(InfoCatólica) El cardenal Pablo Virgilio Siongco David parece ser lo que en ocasiones se denomina un «candidato tapado» del cónclave. Es decir, se trata de un papable con apoyos para convertirse en Papa, pero cuyos apoyos no se revelan hasta el último momento, para evitar «quemar» al candidato sometiéndole a un estrecho escrutinio antes de que empiece el cónclave.
Nació en 1950, en Guagua (Filipinas) en una familia más que numerosa (es el décimo de trece hijos). Fue ordenado sacerdote en 1983 y posteriormente obtuvo un doctorado en Teología en la Universidad Católica de Lovaina, que él mismo eligió por su reputación de centro «progresista», y posteriormente en la Escuela Bíblica de Jerusalén. Fue consagrado obispo auxiliar de San Fernando en 2006. Desde 2016 es obispo de Kalookan y desde 2021 preside la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas. El año pasado, el Papa Francisco le concedió el capelo cardenalicio.
En su país, se le conoce por su compromiso con la justicia social, los derechos humanos y el cuidado de los pobres. Su trabajo en Kalookan, una diócesis con alta pobreza, se ha centrado en el acompañamiento de los más necesitados. Todo esto le ha enfrentado numerosas veces a las políticas del expresidente Rodrigo Duterte. En particular, criticó la «guerra contra las drogas» de Duterte, describiéndola como una «guerra contra los pobres» que resultó en miles de muertes extrajudiciales. En respuesta, propuso fomentar los programas comunitarios de rehabilitación para adictos a las drogas.
Durante una conferencia de educadores católicos dedicada a la exhortación Amoris Laetitia, el obispo exhortó a desafiar la «mitología» deshumanizante que algunos funcionarios propagaban sobre los drogodependientes, como la idea de que «los adictos no son humanos» o que «los criminales no pueden reformarse». Asimismo, describió el sufrimiento de las familias de los drogodependientes, comparándolas a la «Sagrada Familia en fuga, perseguida por Herodes, en medio de una matanza de inocentes».
En general, se muestra contrario a los formalismos. Se le conoce como Obispo Ambo o Apu Ambo (es decir, «abuelo Ambo», siendo Ambo un diminutivo de Pablo en Filipinas). Cuando solo era obispo, se negó a utilizar el título de «Excelencia» que conlleva la condición episcopal. Del mismo modo, después de ser nombrado cardenal afirmó que le escandalizaba el título de Eminencia que llevan los cardenales y que deseaba su eliminación.
Ha criticado las «iglesias muertas» y «museos» de Europa, contraponiéndolas a las iglesias vivas de su país. En ese sentido ha trabajado para transformar el santuario del Santo Entierro de Angeles City (Apung Mamacalulu) en un lugar de peregrinación popular.
Suele intervenir a menudo en política, no solo en tiempos del Presidente Duterte, sino también posteriormente. En efecto, ha criticado al Presidente Ferdinand Marcos Jr., afirmando que «la Iglesia, como institución, se enfrentó a la dictadura» de su padre, Ferdinand Emmanuel Marcos, porque «no tuvimos reparo en calificarla de ilegítima».
Su enfoque pastoral, en general, ha estado alineado con las prioridades del Papa Francisco, especialmente por su énfasis en la misericordia. En 2023, participó en el Sínodo sobre la Sinodalidad, donde abogó por una Iglesia más sinodal que empodere a los laicos y fomente la responsabilidad compartida. Para el cardenal, la sinodalidad es un medio de aliviar la carga de los sacerdotes y promover la comunión entre clérigos y obispos.
Como el conjunto de los obispos filipinos, recibió con entusiasmo la exhortación Amoris Laetitia y su enfoque pastoral. El cardenal es contrario al divorcio (Filipinas es el único país, con el Vaticano, donde no es legal), pero subraya que hay que «sanar, acompañar y prevenir rupturas, más que condenar». En cuanto a Fiducia supplicans, el cardenal, como presidente de la CBCP, ha tenido una postura clara de apoyo al documento, resultando que el documento hablaba «por sí mismo», no requería explicaciones adicionales y no alteraba la doctrina sobre el matrimonio. Asimismo, ha insistido en «ver a cada persona primero como ser humano, más allá de etiquetas de género, orientación o estatus».
Precisamente por su condición de «candidato tapado», no se sabe mucho sobre el cardenal Pablo David. No obstante, por su énfasis en la misericordia, la pastoral y la justicia social, su rechazo de los formalismos y su condición de obispo de una ciudad pequeña nombrado cardenal, como le gustaba hacer al Papa Francisco, se puede deducir que constituye una especie de símbolo de todo el pontificado anterior y que, de ser elegido Papa, continuaría en la misma línea de su predecesor.