(AsiaNews / Gaudium Press) Están detenidos Mons. Su Zhimin, obispo de Baoding; Mons. Cosmas Shi Enxiang, obispo de Yixian, y los padres Lu Genjun vicario general de Baoding, Wang Lifang de Zhengding, Joseph Chen Hailong de Xuanhua (Hebei), entre otros.
El próximo 29 de junio, cuando la Iglesia celebra la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, es el día escogido, porque los clérigos chinos "al igual que los santos Pedro y Pablo fueron encarcelados y perseguidos por su fe, por lo que la población de China está sufriendo por su fe", según afirma Lina Chian, secretario ejecutivo de la Comisión Justicia y Paz de la diócesis de Hong Kong.
En esa fecha el Cardenal Joseph Zen Ze-kium, arzobispo emérito de Hong Kong, presidirá una misa en esa ciudad y posteriormente dirigirá una protesta a la Oficina de China para la unión, pidiendo la liberación del padre Joseph Chen Hailong de Xuanhua (Hebei), y de todos los obispos y sacerdotes detenidos por el gobierno chino.
El padre Joseph Chen Hailong, de dos años de ordenación, fue detenido hace dos meses por funcionarios oficiales mientras desarrollaba su labor pastoral en la zona de Yangqing, en cercanías de Beijing. No se sabe de su paradero, pero se teme que haya sufrido torturas como ocurrió con el padre Zhang Guangjun, de la misma diócesis.
Amenazas y torturas al padre Zhang Guangjun
El padre Zhang Guangjun permaneció detenido entre el 10 de enero y el 13 de abril pasados, también por funcionarios gubernamentales, y fue golpeado con puños, palos, un cubo, obligado a permanecer despierto durante cinco días hasta que tuvo un colapso, empapado con agua fría en el gélido invierno.
El sacerdote siempre se ha opuesto a la intervención del gobierno chino en los asuntos internos de la Iglesia, y siempre ha mantenido su fidelidad a la Sede de Pedro. "Les fue imposible obligarme a concelebrar con los sacerdotes de la Iglesia patriótica china y a registrarme, los funcionarios me han insultado, a mí, a la Iglesia y a Dios. Me he defendido y me han torturado de nuevo", dijo.
En relatos que recuerdan los grandes hechos de los mártires cristianos, el sacerdote chino narra que "en esos días, a pesar de los dolores físicos, he rezado el rosario y dicho misa cada día, en silencio. Me imaginé predicar a mis parroquianos y eso me ha dado fuerza". El padre Zhang conserva en su cuerpo heridas en la cabeza y en las piernas, señales de su tortura. Hasta hoy sufre de dolor de cabeza y vómito.