Martínez-Pinna: “Para superar la crisis de la Iglesia, el cristianismo tiene que volver a ser un referente moral”

Volvemos a reflexionar conel escritor Javier Martínez-Pinna sobre su libro Eso no estaba en mi libro de historia de la Iglesia Católica y algunos aspectos que se quedaron en el tintero en la anterior entrevista.

En su libro, de reciente publicación, anota un cierto paralelismo histórico entre el final del mundo romano y los tiempos actuales. ¿Por qué lo hace?

Porque desde finales del siglo XX el mundo occidental está sufriendo una importante crisis de valores que, en buena medida, nos recuerda a lo que ocurrió en Roma entre los siglos III y IV. En este sentido, traté de entender qué hicieron los primeros cristianos para conseguir transmitir el mensaje de Cristo a una sociedad que ya no se identificaba con sus antiguas creencias y que sufría una evidente crisis, no solo política y económica, sino también espiritual. El éxito de los creyentes en Jesús fue asombroso porque, si hacemos caso a Ireneo de Lyon, en el siglo III ya existían comunidades cristianas en toda la cuenca del Mediterráneo, desde España hasta Oriente, desde Egipto hasta la lejana Germania. Además de lo dicho, debemos de tener en cuenta que el impulso para la misión cristiana, que partió de la actuación histórica de Jesús, se vio favorecida por la presencia de una cultura y una lengua común, por lo que el imperio no fue, como se ha querido entender, un factor negativo a la hora de comprender el éxito del cristianismo.

¿Qué papel desempeñaron los apóstoles en la difusión del cristianismo?

Los apóstoles, obedientes al mandato de Cristo, asumieron la responsabilidad de anunciar su mensaje a todos los pueblos y naciones del mundo conocido. Por desgracia no nos es fácil conocer las correrías evangélicas de los doce debido a la vaguedad de las fuentes históricas. Al menos sabemos que Pedro marchó a Palestina y que se instaló temporalmente en Antioquía, ciudad llamada a convertirse en uno de los centros más destacados del primer cristianismo. Es probable que también llegase a Corintio, pero su destino definitivo fue Roma, capital imperial, de cuya Iglesia fue primer obispo. En cuanto a Juan, después de una larga permanencia en Palestina llegó a Éfeso, mientras que antiguas tradiciones sitúan a Santiago el Mayor en España y a Tomás en la India. A pesar de lo dicho, la expansión del cristianismo no solo podemos entenderla como resultado de la actividad de los apóstoles.

Si queremos tener una imagen mucho más próxima a la realidad debemos de tener en cuenta que en la mayor parte de las ocasiones fueron hombres humildes y desconocidos, muchas veces soldados y esclavos, comerciantes o navegantes, los primeros en anunciar el mensaje de Jesús. Su proclamación del evangelio permitió la fundación de numerosas comunidades cristianas, en su mayor parte en las ciudades imperiales, espacio vital de los creyentes que sirvió de modelo a las futuras circunscripciones eclesiásticas.

Nos ha llamado la atención la descripción que hace sobre las formas de vida y el día a día de los primeros cristianos.

Resulta muy interesante comprobar que los creyentes en Cristo, desde el principio, tenían unas costumbres que no se diferenciaban mucho de las nuestras. Si leemos los Hechos de los Apóstoles comprobaremos que los cristianos acudían a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. De esta manera, aparecieron de forma muy temprana algunas expresiones y actos litúrgicos considerados células germinales de la Tradición y la Sagrada Escritura. En el caso del bautismo, de tradición judía, pero con elementos novedosos, se interpretaba como un rito de recepción. También sabemos que los cristianos primitivos se reunieron en sus casas y celebraban comidas rituales donde se recordaban los relatos y hechos del Jesús histórico. Durante esta eucaristía se pronunciaba una antigua invocación: «Marana-tha» que significa ¡ven, Señor nuestro!, una llamada que implicaba la creencia en la venida del Señor. Vemos que en estos momentos tan tempranos quedó establecido el marco fundamental de la liturgia, ya que, además de la eucaristía, se procedía a la lectura de la Sagrada Escritura y se recitaban salmos y oraciones. Entre estos primeros creyentes, que consideraban cercana la parusía, se popularizó una forma de vida en común, en la que los cristianos compartían sus bienes e incluso vendían sus pertenencias para ayudar a los más necesitados.

En el libro asegura que, en medio de este proceso de desintegración, los primeros cristianos, con su ejemplo, supieron llevar un mensaje de esperanza a unos hombres y mujeres que asistían con preocupación al final de una época.

