. Llevo pensando y repensando los argumentos de los que dicen que no hay contradicción (por ejemplo, el que acaba de dar hábilmente Juan Argento, comentario arriba), pero debo ser muy torpe porque lo que leo y veo es que, tanto en documentos como en la práctica, ha cambiado todo. Absolutamente todo.

Y por muchas argucias dialécticas que usemos, por muchas habilidades de exégesis de textos que empleemos, creo que nadie en conciencia puede negar ese hecho.

¿Alguien piensa que Pío IX, Gregorio XVI, León XIII, Pio X, Benedicto XV, Pio XI e incluso Pio XII comprenderían la DH? Y ojo, no se me diga que eran épocas diferentes porque ese es precisamente el meollo del debate, mucho más grave que lo que pensemos o no sobre la libertad religiosa: si el tiempo puede dar un vuelco de 180 grados a una doctrina milenaria, asentada y firme.

A mí veinte siglos de catolicismo me han enseñado que no. Pero el modernismo dice que sí.
14/03/19 9:04 PM
  
Juan Argento
Luiz López, lo entiendo y claramente no está solo en su percepción de que hay un problema real y de que minimizarlo o esconderlo no es una opción. Si la moderación lo encuentra aceptable, presento a continuación un resumen muy breve de mi entendimiento del tema, por si puede ayudar a clarificar.

Hay 2 casos posibles, tal que el primero da lugar a 2 posiciones válidas en principio:

A. DH contradice definiciones falibles del magisterio anterior. En este caso un católico puede quedarse con las definiciones falibles de DH o con las del magisterio anterior.

B. DH contradice definiciones infalibles del magisterio anterior. En este caso un católico DEBE rechazar DH.

Dado que, evidentemente, el punto más crítico en este tema es la posibilidad de que el caso fáctico sea el B, yo dediqué algún tiempo y energía a estudiar la compatibilidad de DH con Quanta Cura, que es el único documento del magisterio anterior sobre el tema que satisface los requisitos de la infalibilidad. Mi conclusión fue que ambos documentos pueden interpretarse plausiblemente de forma tal que no haya contradicción entre ellos, pero esa interpretación no es de manera alguna trivial ni evidente en una primera lectura. Por si le interesa, publiqué mi estudio en
cuestionesdiscutidas.blogspot.com
14/03/19 11:45 PM
  
Luis López
Juan, le agradezco su comentario y su referencia, que no dude que leeré.

En todo caso, creo que ya no cabe ninguna duda acerca del cambio radical operado con la mera lectura de otro texto importantísimo, la Encíclica de San Juan Pablo II "Redemptor hominis" que ya sin subterfugios considera "ofensiva" la limitación de la libertad religiosa de cualquier comunidad "independientemente de la religión profesada".

Aquí se va mucho más allá de la DH (o más bien saca las consecuencias inevitables de ese texto del CVII). Literalmente afirma lo siguiente:

“Ciertamente, la limitación de la libertad religiosa de las personas o de las comunidades no es sólo una experiencia dolorosa, sino que ofende sobre todo a la dignidad misma del hombre, independientemente de la religión profesada o de la concepción que ellas tengan del mundo. La limitación de la libertad religiosa y su violación contrastan con la dignidad del hombre y con sus derechos objetivos. El mencionado Documento conciliar dice bastante claramente lo que es tal limitación y violación de la libertad religiosa”

Y salvo que neguemos el principio de contradicción, es imposible conciliar ese texto del gran Juan Pablo II con el de otro gran Papa, León XIII ("Libertas praestantissimum"):

"Ahora sólo queremos hacer una advertencia: la libertad de cultos es muy perjudicial para la libertad verdadera, tanto de los gobernantes como de los gobernados".

De hecho, no sé sin quererlo, el texto de San Juan Pablo II, califica de "ofensa" la siguiente proposición condenada en el "Syllabus":

"De aquí que laudablemente se ha establecido por la ley en algunos países católicos, que a los extranjeros que vayan allí, les sea lícito tener público ejercicio del culto propio de cada uno".

¿De verdad piensa que es posible la conciliación? ¿En serio?
15/03/19 1:10 PM
  
Juan Argento
Luis, en este tema y unos cuantos otros es esencial jerarquizar los distintos pronunciamientos del Magisterio. No es lo mismo que un Papa o un concilio ecuménico afirmen simplemente algo a que lo hagan en un marco que da a lo afirmado valor magisterial adicional o incluso definitivo. Por eso justamente me focalicé en ver si podía conciliar Dignitatis Humanae (que no es infalible pero por ser de un concilio ecuménico tiene bastante peso) con Quanta Cura, en la que Pío IX usa un marco que reune los requisitos para la infalibilidad.

Pero atención que el marco de infalibilidad aplica solamente a lo afirmado en Quanta Cura, no a lo afirmado en el Syllabus que la acompaña, como se explica en estos artículos del blog del comentarista "Martin Ellingham":

info-caotica.blogspot.com/2015/08/valor-del-syllabus.html

info-caotica.blogspot.com/2015/08/el-syllabus-es-una-definicion-ex.html
15/03/19 11:25 PM
  
José Ignacio
Osea,se equivocó el Concilio vaticano segundo.Juan XXIII, Pablo VI y San Juan Pablo II. Pero ustedes no.
16/03/19 12:40 AM
  
Luis López
José Ignacio jamás he dicho que el CVII se equivocara en la DH. Lo que digo es que hay un cambio de doctrina consciente (un cambio de doctrina inconsciente si seria un error) y que traicionaria mi conciencia si dijese lo contrario.

