León XIV; «¡Cuántas personas, hoy en día, ignoran la invitación al encuentro con Dios!»
El Papa en la Santa Misa por el Jubileo de las Familias, de los Niños, de los Abuelos y de los Ancianos (@Vatican Media)

Exhorta a la Iglesia a buscar las familias alejadas para presentarles a Cristo

León XIV; «¡Cuántas personas, hoy en día, ignoran la invitación al encuentro con Dios!»

En un mensaje dirigido a un seminario sobre evagelización, León XIV llama a evangelizar con las familias, mostrando con el testimonio la fuerza de la gracia y el valor del matrimonio sacramental. Insta a acoger a las familias alejadas, a superar el moralismo que no incluye la gracia, y a acompañar con cercanía. Pide a obispos y laicos convertirse en «pescadores de familias» y construir comunidades vivas, abiertas y comprometidas con el Evangelio.

(InfoCatólica) El Santo Padre recuerda en su mensaje que la familia es el primer núcleo eclesial del Cuerpo místico de Cristo, a quien el Señor encomienda la transmisión de la fe. 

Los padres, asegura el Papa, tienen la responsabilidad de «hacer que sus hijos sean conscientes de la paternidad de Dios».

León XIV dice que hay una creciente búsqueda de espiritualidad, especialmente entre los más jóvenes -algo atestiguado por el cardenal Eijk-, y pide a la comunidad cristiana antenderles.

Encuentro con Dios

El Pontífice pide acompañar especialmente «a aquellas familias que, por diversos motivos, están espiritualmente más alejadas» pero «querrían formar parte, de algún modo, de una comunidad en la que crecer y con la que caminar». Y lamenta:

«¡Cuántas personas, hoy en día, ignoran la invitación al encuentro con Dios!»

El Papa advierte contra una «privatización» cada vez más extendida de la fe que impide que muchos acercarse a la Iglesia y sus tesoros, de manera que aun teniendo buenas intenciones, «acaban confiando en apoyos falsos que, al no resistir el peso de sus aspiraciones más profundas, les hacen resbalar de nuevo hacia abajo, alejándoles de Dios y convirtiéndolos en náufragos en un mar de estímulos mundanos».

León XVI advierte de que hay familias cuyos miembros son «alienados por modelos de vida ilusorios en los que no hay espacio para la fe» que encuentran especial eco en las redes sociales, que tiene el potenciál de ser buenas pero también de lo contrario:

«...lo que impulsa a la Iglesia en su esfuerzo pastoral y misionero es precisamente el deseo de ir a «pescar» esta humanidad, para salvarla de las aguas del mal y de la muerte mediante el encuentro con Cristo».

El Papa muestra el camino a seguir con los jóvenes que eligen vivir juntos sin casarse. Cita la exhortación postsinodal Familiaris consortio de San Juan Pablo II:

«Tal vez muchos jóvenes, que hoy en día eligen la convivencia en lugar del matrimonio cristiano, en realidad necesitan a alguien que les muestre de forma concreta y comprensible —sobre todo con el ejemplo de vida— qué es el don de la gracia sacramental y qué fuerza se deriva de ella; alguien que les ayude a comprender «la belleza y la grandeza de la vocación al amor y al servicio de la vida» que Dios otorga a los esposos (san Juan Pablo II, exhort. ap. Familiaris consortio, 1)».

Añade además la necesidad de que las familias encuentren una comunidad eclesial que les ayude en la tarea de transmitir la fe.

Fe y gracia por el encuentro con Cristo

León XIV explica en palabras de San Agustín, lo que es y no es la fe:

La fe es, ante todo, respuesta a una mirada de amor, y el mayor error que podemos cometer como cristianos es, según las palabras de san Agustín, «pretender que la gracia de Cristo consista en su ejemplo y no en el don de su persona» (Contra Iulianum opus imperfectum, II, 146). 

Y es por ello que condena el moralismo sin Cristo, la religión de ley y preceptos sin gracia:

«¡Cuántas veces, en un pasado quizá no muy lejano, hemos olvidado esta verdad y hemos presentado la vida cristiana principalmente como un conjunto de preceptos que respetar, sustituyendo a la maravillosa experiencia del encuentro con Jesús —Dios que se entrega a nosotros— por una religión moralista, pesada, poco atractiva y, en cierto modo, irrealizable en la vida cotidiana!»

Papel de los obispos y los laicos

A los obispos el Papa exhorta:

 «...incumbe ante todo a los obispos, sucesores de los Apóstoles y pastores del rebaño de Cristo, echar las redes al mar haciéndose «pescadores de familias».»

