Saber pedir perdón

Una de las cosas que nos dijo don Eduardo es que era católico. El pedir perdón y sobre todo cómo lo pidió, creo que le ha enaltecido.

He escuchado dos intervenciones de D. Eduardo García Serrano en “El gato al agua”. En la primera arremetió con todo contra la Consejera de Sanidad del Tripartito de Cataluña, por su página web de la que es responsable política y en la que se incita a nuestros muchachos y muchachas a tener relaciones plenas o a prácticas como la masturbación, el petting y el sexo oral. En la segunda pidió perdón por sus insultos de la semana anterior con una intervención que los que tuvimos la suerte de oírla, tardaremos tiempo en olvidarnos de ella.

Una de las cosas que nos dijo don Eduardo es que era católico. El pedir perdón y sobre todo cómo lo pidió, creo que le ha enaltecido. Esto me ha hecho reflexionar sobre dos cosas: en qué consiste pedir perdón y también si los católicos tenemos más facilidad en pedir perdón que aquéllos que no lo son.

El evangelio es la buena noticia, entre otras cosas, porque nuestros pecados pueden ser perdonados. Eso es lo que nos enseña el Credo. Personalmente, me llama mucho la atención cuando digo Misa, la gran frecuencia con que aparece el tema del perdón. No sólo en la celebración penitencial del inicio de la Misa,  o en el “per evangelica dicta, deleantur nostra delicta” de después del evangelio o en la petición de perdón del Padre Nuestro, sino en la multitud de textos escriturísticos que hacen referencia a este tema, que nos pueden permitir hablar sobre el perdón de los pecados y sus efectos en la vida cristiana. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, los efectos espirituales del sacramento de la Penitencia son: "a) la reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia; b) la reconciliación con la Iglesia; c) la remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales; d) la remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuen­cia del pecado; e) la paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual; f) el acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano"(nº 1496). En pocas palabras junto con el perdón recibimos la paz de la conciencia.

El perdón de Dios, en respuesta a la confesión, abre en los corazones una fuente de gozo profundo que nos pone en paz con Dios, con nosotros mismos y con los demás. El gozo y la paz vienen de Dios, son su don. Con su perdón Dios anula algo que se ha producido, no por el olvido, sino por un acto de su amor, siendo un verdadero alivio el convencimiento que la deuda contraída con Dios se ve suprimida por el perdón, convenci­miento que sólo nos puede dar la fe. Por todo esto, si tuviéramos que definir brevísimamente nuestro sacramento diríamos que el sacramento de la Penitencia es el sacramento de la Esperanza.

También nosotros debemos ser instrumentos de perdón: "Si vas, pues, a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda"(Mt 5,23-24). Esto significa que debemos buscar el perdón allí donde hemos cometido la falta y reconciliarnos con aquéllos a quienes hemos ofendido. Tenemos igualmente que dar el salto de la experiencia de "ser perdonados" a la de "perdonar".

Nuestra fe por tanto es una gran ayuda a la hora de pedir perdón a Dios y a los demás y también para saber ofrecer perdón. Estamos mucho más acostumbrados a dar y recibir perdón que los no creyentes, para quienes Dios no tiene un puesto en su vida cotidiana, y en consecuencia el perdón no ocupa un lugar tan importante en sus vidas. Recuerdo un no creyente, amigo mío, que me hizo una faena. Estoy convencido que cuando se dio cuenta de lo que había hecho y hubiese estado encantado de pedir perdón, pero no sabía como hacerlo. Esto se nota en también en las instituciones. ¿Recuerdan Vds. algún grupo no creyente, como puede ser un Partido político, que haya alguna vez pedido perdón en algo no insignificante? Yo, al menos, nunca les he visto hacer eso. Y sin embargo vaya si tienen motivos para pedir perdón. Ahí van unos cuantos ejemplos: por tratar de corromper a nuestros niños y adolescentes con su educación sexual al servicio del placer y no del amor; por engañarnos una y otra vez negándonos que hubiera crisis, cuando ya estábamos hasta el cuello en ella; por sus mentiras sobre el terrorismo, convirtiendo los atentados en desgraciados accidentes; por saltarse el Pacto de Toledo; por subvencionar con dinero de la Caja Social a los sindicatos sudamericanos, por gastárselo en estupideces como el famoso mapa del clítoris, la fiesta de gays y lesbianas en Zimbawe, el viaje de Almodóvar a Cannes y la traducción simultánea en el Senado. No estaría mal que los no creyentes se diesen cuenta alguna vez que por pedir perdón cuando alguien ha hecho algo mal eso no es degradarse, sino que al contrario, limpia a la persona y la enaltece.

Recuerdo en esta misma línea lo que me contó un amigo mío que recién terminada la carrera crearon unos cuantos compañeros una Sociedad para hacerlo mejor que los demás, con el resultado que lo hicieron peor que cualquiera, por lo que hubo que disolver la Sociedad. Me explicó que cuando iba a ver a aquéllos a quienes habían perjudicado, le recibían de uñas, pero cuando les decía: “sabemos que lo hemos hecho mal. Venimos a ver qué podemos arreglar”, cambiaban totalmente y era un buscar juntos qué podían solucionar.Al fin y al cabo Jesús nos enseña “el que se humilla será ensalzado”(Lc 18,14).

