Se usa la bella noción de dignidad para matar
Monseñor Michel Aupetit, arzobispo emérito de París

Se usa la bella noción de dignidad para matar

Cuando no somos nada, el mundo piensa que ya no somos dignos de existir. Cuando no somos nada, Dios nos da la dignidad de hablar con Él.

Resulta conmovedor el grito de dolor de Job: «La vida del hombre en la tierra es un sufrimiento». Ni de noche ni de día encuentra la paz. ¿Tiene algún consuelo este pobre Job? Su esposa lo desprecia, porque lo ha perdido todo y está plagado de enfermedades. A sus amigos les gustaría consolarlo, pero no lo entienden. Incluso llega a desear la muerte: «¡Preferiría la muerte a mis sufrimientos!». ¡Es terrible!

¿Qué le queda? ¿El suicidio asistido? ¿Una solicitud de eutanasia por haber perdido su dignidad?

No, él le está hablando a Dios. ¡Esto es lo extraordinario! Si Job se dirige a Dios, es porque sabe que no ha perdido su dignidad, que todavía es digno de dirigirse a Dios. Sus compañeros lo juzgan indigno, pero él conoce la mayor dignidad del hombre que, más allá de las apariencias, le permite hablar con Dios.

Cuando no somos nada, el mundo piensa que ya no somos dignos de existir.

Cuando no somos nada, Dios nos da la dignidad de hablar con Él.

Cuando el mundo aboga por la muerte como solución a los problemas (por ejemplo, para el niño no deseado, el discapacitado o el viejo achacoso), Dios aboga por el amor.

Ante los grandes sufrimientos, la única respuesta digna es un gran amor.

Esa es la respuesta de Jesús. La suegra de Simón Pedro está enferma y Él la cura en lugar de abandonarla en su cama. Después, se entrega sin medida por aquellas pobres personas abrumadas por el sufrimiento, librándolas de sus males. Nunca olvida, sin embargo, la fuente del amor, que es su Padre, con quien se une por la noche en oración. Esta es la verdadera dignidad.

Hoy se nos habla de una muerte digna para justificar la eutanasia. Se usa la bella noción de dignidad para matar.

Mi padre, hasta sus 98 años, fue independiente, tenía muy bien la cabeza y estábamos muy orgullosos de él. En ese momento, sufrió una meningitis fulgurante que no lo mató, pero le produjo secuelas cognitivas. Aunque sus palabras ya no eran coherentes, nos reconocía y estaba feliz de vernos. Sus hijos nos turnábamos, para estar con él casi todos los días. Un año después, murió tranquilo, sonriendo, e incluso pudimos celebrar con alegría su cumpleaños unos días antes de su muerte.

La única dignidad humana está en ser amado hasta el final.

La única libertad del hombre está en amar hasta el final.

Este es el mensaje de Cristo, transmitido por su Palabra y por toda su vida. Por esto también exclamó San Pablo: «¡Ay de mí si no evangelizara!.»

Como cristianos, seamos mensajeros del evangelio del amor, no solo con nuestras palabras, sino ante todo con nuestra forma de vivir.

Michel Aupetit, arzobispo de París.

 

11 comentarios

maru
Tiene razón. En los hospitales, a la primera de cambio, te ofrecen la sedación , diciendo que el paciente edtá muy mal y con la milonga ''para que no sufra'', en lugar de luchar por la vida de esa persona hasta el final. Acabo de pasar esta desoladora experiencia con.un familiar.Y luego dicen ''que no hay eutanasia'', qué np hay?.
24/01/20 10:48 AM
Betsaida
Solo puedo decir ante la barbarie en la que nos movemos y a la que nos asomamos (porque será incluso peor que eso después de décadas de aplicación) ... amen padre.


24/01/20 11:56 AM
PEDRO
Hay que ser claros : "La libertad es para vivir, no para morir" . Los que defienden la eutanasia aludiendo a la libertad, están guiados por un sentido egocéntrico de este valor". El mal siempre esta atento a cualquier debilidad del alma, y hay que recordar que es también " destrucción y desesperación ". Y hay que tener un cuidado extremo en el cuidado de los familiares, para que lleguen al Cielo, con atención “ preferente “ a su alma.

En contraposición a la práctica de la eutanasia, hay que apostar, por "desarrollar en serio la especialidad de la medicina paliativa, de la terapéutica del dolor". Es más, "cuando alguien dice 'así no puedo vivir' está diciendo, en realidad, 'mi médico no es competente' ". Una vez leí en la pared de un hospital : ¡¡ aquí no hay dolor ¡¡. Y era la zona de cuidados paliativos.

En la actualidad, ante la práctica de la eutanasia, se deprecia la dignidad y el valor de la vida, y lo que es más peligroso es esa afirmación de la autonomía, del dominio absoluto de cada uno sobre su vida. El Señor es el dueño de la vida, y ¡¡nadie más ¡¡¡.

