A cinco años de la partida del padre Sanahuja, en el fragor del «buen combate»
P Juan Claudio Sanahuja con San Juan pablo II

A cinco años de la partida del padre Sanahuja, en el fragor del «buen combate»

¡Descansa en paz, entonces, querido padre Juan Claudio! ¡Hoy la ola celeste, surgida en Argentina, crece y se multiplica en distintas latitudes del mundo! Seguiremos dando el buen combate (2 Tm 4, 7), hasta morir en la raya. Porque para nosotros la única Elección que verdaderamente cuenta es la que hacemos, cada día, con su gracia, por Dios Nuestro Señor; nuestro Único Señor…

Se cumplirán este jueves 23 de diciembre, cinco años de la partida del padre Juan Claudio Sanahuja. Como publiqué en InfoCatólica entonces, pocos minutos después de su deceso: Nuestro querido hermano Sacerdote, que tanto luchó en defensa del niño por nacer, fue llamado a su encuentro con el Señor, cuando el Niño Dios está por nacer... Providencial signo, en esta hora de dolor y esperanza...

Recuerdo siempre la visita que el entonces presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Cardenal Alfonso López Trujillo, de feliz memoria, nos hiciera a los seminaristas, en Buenos Aires, en 2005; poco después de la partida a la Casa del Padre de San Juan Pablo II. Aunque ya notoriamente debilitado por el cáncer que lo llevó a la tumba –o, mejor dicho, a la Gloria-, el lúcido y valiente purpurado colombiano, en una memorable exposición, nos advirtió a los futuros sacerdotes que «está en marcha un diabólico plan para destruir cinco mil años de civilización; y acabar con la vida más débil, el matrimonio y la familia. Sepan ustedes, entonces, que la lucha por su defensa no es secundaria ni optativa: es el camino de la Iglesia, en este siglo XXI, que estamos comenzando». Proféticas palabras que, como ocurre con todas las profecías, despertaron amores ardientes, y desprecios inocultables…

Uno de los estrechos colaboradores del recordado Cardenal era el querido padre Juan Claudio; inteligente y corajudo apóstol del Evangelio de la Vida. Lo conocí a principios de los años noventa, del siglo pasado; cuando, aun como seglar, yo trabajaba en la televisión, y otros medios porteños. Le hice varios reportajes, para ahondar en el Magisterio de la Iglesia, sobre el particular. Y me conmovía, especialmente, la seguridad y pasión de sus exposiciones. Dueño de una cultura vastísima, conjugaba ortodoxia con sencillez para expresarla; y, como buen profesional de los medios –se había Licenciado en Ciencias de la Información, en la Universidad de Navarra-, tenía notable capacidad para investigar la actualidad, y conocer los entresijos de los poderes ocultos, que hoy manejan el planeta…

Advirtió sabiamente sobre los estragos que traerían las funestas conclusiones de la Conferencia sobre la Población, de El Cairo, en 1994, y la Conferencia sobre la Mujer, de Beijing, en 1995; que impusieron ferozmente, desde las Naciones desUnidas, la agenda abortista y la ideología de género. Y cuyas consecuencias macabras pueden verse hoy, patéticamente, en distintos puntos del planeta.

Lo vi recorrer, sin descanso, despachos de funcionarios oficiales, y de dirigentes opositores. El entonces gobierno del presidente Carlos Menem, destacado por su clara postura provida y profamilia; y que votara junto a la Santa Sede, en todos los foros internacionales, había determinado que sus embajadores se alinearan sin retaceos en contra de la agenda antinatalista. Se debía, de cualquier modo, enseñarles, alentarlos, sostenerlos y acercarles información sensible. Ahí estaba el padre Juan Claudio, fatigando oficinas amigas y hostiles, con tenacidad francamente elogiable. Y cosechando, por cierto, admiraciones y desprecios. Admiré su talento puesto, sin ninguna reserva, al servicio de los más débiles: de los niños por nacer, de los enfermos, de los despreciables para el mundo, y de los ancianos y enfermos, que ven sus vidas amenazadas por la eutanasia...

