(Agencias/InfoCatólica) “Somos un pueblo generoso y hospitalario, sin duda, pero también nos estamos dando cuenta con asombro y vergüenza que nos hemos convertido en un pueblo corrupto y asesino”, apunta el texto. El editorial afirma que "esta tragedia no es nueva" pero que ha puesto sobre la mesa "lo que está sucediendo a diario" con relación al maltrato a migrantes centroamericanos y sudamericanos que buscan llegar a Estados Unidos.
Los 72 asesinados en Tamaulipas (norte del país), centroamericanos y sudamericanos, eran al parecer inmigrantes ilegales y fueron coaccionados por los narcotraficantes para que se unieran a sus filas como sicarios. Ante su negativa, los asesinaron.
El maltrato a este colectivo comienza por la policía y las autoridades migratorias, afirma la archidiócesis. Sigue con las bandas criminales, "ante la indiferencia o complicidad de los malos y corruptos funcionarios". Con base en cifras de organizaciones de apoyo a los indocumentados, el texto habla de hasta 200 inmigrantes muertos cada mes por causa del crimen organizado, "sin que las familias puedan reclamar sus cuerpos".
Bandas criminales actúan con impunidad
"Las bandas criminales dedicadas al trafico ilícito de personas están allí, sin que la autoridad aplique la justicia y sin que nadie les impida sus grandes y sucios negocios extorsionando y asesinando a diario", se expone en el editorial. "Desafortunadamente nos damos cuenta que somos un país que grita mucho para exigir que nuestros hermanos mexicanos sean respetados en los Estados Unidos, pero poco o nada hacemos para respetar y cuidar a quienes transitan en iguales o peores condiciones a lo largo de nuestra país", continúa.
Cada año, cerca de 300.000 centroamericanos cruzan la frontera mexicana ilegalmente para dirigirse, en su mayoría, a Estados Unidos. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el número de inmigrantes secuestrados en México para pedir un rescate por ellos podría haber ascendido a 18.000 personas durante 2009.
Una Iglesia muda no sirve
Por otro lado, en su homilía dominical, el Cardenal Norberto Rivera Carrera aseguró que ante los grandes males del mundo, el clero, “aunque muchos lo pidan, no puede callar”, debido a que “una Iglesia muda no sirve ni a Dios ni a los hombres”.