(Fides/InfoCatólica) Mons. Martinelli describe así la situación de la comunidad católica: “Todos los viernes celebramos 3 o 4 misas en idiomas diferentes: inglés, tagalo, coreano. El último viernes, como medida de precaución, hemos celebrado solo una, para un centenar de fieles, sobre todo africanos y filipinos. Hemos celebrado la Misa para infundir esperanza en estas personas que se ven obligados a permanecer aquí por la fuerza, especialmente para las mujeres filipinas que trabajan en los hospitales y son realmente muy valientes. De la misa obtienen nueva energía para seguir cumpliendo con su deber, así como los africanos, que trabajan en puestos de trabajo manuales, y son muy fieles a la Iglesia”.
Además, señala el sacerdote, “todos los días celebramos la misa en uno de los centros donde trabajan las hermanas de una de las cuatro comunidades religiosas que operan en Trípoli. Celebramos la Misa también en un centro de salud donde trabajan mujeres filipinas que no pueden moverse del lugar de trabajo debido a los rígidos turnos de trabajo”, continua el Vicario Apostólico de Trípoli.
“El padre Sandro, que desde hace tiempo se encarga de seguir a los refugiados de Eritrea, ha podido regresar a Trípoli con cierta fortuna, gracias a un avión de línea desde Malta. Así que estamos procediendo al registro de estas personas, para poder disponer de documentos concretos que se puedan presentar a los órganos competentes. Esperamos que algún país pueda hacerse cargo del destino de estas personas”, concluye Mons. Martinelli.