(Katolisch/InfoCatólica) Von Christoph Renzikowski, periodista y teólogo alemán, ha entrevistado para KNA al obispo de Passau, el prelado alemán con mayor presencia en las redes sociales, siguiendo la senda que recorren Mons. Robert Barron, obispo de Winona-Rochester (MN, EE.UU) y Mons. José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela Alicante (España).
Al pedir al obispos que resuma el mensaje central de la Biblia en un espacio limitado como el de una red social, Mons. Oster respondió con un mensaje que cabe en un tuit:
«La Biblia, de principio a fin, cuenta directa o indirectamente sobre Jesucristo. Esa es una clave para entenderla. La otra: Dios es amor, y ese amor es gratuito.»
Respecto a su elección de plataformas digitales, explicó cómo ha evolucionado su presencia en la red:
«Empecé con Facebook. En aquel entonces también era popular entre los jóvenes. Siempre he buscado una manera de anunciar el Evangelio en este nuevo mundo digital. Antes de la Jornada Mundial de la Juventud 2018, cuando yo era obispo de juventud en Alemania, mi equipo de medios me dijo que debía estar en Instagram, porque allí estaban ahora todos los jóvenes. En ese momento lo subestimé completamente, pensé que en Instagram solo había imágenes bonitas... pero no, es mucho más. Y así fue como se expandió.»
En cuanto a su incursión reciente en formatos largos como los videopodcasts, el obispo valoró positivamente la recepción del público:
«Hoy sabemos que incluso los formatos largos captan atención. Mi última conversación en video con el periodista de revistas Tobias Haberl fue vista por más de 10.000 personas en solo dos días. Muchos vieron la hora completa, otros solo unos minutos, pero el promedio fue de 20 minutos. Eso demuestra que hay una demanda de conversaciones profundas, no solo de escándalos, emocionalismo y polarización.»
Sobre si sus posturas teológicas generan división entre los fieles, Oster fue claro:
«Con lo que se percibe como mi perfil teológico, probablemente sí. Para algunos solo existe el blanco o el negro, porque ya creen saber de antemano lo que diré. Pero mi objetivo personal es: escuchar con honestidad, comunicar mis convicciones en buen tono y estar siempre dispuesto al diálogo.»
Consultado por un video viral que protagonizó en 2024, donde perdió la compostura al contar un chiste, el obispo reflexionó sobre el impacto inesperado de ese momento:
«No muchas conclusiones. El efecto probablemente se debió a que me reí mucho yo mismo. “El obispo Oster cuenta un chiste en Pascua y pierde la compostura”: eso parece ser interesante para muchos, y además un impulso para la imagen. Aún hoy me lo mencionan con frecuencia. En el ámbito de habla alemana hay pocos influencers cristianos con cifras constantes de seguidores de cuatro o cinco dígitos. A diferencia de EE. UU. o el mundo hispanohablante, donde alcanzan audiencias de millones. ¿Sería eso posible también aquí?»
Sobre sus próximos proyectos audiovisuales, adelantó algunos nombres que participarán en su videopodcast:
«Puedo mencionar dos nombres: la leyenda del periodismo Hannes Burger y el humorista Wolfgang Krebs. Esos dos ya están confirmados. También tuve una conversación preliminar con una autora interesante, y tengo a otros en mente.»
Frente a la crítica generalizada sobre los algoritmos y su impacto negativo en la democracia, Oster ofreció una reflexión más amplia sobre los efectos de la digitalización en la sociedad:
«Paradójicamente, el mundo moderno de los medios contribuye en gran medida a la disminución de la competencia mediática. A los estudiantes les cuesta leer libros, hablar por teléfono también parece ser un problema. A veces pienso que la revolución digital desafía más a la humanidad que el paso del caballo a la máquina de vapor, o del fuego a la calefacción central. Quizás todo esto nos está sobrepasando.»
Cuando se le preguntó si había utilizado herramientas de inteligencia artificial como apoyo para redactar homilías, respondió con franqueza:
«No. Pero hace poco le pedí a ChatGPT que escribiera un discurso para una invitación. Estaba bien, aunque contenía errores y, en general, no reflejaba mi tono. Todavía no conozco ningún programa que suene como lo que yo escribo.»
Respecto a las oportunidades que puede ofrecer la inteligencia artificial en la vida eclesial, el obispo matizó su entusiasmo con reservas sobre su aplicación en ámbitos como la pastoral:
«Tal vez en el análisis de grandes volúmenes de datos. Pero ¿en la pastoral? Imagínese que compra una pintura cara de Van Gogh porque ama al artista. La cuelga en su casa y luego descubre que es una falsificación. ¿Cómo se sentiría?»
A la idea de que una IA podría brindar consuelo simulado en momentos difíciles, como en servicios de escucha o acompañamiento, respondió con escepticismo:
«Una máquina puede darme un consejo útil o información, pero la comprensión profunda a través de un encuentro real, que libera y transforma, eso no puede hacerlo. Las máquinas son siempre funcionales. La entrega amorosa, según mi entendimiento, siempre es gratuita —en el doble sentido: como don, pero también como algo que puede no tener retribución. El amor verdadero no existe sin disposición al sacrificio.»
Frente al riesgo de que ya no sea posible distinguir entre palabras humanas y generadas por máquinas, Oster advirtió sobre la pérdida de lo más esencial en el ser humano:
«Entonces la personalidad humana se ve atropellada. Eso ya está implícito en nuestra cultura materialista. A través de la funcionalización y la mercantilización, lo genuinamente humano queda al margen. Lo que el cristianismo enseñó al mundo fue: que el ser humano es una persona. Me pregunto: ¿estamos a punto de perder justamente eso? ¿La dignidad de la persona?»
Por último, al mencionarle la afirmación de Elon Musk sobre que la empatía excesiva es el mayor fracaso de la cultura occidental, Oster fue contundente:
«Yo lo veo como un ataque frontal al cristianismo. Hacer el propio ego más pequeño para que el otro pueda crecer: eso es algo que alguien como Musk ya no quiere.»
En un tuit publicado el 28 de marzo de 2024, Musk escribió:
«La civilización occidental moderna tiene una empatía extraordinaria en comparación con su poder. Esto es también, posiblemente, su mayor debilidad».
Además, en una entrevista con Joe Rogan el 28 de febrero de 2025, Musk afirmó:
«La debilidad fundamental de la civilización occidental es la empatía»