«¿Quién es usted para juzgarme?» Las confesiones de un confesor

Es evidente que algún mensaje, por lo menos tal como es recibido, del Papa y llega a los creyentes, se presta fácilmente a ser malinterpretado y, por consiguiente, no ayuda a que madure una conciencia verdadera y recta en los fieles sobre el propio pecado y las condiciones de su remisión en el sacramento de la reconciliación

Carta de un sacerdote recibida por Sandro Magister: 

Estimado Magister,

no es poco lo que ya se ha escrito sobre el impacto del pontificado del Papa Francisco «ad intra» y «ad extra Ecclesiae» en lo que concierne a la renovación de la vida espiritual de los fieles y su participación comunitaria a la vida de la Iglesia, así como la deseada vuelta a la práctica evangélica y sacramental de cuantos se habían alejado en los decenios pasados. Y desde distintas perspectivas: teológicas, antropológicas, históricas, sociológicas, culturales, comunicativas y políticas. No creo que se deba añadir nada más a este respecto, por el hecho también de que muchos de estos datos y de estas consideraciones deben aún ser maduradas a través de una reflexión crítica y serena.

Sin embargo, permanece abierta –y en parte incierta–, la individuación de un fuerte indicador espiritual y pastoral para medir el efecto de un cambio de personalidad, disciplina o enseñanza sobre las almas y el pueblo de Dios.

Soy consciente de ello. Actualmente, las «almas» y el «pueblo de Dios» son dos categorías teológicas y eclesiales que están indefensas, sobre todo en las intervenciones del actual pontífice y de su «new establishment». Pero, hasta evidencia contraria, forman parte de la fe católica confirmada por el propio Concilio Vaticano II. Y su negligencia conlleva el riesgo, para nada insólito, de cambiar la «salus animarum» por los «vota aliquorum» y el «bonum populi Dei» por el «popularis consensus». Traduzco: la salud de las almas por los deseos de algunos y el bien del pueblo de Dios por la popularidad.

Dejo a los amantes de la sociología de la religión, de la comunicación pública de la fe y de la política eclesiástica cualquier consideración sobre la participación en masa de los fieles y de los no creyentes a los acontecimientos públicos en los que está presente el Santo Padre (audiencias generales, Angelus, celebraciones litúrgicas, etc.) –y cuyos datos estadísticos oficiales proporcionados por la prefectura de la casa pontificia muestran un marcado descenso desde el primer al tercer año del pontificado del Papa Francisco– y sobre el posible significado que estos números tienen en lo que atañe a la conversión al Evangelio y a la adhesión al mensaje «urbi et orbi» del pontífice para una «nueva primavera» de la Iglesia, caracterizada por las «puertas» abiertas de par en par con facilidad a todos (si no recuerdo mal, el Evangelio de Lucas habla sin embargo de una «puerta estrecha» que para ser atravesada necesita «esfuerzo», fatiga y por la que «muchos intentarán entrar, pero no lo conseguirán»).

En cambio, deseo simplemente comunicar la experiencia –los hechos tal como ocurren en la cotidianidad del trabajo pastoral de periferia, por lo que «contra factum non valet illatio»–, de un sacerdote que dedica el tiempo y las energías que le quedan, tras haber cumplido el ministerio que el obispo le ha confiado principalmente, a la tarea de la reconciliación sacramental, convencido de que la misericordia de Dios pasa, sobre todo, de manera ordinaria y siempre accesible a través de la discreción de la rejilla oscura y de la ventana estrecha del confesionario, y no recorriendo a la luz de los faros de las basílicas y ante los ojos de todos las grandes puertas del Año Santo (cuyo mérito es otro: el de obtener la remisión ante Dios de la pena temporal por los propios pecados si estos han sido ya remitidos, respecto a la culpa, en el sacramento de la confesión, que sigue siendo el vehículo principal y fundamental de la misericordia de Dios hacia nosotros pecadores, después del bautismo).

Los hechos son estos. Desde la apertura del Año Santo deseado por el Papa Francisco y en ocasión de las fiestas navideñas de 2015, como también desde que Jorge Mario Bergoglio se sienta en la cátedra de Pedro, el número de fieles que se acercan al confesionario no ha aumentado ni en los tiempos ordinarios ni en los festivos. La tendencia que ha caracterizado estos últimos decenios de una progresiva y rápida disminución de la frecuencia de la reconciliación sacramental no se ha detenido. Más bien al contrario: nunca como en proximidad de esta Navidad los confesionarios de mi iglesia han sido tan ampliamente desertados.

Para superar esta amarga consideración he intentado consolarme imaginando que las basílicas vinculadas al Año Santo en Roma o en otras ciudades, o los santuarios y conventos: tal vez hayan podido atraer un mayor número de penitentes. Pero una ronda de llamadas telefónicas para felicitar las fiestas, como hago cada año, a algunos hermanos sacerdotes que escuchan normalmente las confesiones en estos lugares ha confirmado lo que yo he constatado: filas de penitentes cortas, menos aún que en las festividades de los años pasados.

Y cada vez hay menos noticias de conversiones memorables de ovejas perdidas desde hace años y que vuelven al redil del Buen Pastor a través de los «siervos inútiles» de su misericordia que somos nosotros los sacerdotes. Cuando, muy raramente, esto sucede, no hay una referencia explícita ni implícita a la persona o a las palabras del Papa actual más de cuanto sucedía en el pasado con sus predecesores (¡cuántos jóvenes volvían de las Jornadas Mundiales con el propósito de confesarse regularmente!).