Si para la llegada al puerto definitivo de la vida eterna, te encuentras con olas altas, ¡¡ sigue ¡¡, piensa que :¡¡¡ SIEMPRE MÁS ALTO ESTA DIOS ¡¡¡. Gracias por las santas palabras de Michel Aupetit, arzobispo de París. Y gracias a esta digna y evangelizadora Web de Infocátolica.
24/01/20 2:14 PM
Ramvel
La única dignidad humana está en ser amado hasta el final.
La única libertad del hombre está en amar hasta el final.

Está todo dicho. A Dios gracias por los sacerdotes como usted Monseñor.
24/01/20 2:15 PM
Palas Atenea
Es que ese concepto de dignidad que quieren imponernos hace que los suicidas también tengan sus razones y de ahí a no llamar a la Cruz Roja si uno ve a alguien que ha querido suicidarse y está en coma va un paso. La negación de auxilio, que ahora es un delito, puede no serlo si uno se acoge al hecho de que alguien empotró un coche con la evidente intención de suicidarse y por eso el testigo se abstuvo de llamar a un médico, no iba a oponerse a la sacrosanta voluntad del sujeto.
24/01/20 4:05 PM
estoy cansado
La diignidad implica para la persona, el deber y responsabilidad de su cultivo, cuido y protección , respecto del otro y de sí misma; por lo que el respeto de la dignidad del otro, implica la preservación de la propia.

En esta sociedad del use y listo, cada quien pretende hacer con su dignidad lo que le venga en gana, y cuando la siente maltecha, simplemente cambia de lock y ya.

Contaba una joven mujer, que ella hubo estado tecnicamente muerta, pues su corazón se detuvo.,, y que fue gracias a la persistencia de los médicos, más allá del protocolo técnico, que logró volver a la vida... Los Lázaros despiertan por divetsas vias...

Es que eso es también la dignidad, amor a la vida del ser humano.
25/01/20 11:12 PM
María José Cuesta Rodríguez
Es reconfortante leer un artículo, de una persona bien formada, además es médico, que nos hable de la dignidad de la vida. En la sociedad actual, solo oímos eufemismos sobre la muerte. Nada más bello y digno que la vida, que sabemos nos la da y nos la quita Dios. El es el dueño de la vida, de la existencia. Somos los hombres los que nos empeñamos en hablar de la dignidad de ma muerte. En vez de hijos de Dios, parecemos esbirros del demonio.
La oración es indispensable para mantenernos cerca de Dios y defender la vida, por muy dura que nos parezca.
26/01/20 7:02 AM
Jose Ignacio
Que bello y autentico articulo del Arzobispo de Paris.
27/01/20 1:51 PM
Lily
Bueno. ¿Y si Job NO quiere hablar con Dios, porque no es creyente? ¿Queréis imponer a todos vuestras creencias?
28/01/20 12:51 AM
Rexjhs
Muchas gracias, monseñor. No, no se pierde la dignidad con el sufrimiento o la enfermedad, sino que precisamente en esos momentos es cuando la dignidad más brilla y se hace más visible a nuestros insensibles ojos de occidentales acomodados. Precisamente, porque no depende de la apariencia del sujeto, sino que se trata un valor espiritual absoluto, inherente a la condición humana, de una llama que no se mancilla y que más late y más deslumbra cuanto más ajado y torturado está el físico humano. De ahí que el bebé en el vientre de su madre, el anciano postrado en la cama o el tetrapléjico deformado en su lecho detenten, como mínimo, la misma dignidad que un joven atlético en la plenitud de su vida y de sus capacidades. Cuando no más… Decir lo contrario sería someter la dignidad humana a las circunstancias, afirmándolas en unas ocasiones y negándola en otras. Lo que nos llevaría, necesariamente, a tener que prescindir de los frágiles y vulnerables, con la excusa de que sus vidas no merecen la pena por ser indignas
28/01/20 11:16 AM
Enrique
He observado un medio un comentario crítico de una persona que afirma que los católicos quieren imponer sus creencias a los demás, y me sorprende la forma que tiene de interpretar la realidad de la moral cristiana, tal vez supone que la libertad es admitir como válidas aquellas posturas que son contrarias a la doctrina de nuestra Iglesia; su arrogancia le hace pensar que si no pensamos como ellos estamos privando de libertad a los demás, ¿ no será al contrario?, tal vez su conviccion es que tenemos que plegarnos a sus postulados para que ellos se sientan libres. La Iglesia habla a sus ferigreses, a los que, voluntariamente, forman parte ella. Los demás son libres de tomar sus propias decisiones. Lo que realmente sucede es que estos libre pensadores no creen en la libertad y por tanto la interpretan como real solo cuando todos coinciden con ellos.

29/01/20 4:33 AM

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