Pero también a los laicos junto al resto de ordenados:

«...también los laicos están llamados a implicarse en esta misión, convirtiéndose, junto a los ministros ordenados, en «pescadores» de parejas, de jóvenes, de niños, de mujeres y hombres de toda edad y condición, para que todos puedan encontrar a Aquel que solo puede salvar».

Salir a pescar familias alejadas

León XIV quiete que todos unan esfuerzos para buscar «a esas familias que, por sí solas, ya no se acercan; para entender cómo caminar con ellas y cómo ayudarles a encontrar la fe, convirtiéndose ellas mismas a su vez en «pescadoras» de otras familias».

Y ante las dificultades que se encontrarán, con situaciones de vida heridas por el pecado, el Papa cree muy «necesario promover el encuentro con la ternura de Dios, que valora y ama la historia de cada uno».

El Papa concluye su mensaje dando las gracias a los participantes en el seminario y dando una última exhortación:

«¡Ayudemos a las familias a escuchar con valentía la propuesta de Cristo y la palabra de aliento de la Iglesia!»

Mensaje completo

Mensaje del Santo Padre León XIV a los participantes en el seminario «Evangelizar con las familias de hoy y de mañana. Desafíos eclesiológicos y pastorales», organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida

2-3 de junio de 2025

¡Queridos hermanos y hermanas!

Me alegra que, tras la celebración del Jubileo de las Familias, de los Niños, de los Abuelos y de los Mayores, un grupo de expertos se haya reunido en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida para reflexionar sobre el tema: «Evangelizar con las familias de hoy y de mañana. Desafíos eclesiológicos y pastorales».

Dicho tema expresa bien la preocupación maternal de la Iglesia por las familias cristianas presentes en todo el mundo: miembros vivos del Cuerpo místico de Cristo y primer núcleo eclesial al que el Señor confía la transmisión de la fe y del Evangelio, especialmente a las nuevas generaciones.

La profunda sed de infinito escrita en el corazón de cada ser humano confiere a padres y madres la tarea de hacer que sus hijos sean conscientes de la paternidad de Dios, según escribía san Agustín: «Como en ti está la fuente de la vida, en tu luz veremos la luz» (Confesiones, XIII, 16).

Nuestro tiempo se caracteriza por una creciente búsqueda de espiritualidad, visible sobre todo entre los jóvenes, deseosos de relaciones auténticas y de maestros de vida. Precisamente por eso, es importante que la comunidad cristiana sepa mirar a lo lejos, haciéndose custodio, ante los desafíos del mundo, del anhelo de fe que habita en el corazón de cada uno.

Y es particularmente urgente, en este esfuerzo, prestar una atención especial a aquellas familias que, por diversos motivos, están espiritualmente más alejadas: aquellas que no se sienten implicadas, que dicen no estar interesadas, o que se sienten excluidas de los caminos comunes, pero que no obstante querrían formar parte, de algún modo, de una comunidad en la que crecer y con la que caminar. ¡Cuántas personas, hoy en día, ignoran la invitación al encuentro con Dios!

Por desgracia, frente a esta necesidad, una «privatización» cada vez más extendida de la fe impide con frecuencia a estos hermanos y hermanas conocer la riqueza y los dones de la Iglesia, lugar de gracia, de fraternidad y de amor.

Así, aunque con deseos sanos y santos, mientras buscan sinceramente puntos de apoyo para ascender por los hermosos senderos de la vida y de la alegría plena, muchos acaban confiando en apoyos falsos que, al no resistir el peso de sus aspiraciones más profundas, les hacen resbalar de nuevo hacia abajo, alejándoles de Dios y convirtiéndolos en náufragos en un mar de estímulos mundanos.

Entre ellos hay padres y madres, niños, jóvenes y adolescentes, a veces alienados por modelos de vida ilusorios en los que no hay espacio para la fe, modelos cuya difusión se ve favorecida por un uso distorsionado de medios que, en sí mismos, son potencialmente buenos —como las redes sociales—, pero que se convierten en dañinos cuando vehiculan mensajes engañosos.

Pues bien, lo que impulsa a la Iglesia en su esfuerzo pastoral y misionero es precisamente el deseo de ir a «pescar» esta humanidad, para salvarla de las aguas del mal y de la muerte mediante el encuentro con Cristo.