Desconfiando del valor de los números, porque también la salvación de una única alma tiene un valor infinito a los ojos de Dios, he recorrido la «calidad» de las confesiones por mí escuchadas y he pedido –siempre en el respeto del secreto de confesión sobre la identidad del penitente– noticias al respecto a algunos hermanos sacerdotes penitenciarios que tienen experiencia desde hace mucho tiempo. La imagen que se presenta no es ciertamente buena, tanto en lo que concierne a la conciencia del propio pecado, como en referencia a la conciencia de los requisitos para acceder al perdón de Dios (también en este caso sé que el término «perdón» está cediendo el paso a «misericordia» y corre el riesgo de quedar arrinconado, pero ¿a qué precio teológico, espiritual y pastoral?).

Dos ejemplos valen por todos. Un señor de mediana edad, al que le pregunté con discreción y delicadeza si se había arrepentido de una serie repetida de pecados graves contra el séptimo mandamiento «no robarás», de los cuales se había acusado con una cierta ligereza y casi bromeando sobre las circunstancias, ciertamente no atenuantes, que los habían acompañado, me respondió retomando una frase del Papa Francisco: «La misericordia no conoce límites» y mostrándose sorprendido por el hecho de que yo le recordara la necesidad de arrepentirse y del propósito de evitar recaer en el futuro en el mismo pecado: «Lo hecho, hecho está. Lo que haré en adelante lo decidiré cuando salga de aquí. Lo que pienso sobre lo que he hecho es una cuestión entre Dios y yo. He venido aquí sólo para recibir lo que nos corresponde a todos, por lo menos en Navidad: ¡poder recibir la comunión a medianoche!». Y concluyó parafraseando la ya célebre expresión del Papa Francisco: «¿Quién es usted para juzgarme?».

Una señora joven, a la que le había propuesto como gesto penitencial, vinculado a la absolución sacramental de un grave pecado contra el quinto mandamiento «no matarás», la oración de rodillas ante el Santísimo Sacramento expuesto en el altar de la iglesia y un acto de caridad material hacia un pobre en la medida de sus posibilidades, me respondió enfadada que el Papa había dicho pocos días antes que «nadie debe pedirnos nada a cambio de la misericordia de Dios, porque es gratis» y que no tenía ni el tiempo para quedarse en la iglesia a rezar (tenía que «irse corriendo a hacer las compras navideñas en el centro de la ciudad»), ni dinero para darlo a los pobres («que de todas formas no lo necesitan porque tienen más que nosotros»).

Es evidente que algún mensaje del Papa, por lo menos tal como es recibido y llega a los creyentes, se presta fácilmente a ser malinterpretado y, por consiguiente, no ayuda a que madure una conciencia verdadera y recta en los fieles sobre el propio pecado y las condiciones de su remisión en el sacramento de la reconciliación. Sin ánimo de ofender a Mons. Dario Viganò, prefecto de la secretaría para la comunicación de la Santa Sede, el «proceder zigzagueando» entre los conceptos sin detenerse nunca para concretar uno –algo que él reconoce como una cualidad del «estilo comunicativo del Papa Francisco», lo que «hace que sea tan irresistible» para el oyente moderno–, presenta algún que otro inconveniente espiritual y pastoral, que no es poca cosa si atañe a la gracia y los sacramentos, el tesoro de la Iglesia.

Me detengo aquí para no abusar de su paciencia. No pretendo proponer como termómetro de la fe y de la vida eclesial la cantidad o la cualidad de las confesiones y, de manera más general, de la frecuencia a los sacramentos, ni hacer de ellos un parámetro exclusivo para la valoración de un pontificado o del estado de salud de la Iglesia. No sería justo y haría perder de vista otras dimensiones de la vida según el Evangelio y de la misión eclesial.

Pero no deberíamos tampoco dejar de tomar en consideración algunas señales preocupantes que proceden tanto de las iglesias de «periferia», como de las del «centro».

No estaban del todo equivocados los obispos que, por lo menos hasta el Concilio Vaticano II y en muchos casos también después, durante las visitas pastorales en la propia diócesis preguntaban a los párrocos, ante todo, cuántas confesiones y cuántas comuniones hacían en un año, relacionándolas con el número de bautizados confiados a su atención.

Y tampoco estaban equivocados los Papas que en el pasado se hacían entregar por los obispos en visita «ad limina apostolorum» el número de los sacramentos administrados en conjunto en sus diócesis.

Eran obispos y Papas que sacaban indicaciones útiles sobre el estado de las almas y de la santidad del pueblo de Dios simplemente a través de la medicina de las almas y del vehículo de la gracia santificante.

Ciertamente no disponían de todo el aparato institucional, comunicativo, tecnológico y organizativo hecho posible por la sociología religiosa, la prensa, la radio y la televisión, pero tenían de su parte la humilde certeza de que no es acariciando las modas culturales y antropológicas del tiempo como se salvan las almas, ni aceptando los (re)sentimientos y las reivindicaciones individuales y sociales tanto dentro como fuera de la Iglesia como se edifica al pueblo de Dios sobre el camino de la santidad.

