(InfoCatólica) El G7 Inclusión y Discapacidad es un evento ministerial celebrado por primera vez en 2024, promovido por Italia bajo la presidencia del G7. Este encuentro se centra en la inclusión y los derechos de las personas con discapacidad, y reúne a los ministros de los países del G7 responsables de estas políticas, así como a otros representantes internacionales. El objetivo principal es impulsar políticas que garanticen la plena participación de las personas con discapacidad en la vida social, económica, cultural y política.
Durante la cumbre de octubre de 2024, se firmó la Carta de Solfagnano, un documento que establece ocho prioridades, entre las que se incluyen la accesibilidad universal, la vida independiente, la inclusión laboral y la utilización de nuevas tecnologías para favorecer la participación plena. Esta carta tiene como base la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad y busca marcar un antes y un después en la forma en que los países del G7 abordan estos temas.
Discurso del Papa
«Este encuentro, en ocasión del G7, es un signo concreto de la voluntad de construir un mundo más justo, un mundo más inclusivo, donde cada persona, con sus propias capacidades, pueda vivir plenamente y contribuir al crecimiento de la sociedad», afirmó el Papa.
El Santo Padre propuso hablar de «capacidades diferentes» en lugar de discapacidad, destacando que «todos tienen capacidades». Como ejemplo, mencionó un restaurante en el que tanto los cocineros como los camareros eran jóvenes con discapacidad, señalando que «lo hacían muy bien».
Francisco también se refirió a la Carta de Solfagnano subrayando la importancia de «construir un mundo donde las personas con discapacidad sean reconocidas como participantes plenos de la vida social». Añadió que no basta con adaptar las estructuras, sino que es necesario «cambiar la mentalidad».
El Papa insistió en que la exclusión de las personas con discapacidad es una forma de «discriminación» y añadió que «el trabajo es dignidad; excluir a alguien de la posibilidad de trabajar es una ofensa a su dignidad humana». Además, recalcó la importancia de las tecnologías accesibles, afirmando que pueden ser «poderosas herramientas de inclusión», siempre que estén orientadas al bien común y no generen más desigualdades.
En su intervención, también abordó la necesidad de proteger a las personas con discapacidad en contextos de crisis humanitarias y catástrofes naturales, destacando que «es nuestro deber garantizar que no sean abandonadas».
Finalmente, el Papa Francisco recordó que cada persona «es un don precioso para la sociedad» y mencionó la importancia de «la cultura del encuentro», especialmente con aquellos que son marginados. Concluyó su discurso con una reflexión sobre el trato que se da a los ancianos, compartiendo una historia que ilustra cómo los niños imitan el trato que los adultos dan a sus mayores. «Lo que hacemos con los viejos, lo harán nuestros hijos con nosotros», advirtió.
El Santo Padre cerró su discurso con una bendición: «Que Dios os bendiga y os acompañe siempre».