(InfoCatólica) La tribuna, firmada por representantes de las confesiones católica, protestante, ortodoxa, judía, musulmana y budista -todos miembros de la Conferencia de Líderes Religiosos de Francia (CRCF)-, no apela a argumentos dogmáticos ni doctrinales, sino que advierte sobre una «ruptura antropológica» sin precedentes en la historia de la ética médica y social del país.
«Tras un aparente deseo de compasión y supervisión, este texto supone un cambio radical: introduce legalmente la posibilidad de administrar la muerte —mediante suicidio asistido o eutanasia—, alterando profundamente los fundamentos de la ética médica y social», denuncian unánimemente los firmantes.
Se trata de la primera declaración pública conjunta del CRCF desde la reanudación de sus trabajos en junio de 2024 y la reunión con el presidente Emmanuel Macron en otoño del mismo año. El momento elegido no es casual: el proyecto legislativo avanza rápidamente, con una votación final prevista para el próximo 27 de mayo. El texto puede consultarse en la web de la Conferencia Episcopal Francesa.
Los líderes religiosos insisten en que la inclusión de la llamada «muerte asistida» en el Código de Salud Pública constituye una distorsión de la medicina y una transgresión del juramento hipocrático. «El principio fundamental del cuidado es aliviar, sin matar jamás», subrayan.
La declaración también refleja la inquietud de numerosos profesionales sanitarios, que ven amenazada su misión esencial: cuidar de la vida. «Encargarse de causar la muerte de un paciente constituye una transgresión radical de su misión y corre el riesgo de instaurar una cultura de la muerte donde la medicina siempre se ha construido como un servicio de cuidado para la vida», advierte el texto.
Uno de los puntos más criticados es el uso de un lenguaje eufemístico. La expresión «muerte asistida», sostienen, oculta la verdadera naturaleza del acto: la administración voluntaria de un producto letal. «Esta terminología distorsiona las palabras para atenuar la gravedad moral del acto. Describir una muerte provocada como ‘natural’ es una falsedad que pretende adormecer las conciencias y debilitar el debate público», denuncian.
Además del plano ético y médico, los líderes religiosos alertan sobre las consecuencias sociales. La legalización de la eutanasia puede suponer una amenaza para los valores de fraternidad y solidaridad. «La mera existencia de esta opción puede inducir en los pacientes una culpa tóxica: la de ser una carga», afirman. En países donde esta práctica ha sido legalizada, se observa un preocupante aumento de solicitudes y una disminución de la inversión en cuidados paliativos.
«La promesa de un apoyo digno tiende a desvanecerse detrás de una opción terminal presentada como solución», insisten los representantes religiosos, que llaman a los diputados a «ejercer discernimiento» antes de la votación final del proyecto.
«Legalizar la muerte administrada no será un progreso, sino una regresión ética, social y médica. Debemos optar por invertir en cuidados paliativos, formación para la escucha y apoyo integral a las personas hasta el final de sus vidas. Esta elección es de humanidad sobre el abandono, de relaciones sobre la soledad, de cuidado sobre la resignación», concluye la declaración.