(EWTN/InfoCatólica) Mons. Tomasi aseguró, en su intervención del 10 de marzo en la 16° sesión del Consejo de Derechos Humanos, que “el reconocido derecho de los padres a decidir el tipo de educación religiosa que sus hijos deben recibir es anterior a cualquier imposición directa que pueda hacer el Estado”. El Arzobispo dijo luego que
“la educación y la libertad religiosa constituyen una vasta área de preocupación. Las relaciones entre ambas son un experimento que evoluciona en muchos sentidos, pero los derechos humanos fundamentales no pueden transgredirse: los relacionados a los padres y los relacionados a los creyentes que actúan en comunidad”.
De otro lado, aseguró, “si bien la gente debe tener el derecho a profesar sus ideas religiosas, esto debe hacerse dentro de los límites del bien común y del orden público; y en cada caso, de manera responsable”. El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas prosiguió:
“El desafío de balancear derechos de igual valor es particularmente obvio al prevenir la discriminación. El deber de garantizar una igual protección de derechos no debe ser contaminado por posiciones ideológicas que considerarían una creencia particular como intolerante mientras aceptan que el Estado fuerce a una religión a adoptar una doctrina o conducta contraria a sus convicciones”.
“La instrucción pública no debe amenazar el tema de la religión de manera que lleve al rechazo de la preferencia de los padres y al mismo tiempo al avance de creencias alternativas. La idea de la que fe tiene que cambiar con el tiempo necesita una aproximación cautelosa. Mientras ciertos condicionamientos históricos pueden adaptarse a nuevas circunstancias, se debe evitar todo tipo de relativismo, por un lado, y de otros, la indebida interferencia en la vida interna de las comunidades de fe que violarían el derecho fundamental a la libertad religiosa”.
Finalmente el Nuncio dijo que “la educación y la libertad religiosa pueden reforzarse una a otra. Una justa presentación de distintas creencias puede prevenir el estereotipo de las convicciones de otras personas, puede abrir al diálogo y al respeto de la dignidad inalienable de todo alumno, de todo creyente y de toda persona”.