El Seminario de Tarazona

Cuando en 2005 llegué a la diócesis de Tarazona, me encontré con el Seminario casi vacío. No me podía resignar a esta realidad tan aplastante, tan desesperanzadora para una diócesis, y comencé a rogar al Señor insistentemente que nos enviara obreros a su mies, que abriera caminos a esta situación sin salida. Así lo pedí a muchos conventos de clausura de la diócesis y de España. Por todos los lugares de la diócesis y en muchos de mis escritos ésta ha sido una intención especial y continua. Y he visto que mucha gente ha rezado por el Seminario de Tarazona.

La primera decisión tomada fue la de señalar un curso de espiritualidad para intensificar la vida espiritual de dos seminaristas que habían de ordenarse presbíteros en breve plazo. Y esta decisión trajo al Seminario de Tarazona 9 alumnos, que en septiembre de 2005 comenzaban el curso de espiritualidad. No me lo podía creer. No sabía cómo agradecer a Dios que nos hiciera este gran regalo. La vida del Seminario, ya en Tarazona, fue organizándose en el triple aspecto de disciplina, espiritualidad y estudios. Y daba gusto ver a estos jóvenes caminar hacia el sacerdocio. Yo no he buscado a ninguno, han sido en torno a 40 jóvenes los que han llamado a nuestras puertas. Hoy son 14 seminaristas los que hacen sus estudios en el Centro universitario de estudios teológicos de la Inmaculada, dependiente de la Facultad de San Dámaso de Madrid.

Cinco de ellos ya han sido ordenados presbíteros. Son cinco nuevos sacerdotes para la diócesis de Tarazona. Otros cinco serán ordenados al acabar el curso. Y otros cinco o seis serán sacerdotes, si Dios quiere, dentro de un año o poco más. En medio de las tribulaciones de la vida pastoral, que no han faltado, este ha sido el mejor regalo de Dios en estos cinco años para mí, para la diócesis, para la Iglesia.

Doy las gracias a toda la diócesis de Tarazona por la cantidad de apoyos recibidos en este campo: oraciones, limosnas, alientos de todo tipo. Gracias, querida diócesis de Tarazona, curas, seglares, consagradas, porque habéis secundado esta intención primordial del obispo y os habéis puesto conmigo a la labor, en la que no me he ahorrado ningún esfuerzo. Gracias a D. José Luis Sofín y a D. Jesús Vicente Bueno, que me recibieron como a un hermano y me hicieron sentirme como en mi casa inmediatamente. Gracias a D. José Vicente Reina, que vino de Toledo a petición mía por tres años, que luego han sido cuatro. El ha sido una pieza fundamental en la constitución de la nueva etapa del Seminario. Gracias a D. Juan Manuel Melendo, que se ha multiplicado para atender su oficio de vicario general y el de rector del Seminario. Gracias a D. Miguel Antonio Franco por su dedicación y esmero. Gracias a D. Esteban Aranaz por su generosidad para dar al Seminario de Tarazona un tiempo precioso de su vida misionera. Gracias a D. José Antonio Zazu, que ahora está al frente del Seminario. Junto a todos estos sacerdotes, gracias a D. Javier Peña, casado y padre de familia numerosa, que en su oficio de gerente del Seminario entrega gran parte de su vida más allá de cualquier horario laboral. Gracias a los profesores de aquí y de allá que han dado calidad y altura a los estudios de estos seminaristas.

Gracias a todos. Una empresa tan bonita y tan de Dios no la lleva adelante una sola persona, sino que han sido innumerables las colaboraciones. Por eso, al terminar mi etapa de obispo de Tarazona, doy sinceramente gracias a Dios y a los hombres. Sigamos orando por esta intención, que constituye una primerísima necesidad en nuestra diócesis. Dios siempre nos escucha, y quiere seguir dando sacerdotes a su Iglesia.

Un abrazo a todos:

+ Demetrio Fernández, obispo de Tarazona y obispo electo de Córdoba

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