Carta al presidente del Consejo Pontificio para la Familia

Benedicto XVI asegura que la sociedad de consumo disgrega la familia y la comunidad

En una carta que el Papa ha enviado al cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, afirma que la sociedad de consumo contribuye «a disgregar a la familia y a la comunidad», así como a «difundir un estilo de vida individualista». Benedicto XVI exhorta en su mensaje para la Jornada Mundial de la Familia a «promover una reflexión y un empeño sobre la conciliación de las exigencias y los tiempos del trabajo con los de la familia».

(Efe/InfoCatólica) Se trata de la carta que el Papa ha dirigido al cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, con vistas a la celebración de la VI Jornada Mundial de la Familia, que se celebrará en Milán con el tema La familia: el trabajo y la fiesta, del 30 de mayo al 3 de junio de 2012.

Según el Papa, en la actualidad “la organización del trabajo, pensada y llevada a cabo en función de la competencia del mercado y del máximo provecho, y la organización de la festividad como un evento de evasión y consumo, contribuyen a disgregar la familia y la comunidad y a difundir un estilo de vida individualista”. Benedicto XVI asegura que es necesario “promover una reflexión y un empeño sobre la conciliación de las exigencias y los tiempos del trabajo con los de la familia”.

“La Sagrada Escritura nos dice que la familia, el trabajo y el día festivo son dones y bendiciones de Dios para ayudarnos a vivir una existencia plenamente humana”, recuerda. Por ello insta a “recuperar el verdadero sentido de la fiesta, especialmente el domingo, la pascua semanal, el día del Señor y día del hombre, día de la familia, de la comunidad y la solidaridad”.

La Jornada Mundial de la Familia tendrá una duración de cinco días y culminará con La fiesta de los Testimonios, el sábado por la noche, y la misa solemne, el domingo por la mañana, ambas presididas por el Papa.

5 comentarios

Esta noticia me hace pensar lo difícil que puede llegar a ser para un cristiano trabajar en ciertos sectores económicos, por ejemplo, el de la publicidad y el marketing.

Desgraciadamente, el marketing, lejos de ser una disciplina que trate de comunicar de manera veraz y eficaz las virtudes de un producto y servicio a aquellos a quienes se piensa que puede resultar de utilidad, se ha convertido en una herramienta de seducción del consumidor, creadora de necesidades falsas, de aferramiento y casi adicción a lo material, y que utiliza a menudo la referencia a lo violento, lo sensual o lo simplemente banal y frívolo para incitar en el consumidor no una necesidad racional, sino un deseo impulsivo e instintivo.

Las diferentes legislaciones se han centrado en perseguir la publicidad que es engañosa, pero solamente en su vertiente técnica (características o virtudes del producto o servicio que son anunciadas pero que no son ciertas, las famosas “letras pequeñas”, etc), y no en la que es moralmente engañosa, es decir, aquella que emplea medios inmorales, como mucho se ha evitado que ciertos anuncios aparezcan en horario infantil, como si sólo los menores edad necesitasen ser protegidos de determinados contenidos, o dicho a la inversa, como si los adultos fuéramos inmunes a todo.

En qué pocas escuelas de negocios, incluidas las católicas (e incluida la mía, católica también), se enseña que el objetivo de la empresa, y por tanto del marketing, es crear riqueza sirviendo a la s
25/09/10 1:16 PM
Esta noticia me hace pensar lo difícil que puede llegar a ser para un cristiano trabajar en ciertos sectores económicos, por ejemplo, el de la publicidad y el marketing.

Desgraciadamente, el marketing, lejos de ser una disciplina que trate de comunicar de manera veraz y eficaz las virtudes de un producto y servicio a aquellos a quienes se piensa que puede resultar de utilidad, se ha convertido en una herramienta de seducción del consumidor, creadora de necesidades falsas, de aferramiento y casi adicción a lo material, y que utiliza a menudo la referencia a lo violento, lo sensual o lo simplemente banal y frívolo para incitar en el consumidor no una necesidad racional, sino un deseo impulsivo e instintivo.

Las diferentes legislaciones se han centrado en perseguir la publicidad que es engañosa, pero solamente en su vertiente técnica (características o virtudes del producto o servicio que son anunciadas pero que no son ciertas, las famosas “letras pequeñas”, etc), y no en la que es moralmente engañosa, es decir, aquella que emplea medios inmorales, como mucho se ha evitado que ciertos anuncios aparezcan en horario infantil, como si sólo los menores edad necesitasen ser protegidos de determinados contenidos, o dicho a la inversa, como si los adultos fuéramos inmunes a todo.

En qué pocas escuelas de negocios, incluidas las católicas (e incluida la mía, católica también), se enseña que el objetivo de la empresa, y por tanto del marketing, es crear riqueza sirviendo a la s
25/09/10 3:58 PM
........sirviendo a la sociedad, y no crearla sirviéndose de ella.
25/09/10 3:59 PM
Menka
La experiencia está demostrando la afirmación del Papa. Antes hubo más hijos en las familias, entre otras cosas, porque no había tantas exigencias. Ahora parece que hay obligación de tener mil cosas, las familias viven endeudadas y con el trabajo futuro pagan los gastos realizados en el pasado. A veces es necesario, pero se ha convertido como en una obligación.
Con lo bonito que es optar por un estilo de vida sobrio y sin ansiedad.
25/09/10 5:51 PM
Belén
Estoy de acuerdo con el Papa. Pero el problema se presenta cuando la gente, en lugar de mirar por el bienestar espiritual y material, se centra en sólo el material y deja el espiritual totalmente de lado. Cuántas personas hay que prefieren gastar dinero con la familia, antes que estar realmente con ella. El problema no es sólo de las empresas. Todo el mundo sabe que tienen afán de lucro y, por tanto, buscan los medios de obtener el mayor beneficio posible. El problema real se encuentra en la gente. Parafraseando a un comentarista anterior, los adultos deberíamos estar inmunizados, e inmunizar a nuestros hijos, contra el consumismo sin razón. No hace falta tener el mp3 de última generación, ni haber ido a ver todos los sitios del mundo, ni hacer todo lo que los demás hacen, simplemente porque sí. Deberíamos de tener un poquito más de madurez, saber discernir lo que nos conviene y lo que no. Y, desde luego, consumir sin tasa, sin razón, no conviene a nadie.
29/09/10 8:21 PM

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