Gracias por su atención y cordiales saludos, «ad maiorem Dei gloriam».

[Carta firmada]

Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.

Publicado originalmente en Chiesa

46 comentarios

Menka
Estas cosas los sacerdotes deberían explicar principalmente en las homilías, dando, por supuesto, doctrina comprobada.

Por lo tanto, desde los púlpitos de las iglesias se deberían hacer dos cosas al respeto:
1) invitar a la confesión, indicando horarios para ello, horarios existentes y practicables.
2) explicar el sacramento; sus condiciones y fines.

Algo que prácticamente no oigo en las iglesias.
9/01/16 11:02 AM
Raquel
¿Que cada vez nos confesamos peor? ¿Y para qué está usted? O sea, ¿en lugar de dar gracias al Señor por vernos acercarnos al confesionario, le duele que no le lleguemos con el trabajo ya hecho? Pues no, padre, no, con todos mis respetos es el ministerio de usted el que le ha sido otorgado para que nos oriente y reconforte, que es muy fácil y tradicional arremeter contra el malvado pecador. Lo que se os ha dado gratis, dadlo gratis. No nos faltaba otra cosa por oír. Que cada vez confesamos peor. Habrase visto.
9/01/16 12:40 PM
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Quiera Dios que esta carta sea leída por el Papa Francisco.

Bendiciones.
9/01/16 1:17 PM
PG
La confesión es lo que es. Pedir la absolución de nuestras faltas con la intención de no volver a caer en ello. Hay católicos que desearían no pasar por la vergüenza sentida al confesarse y ser favorecidos con el perdón a la usanza evangélica protestante. Hace poco tiempo perdí a un familiar que había obtenido la extremaunción(La unción de los enfermos),
y solicito la asistencia de un sacerdote, por lo que le dijeron que no era necesario ya que le habían aplicado la unción, y el replicó que no estaba muy convencido con eso y que deseaba confesarse y así fue, días después falleció en santa paz.
9/01/16 1:48 PM
Fernando Martín López Avalos.
Lo que realmente es preocupante no es esto. Lo trágico es que cada vez más sacerdotes entienden menos lo que es este Sacramento. O no estudiaron bien en el Seminario o están contaminados por el modernismo. De hecho, mi familia y yo nos incorporamos al rito tridentino porque nos hartamos de las estupideces que, cada vez que íbamos a confesarnos, nos decían los curas de nuestra parroquia: que usáramos anticonceptivos, que esto o lo otro ya no era pecado, que Dios era infinitamente bueno, sin referencia alguna a su justicia; que solamente nos confesáramos cuando tuviéramos pecados mortales, que no les quitáramos el tiempo con nimiedades, que no confesáramos pecados de viejitas, etc.
Al menos en el rito tridentino, los Sacerdotes que nos atienden están muy bien formados y hacen el juramento antimodernista. Eso sí, de cismáticos y retrógradas no nos bajan. Pero, ¿quiénes son los cismáticos y retrógradas?
Se nos atacó hasta el hartazgo porque nos arrodillábamos para recibir la Sagrada Comunión, que porque no la recibíamos en la mano. Una de mis especialidades es el Derecho Canónico -del cual los Sacerdotes de mi ex-parroquia no tienen sino una vaga noción. Los reté a un juicio canónico ante los jueces que quisieran, con el fin de que me demostraran que estaba equivocado y nunca aceptaron. Por eso no me extraña que cada vez más personas se incorporen a las fraternidades sacerdotales tradicionales. Y podría seguir con una larga exposición de deformaciones de la Santa Misa del Novu
9/01/16 3:10 PM
Jose
Al final va a parecer, o nos van a querer hacer que nos creamos que el Papa Francisco lo está haciendo verdaderamente mal... Yo sinceramente creo que sus enseñanza no se separan en nada de la doctrina, biblia, catecismo ni práctica de Jesús.

Jesús habló de misericordia a prostitutas, ladrones, estafadores, injustos, opresores... a todos!! El problema de nuestro tiempo es la conciencia humana, qué conciencia se puede crear en un mundo donde los niños que huyen de las guerras mueren todos los días y aparecen en las costas del mediterraneo? Donde los políticos cercan fronteras a los refugiados pero les venden armas, envían comida pero los matan en bombardeos...en fin.. Lo que le pase a la iglesia, será, como en toda la sociedad, reflejo del mundo que hemos creado.

Si recurre menos gente al sacramento de la penitencia, habrá que hablarle a la gente del don de ser humildes y pedir perdón, y sentirnos perdonados, de caernos pero levantarnos, de no rendirnos y vivir predicando y actuando con justicia.

El Papa Francisco habla a todo el mundo, pero el mundo solo escucha lo que quiere escuchar, y no se empeña en conocer más, aún estando en la era digital, pues lo digital se utiliza en muchas ocasiones para cosas nada esperanzadoras para este mundo.

