Relación entre Iglesia y Estado

La base de las ideologías totalitarias está en la voluntad humana que aspira a un poder sin límites, voluntad enraizada en la rebelión contra Dios y el rechazo de reconocernos como criaturas dependientes de Dios.

La relación entre Iglesia y Estado se basa en el Nuevo Testamento en dos interpretaciones: la de San Pablo, dirigida hacia la justificación del Estado, la del Apocalipsis, impregnada de una gran desconfianza.

El texto clásico de San Pablo es Romanos 13,1-7, (aunque también 1 Tim 2,1-2; Tit 3,1 y 1 Pe 2,13-17), en los que se nos presenta la autoridad civil como instituida por Dios, habiendo en ella una cierta intención divina que nos permite obedecerla en conciencia. Por ello se nos pide, frente a ella, sumisión y obediencia, hasta el punto que muchos gobiernos autocráticos han reclamado obediencia refiriéndose a estos textos. Pablo no hace otra cosa que una constatación general frente a la autoridad legítima, basándose sobre la convicción de que Dios desea orden, y no anarquía y caos, en el interior de la sociedad. También los cristianos dependen de la protección del Estado y necesitan de una amplia serie de sus servicios, aunque también contribuyen a su perfeccionamiento con muchos valores, su responsabilidad civil y su participación en la vida social.

El Estado es en sí bueno

En cambio, en otro contexto histórico, a finales del siglo I, cuando prevalece el Estado tiránico y perseguidor sobre el bien del Estado de derecho y de orden, es la figura de la Bestia del Apocalipsis (cc. 17 y 18), la que sirve de símbolo al poder que domina a los hombres por la mentira y el mal. Este influjo demoníaco del Estado que se pone en lugar de Dios y pretende todo el poder para sí mismo ha tenido recientemente realización en los Estados totalitarios que han devastado continentes enteros y asesinado millones de personas. Tal Estado se orienta según valores y actitudes que están en contradicción con el evangelio, exigiendo de sus súbditos un conformismo total, por lo que exilia, encarcela o mata a los que rehúsan obedecerle y tratan de mantener su libertad de conciencia, opinión y pensamiento. La base de las ideologías totalitarias está en la voluntad humana que aspira a un poder sin límites, voluntad enraizada en la rebelión contra Dios y el rechazo de reconocernos como criaturas dependientes de Dios, tratando de lograr una transformación de la existencia humana a fin de lograr un paraíso terrestre que llevará a la era final de felicidad universal y donde Dios no estará presente.

Pero es cada vez más evidente que, aunque estas ideologías ejercen todavía una fascinación intelectual y siguen teniendo influencia política, el futuro no puede reservarnos un ilimitado progreso tecnológico, industrial social y político. Los cristianos debemos estar cada vez más capacitados para leer los signos de los tiempos y saber criticar y desenmascarar la verdadera realidad de un Estado que se hace siervo de lo demoníaco y también de un estilo de vida lujoso a costa de los otros.  Estamos llamados a predicar la buena noticia y a poner la política, la economía y el comercio a la luz del evangelio y examinar a esta luz los proyectos concretos para el funcionamiento de la sociedad, sabiendo también hacer frente a las potencias demoníacas que obran a través de las instituciones civiles (cf. Ef 6,10-20) e influyen sobre el mundo actual (cf. Pontificia Comisión Bíblica, Biblia y Moral, nn. 118-119). Es decir, está claro que aunque la autoridad civil puede pervertirse y transformarse, incluso desde unos orígenes democráticos, en una autoridad totalitaria, esta autoridad y el Estado, si se evitan estos abusos, ejercen una función insustituible e irreemplazable.

Por todo ello no podemos instalarnos por razones religiosas ni en el anarquismo, ni en una apología extrema del Estado. Estamos entre el “ya” del Reino de Dios que se ha iniciado en este mundo con sus valores y el “todavía no” de que este Reino no ha alcanzado, ni puede alcanzar aquí y ahora ni en  esta vida su plenitud, pues el paraíso terrenal no existe y es inalcanzable, contra lo que creen las posturas totalitarias.  Tampoco es posible deducir directamente la política de la teología, por lo que el compromiso político, aunque puede ser una forma muy noble para los creyentes de dar sentido a su existencia, no es lo propio de la comunidad cristiana en cuanto tal. Pero ello no supone, ni mucho menos, que las ideas cristianas no deban estar presentes en el ámbito público, porque eso  supondría dejar las manos libres en nuestra sociedad a los hijos de las tinieblas.

Pedro Trevijano, sacerdote

2 comentarios

Dios le bendiga Padre, Feliz Navidad!
24/12/09 12:27 PM
Un libro:


Estado y Religión
Textos para una reflexión crítica
Rafael Navarro-Valls y Rafael Palomino

Editorial Ariel
Colección Derecho
Páginas 432
Edición 2
Formato 13 x 21 cm
Encuadernación Rústica
Código 930674
ISBN 978-84-344-3238-3
25 €

http://www.ariel.es/libro/estado-y-religion-978843443238
26/12/09 11:33 PM

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