(CNA/InfoCatólica) Investigadores en Canadá están subrayando la relación que existe entre la disminución de las tasas de matrimonio y la caída general de los índices de fertilidad en América del Norte y en el resto del mundo.
En su libro de 2024 titulado «¿Acepto? Por qué el matrimonio sigue siendo importante», publicado en noviembre de ese mismo año, Andrea Mrozek y Peter Jon Mitchell —ambos asociados al centro de estudios Cardus, con sede en Ontario— afirman que el declive del matrimonio es «un factor que contribuye» a la alarmante disminución de la fertilidad en los países occidentales.
Actualmente, la tasa de fertilidad en Canadá se sitúa en aproximadamente 1,3 nacimientos por mujer, ligeramente por debajo de la de los Estados Unidos. Sin embargo, las tasas de ambos países, junto con casi toda Europa Occidental y numerosos otros países, están muy por debajo del «índice de reemplazo» necesario para mantener estable la población.
Mitchell explicó a CNA que, a pesar de todo, «la mayoría de los niños nacen de padres casados» y que en Canadá «se ha visto un número significativo de adultos jóvenes de entre 20 y 30 años viviendo sin pareja».
«La edad en la que las personas contraen matrimonio ha aumentado, al igual que la edad de las madres al tener su primer hijo», señaló. «El tamaño de las familias ha disminuido durante décadas, y la ventana de fertilidad para muchas mujeres que se casan a edades más avanzadas se ha reducido».
Mitchell reconoció que «la baja fertilidad es un fenómeno complejo con muchos factores contribuyentes», pero afirmó: «Creemos que la correlación entre matrimonio y fertilidad sigue siendo significativa».
«Promover y ejemplificar el matrimonio»
La constante caída en los índices de fertilidad a nivel mundial ha generado alarma entre comentaristas, demógrafos, expertos en políticas y gobiernos.
Los líderes gubernamentales han tenido dificultades para abordar las tasas de natalidad decrecientes en sus respectivos países. En Corea del Sur, el gobierno metropolitano de Seúl comenzará este año a ofrecer subsidios de vivienda a parejas recién casadas, en parte con la esperanza de que tengan más hijos.
En Italia, se están ofreciendo «bonos para bebés», otorgando una asignación mensual durante el primer año de vida de un nuevo hijo. Del mismo modo, el gobierno griego ha aumentado su propio subsidio para bebés en un intento por combatir la baja fertilidad del país.
Esos países, al igual que otros, también han experimentado caídas drásticas en las tasas de matrimonio en las últimas décadas, acompañadas en muchos casos por un aumento en los índices de divorcio.
Aunque los investigadores son defensores de un aumento en los matrimonios, Mitchell reconoció que «las tasas de matrimonio podrían subir sin necesariamente aumentar la fertilidad».
«Fomentar una cultura de matrimonio saludable aún valdría la pena porque el matrimonio es beneficioso tanto para los individuos como para las comunidades», subrayó. Aun así, otras investigaciones han señalado un vínculo significativo entre matrimonio y fertilidad.
En algunos casos, los estudios han indicado que la caída de la fertilidad no se vincula únicamente a tendencias sociales. Un estudio de 2023 encontró «evidencia de una asociación» entre la exposición a ciertos insecticidas y «una menor concentración de espermatozoides en adultos».
Sin embargo, la mayor parte del debate en torno a las bajas tasas de natalidad se ha centrado en elecciones personales y culturales. Según Mitchell, el declive del matrimonio es «principalmente un problema cultural».
Entre los católicos, expertos han argumentado que la Iglesia necesita enfocarse a nivel parroquial para fomentar un aumento en las tasas de matrimonio entre los fieles. Según datos del Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado de la Universidad de Georgetown, las tasas de matrimonio católico cayeron aproximadamente un 70 % entre 1969 y 2019. Este colapso refleja el declive más amplio del matrimonio en los Estados Unidos, donde un récord del 25 % de las personas de 40 años nunca se ha casado, según datos del Centro de Investigación Pew.
«Reconstruir una cultura de matrimonio saludable será un trabajo lento, pero valdrá la pena», afirmó Mitchell. «Necesitamos contar mejores historias sobre el matrimonio y comunicar sus beneficios a los jóvenes. Las instituciones sociales, como las comunidades de fe y aprendizaje, pueden desempeñar un papel en este esfuerzo».
Aunque reconoció que los gobiernos no son los principales impulsores de una cultura de matrimonio saludable, Mitchell señaló que el gobierno «ciertamente tiene interés en una vida familiar estable y saludable».
«Un buen punto de partida es eliminar las barreras al matrimonio», sugirió. «Las políticas fiscales y de beneficios pueden, de manera involuntaria, penalizar a las personas al reducir las ayudas, dejándolas en peor situación si se casan».
«Sin una cultura favorable al matrimonio, las tasas de fertilidad no aumentarán», concluyen los autores en su libro.