Por el camino, de semenjante desastre en nuestra querida Tierra, toca pues, la resignación y crítica al Papa, que tristemente ya no es sorpresa, o mirar al futuro y hablar de cariño, respeto y confianza... o, Fe, Esperanza y
9/01/16 3:41 PM
Luisa María
Pues a mí el papa Francisco me ha ayudado a acercarme a la misericordia de Dios sin miedo, tras casi un año comulgando en sacrilegio, me ha ayudado a tener una mayor mansedumbre y humildad. Y ha hecho que los sacerdotes de mi diócesis vuelvan a los confesionarios tras mucho tiempo. Gracias a él muchos enfermos de AMS van entendiendo que no los odiamos, sin que hayamos renunciado a la Verdad. Benedicto XVI me aburría, solo servía para decir obviedades, aunque no dudo que en sus libros haya algo interesante a lo cristianos de a pie, sin títulos de teología, no nos atraían. No sé ustedes, pero yo soy católica y estoy con el sucesor de Pedro. Si hay malentendidos, se explican.

Viva Cristo Rey!

Viva el Papa!
9/01/16 3:41 PM
Ranniel
Muy buena observación Padre. A mi también me ha pasado, como estudiante de termino de medicina, que otros estudiantes y médicos dicen tal casa, malinterpretando al Papa Francisco. Pero creo que ellos no tienen mucha culpa , es el Santo Padre que debería Hablar mas claro, ¿Es que acaso no sabe el alcance que sus palabras pueden tener? Extraño y prefiero mil veces al anterior Papa, que tan claro hablaba y tan amoroso era de la liturgia(y que no se malinterpreten mis palabras, por favor).
9/01/16 4:37 PM
pacomio
Es la lógica consecuencia de la prédica devastdora y esterilizante de "todos hijos de Dios" " Dios ama a todos" "todos al cielo",...
Cuando se vuelva apredicar la Verdad católica sin disfraces ni adornos, la gente volverá a confesarse. Si no aguántensela!!!
9/01/16 5:25 PM
Ma. Teresa Gallegos
Esta carta de este sacerdote italiano, me parece que refleja un gran problema que se esta viviendo a nivel mundial, por la falta de conocimiento, primero de nuestra fe, de el significado tan importante de los sacramentos en nuestra vida, para nuestra salvación, y el tomar tan a la ligera o de plano no tomando en cuenta los mandamientos, y pensando que lo que hago es malo o bueno según yo lo vea, por ello por ejemplo a la Parroquia adonde asisto a Misa, que es muy concurrida, es poca la gente que se confiesa, pero cuando llega el momento de la Comunión, casi todos se paran a recibir la Eucaristía, hasta los que llegaron bastante tarde y no la oyeron completa, creo que esto es por una total ignorancia y permisividad, pues en algunas ocasiones algunos sacerdotes ha dado la absolución general, haciendo con ello ver que la confesión no tiene la importancia tan grande para nuestra salvación, pues a parte de ser perdonados, nos da la oportunidad de conversión y de volver a empezar. Ma. Teresa. México.
9/01/16 6:15 PM
Pablo
Respecto a la confesión y lo que el sacerdote comenta según mi experiencia sucede lo siguiente:

1) Está totalmente en desuso. Los mismos sacerdotes en general "pasan" del mismo. Les quita tiempo para otras cosas. Y eso pasa a la feligresía que le es más cómodo confesarse con Dios.
Prueben vds una mañana a buscar confesor y me cuentan...

2) Respecto a los ejemplos de malas confesiones. Son más bien el producto de un mensaje del papa ambiguo. Yo cuando le escucho como católico puedo entender lo que quiere decir dentro de las enseñanzas de la iglesia. Pero no dejo de reconocer que si se quiere sacar la cosa de madre se puede. ¿Porqué de esa ambigüedad? . Solo lo sabrá su argentinidad. Porque metedura de pata puedo entender una. Ciento...ya pienso que son otra cosa.

3) Producto del relativismo moral y su "todo está bien y es bueno siempre que"...se produce una ausencia de la conciencia de pecado. Dando cono resultados gente como Raquel y su "¿que yo me confieso mal?...hasta ahí podíamos llegar". Nadie consiente una correccion en nada, ni en la iglesia. , ni en la escuela ni de sus padres. Quien me va a decir que yo lo hago mal?... pues miren el sacerdote en esos casos debe perder la cara y retener el pecado a quien ni está arrepentidi ni tiene propósito de enmienda. ...y luego esperar a salir en la tele.

Así nos va.

3)
9/01/16 6:57 PM
Juan Carlos
El pecado se ha relativizado, quizas ya ni se tiene claro que es en realidad un pecado!. Con esto de que creas en lo que creas o hagas lo que hagas "todos somos hijos de Dios" entonces para que voy a confesarme si un budista o musulman o luterano no lo hace y dicen por ahi que a pesar de eso es "hijo de Dios"?
9/01/16 7:09 PM
Alejandro Galván
Sr. Pablo:

Totalmente de acuerdo con ud. en sus tres puntos:

1) El principal obstáculo para confesarse es encontrar confesor. Solo hay que leer los post del P. Jorge G., para ver cómo lo ve él "desde el otro lado de la barrera"...
2) Los propios sacerdotes NO HABLAN de la confesión; y si hablan, es con mensajes ambiguos y contradictorios, que la gran (por no decir inmensa) mayoría de los cristianos acomodan a su manera de pensar, muchas veces porque la última vez que fueron instruidos sobre la confesión fue en la catequesis para la primera Comunión. La carta que publica Magister es muy elocuente, y añado un ejemplo personal: ¿cuántos cristianos saben que la restitución de lo robado/dañado es requisito necesario para la absolución?
3) Nadie acepta una corrección, ni siquiera en privado. Estamos inmersos en una cultura de orgullo; lo máximo que el común de las personas aceptan es la "auto-reconocimiento" de errores, que suele ser una manera de autojustificarse, más que un reconocimiento sincer.

