(NCregister/InfoCatólica) El padre Ninian Doohan, de 44 años y natural de Escocia, alzó el cáliz sobre una piedra tallada a mano durante la celebración de la Santa Misa en el campamento base del Everest, situado a 5.364 metros sobre el nivel del mar, en el valle de Khumbu. La eucaristía, una Missa pro Pace, culminó un ascenso de ocho días desde Lukla, en cumplimiento de la promesa que hizo al guía sherpa Gele Bishokarma tras bautizarlo en la parroquia de San Patricio en Edimburgo el pasado 25 de diciembre de 2023. «Nos veremos en tu tierra natal», le dijo entonces.
El sacerdote, que pertenece a la diócesis escocesa de Dunkeld, llegó a Nepal el 2 de mayo, llevando consigo suministros médicos para la iglesia de San Ignacio en Katmandú. Acompañado por Bishokarma y un pequeño equipo de porteadores, emprendió la exigente caminata hasta el campamento base, situado a una altitud cuatro veces superior al Ben Nevis, la montaña más alta de Escocia.
Durante la misa, celebrada a mediodía del miércoles 14 de mayo, el padre Doohan proclamó ante los asistentes: «El cielo ha vuelto a descender a la tierra en su punto más alto». Subrayó que se trataba de la primera misa celebrada allí en el incipiente pontificado de Su Santidad León XIV.
El altar utilizado fue una piedra esculpida por uno de los porteadores, de religión hindú. Este gesto sirvió de ocasión evangelizadora, ya que otro compatriota le explicó el significado cristiano del altar. Al final de la misa, el padre Doohan bendijo a los presentes con reliquias que había llevado consigo.
A pesar de que los católicos en Nepal apenas representan el 0,03 % de la población —unas 8.000 personas de un total de 29 millones—, el número va en aumento. En ese contexto, el gesto del sacerdote escocés pretende ser una expresión de apoyo a la fe católica en tierras de misión. «Quería ayudar a la Iglesia aquí…, aunque solo fuera para ver nuestra fe católica vivida en el punto más alto del planeta», declaró.
La caminata no estuvo exenta de dificultades: frío extremo, aire con menos nivel de oxígeno, fatiga muscular y riesgo constante de mal de altura. «El cuerpo está limitado por todos los elementos posibles», explicó. Aun así, habló de una «gratitud profunda en medio del agotamiento».
Como signo de peregrinación, no de proeza deportiva, el padre Doohan vistió su sotana durante toda la travesía. Paralelamente, su comunidad parroquial en Escocia puso en marcha una campaña de recaudación de fondos para la misión jesuita de San Ignacio, que gestiona clínicas móviles y una escuela para niños con necesidades especiales. Aunque el objetivo era reunir 750 libras esterlinas, la cifra superó las 5.000 antes de que el sacerdote llegara al «techo del mundo».
Con humor, el sacerdote agradeció también a la perra que tuvo una camada, cuyos cachorros vendió a sus feligreses para costear el billete de avión. «Los sacerdotes en Escocia vivimos una especie de pobreza elegante», bromeó.
Aunque Sir Edmund Hillary depositó una cruz bendecida por Pío XII en la cima del Everest en 1953, la misa del padre Doohan es la más alta registrada en el emplazamiento actual del campamento base.
Raíces vocacionales
Nacido en Glasgow, el padre Doohan vivió una infancia marcada por las dificultades familiares, entre ellas el divorcio de sus padres debido a la adicción de su progenitor. A los 12 años emigró a Australia, donde consolidó su fe asistiendo diariamente a misa antes de la escuela. En 2002, sintió el llamado al sacerdocio durante una misa con los Padres del Santísimo Sacramento en Sídney. “Solo tenía que decir ‘sí’”, recordó.
Desde entonces, se volcó en la vida parroquial y recibió formación apostólica de los Misioneros de la Caridad. Probó diversas vocaciones religiosas —norbertina, cisterciense y cartuja— antes de ser ordenado sacerdote diocesano en la catedral de San Andrés, para la diócesis de Dunkeld, el 8 de septiembre de 2014.
Durante su primera misa pidió a los fieles que rezaran por intenciones concretas: el amor por los pobres, la fidelidad al celibato, la dedicación a los niños y otras peticiones espontáneas que, según comenta, todavía hoy le recuerdan que siguen siendo objeto de oración.
Actualmente, sirve como párroco en San Patricio, en el barrio de Cowgate, en el casco antiguo de Edimburgo, además de atender pastoralmente dos hospitales. Está discerniendo la posible fundación del primer Oratorio de San Felipe Neri en Escocia.
Por ahora, permanece agradecido por la oportunidad de haber llevado la Eucaristía a uno de los lugares más elevados del planeta.