(Aica/InfoCatólica) El pasado Viernes Santo, Puerto Madryn volvió a ser escenario de una manifestación única de fe y tradición: el Vía Crucis Submarino. Esta particular celebración, que une la espiritualidad cristiana con la identidad marítima de la ciudad, convocó a fieles y turistas en una edición marcada por la esperanza y la fraternidad.
Organizado por la diócesis de Rawson bajo el lema «Peregrinos de la Esperanza, cruzando el umbral de nuestra casa», el evento reunió a buzos, nadadores, kayakistas y guardavidas, quienes participaron activamente del recorrido submarino de la cruz. En palabras de monseñor Roberto Álvarez, obispo diocesano, «este Víacrucis es una manera de cruzar el umbral. De dejar nuestra comodidad, de abrir las puertas de nuestra casa... y del corazón».
La historia de esta celebración se remonta a hace 25 años, cuando recibió la aprobación del entonces arzobispo Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco. Desde entonces, se ha consolidado como una expresión singular de fe que convoca a numerosos fieles y visitantes cada Semana Santa.
La actividad cuenta también con el acompañamiento de la Secretaría de Turismo de Puerto Madryn, la parroquia Sagrado Corazón de Jesús y la Asociación de Operadoras de Buceo. Como ya es costumbre, una grúa facilitó la inmersión de la cruz, en una ceremonia que fue seguida desde tierra y desde el agua. Incluso algunos lobos marinos ofrecieron su inesperado espectáculo con acrobacias naturales.
Durante la celebración, monseñor Álvarez reflexionó sobre el sentido profundo del acontecimiento: «Jesús, al entrar en el sepulcro de la desesperanza, nos muestra que no hay situación humana que esté fuera del alcance de su amor redentor. En este Año Jubilar, estamos llamados a ser testigos de la esperanza que brota de la Encarnación. A construir y reconstruir la fraternidad, a tender la mano a los marginados y excluidos, a ser instrumentos de la misericordia divina en un mundo sediento de amor y compasión».
El obispo concluyó: «Que la luz de Cristo, el peregrino de la esperanza, ilumine nuestros caminos y nos impulse a construir un futuro donde la justicia y la paz sean el pan de cada día».
Este año, el Vía Crucis Submarino tuvo además un momento muy especial: la participación, por primera vez, de Gustavo Tellini, veterano de Malvinas. Residente de Temperley, Tellini tiene un fuerte lazo con Puerto Madryn desde 1982, cuando llegó a la ciudad a bordo del buque Canberra como parte del contingente de soldados repatriados tras la guerra. Aquel día quedó grabado en la historia local como «el día que Madryn se quedó sin pan». Cuarenta años después, el vínculo se renueva con un homenaje desde las profundidades del mar.
La jornada también incluyó un gesto solidario. Las parroquias de la ciudad ofrecieron mate cocido caliente y tortas fritas a los participantes, al tiempo que organizaron una colecta para apoyar la labor pastoral de la Iglesia en los barrios de Puerto Madryn.
El cierre del evento estuvo marcado por la música. Se presentó el Coro Estable Municipal, seguido de una actuación especial del presbítero Deiby y el DJ local Yamil Cardoso, que ofrecieron un momento festivo para concluir una jornada intensa de fe y comunidad.
Desde la organización se agradeció especialmente el respaldo del Ente Mixto de Promoción Turística, la Administración Portuaria de Puerto Madryn y la Prefectura Naval Argentina, así como de medios locales como LU17, Azul Media y Red Uno. También se destacó la participación del Madryn Kayak Club, el cuerpo activo de guardavidas, los Bomberos Voluntarios, la Policía del Chubut y Máximo Urtasun, entre otros colaboradores que hicieron posible la realización del evento.