De modo especial me conmovió la amistad que había trabado con un legislador musulmán –quien, muy probablemente, se haya convertido-; y que era, también, firme partidario de la vida. Recuerdo haberlos visto, una tarde, en su despacho del Congreso, junto a una gran imagen de la Virgen de Fátima; que el senador había donado para una pobre capilla, en su siempre pobre –o, mejor dicho, a propósito empobrecida-, provincia norteña…

Nobleza obliga admitir que más de una vez chocamos por nuestro común carácter fuerte; y por diferencias circunstanciales sobre la actuación de los medios, en ocasiones concretas. Por supuesto, aquellas fricciones eran superadas al poco tiempo; como ocurre, con frecuencia, cuando los ideales y las convicciones priman sobre las pequeñeces. ¡Cómo no rendir obligado tributo, en esas circunstancias, a quienes todo lo hacen por el Señor, y su amadísima Iglesia; sin esperar nada, o mejor dicho, esperando solo distintas formas de destierro y hasta de aniquilamiento, por parte del mundo!

Tenía bien en claro el poder de la apabullante maquinaria oligarca; y sus organizaciones secuestradas, como la ONU, la OMS, y UNICEF, entre otras. Fue –como escribí en InfoCatólica, aquel 23 de diciembre de 2016- un valiente soldado frente a la tiranía de la ideología de género, la usura internacional, y el narco-porno-liberal-socialismo del siglo XXI. Y luchó, denodadamente, contra el mundialismo masónico y ateo, que busca desterrar a Dios, y eliminar al hombre. Sufrió, incluso, el desprecio, hostigamiento y persecución de algunos muy ‘cercanos’. Lejos de arredrarlo, ello lo siguió templando en la batalla.

Autor de numerosos libros, entre ellos, Poder global y religión universal –su auténtico testamento-, brindó, asimismo, numerosas conferencias sobre dicha temática; que hoy pueden encontrarse en las bibliotecas, y las redes sociales. Consciente de la urgencia de formar cuadros institucionales, que un día tomaran la posta, fue fundador y director de los boletines Noticias Globales, y Notivida. Este último continúa hasta hoy; gracias a quien fuera una de sus discípulas, la no menos valiente y lúcida Licenciada Mónica del Río. Como decía en aquel obituario, allí daba cuenta de esta reingeniería social; y su consecuente servilismo en gobiernos, parlamentos y estructuras de poder.

En los últimos años, seguro de la inminencia del fin de su peregrinar en este valle de lágrimas, se dedicó con intensidad y no poco esfuerzo a la formación, en la materia, de sus hermanos sacerdotes. Como le era posible, ya con sus fuerzas claramente disminuidas, compartía con ellos conferencias, reuniones y encuentros menos formales. En todos nos animaba a estudiar mucho, involucrarse más, y rezar muchísimo más. Como el apóstol San Pablo, era bien consciente de que nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio (Ef 6, 12).

Era de buena madera sacerdotal, como lo fueron también Mons. Rogelio Livieres, Obispo de Ciudad del Este, y el padre Danilo Eterovic; con quienes lo unía una honda hermandad. También, como ellos, conoció horas amargas, y de clara orfandad… Y, como ellos, hizo resonar siempre, en su corazón Las tres campanadas famosas de San José María Escrivá de Balaguer; que se escuchan cada día con más fuerza, aunque se busque silenciarlas… No se guardó nada en defensa de la sana doctrina, y de la fidelidad sin maquillajes ni componendas al Señor, y su amadísima Iglesia. Cosechó, asimismo, amigos sacerdotes de distintas vertientes. Sé, incluso, que una de sus últimas unciones la recibió de un sacerdote de la Fraternidad San Pío X; actualmente destinado en Centroamérica.

El cáncer que concluyó con sus días terrenos –me atrevo a decirlo-, fue la consecuencia de tanto combate, de tanta batalla ardua, llena de dificultades e incomprensiones... Sufrió, incluso, descalificación y hostigamiento de algunos aparentemente próximos; como cuando se le daban palmadas en la espalda, con el supuesto fin de alentarlo y, al mismo tiempo, esas mismas manos llamaban a los congresistas para advertirles sobre su supuesto fundamentalismo, y derivaciones fanáticas...