Tal vez muchos jóvenes, que hoy en día eligen la convivencia en lugar del matrimonio cristiano, en realidad necesitan a alguien que les muestre de forma concreta y comprensible —sobre todo con el ejemplo de vida— qué es el don de la gracia sacramental y qué fuerza se deriva de ella; alguien que les ayude a comprender «la belleza y la grandeza de la vocación al amor y al servicio de la vida» que Dios otorga a los esposos (san Juan Pablo II, exhort. ap. Familiaris consortio, 1).

Del mismo modo, muchos padres, en la educación en la fe de sus hijos, necesitan comunidades que les apoyen en la creación de condiciones para que estos puedan encontrar a Jesús, «lugares en los que se realiza esa comunión de amor que halla su fuente última en Dios mismo» (Francisco, audiencia general, 9 de septiembre de 2015).

La fe es, ante todo, respuesta a una mirada de amor, y el mayor error que podemos cometer como cristianos es, según las palabras de san Agustín, «pretender que la gracia de Cristo consista en su ejemplo y no en el don de su persona» (Contra Iulianum opus imperfectum, II, 146). ¡Cuántas veces, en un pasado quizá no muy lejano, hemos olvidado esta verdad y hemos presentado la vida cristiana principalmente como un conjunto de preceptos que respetar, sustituyendo a la maravillosa experiencia del encuentro con Jesús —Dios que se entrega a nosotros— por una religión moralista, pesada, poco atractiva y, en cierto modo, irrealizable en la vida cotidiana!

En este contexto, incumbe ante todo a los obispos, sucesores de los Apóstoles y pastores del rebaño de Cristo, echar las redes al mar haciéndose «pescadores de familias». Pero también los laicos están llamados a implicarse en esta misión, convirtiéndose, junto a los ministros ordenados, en «pescadores» de parejas, de jóvenes, de niños, de mujeres y hombres de toda edad y condición, para que todos puedan encontrar a Aquel que solo puede salvar. Cada uno de nosotros, en efecto, por el bautismo, es constituido sacerdote, rey y profeta para los hermanos, y hecho «piedra viva» (cf. 1 Pe 2,4-5) para la construcción del edificio de Dios «en la comunión fraterna, en la armonía del Espíritu, en la convivencia de las diversidades» (homilía, 18 de mayo de 2025).

Por ello os pido que os unáis a los esfuerzos con los que toda la Iglesia busca a esas familias que, por sí solas, ya no se acercan; para entender cómo caminar con ellas y cómo ayudarles a encontrar la fe, convirtiéndose ellas mismas a su vez en «pescadoras» de otras familias.

No os dejéis desanimar por las situaciones difíciles que encontraréis ante vosotros. Es cierto que hoy los núcleos familiares están heridos de muchas maneras, pero «el Evangelio de la familia también alimenta aquellas semillas que aún esperan madurar y debe cuidar de aquellos árboles que se han secado y que no deben ser descuidados» (Francisco, exhort. ap. Amoris laetitia, 76).

Por eso es tan necesario promover el encuentro con la ternura de Dios, que valora y ama la historia de cada uno. No se trata de ofrecer respuestas apresuradas a preguntas comprometidas, sino más bien de acercarse a las personas, de escucharlas, tratando de comprender con ellas cómo afrontar las dificultades, dispuestos incluso a abrirse, cuando sea necesario, a nuevos criterios de valoración y a diferentes modos de acción, porque cada generación es distinta de la anterior y presenta desafíos, sueños e interrogantes propios. Pero, en medio de tantos cambios, Jesucristo sigue siendo «el mismo ayer, hoy y siempre» (Hb 13,8). Por eso, si queremos ayudar a las familias a vivir caminos gozosos de comunión y a ser semillas de fe unas para otras, es necesario que, ante todo, cultivemos y renovemos nuestra identidad de creyentes.

Queridos hermanos y hermanas, ¡gracias por lo que hacéis! Que el Espíritu Santo os guíe en el discernimiento de criterios y formas de compromiso eclesial capaces de sostener y promover la pastoral familiar. ¡Ayudemos a las familias a escuchar con valentía la propuesta de Cristo y la palabra de aliento de la Iglesia! Os recuerdo en la oración y os imparto de corazón a todos vosotros la bendición apostólica.

Desde el Vaticano, 28 de mayo de 2025

León pp. XIV

8 comentarios

El gato con botas .
Es así, muchos no quieren ni oir hablar del tema y reaccionan con malestar si se saca el asunto; los considero en manos de Satanás, más aún cuando les queda poco para fallecer y persisten en el rechazo.
Ya no me importa cuando caigo en que a Cristo en persona lo rechazaron directamente durante su estancia terrenal.
3/06/25 12:38 PM
Manuel Enrique
"El que me ama guarda mis mandamientos" (jn 14,21).
Cumplir lo que Dios manda no es una carga, es un favor que Dios nos hace para crecer en Amor.

