(InfoCatólica) Por cortesía del blog de Sandro Magister, se ha difundido la «Preghiera per la Chiesa del prossimo futuro», escrita por el cardenal Camillo Ruini. En ella, el purpurado expresa sus deseos para la Iglesia de cara al próximo pontificado.
Según el cardenal «el legado del Papa Francisco es una pregunta que interpela y sacude profundamente a la Iglesia». Es por ello que formula «cuatro deseos – que son también invocaciones – para la Iglesia de un futuro que espero esté muy cercano». Sus deseos son a su vez intenciones de oración, que le gustaría ver ampliamente compartidas:
- Ante todo, pues, una Iglesia buena y caritativa. El amor llevado a la eficacia de la vida es de hecho la ley suprema del testimonio cristiano y, por tanto, de la Iglesia. Y eso es lo que la gente, incluso hoy en día, más anhela. En nuestro estilo de gobierno, pues, debe eliminarse toda dureza inútil, toda mezquindad y aridez de corazón.
- Como escribió Benedicto XVI, la fe hoy es una llama que amenaza con apagarse. Reavivar esta llama es por tanto otra gran prioridad de la Iglesia. Para ello es necesaria mucha oración, la capacidad de responder cristianamente a los desafíos intelectuales de hoy, pero también la certeza de la verdad y la seguridad de la doctrina. Desde hace demasiados años estamos experimentando que, si estos se debilitan, todos nosotros, pastores y fieles, somos severamente penalizados.
- Luego está la cuestión del gobierno. El pontificado de Benedicto XVI se ha visto minado por su escasa capacidad de gobernar, y esta es una preocupación que se aplica a todos los tiempos, incluido el futuro cercano. Además, no debemos olvidar que se trata del gobierno de esa realidad tan especial que es la Iglesia. Aquí, como dije, la ley fundamental es el amor: el estilo de gobierno y el recurso a la ley deben ser lo más conformes posible con esta ley, que es muy exigente para cualquiera.
- En estos años hemos percibido algunas amenazas –que no quiero exagerar– a la unidad y a la comunión de la Iglesia. Para superarlas y sacar a la luz lo que me gusta llamar la «forma católica» de la Iglesia, es decisiva una vez más la caridad mutua, pero también es importante despertar la conciencia de que la Iglesia, como todo cuerpo social, tiene sus reglas, que nadie puede ignorar impunemente.
El cardenal italiano concluye indicando que a su edad, 94 años, el silencio es más apropiado que las palabras pero espera que sus palabras sean un pequeño fruto del amor que tengo a la Iglesia.