Así es. Y también afirmo que hoy, si realmente queremos solucionar la crisis de la Iglesia, deberíamos aprender de los primeros cristianos y convertirnos en un referente moral ante una sociedad cansada y que está empezando a reaccionar frente a las formas del pensamiento postmoderno, del nihilismo y del relativismo que no está llevando a un desierto espiritual. En los primeros siglos, frente a las formas y costumbres de la religión pagana, orientada a lo cultual, el cristianismo reclamaba la totalidad del hombre, por lo que la conversión implicaba la asunción de una nueva forma de entender la vida, por eso, ante la sociedad pagana, los creyentes en Cristo destacaron por su moralidad y normas de conducta. Según Teófilo, los cristianos se dejaban llevar por la moderación, observaban la monogamia, huían del pecado y de la injusticia, testimoniaban su piedad con obras de caridad y obedecían la ley, por lo que dicha actitud sirvió para presentar al cristianismo como una auténtica fuerza moral. ¿Fue esta una de las principales razones del éxito de la nueva religión? Probablemente, así fue.

También asegura que después del Edicto de Milán con el que se garantizaba el pleno respeto religioso a todos los súbditos del imperio, y con la consolidación del cristianismo como religión oficial del imperio, se empezaron a adoptar medidas más humanizadoras.

Así es, además, con la incorporación de los principios morales de las Sagradas Escrituras, que tendrán cada vez más peso en las leyes, se gesta lo que hoy conocemos con el nombre de derecho romano-cristiano. En el marco de esta política religiosa se adoptaron medidas más acordes a la moralidad cristiana. En el 315, por ejemplo, se promulgó un decreto por el que se prohibía desfigurar el rostro de los condenados por haber sido formados a imagen y semejanza de Dios. Un año más tarde, un nuevo decreto permitió a la Iglesia liberar a los esclavos y en 321 se estableció la prohibición de profanar el domingo con trabajos manuales y acciones judiciales. El humanitarismo se hizo más evidente con la reducción de los espectáculos con gladiadores, mirados con desprecio por los cristianos por su extrema crueldad y con la abolición de la utilización habitual de la crucifixión como forma de ejecución.

Después de escribir este libro, ¿qué futuro pronostica para la Iglesia católica?

Vivimos en el contexto de lo que muchos llaman postmodernidad, pero, como decía Jutta Burgraff, esta solo puede ser una etapa de transición que anticipa una nueva era que no conocemos. Si nos preguntamos qué nos deparará el futuro solo podemos encontrar dos respuestas. Tenemos la opción de continuar con la dinámica actual o, por el contrario, nos aferramos a nuestras tradiciones para superar esta etapa de crisis. Ya lo decía Benedicto XVI cuando advertía que Europa no podía renegar de sus raíces cristianas, de ese cristianismo que nos ha hecho ser lo que somos y que modeló el continente con sus numerosas iglesias e importantes monasterios. Desde mi punto de vista, creo que un mejor conocimiento de la historia de la Iglesia nos permitiría comprender los grandes errores cometidos, pero, también, la labor desarrollada para fundamentar la identidad europea. En este sentido, creo que una recuperación de los principios del cristianismo nos puede ayudar a encontrar una verdad absoluta, firme, sobre la que se asienten los valores más adecuados para una convivencia respetuosa.

Por Javier Navascués

2 comentarios

  
JSP
1. Para que el Cristianismo vuelva a ser un referente moral, debe superar el espíritu del Concilio, debe barrer la casa de Modernismo.
2. Pues, la crisis de la Iglesia no es tanto como el fin del Imperio romano de Occidente, donde la Iglesia formaba parte del Estado, sino por la gran apostasía que ha devenido por el CV II, no por el propio Concilio, sino por el buenismo postconciliar que ha derivado en Dictadura de Relativismo.
3. Es decir, que no se puede ser nunca un referente moral diciendo un Obispo si a la anticoncepción y otro que no, o que muchos digan si y muchos callen.
4. Esto es, que ortodoxos y heterodoxos (herejes) convivan juntos, cada uno con su moral situacional, y muestren doctrina relativista según Doctrina y opinión hereje.
5. Desde Pío X hasta Pío XII se combatió al Modernismo, al hereje. Ver Motu Proprio Praestantia Scripturae, 18 de noviembre de 1907.
6. San Pío X, para frenar la deriva de agresión de los modernistas en el desprecio por la autoridad y las directivas de la Roma católica, a través de la formación nueva filosófico-teológica, Nouvelle Théologie, había pedido que fueran alejados de los Seminarios y de las casas de formación de los religiosos los profesores sospechosos y que fueran excluidos de las órdenes religiosas «aquellos jóvenes que arrojen la más pequeña duda de correr detrás de doctrinas condenadas o dañosas novedades».
7. Con el Concilio Vaticano II se hizo caso omiso restringiéndose a la nueva pastoral sin anatema, y sospechosos y declarados herejes pululan por doquier. Y sueltan y escriben sus herejías y se quedan tan panchos. En especial en el espíritu del Concilio, tras el cual maduró la crisis actual que vive la Iglesia. Por poner un poner de desprecio a la autoridad tenemos el Camino alemán, que elige sinodalmente = democráticamente y psicológicamente, la verdadera moral votado por mayoría.
25/06/25 10:57 AM
  
Juan Mariner
Hay que superar el ABURGUESAMIENTO, y mimbres para hacer un buen cesto los hay, a pesar de los grupos sociales que tienen tomado el poder en la Iglesia.
25/06/25 12:03 PM

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