"He aquí la Esclava del Señor, hágase en mi según Su Palabra" (lc 1,38).

La paz de Jesús y mamá María.
3/06/25 3:59 PM
Maximiliano
Hermosa foto de portada del Papa León XIV con un Matrimonio; en una ocasión, por motivos profesionales, tramite la adquisición de una vivienda para un chico y una chica que estaban buscando un piso para casarse y formar una FAMILIA, y aún cuando no les conocía, les hable del matrimonio y les dije : ¡ más que aprender a quereros, parejo a ello deberías aprender a comprenderos y perdonaros ¡. Jamás se debe reñir o discutir delante de los HIJOS, pues estos son como esponjas, y adquieren comportamientos de lo visto en el hogar familiar. Y aún más importante, les daría un mejor consejo a un Matrimonio: que vuestras joyas que no sea el oro o la plata, sino rezar con constancia el ROSARIO ( poderosísimo ), pues os salvará y os protegerá, a todo el grupo familiar, de muchos males.
3/06/25 3:59 PM
Ana (Inés)
A la cita de Amoris Laetita de Francisco, León XIV agrega la necesidad de acercarse a escuchar a los alejados y hacerles conocer la ternura de Cristo.

3/06/25 4:50 PM
Feligres
Gracias al Santo Papa por este acertivo mensaje. Bravo que se enfoque en la pastoral familiar , hacer mision conlas familias , formando y apoyando a las que ya estan en la iglesia de manera activa para luego ir a pescar las que estan alejadas y desean volver a ese encuentro con Cristo por que es ese encuentro con el amor de los amores que transforma , que convierte y lleva a cambiar vidas .
Si el mundo esta como esta patas arriba es por que muchas familias estan asi patas arriba.
Hay que ayudar a las familias a que sepan transmitir la fe y los valores cristianos pero también a educar a los hijos , a formarlos en valores y virtudes , como don Bosco decìa buenos cristianos y honrados ciudadanos. Es importante aprender del rol de padre y del rol de madre . Por que la ausencia de uno de ellos produce heridas de infancia que despue repercuten en la adolescencia y adultes. Una educacion integral en el seno familiar es capaz de transformar la sociedad.
Se deberìa abrir una pastoral de acogida en aquellas situaciones delicadas , que por alguna circunstancias hayan hogares disfuncionales o madres o padres solteros etc . Como acoger y llevar el mensaje evangelico, esperanzador y sanador de nuestro Señor.
A un mundo herido como llevar con caridad, respeto, delicadeza pero sin engaño el mensaje evangelico.
Importante que en el proceso se hable poco a poco de sanar , de perdonar , de pedir perdon y de arrepentimiento y conversion.
3/06/25 11:13 PM
Feligres
Continuando....
Por que la ausencia fisica y/o afectiva ya sea del padre o la madre produce heridas de infancia que despues repercuten en la adolescencia y adultes lo cual puede causar problemas o trastarnos de personalidad . Una educacion integral en el seno familiar es capaz de transformar la sociedad.
Se deberìa abrir una pastoral de acogida en aquellas situaciones delicadas , que por alguna circunstancias hayan hogares disfuncionales o madres o padres solteros etc . Deberiamos todos a aprender como acoger y llevar el mensaje evangelico, esperanzador y sanador de nuestro Señor.
A un mundo herido deberian enseñarnos como llevar con caridad, respeto, delicadeza pero sin engaño el mensaje evangelico.
Importante que en el proceso se hable poco a poco de sanar , de perdonar , de pedir perdon y de arrepentimiento y conversion.
Hay que dedicar tiempo a salvar el mundo salvando a las familias y a los futuros jovenes y esposos.
A mas familias cristianas mas sacerdotes . !!!
Eso si los temas morales no hay que dejarlos en el tintero , ni en lo superficial ni en la ambigüedad . Clara doctrina , andar en verdad.
3/06/25 11:22 PM
Vladimir
"La fe es, ante todo, respuesta a una mirada de amor..."
4/06/25 4:26 AM
Carlos
Me parece un lamentable error que el Papa Leon XIV se refiera a nuestra religion catolica como moralista, pesada, poco atractiva y, en cierto modo, irrealizable en la vida cotidiana.
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LF:
Obviamente se refiere a una deformación de nuestra religión. Que ciertamente existe. El pelagianismo está a la orden del día en muchos ámbitos
4/06/25 8:36 PM

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