(Efe) Según Mons. Pujol, “desde antiguo hubo fronteras y siempre las personas han buscado su modo de vida en el lugar que les pareció conveniente”. “Dios creó el mundo, pero no las naciones”, afirma.
El arzobispo subrayo que los inmigrantes “se integran en nuestros pueblos y ciudades y aportan valores de humanidad que contribuyen a una mejor comprensión entre todos”. Y recalcó que a veces son las personas inmigradas las que esparcen la fe católica en países donde esta religión es minoritaria y pone como ejemplo Suecia, donde en los años cincuenta había 19.000 católicos y con la llegada de emigrantes ahora son 200.000.
“Cualesquiera que sea su religión o sus hábitos culturales, los inmigrantes deben ser acogidos como hermanos”, aseveró el prelado, quien añadió que “gozarán entre nosotros de derechos y estarán sometidos a unos deberes, como todo el mundo; pero, deben recibir la comprensión y ayuda de quienes tenemos la suerte de no tener que abandonar nuestra casa”.