Y si, así nos va.
9/01/16 9:18 PM
Alejandro Galván
Sr. Luis Maria:

Me alegro que haya perdido sus miedos hacia Dios, y me da mucha pena que ataque al Papa:

"Benedicto XVI me aburría, solo servía para decir obviedades, aunque no dudo que en sus libros haya algo interesante a lo cristianos de a pie, sin títulos de teología, no nos atraían."

Este concepto que tiene del Papa me deja muy apenado; y hace que rece para que la Providencia acabe en ud. es proceso de conversión que -dice- ha iniciado.

Le aconsejo fraternalmente que tenga amor -real, no de boquilla- al Santo Padre.
9/01/16 9:29 PM
DJ L
Tengo cinco compañeros catequistas. Ninguna se confiesa y a la hora de comulgar se quedan en los bancos con los niños sin recibir la comunión.

Los párrocos deberían estar más preocupados en la selección adecuada de los catequistas que del cumpli-miento de dar la formación catequética anual.
9/01/16 11:12 PM
Anonimo
Respecto a que el año de la misericordia no ha aumentado las confesiones dos cosas.

* Llevamos un mes de año santo
* Se basa en la experiencia de un unico sacerdote

El papa puede animar a la confesión, pero si hay que hacer kilometros para encontrar un confesionario "en servicio" poco se puede hacer

En cuanto a las malas confesiones, no se puede hacer bien lo que no se explica
9/01/16 11:45 PM
Jordi
Pienso que el Año de la Misericordia ha sido instituida por Francisco "antes" de un profetizado supuesto rápido advenimiento de una gran apostasía o cisma dentro de la Iglesia como nunca se había producido en la historia (Ana Catalina Emmerick, San Francisco de Asís). Vivimos en unos tiempos especiales muy difíciles.

Todo aquel que no quiera pasar por la Puerta de la Misericordia, entonces pasará por la Puerta de la Justicia (Sor Faustina Kowalska).

La falta de asistencia de los confesores se debe a la responsabilidad de los obispos, que son los máximos dirigentes de las Iglesias Particulares.

Ya puede equivocarse o acertarla Francisco, que si los obispos no hacen nada, entonces la Iglesia se hundirá, pues ellos son el sistema nervioso, los motores de la Iglesia.
10/01/16 2:07 AM
Alejandro Galván
Sr. Anónimo:

Muy bien puntualizado.

Ahora me explica cómo encaja ud. estos dos puntos con los defectos señalados:
1) Falta de número de confesores
2) Falta de instrucción por parte de los sacerdotes
3) Falta de formación de los fieles
4) Divorcio patente entre "lo que quiere el Papa" "lo que dice el Papa" "lo que la prensa dice que el Papa quiere" "lo que los fieles entienden que quiere el Papa" y "Los cálculos hepático/nefríticos del Padre Lombardi".

Yo espero que a medida que el Año Santo progrese, estos defectos se atenúen. Pero tampoco veo ningún "brote verde" en este sentido, sinceramente.
10/01/16 2:09 AM
Martha Gutierrez
Vivo en Los Angeles, California y no es facil confesarse. En la parroquia donde asisto solo hay confesiones los sabados de 4 a 5 pm los sabados; y no es facil -con las grandes distancias de esta metropoli- estar siempre a esas horas. Pienso que tambien las parroquias deberian tener horarios mas diversos para facilitar las confesiones.
10/01/16 5:57 AM
Manolo
No podemos separar la misericordia de Dios de los Sacramentos, particularmente el Sacramento de la Penitencia y el Santo Sacrificio del Altar
10/01/16 6:54 AM
TH
A Antonino_
Yo soy sacerdote y he ejercido el ministerio en mucho países. En Sudamérica, con la excepción de Chile, de los países que conozco muchos se confiesan. En los países europeos, Estados Unidos y en general países así llamados "desarrollados" no es así. He pasado horas en confesionarios a los que no ha acudido casi nadie.
He estado presente en una reunión de clero y agentes de pastoral sobre el Año de la Misericordia y me llamó la atención que ninguno de ellos mencionó siquiera el Sacramento de la Penitencia.

En cuanto a la "experiencia de uno único sacerdote", a mi parecer es una experiencia que se repite mucho.

Si el sacerdote de su parroquia no tiene organizado un horario para confesiones, que es un deber que tiene según el Derecho Canónico, ¿por qué en vez de viajar a otra parte, no habla con él y le pide que cumpla su deber?