Y que ante esa tesitura es logico que se plantee un problema grave de credibilidad de la Iglesia. Negarlo también sería traicionar a mi conciencia
17/03/19 1:48 PM
  
Ecclesiam
«El Concilio Vaticano II, bajo la asistencia del Espíritu Santo, es el XXI concilio ecuménico, y ha de ser recibido íntegramente por todos los hijos de la Iglesia. Puede y debe ser interpretado en todos sus documentos a la luz de la Tradición eclesial. Otra cosa es que cada uno de nosotros sea capaz mentalmente de lograr esa homogénea y continua interpretación. Comprendo que alguno tenga dificultades mentales en la aceptación de ciertos textos.

Ahora bien, si en algún punto ciertos cristianos no alcanzan a ver esa continuidad, tendrán que 1) procurar encontrarla; y si no lo consiguen, deberán 2) preguntar a quien pueda ayudarles; y si tampoco así lo consiguen, 3) habrán de suspender el juicio sobre el tema. 

Lo que nunca nos permitiremos los católicos es afirmar que alguno de los documentos del Sagrado Concilio ecuménico Vaticano II incurre en error, al no salvar la fidelidad a la Tradición doctrinal católica. Si el punto en cuestión es de fe, es imposible que yerre la Iglesia en un Concilio porque es infalible. Si no es cuestión de fe, sino de prudencia pastoral, asistida la Iglesia también en sus discernimientos de modo especial por el ESanto, no podemos hablar de un quiebre con la Tradición doctrinal católica. En ambos casos, nunca nosotros somos quiénes para afirmar que un sagrado Concilio ha errado, quebrando la inquebrantable Tradición doctrinal de la fe católica.

"Creo en la santa Iglesia Católica" (Credo, art. 9º). Eso tiene que ir por delante de todo análisis de un texto conciliar. Explico con un ejemplo lo que quiero decir:

Objeción gravísima. Imaginemos que un cristiano nos dice: "yo no puedo creer en el infierno como una condenación eterna. No logro conciliar esa verdad de fe con la verdad de fe en un Dios infinitamente bueno, que antes de infundir un alma sabe cuál va a ser su destino eterno de salvación o de condenación, y que en cualquier momento puede salvar al pecador con un golpe de gracia que le convierta. No puedo quebrantar en mi mente el principio de contradicción, que Dios ha puesto en ella. No puedo, por tanto, creer en el infierno".

Respuesta. "Ud. primero de todo firme, afirme y confirme todo lo que la Iglesia enseña acerca del infierno como dato de fe. Y después, si es preciso consultando con otros, trate de ayudar el acto intelectual de su razón-fe para que alcance a conciliar dos verdades aparentemente contrapuestas. Si llega a hacerse posible ese acto, perfecto. Si no, tendrá que suspender el juicio, y habrá de auto-prohibierse pensar en ese tema, porque ya ve Ud. que no es capaz de pensar sobre el infierno según la fe católica, y Ud. de ningún modo debe quebrantarla con pensamientos consciente y libremente consentidos".

Ilustro lo dicho con un ejemplo. Von Brentano escribe que la Beata Ana Catalina Emmerick, según ella le contó, "por espacio de mucho tiempo tuvo la costumbre de tratar con Dios de por qué no convierte a los grandes pecadores y por qué castiga eternamente a los que no se convierten. Decía a Dios, que no sabía cómo podía ser así, pues esto era contra su divina naturaleza; que convirtiéndolos ejercitaría su bondad, ya que nada le costaba convertir a los pecadores, los cuales estaban bajo su mano; que debía acordarse de lo que Él y su amado Hijo habian hecho por ellos, pues su Hijo había derramado su sangre y había dado su vida en la cruz; y de lo que Él mismo ha dicho en la Sagrada Escritura acerca de su bondad y misericordia y de las promesas que ha hecho. Si el Señor no es fiel a su palabra, ¿cómo puede pedir a los hombres que cumplan la suya?".

"El señor Lambert [su director espiritual], a quien ella le dijo estas cosas, le repuso diciendo: 'Poco a poco, que vas damasiado lejos'. Después vio ella que eso debía ser así como Dios lo tiene dispuesto' ".

Téngase en cuenta que en este caso, la aparente inconciliabilidad de verdades se produce nada menos que entre una Palabra divina y otra Palabra también divina. El principio de contradicción, en la mente humana (ratio fide illustrata) de la Bta. Ana Catalina, le exige negar la posibilidad de un infierno eterno. Y consiguientemente la Beata, con toda humildad, y reconociendo la extrema falibilidad de nuestra mente, suspende el juicio en ese tema, aceptando sin más lo que Dios mismo enseña sobre el infierno y propone la Iglesia docente. 

Los lefebvrianos a veces parece (no estoy seguro) que, queriendo situar en primer lugar "las cuestiones doctrinales", ponen el acuerdo doctrinal como "condición previa" para poder llegar a la plena comunión con la Iglesia actual, la de Benedicto XVI y del sagrado Concilio ecuménico Vaticano II. Por el contrario, convendría que afirmasen en primer lugar la fe incondicional y plena en la Santa Iglesia Católica, la que hoy existe y vive, y que, en plena comunión con Pedro y bajo Pedro, aceptando totalmente los veinte Concilios, cesen de afirmar que en ciertos temas el Vaticano II contradijo la Tradición doctrinal católica.

Y convendría que después, plenamente dentro de la Iglesia, tratasen, con las ayudas precisas, de conciliar doctrinas que ahora consideran inconciliables. Y si no lo consiguieran... habrían de suspender el juicio. Pero el "creo en la Santa Iglesia Católica" deben ponerlo en primer lugar, incondicionalmente, ya que toda nuestra fe se apoya en la Roca de Pedro, que es infalible».

P. José María Iraburu
24/03/19 1:32 PM

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