Fue la imagen titular del convento de carmelitas descalzos de San José de Logroño

Descubren que la talla de Santa Teresa de Enciso es obra de Gregorio Fernández

La figura de Santa Teresa, de tamaño natural, titular del convento de carmelitas descalzos de San José, en Logroño, fue escondida durante la desamortización, llegada de los franceses, guerras carlistas y segunda república. Luego pasó a la iglesia de San Pedro cuando comenzaron las obras de restauración de la ermita de la Concepción, a donde había llegado traída por don Domingo, el antiguo párroco de Enciso. El catedrático José Manuel Ramírez ha descubierto su autoría.

(LaRioja.com/InfoCatólica) “Hace veinte días me dirigí a Enciso a sacar unas fotografías del retablo mayor. Al dar una vuelta por la iglesia, encontré debajo del coro la imagen de Santa Teresa. Estaba deteriorada, después de tantos avatares... Pero la gente pensaba que era una imagen moderna, y es del siglo XVII”. La imagen llegó a esta iglesia de San Pedro cuando comenzaron las obras de restauración de la ermita de la Concepción, a donde había llegado traída por don Domingo, el antiguo párroco de Enciso. Así lo relata el catedrático José Manuel Ramírez. 

Mucho antes de llegar a la ermita de la Concepción, la figura de tamaño natural había sido la imagen titular del convento de carmelitas descalzos de San José, en Logroño, que se levantaba en el espacio que hoy ocupa el Instituto Sagasta. Desamortización, llegada de los franceses, guerras carlistas y Segunda República provocaron un gran deterioro en los conventos e iglesias que fueron habilitados para todo tipo de menesteres entre cocinas, cuadras, cuarteles u hospitales, explica Ramírez. En ese contexto “hubo piadosos que algunas piezas guardaron”. Y ese fue el regalo que un día alguien le hizo a don Domingo, sin saber realmente a quién pertenecían las manos que habían trabajado la figura que tantos años había pasado cobijada en su almacén.

Las características de una imagen no contemporánea, sino del taller de Gregorio Fernández 

“Se me puso la carne de gallina cuando la vi, porque se trata de una imagen preciosa”, confiesa. Entonces ya intuía el valor que podía albergar esta Santa Teresa. Y comenzó a indagar guiado por ciertas características que presagiaban que la obra poseía un notable interés y que procedía del taller vallisoletano del gran maestro del siglo XVII.

En primer lugar porque la escultura está creada en madera de pino, algo inusual en aquella época en La Rioja, cuando aquí se recurría a la madera de nogal. “Además, la talla, de tamaño natural, exhibe una belleza virginal en su delicado rostro; la forma de resolver los ojos y la nariz los dota de magia; las manos quedan suspendidas en el aire y con las extremidades de los dedos apuntando hacia hacia fuera para irradiar una mayor expresividad; la policromía se basa en colores planos”. “Sin duda, el sello apunta a tierras castellanas”, confirma el experto riojano.

Ramírez Martínez defiende que la escultura de Santa Teresa de Jesús descubierta fue concebida para que ocupara la casa titular del retablo mayor del convento de los carmelitas descalzos de San José de Logroño, cuya construcción estuvo respaldada por poderosos prohombres logroñeses con fuertes conexiones con la Corte y con los focos culturales y religiosos. Estos lograron el asentamiento de esta comunidad religiosa en la ciudad, pese a la resistencia inicial de la sociedad logroñesa que se oponía al establecimiento de nuevas órdenes. 

“Sólo deseo que este descubrimiento contribuya a que la escultura se recupere, valore y cuide”,

Este catedrático realizó su tesis sobre escultura barroca en La Rioja, tema que investiga desde que tiene 16 años, hace ya 48. El hallazgo le ha supuesto un reencuentro con el escultor Gregorio Fernández, quien ya tejió una red de figuras que todavía se conservan en La Rioja. Ésta no es, sin embargo, la única pieza de Gregorio Fernández que conserva nuestra región. Los conventos de la orden carmelita en Calahorra y la iglesia de San Miguel de Alfaro atesoran otras obras. 

El actual párroco de Enciso, Diego Hernández, custodia ahora este feliz hallazgo que continúa ofreciendo un aspecto poderoso, aunque los sucesivos traslados han hecho mella en su impronta. Le han desaparecido los pies, un libro que sostenía en la mano izquierda, la peana en que se fijaba la estructura anatómica, se le ha colocado una diadema de hojalata en lugar de la original que sería de plata...

“Sólo deseo que este descubrimiento contribuya a que la escultura se recupere, valore y cuide”, concluye Ramírez Martínez.

1 comentario

ignacio
Creio que eiste un Cristo en Muro de Águas que es de la escuela vallisoletana de Gregorio Es el famoso Cristo de Ambas Aguas.
5/08/10 5:22 PM

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