En cuanto a lo que dice respecto a explicar lo que es el sacramento, estoy cansado de leer quejas sobre las homilías, que son largas etc. ¿Cuando y cómo va a explicar o hacer una catequesis sobre el Sacramento de la Eucaristía, o de la Penitencia o cualquier otro aspecto de la fe? Si organiza una catequesis sobre estos temas, casi nadie va a acudir. Si lo hace en una homilía y supera los 8 minutos, se quejan porque es larga. He sido párroco en un pueblo en España y la misa duraba 40 minutos y la queja de bastantes de los pocos que acudían era "Este cura hace la misa larga". Si bien es cierto que el sacerdote tiene un deber de
10/01/16 9:08 AM
Martín Lopez
Sr.Anónimo

* No creo, y sinceramente no creo que la visita del Papa a México aumente la asistencia a sacramentos o a hojear el Catecismo... Y ya irá un mes al menos de año santo
* La disminución al sacramento de la penitencia no es nuevo, ciertamente. Lo que dice el sacerdote es que tal disminución se ha acentuado
* Mal hacen, y es plaga la actitud de querer "construir" en muchos sacerdotes antes que sentarse a confesar. También es cierto que el que busca, y más en la ciudad, encuentra

En cuanto a las malas confesiones, no se puede explicar a quien no está dispuesto a aprender. Ejemplos, los de la carta.
10/01/16 10:00 AM
Luis
Antes, los papas hablaban claro y se les entendía a la primera. Ahora, las palabras de Francisco necesitan interpretación, re-interpretación y explicaciones ulteriores, para que la gente entienda lo que dice o no dice o donde dice digo dice Diego.
10/01/16 2:18 PM
Tulkas
La primera vez que vi colas para confesarse fue en Londres, en la catedral y en el oratorio de Brompton durante la misa.

Al volver a España me llamó la atención que en la catedral de mi ciudad no había cura confesand durante las misas del domingo.
10/01/16 2:29 PM
Néstor
Hay parroquias en las que los fieles hacen cola para confesarse y luego se les dice desde el púlpito que ese día no hay confesores porque los otros dos o tres sacerdotes que hay en la parroquia han tenido que salir.

Saludos cordiales.
10/01/16 3:29 PM
Gregory
Para no confesarse o hacerlo mal cualquier argumento puede ser bueno ejemplo lo que el papa pueda decir o no.Pienso sin emabrgo que las visitas del papa o la visita pastoral de un Obispo es un buena ocasión para evangelizar no se debe desaprovechar.
10/01/16 3:51 PM
Alejandro Galván
Sobre lo que dice Tulkas, yo he escuchado a un párroco que NO SE DEBE de confesar durante la misa, porque no se pueden celebrar simultáneamente dos sacramentos.

Esta opinión me parece un auténtico obstáculo para la posibilidad de que los laicos nos confesemos.
10/01/16 7:23 PM
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Alejandro Galván: No será lo ideal confesarse durante la celebración de la Misa, pero cuando es lo único que hay no queda otra solución que hacerlo. Ese párroco habrá querido expresar que lo mejor es no confesarse durante la celebración. Eso es válido cuando existe otra opción, aunque tal como están las cosas, es casi imposible.
10/01/16 8:00 PM
Ezequiel
Magister no es una fuente confiable
10/01/16 8:02 PM
enrique muñoz belmonte
He leído todos los comentarios de arriba sobre las declaraciones de este sacerdote, referente a la confesión; comparto casi con todas las opiniones dadas arriba, y pienso, que muchas dan en el clavo. Mi opinión, llevado por la reflexión del día de hoy, en el que hemos celebrado la inauguración del Bautismo en Jesús. Con este sacramento del bautismo, se nos abre la puerta para la nueva vida : vida eterna. Pero, el recorrido se hará en la Iglesia y a través de los sacramentos y entre ellos el del perdón de los pecados, y que solo es ministerio de los obispos y sus colaboradores los sacerdotes. Y hay que pasar por hay; a Dios no se le puede engañar, porque es a El a quien le pedimos perdón a través de sus ministros. Hay que ser honrados con Dios y con nosotros mismos. Jesús dice a la pecadora "...yo tampoco te condeno, vete Y NO PEQUES MAS.". Y en otra ocasión respecto al perdón y las veces que hay que perdonar,"... hasta setenta veces siete ...". El Evangelio esta ahí y hay que acercarse mas a El, para entender todos los sacramentos y la vida de la Iglesia, que nos aclara mucho mas que ningún representante de la Esta; aunque si es cierto que son ellos los auténticos interpretes del Evangelio. enrique.
10/01/16 10:03 PM
Chimo de Valencia
Sra. Luisa María le sugiero que no suelte exabruptos. Si para hablar bien de Francisco tiene que hacerlo mal de S.S.Benedicto XVI es que algo no funciona. Si según Vd. Benedicto XVI "decía obviedades" es que probablemente nunca lo haya escuchado y menos leído de primera mano o de fuentes fidedignas. A la fe en Cristo y en Su Iglesia se accede con RAZONES y ARGUMENTOS como los que defiende y expone en sus libros J.Ratzinger/Benedicto XVI, y no con exhortaciones y reproches.
10/01/16 11:34 PM
Manuel
Yo tengo la suerte de que mi director espiritual está todos los días en el confesionario su buen rato, habla a menudo de la confesión, etc.

De todas formas, veo que muchos dicen "es que solo tal día está el cura confesando"... y no sé... yo más de una vez me he confesado pidiéndoselo al sacerdote y sin problema, no sé por qué se ciñen tanto al horario de confesión, ¿tanta vergüenza hay de ir algún rato antes de Misa y preguntarle si podría confesarle? La mayor parte de las veces (salvo que estén muy ocupados, cosa que no es lo normal) te dirán que sí. Y esto lo he visto en muchas parroquias de mi ciudad incluso con el cura preparado para salir a celebrar.

