(Kath.net/InfoCatólica) La renuncia fue fruto de un largo proceso de reflexión interior: «Mi decisión tiene un trasfondo prolongado, acompañado de una lucha espiritual», explicó el prelado de 70 años. Tras más de 30 años con responsabilidades de liderazgo —13 años como abad de Plankstetten y casi 19 como obispo— consideró llegado el momento de «soltar» esas riendas y regresar a la labor pastoral. Este paso, nacido de un profundo discernimiento espiritual, respondió al anhelo de estar de nuevo cerca de las personas como sacerdote y acompañante espiritual, ya no como responsable de decisiones en primera línea.
Motivos de su renuncia
En una carta dirigida al personal de la diócesis, Hanke expuso los motivos de su retirada: los retos y crisis vividos durante su mandato —entre ellos, casos de abusos, conflictos en la dirección de la universidad y el escándalo financiero— le marcaron y le llevaron, en última instancia, a una sincera reflexión sobre su situación. «No quiero ocultar que, tras tantos retos, escándalos y conflictos sin resolver, siento un agotamiento interior». Especialmente conmovedoras para él fueron las conversaciones con víctimas de abusos sexuales: «Algunas cosas dentro de mí han cambiado a raíz de ello».
A la vez, su decisión estuvo profundamente motivada por la cuestión de la fecundidad espiritual de la Iglesia en Alemania. «La renovación significa, según el papa Francisco, vivir desde la frescura del Evangelio. Habló del "mordisco del Evangelio", que debe hacerse sentir», escribió el obispo Hanke. Inspirado por los impulsos del papa Francisco, subrayó su deseo de volver a participar más intensamente del «latido del corazón de la Iglesia».
Perspectivas
El obispo emérito Hanke regresa ahora a la labor pastoral simplemente como padre Gregor. «El deseo de sentir el latido del corazón de la Iglesia me mueve», declaró. En un ámbito pastoral fuera de la diócesis desea volver a trabajar directamente con las personas, acompañarlas en cuestiones de fe y prepararlas para los sacramentos: «Estar cerca de la gente como pastor, eso es lo que quiero realizar en los años, espero que aún vigorosos, que me quedan de vida como padre Gregor, antes de regresar más adelante a mi comunidad monástica».
El obispo emérito Hanke ha renunciado a sus insignias episcopales, una decisión consciente en favor de la humildad y la cercanía con la base: «Sin perjuicio de mi ordenación episcopal, no quiero llevar en el futuro insignias ni funciones pontificales, salvo que mi sucesor me lo pida expresamente».
Agradecimiento y despedida
En su carta, el obispo saliente mostró un profundo aprecio por sus años en Eichstätt. «Estoy agradecido por haber podido experimentar el latido del corazón de la Iglesia en la diócesis: en conversaciones y encuentros en los que he podido participar del camino de fe y de la búsqueda de Dios, de las preocupaciones, necesidades y alegrías, en el cuidado común por la comunidad de fe como diócesis». También expresó su más sincero agradecimiento a todo el personal, tanto remunerado como voluntario. «Sin el apoyo que he experimentado una y otra vez de muchas personas a mi alrededor y en la diócesis, no habría podido desempeñar este servicio», escribió. A la vez, pidió perdón por si no cumplió con expectativas o pudo herir a alguien.
Mons. Hanke ha sido uno de los cuatro obispos que, de forma reiterada, se ha opuesto a la creación de un comité sinodal permanente para la Iglesia en Alemania.