Gracias a Dios, cada vez son más los clérigos que siguen la huella del querido padre Juan Claudio. Conmueve, por ejemplo, constatar en las Marchas por la Vida, en la militancia en los medios y en las redes, en las universidades y centros de decisión; e, incluso, en el arduo deambular por los despachos gubernamentales, la creciente presencia de sacerdotes –en su mayoría, muy jóvenes-, dispuestos a jugarse el pellejo por los más débiles. Y que tienen una sola candidatura: al Cielo…

Gracias a Dios, sus escritos, conferencias, clases magistrales y demás intervenciones públicas, pueden consultarse en distintas páginas de internet. Y, por supuesto, como ya hemos dicho, sus libros constituyen una obligada referencia para seguir profundizando en el globalismo ateo, y anticristiano; que busca terminar con la fe, con nuestras naciones, con la vida, y con la familia.

¡Descansa en paz, entonces, querido padre Juan Claudio! ¡Hoy la ola celeste, surgida en Argentina, crece y se multiplica en distintas latitudes del mundo! Seguiremos dando el buen combate (2 Tm 4, 7), hasta morir en la raya. Porque para nosotros la única Elección que verdaderamente cuenta es la que hacemos, cada día, con su gracia, por Dios Nuestro Señor; nuestro Único Señor…

 

+ Padre Christian Viña.
Cambaceres, martes 21 de diciembre de 2021.
Memoria de San Pedro Canisio.-

 

6 comentarios

Néstor
Que el Señor lo reciba en su gloria, y recompense todo el bien que con la gracia de Dios pudo hacer luchando por el Evangelio de la vida.

Saludos cordiales.
22/12/21 2:55 PM
maru
AMEN!!!
Feliz Navidad Padre.
22/12/21 4:20 PM
Pampeano
"la creciente presencia de sacerdotes –en su mayoría, muy jóvenes-, dispuestos a jugarse el pellejo por los más débiles. Y que tienen una sola candidatura: al Cielo"... Tiene Ud. padre una gran suerte de conocer esos sacerdotes "jóvenes", en esta mi provincia mediterránea no conozco ni uno, ni joven ni no tan joven. De todos modos, el homenajeado hizo una tarea enorme y personalmente me sirvió, y mucho, para abrir los ojos antes incluso que la tormenta hoy en curso arreciara, lo que me permitió estar preparado.
22/12/21 4:40 PM
Sara Tonazzi
Querido Pampeano...somos los/ las laicos los /las que tenemos que estar al frente...Los sacerdotes con su oración y el darnos los sacramentos...pero SOMOS NOSOTROS, NOSOTRAS...dentro del mundo los las que tenemos que ir al frente.Desde joven recibía clases del padre Juan Claudio , fue su predica sobre la oración, sacramentos ,filiación divina ,ser otro Cristo lo que me impulso...No pierdas la esperanza...ni el puesto en primera fila.Recemos y cuidemos a los sacerdotes
22/12/21 10:05 PM
merecdes
Siempre veo sus videos y leo sus libros.un genio¡¡
23/12/21 1:05 PM
Pablo Mesa
Estuve leyendo el libro, del Padre Sanahuja "El desarrollo sustentable" que conseguí bajarlo de internet; se puede ver ya el plan de los poderosos (Fundaciones como la de los Rokefeller y Ford etc. que financian las ONG proaborto., ideología de género que están insertas en este organismo y su Ingeniería social. para una gobernanza mundial y una ética planeteria especie de nueva religión universal usando la excusa y el miedo o paranoia que causa en muchos de sus seguidores el supuesto "fin de mundo" que causaría el supuesto cambio climático antropocéntrico para impulsar sus agendas mundialistas mediante un lenguaje ambiguo y sibilino, en esa época el Vaticano estaba vigilante, Juan Claudio Sanahuja fue asesor en la época de Juan Pablo II. Hoy la jerarquía ha claudicado y firma con una Rochild la colaboración para la agenda 2030. La iglesia de hoy es las antípodas de la de Juan Pablo II:
24/12/21 6:59 PM

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