Se le pide y ya está. Y creo que el problema está más por la poca noción de pecado y el relativismo, y más que el problema ser del cura por hablarlo X y no x*1000 veces (en adultos cosa cierta), el problema de todo, cara al futuro, lo veo en las catequesis de niños, al menos muchos de los males en la Iglesia de hoy.
11/01/16 12:41 AM
APOSTOL
Ay ¡¡¡, que poco conoceis a DIOS; EL perdona por medio de un delegado que es el Sacerdote, al que no hay que tener verguenza de confesar nuestros pecados ya que a quien se los confesamos es a DIOS. DIOS es recio, bueno, amigo, padre, misericordioso, justo y con una empatia infinita, por ello no esperes a las dudas, a darle vuelta al asunto si a la Iglesia le falta perfección o no, Es tu alma lo importante, y es el dolor previo de haber ofendido a un JESUCRISTO indefenso que sufrio por ti y por todos, pero no un momento, sino por todos los momentos de la HISTORIA HUMANA hasta el fin, por ello la CRUZ ESTA VIVA EN ESTOS MOMENTOS. Y reza, reza mucho porque el valor del SANTO ROSARIO ES INMENSO. Debe ser nuestra arma de salvación y para ayudar a la salvación de los demás. No te conozco, pero a pesar de ello considerame tu hermano, y te digo que " no te rindas nunca " y vuelve al SEÑOR, pues la vida sin DIOS no tiene sentido, y el tiempo de la vida es como una rafaga de de viento y poco más. Cuenta con mis oraciones y con mi ayuda hermano. DIOS EXISTE no lo dudes jamas y el mal también existe. Haz todo el bien posible mientras vivas, porque de las riquezas materiales cuando te llegue el fin de la vida no te llevaras ninguna " cosa " ( pues los objetos son solo eso : cosas ), es decir no te podrás llevar ni una miserable boligrafo, sino el bien que hayas hecho. Habla a los demás de DIOS y no te importe si alguien te pone mala cara. Y escucha las penas de los demás.
11/01/16 2:23 AM
Diego de Argentina
No entiendo cual es la razón para no haber publicado mi comentario a este artículo????
11/01/16 3:15 AM
Silveri Garrell
Este sacramento de la Penitencia debería otorgarse en medio de la iglesia del mismo modo como se entrega la Eucaristia, no en un rincón del templo. El invento de los confesionarios (secretismarios) no lo encuentro correcto, pone el Sacramento de La Penitencia a bajo nivel estético. Los sacramentos deberían concederse delante del altar en un sitio de honor, no en la esquina más escondida. La Penitencia solo es obligada en cuanto sacramento por los mortales (Catecismo), y de mortales existen muy pocos de los cuales nos podemos arrepentir los asiduos a la Misa.
11/01/16 9:10 AM
Mayu
De verdad que se nota la animadversión contra el Papa Francisco....¿desde que el Papa anunció el año de la misericordia?....¡por favor!.....Si la gente se confiesa mal, por piedad sacerdote ¡ayúdelo a confesarse bien!....Yo soy médico y valoro al que acude a mí para sanar...y si no sabe reconocer bien sus síntomas ¡le ayudo!.....
11/01/16 1:41 PM
JUAN NADIE
El Papa si es que de verdad esta a lo que se supone que tiene que estar y no a otra cosa debería reflexionar seriamente sobre lo que esta haciendo, salvo que su intención sea precisamente la de continuar por el camino que lleva.

Esos mensajes del Papa no solo llegan a personas que se confiesan, sino también a muchos que son bautizados y no se confiesan, y que les reafirman en su postura autojustificativa de acogerse por si mismos, sin confesión, a esa misercordia de Dios.

Por cierto no se puede decir que la misericorida de Dios es infinita o gratuita. Hay que pagar, primero con la conversión, y los cinco puntos para para la confesión entre los que se incluye el dolor de los pecados y el propósito de enmienda y hay que pagar en el purgatorio. Da igual si el purgatorio es una purificación a efectos practicos hay que pagar, luego no es gratuita. Puede que el Papa se refierese a que no cuesta dinero. Y lo de infinita si quiere decir que llega a todos en todo momento y lugar y de cualquier manera tampoco es cierto.
11/01/16 2:01 PM
hidaspes
Yo creo que es obvio que la estrategia de los enemigos de la Iglesia ha mutado. Con Su Santidad Benedicto XVI era de abierta injuria y calumnia, mientras que con Su Santidad el Papa Francisco consiste en una masiva a la par que burda manipulación y descontextualización de sus palabras. Dicha estrategia está dando resultados, de necios es negarlo, y eso debe ser motivo de preocupación. Muchos hemos visto en comentarios de muchos medios cómo calan con facilidad bulos tales como que el Papa aprueba la homosexualidad, que es firme defensor de ciertos regímenes populistas de la Hispanoamérica, e incluso (sic) "que el pecado ya no es aduana de control en la Iglesia porque el Papa quiere una Iglesia de salida" (cierto comentarios me lo replicó, tal cual).

¿En qué medida el loable afán del Papa por ser cercano y campechano refuerza esa estrategia de la desinformación? No lo sé, a estas alturas son tantas las cosas que supuestamente había dicho el Papa y que luego resultaron ser afirmaciones muy diferentes por no decir antagónicas...

