¿Qué es el pudor?

Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra, con manifestaciones externas muy diversas e incluso aparentemente contradictorias. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia del hombre.

Una de las preguntas que seguramente nos hemos planteado más de una vez es: ¿qué es y qué significa el pudor?: Éste, por sí sólo es un sentimiento natural, un hábito, pero que puede transformarse en virtud, haciendo percibir a la persona cuanto se opone a su dignidad en lo referente a la sexualidad, sea en pensamientos, imaginaciones o actos y alejándola de cuanto favorece curiosidades morbosas. Su sentido profundo es la intuición de la dignidad del ser humano, y trata de preservar la propia intimidad, no permitiendo que esté al alcance de cualquiera, así como  respeta la de los otros. Supone una actitud de estima del cuerpo humano (nuestro o de los demás) y  su entorno en cuanto expresión de la persona. Positivamente es pureza del corazón y valoración adecuada en el respeto a los demás de los comportamientos sexuales,  mientras que negativamente trata de evitar que se cosifique el cuerpo, y en consecuencia el ser humano, impidiendo un lenguaje corporal  inapropiado y que pueda ser considerado sólo como un mero objeto de placer sexual y no como expresión personal. El pudor, por tanto, protege a la castidad.

El pudor puede considerarse como una salvaguarda de la dignidad del hombre y del amor auténtico. Tiende a reaccionar ante ciertas actitudes y a frenar comportamientos que ensombrecen la persona. Es un medio necesario y eficaz para dominar los instintos, hacer florecer el amor verdadero y situar la vida afectiva y sexual en el marco armónico de la persona. El pudor entraña grandes posibilidades pedagógicas y merece, por tanto, ser favorecido. Es una característica del ser humano, porque los animales carecen de él.

El pudor no es mojigatería ni pudibundez, ni hay que confundirlo con la vergüenza lógica que se experimenta cuando mi intimidad sexual o personal no es respetada. Por ello, no es un avergonzarse del cuerpo, ni de las manifestaciones carnales del amor; sino que es una defensa de sí contra el deseo o la invitación erótica que no se revela aún como lenguaje del amor. No está dirigido a preservarnos frente a la desnudez, sino que es una protección ante la posible utilización del erotismo para fines incorrectos. Por ello deja de tener su razón de ser, cuando de lo que se trata es de expresar en la intimidad matrimonial el amor mutuo.

Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra, con manifestaciones externas muy diversas e incluso aparentemente contradictorias. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia del hombre. Inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes. Nace con el despertar de la conciencia personal y se debe mantener hasta que la fuerza del cariño permita superarlo. Educar en el pudor a niños y adolescentes es despertar en ellos el respeto a la persona (Catecismo de la Iglesia Católica (2523-2524).

Es tarea del pudor defendernos contra lo que ataca al amor. Quien no tiene sentido del pudor, tampoco tiene sentido de su propia dignidad. Impúdica, según esto, es toda forma de comportarse que al acentuar el sexo, disminuye el valor de la persona. Nuestro cuerpo sólo es obsceno cuando se le reduce a cosa u objeto de diversión, que sirve para la gratificación de apetitos desordenados de placeres deshonestos. El pudor psicológico protege el centro íntimo del hombre, mientras que el pudor sexual mantiene una atmósfera de respeto y de reverencia hacia el cuerpo.

Quienes no tienen en cuenta el pudor piensan que se puede usar del cuerpo como instrumento de goce exclusivo, cual si se tratara de una prótesis añadida al Yo. Desprendido del núcleo de la persona, y, a efectos del juego erótico, el cuerpo es declarado zona de libre cambio sexual, exenta de toda normativa ética; nada de lo que ahí sucede es regulable moralmente ni afecta a la conciencia del Yo más de lo que pudiera afectarle la elección de este o de aquel pasatiempo inofensivo. La frívola trivialización de lo sexual es banalización de la persona misma, a la que se humilla muchas veces reduciéndola a la condición de objeto de utilización erógena, siendo también  la comercialización y explotación del sexo o su abusivo empleo como reclamo publicitario formas nuevas de degradación de la dignidad de la persona humana.

“Existe un pudor de los sentimientos como también existe un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de comunicación a hacer pública toda confidencia íntima” (CEC 2523).

Por supuesto que no hay que confundir, si no queremos inútiles problemas de conciencia, lo que hace referencia a la castidad y al pudor con la decencia de las cosas relacionadas con el aparato digestivo. También hemos de tener clara la distinción entre sexualidad y genitalidad. La sexualidad es el conjunto de características universales y específicas que determinan nuestra conducta sexuada, mientras que la genitalidad hace referencia a la base biológica de la sexualidad y al ejercicio de los órganos sexuales-genitales.

