(Asia News/InfoCatólica) «La situación podría degenerar en un conflicto mayor e incluso en una situación de guerra», advirtió Mons. Peter Machado, arzobispo de Bangalore y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de la India. «La guerra nunca es la solución», subrayó, al tiempo que instó a los gobernantes a emprender «esfuerzos de reconciliación».
El prelado expresó su preocupación en una fecha simbólica para la Iglesia católica, mientras los cardenales se reunían en cónclave para elegir a un nuevo Papa y se recordaba al fallecido papa Francisco, figura emblemática del compromiso con la paz. «Oramos de manera especial para que los líderes de nuestro país se esfuercen por mantener la paz», añadió Machado.
Todo empezó con un atentado
La intervención india, según comunicó el Ejército, tuvo como objetivo «infraestructuras terroristas» utilizadas por grupos armados como Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammad, señalados como responsables del atentado del pasado 22 de abril en Pahalgam, en el que murieron 26 civiles, en su mayoría turistas. El gobierno de Narendra Modi subrayó que la operación fue «selectiva, medida y no provocadora», y que ningún efectivo cruzó la Línea de Control (LoC).
Sin embargo, las autoridades pakistaníes denunciaron víctimas civiles, entre ellas mujeres y niños, y aseguraron haber derribado cinco aeronaves indias. Islamabad calificó la operación como una «violación flagrante de la soberanía» y advirtió que «India pagará por su cobarde agresión».
Víctimas entre católicos
Los enfrentamientos se intensificaron en la LoC. En el distrito de Poonch, en Jammu y Cachemira, una granada lanzada desde el lado pakistaní impactó en una vivienda próxima a una escuela diocesana, provocando la muerte de dos alumnos y dejando gravemente heridos a sus padres. «Otra granada cayó en el convento de la Congregación de la Madre del Carmelo y causó daños en la infraestructura», detalló Mons. Ivan Pereira, obispo de Jammu. «Nuestros sacerdotes, religiosas y fieles se refugiaron en el sótano. Recemos por la paz».
El nombre «Sindoor», alusivo al pigmento rojo que las mujeres casadas en la India aplican sobre la frente, fue elegido como símbolo del duelo vivido por las viudas de las víctimas del atentado de abril. «Nuestro sindoor fue destruido por los terroristas, pero hoy me alegra que nuestras Fuerzas Armadas hayan destruido sus bases», expresó una de las mujeres afectadas.
Mientras familiares de las víctimas celebraban la operación, líderes internacionales instaron a la contención. Estados Unidos, China, Reino Unido y Turquía llamaron a evitar una mayor escalada. El secretario general de la ONU, António Guterres, pidió a ambas partes ejercer la «máxima moderación» para evitar una crisis regional de consecuencias imprevisibles.