Reconociendo todo lo anterior, yo creo que aun falta perspectiva para valorar si el Año de la Misericordia ha reforzado la afluencia a este sacramento o no.
11/01/16 2:23 PM
Manuel Pérez
Se ha hablado de Benedicto XVI, calificándolo de aburrido. En uno de los comentarios anteriores. El comentario, desde luego, se califica por sí solo, y no puede estar hecho por una persona que se haya acercado a sus escritos con un mínimo de honestidad.
11/01/16 2:29 PM
Gregory
La gente que no se confiesa va a buscar toda clase de argumentos para no hacerlo, uno de los más usados es que el Cura nos regaño o fue duro. El sacerdote debe ser ministro de la misericordia ante todo no justificar ni condenar de entrada. Todos los papas coinciden en esto.
11/01/16 4:21 PM
Lilia
Si no hay Jesucristo ni Evangelio por qué tener "papa"?
12/01/16 5:49 PM
hidaspes
Tenemos una fe que contínuamente nos exhorta a hacer meditación, que apela a nuestra conciencia individual. ¿Qué hacemos cada uno de nosotros, hermanos, por dignificar este sacramento hermoso de la Misericordia? ¿Lo frecuentamos como debiéramos? ¿lo situamos en su verdadero papel central en nuestro apostolado diario? Sinceramente creo que debemos comenzar por nosotros mismos, sólo con el ejemplo lograremos que el Año de la Misericordia rinda frutos. No hay que esperar a iniciativas oficiales o de personas que ostente altas responsabilidades en nuestra diócesis. Yo, por mi parte, quiero comprometerme a frecuentar mucho más, pero que mucho, este sacramento, que alimenta mi constancia en la fe y sana mis contínuos y dolorosos pecados.
13/01/16 8:38 AM
Charo
Está claro que la semilla de la palabra de Dios (en éste caso del Papa) causa diferentes efectos según la calidad de la tierra en la que cae. No se puede hablar igual a todo tipo de personas, está claro; algunos, de recta conciencia, entienden bien sus palabras. Otros entienden lo que les conviene. No tienen apenas cultura religiosa y, como dice alguien por ahí arriba, hay que hablarles con mucha claridad y no ponerles las cosas tan de color rosa, que no lo son tampoco.
13/01/16 11:23 AM
jose
Es cierto que el Papa Fco, por su campechanería, utiliza a veces expresiones que desconciertan a unos y son mal interpretadas por otros. Pero en realidad, no habla solo de la misericordia, sino de muchas cosas: de rezar el rosario y la coronilla de la misericordia, de la confesión (y se pone como ejemplo indicando que él se confiesa cada 15 días), del demonio, de la necesidad de rezar en familia, de pedirse perdón, etc. temas de los que no hablan, habitual y desgraciadamente, los sacerdotes en las misas.

En mi opinión lo que está fallando desde hace 50 años, no es el Papa, sino los sacerdotes. Aunque hay excepciones buenísimas, en su mayoría, son buenos humanamente hablando, pero malos espiritualmente hablando.

Sus homilías son “planas”, no suelen decir nada: “Jesús hizo tal cosa…” pero sin ninguna aplicación real y práctica para nuestra vida. No hablan del demonio nunca, ni del infierno, ni siquiera cuando se lee el evangelio del rico Epulón y el pobre Lázaro, o de la cizaña, o del juicio final. Cuando Jesús expulsa demonios llegan a decir que realmente no eran demonios sino ataques epilépticos. ¡Sorprendente! Hablan del amor, de la solidaridad, de vaguedades que no se concretan en nada. ¿Para qué se va a cambiar si no se sabe ni qué es lo que está mal ni qué es lo que se debe hacer?

Y si vamos a los funerales, han llegado a decir que no hace falta que recemos por el difunto porque ya está gozando de Dios en el cielo, que Jesucristo mismo ha salido a recibirle… y
13/01/16 1:51 PM
Alejandro
No hay que extender los problemas de una parte de la Iglesia a la Iglesia entera. Me explico: la Iglesia no se agota en la Europa Occidental y Norteamérica. Cierto que ahí la gente se confiesa poco y los sacerdotes confiesan poco, pero sugiero tener una visión más amplia: ¿Qué pasa en Asia, en África, en Sudamérica? Soy chileno, y cuando he visitado Perú siempre he visto en las iglesias sacerdotes confesando y gente haciendo fila en los confesionarios.

Si se habla de apostasía, por favor, que se limite geográficamente ese concepto a determinadas zonas del mundo católico. Me parece fruto de una visión occidentalista o eurocéntrica decir sin matices que en la Iglesia hay apostasía. Quizás si tuviéramos como referencia central el catolicismo africano, coreano (del sur), filipino, indio, maronita, copto, caldeo, ucraniano, polaco, etc. nuestras conclusiones serían distintas. Ni USA, ni España ni Francia, ni Alemania, ni Inglaterra, ni Bélgica, ni Holanda son el centro de gravitación del catolicismo, por lo que no hay que extender a la Iglesia Universal los males que afectan a las iglesias particulares de esos países.
13/01/16 5:19 PM
Miguel Ángel
Estudió,trabajo y Oracion. No hay más para mí .
13/01/17 9:13 PM

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