 

Pedro Trevijano, sacerdote

8 comentarios

Ana
Sacramento de la penitencia, sacramento de la esperanza. Lástima que este sacramento esté tan en desuso y que no se le relacione con la esperanza,con la misericordia, el amor. Si vamos a la penitencia reconocemos que necesitamos perdón y nos costará menos perdonar a los hermanos y aceptar disculpas
15/06/10 5:06 PM
Tulkas
Yo conocí a un cura tan admirable como culto, lo cual n es de extrañar sabiendo que estudiaba en las largas horas que pasaba dentro del confesionario.

Mira por dónde sería esta una forma de acabar a la vez con el desuso de a confesión, con la falta de "formación continuada" de algunos sacerdotes y con la heterodoxia latente en tantas y tantas homilías.
15/06/10 10:02 PM
Joaquín Simó Caballer
La capacidad del arrepentimiento existe en los resortes de cualquier alma libre, bautizada o no, de cualquier hombre que rechaza la voz de su conciencia, que es Dios. El Evangelista clamaba en el desierto este tipo de conversión, el arrepentimiento, que es fruto de la libertad al servicio de la honestidad intelectual y moral.
Pero la capacidad de pedir perdón aparece después de la reacción de arrepentimiento. Es algo sobrenatural, un Don de Dios. Es el mismo Dios que sale a nuestro encuentro para arroparnos como a un niño. El oye nuestros balbuceos y socorros por el tropiezo. Y si nuestra reacción y arrepentimiento es noble y genuína se apiada y nos regala el Don de lágrimas y la plena comprensión de las consecuencias del pecado. Y es ahí donde en este nivel más elevado de nuestra comprensión y conciencia, libremente de nuevo, el hombre siente la necesidad de la reconciliación con Dios y con el hermano para reencontrar la paz. Resumiendo:
¿Cómo vamos a esperar que el "mundo" pida perdón ni a Dios ni a nadie si de entrada es incapaz de arrepentirse de sus actos contra-natura? Desgraciadamente vivimos en el mundo del YO, de la autojustificación. Inmersos en ese incienso neobudista que todo lo invade, que ahoga el amor hacia los demás y sobre todo el amor hacia Dios.
Mientras existan hombre y mujeres que se arrepientan y pidan perdón a Dios, la Creación seguirá existiendo. Pero si no cambiamos pronto de actitud, este mundo, esta época, tal y como la conocemos, PERECERÁ.
16/06/10 3:24 PM
agustin
El perdon solo se produce si hay arrepentimiento, y evidentemente este no es el caso. Esta persona se dedica a insultar soezmente a las personas que no piensan como él y solo pide perdón cuando se querellan contra él, no por que se sienta arrepentido si no para defenderse luego en los tribunales.Me parece lamentable que base su arrepentimiento en su condicion de catolico, pues pienso que se debería haber acordado antes de dicha condicion para no decir las barbaridades que dijo, encima recreandose ya que no fue algo aislado, con la complicidad de varios contertulios, incluido el moderador. Tambien me parece lamentable la defensa que estan haciendo de él en una huida hacia delante medio justificando sus insultos.
17/06/10 11:18 AM
Pedro Trevijano
A mí me pareció sincero pidiendo perdón, pues estaba al borde de las lágrimas. No hay que olvidar que en esa página de la Consejería de Sanidad se promovía para menores la masturbación, el petting y el sexo oral.La petición de perdón creo fue antes de la querella, si bien no puedo asegurarlo. De todos modos conviene recordar que todos somos pecadores y el que esté sin pecado que tire la primera piedra, y eso vale también para los no creyentes que a pesar de tener una historia llena de horrores y crímenes, nunca piden perdón y mucho menos se arrepienten.Pedro Trevijano.
17/06/10 1:04 PM
Ande, ande, ande...
Coincido con el comentario de Agustín.
Señor Trevijano, ustedes están muy acostumbrados a pedir perdón a Dios y nada acostumbrados a pedir perdón a los hombres, que son con mucha diferencia el blanco preferente de sus "pecados".
17/06/10 1:54 PM
Luis Fernando
Don Pedro, el cristiano perdona y pide perdón. Los hijos de aquel al que la Biblia llama "acusador de los hermanos", ni perdonan ni piden perdón.

Y no pueden evitarlo. Está en su naturaleza. De tal padre, tales hijos.
17/06/10 2:17 PM
Ramón
Es que tanto la derecha como la izquierda ha perdido las formas, no se puede insultar de esa manera como insultó, ese es el ejemplo que le quiere dar a sus hijos?, como decía Juan Pablo II, venced el mal haciendo el bien, pero si intentas vencer el mal haciendo el mal, todo estará perdido. Muy mal por este periodista, aunque luego pidiera perdón.
17/06/10 6:11 PM

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