En las sociedades donde reina una estricta segregación de sexos y una clara distinción de funciones sexuales, el pudor adquirirá la forma de tabúes y actitudes estereotipadas; liberalizándose a medida que la comunicación sea más fácil y normal entre hombres y mujeres. El pudor nace del amor y nos hace más libres, ya que un corazón puro no se avergüenza de amar, pero sí de sentirse instrumentalizado. El equilibrio sexual impone o la aplicación de las energías sexuales al servicio del amor, o bien la abstención completa de lo puramente genital con la polarización de las energías hacia el amor en que lo sobrenatural está también presente.

P. Pedro Trevijano

 

 

6 comentarios

José Luis
BEATO JUAN PABLO II: Quien "vive según la carne" siente la ley de Dios como un peso, más aún, como una negación o, de cualquier modo, como una restricción de la propia libertad. En cambio, quien está movido por el amor y "vive según el Espíritu" (Gál 5, 16), y desea servir a los demás, encuentra en la ley de Dios el camino fundamental y necesario para practicar el amor libremente elegido y vivido. Más aún, siente la urgencia interior --una verdadera y propia "necesidad", y no ya una constricción-- de no detenerse ante las exigencias mínimas de la ley sino de vivirlas en su "plenitud". Es un camino todavía incierto y frágil mientras estemos en la tierra, pero que la gracia hace posible al darnos la plena "libertad de los hijos de Dios" (cf. Rom 8, 21) y, consiguientemente, la capacidad de poder responder en la vida moral a la sublime vocación de ser "hijos en el Hijo".(VERITATES SPLENDOR, 17)

http://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/magisterio%20Juan%20Pablo%20II/enciclicas/veritatis.htm
12/05/12 12:17 PM
Llanos de Alba
Precioso y gran artículo. Un afectuoso saludo
12/05/12 3:25 PM
Felisa
"EL PUDOR NACE DEL AMOR Y NOS HACE MÁS LIBRES"- dice D. Pedro Trevijano-.
Si no fuera así, sería simple decencia. Es decir, se referiría sólo al aseo, compostura y adorno correspondiente a la persona.
Mientras que el pudor es más profundo porque nace de la intimidad del yo. Y significa: honestidad, prudencia, recato. Cualidades o valores que exigen esfuerzo que no se ve con los ojos, sino que se irradia.
13/05/12 11:03 PM
Paulino Toral
Una mujer atea, liberada, feminista extrema, daba una conferencia. Trataba de demostrar que el pudor, natural y realmente no existe, que es un invento de las personas religiosas, de los tabúes propios de las creencias religiosas.

Un espectador del auditorio estaba harto de la falta de vergüenza de la feminista atea. Pidió subir al escenario. La feminista le invitó a subir. El espectador subió y dijo: "Voy a demos-trarles que el pudor sí existe; que es una reacción normal y espontánea de toda persona". Y, dirigiéndose a la feminista, dijo: "¿Puede usted enseñarme la palma de su mano derecha?" La feminista extendió la mano. El espectador la examinó como si leyera la palma de la mano. La feminista miró al público y sonrió compasiva, mirando hacia arriba. El oyente le pidió le mostrara ahora la palma de la mano izquierda. La feminista se la extendió. El espectador la examinó. La dejó libre, y le dijo a la feminista: - "Ahora levántese usted su falda y muestre al público sus posaderas"... La feminista, disgustada, dijo: "¿Y para qué quiere usted que haga eso?" El espectador se dirigió al auditorio: - "¿Ven? ¡El pudor existe!" Y bajó a su asiento...
14/05/12 6:38 PM
pedro de madrid
Cuando era niño se cantaba, como una estrofa del Ave Maria: "Las modas arrastran al fuego infernal, vestir con decoro si os quereis salvar". Las faldas cortas tienen un problema añadido, cuando se sientan las minifalderas sin darse cuenta enseñan más de lo preciso. Hago violencia para no mirar y recuerdo que todos los días voy al calvario (consagración en la Misa) quiero ir limpio,
7/07/12 5:03 PM
Yolanda
Me encanto el articulo estoy estudiando Teologia y es un gran aporte para mi materia de: moral personal y social. Coincido que el pudor es un lenguaje, con el que expresamos los seres humanos de que estamos hechos. Se va educando el el caminar y se culmina en el respeto y amor en el encuentro con el yo mas intimo.
8/02/19 6:12 PM

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