(ProtestanteDigital/InfoCatólica) Jaume Llenas, abogado y secretario general de la AEE (Alianza Evangélica Española) ha expuesto que a la hora de analizar el hecho de que existan símbolos religiosos en la escuela pública debe verse desde dos perspectivas. La primera es la visión de la igualdad de derechos, lo que supondría caso de permitir los católicos o cristianos que también debería permitirse poner todos los símbolos religiosos o ideológicos, incluidos los de la `no creencia´, algo que en opinión de Llenas “sería ridículo, por lo que debemos quitarlos todos”.
La segunda perspectiva -explica- es la aconfesionalidad del Estado, lo que supone en la práctica evitar que el Estado se identifique de manera específica con alguna confesión por encima de las demás. Por lo tanto, “deben usarse sólo símbolos que son de todos, o no ponerlos”.
Ante el, según la AEE, empeño de la Iglesia Católica, en este caso el Vaticano en Italia, por no perder esta especie de "sello" católico en todo lo público Llenas interpreta este empeño “porque existe en el catolicismo una mezcla y confusión de lo religioso y lo político, que viene del constantinianismo que fusionó Estado e Iglesia. Y esto no sólo no es bueno para el Estado, sino que perjudica también el cristianismo, porque al final da cobertura moral al poder político, incluso cuando no debería tenerla”. Además, dice, supone también confundir la vida espiritual por el peso de lo exterior.
En España, un juzgado de Valladolid dictó en noviembre de 2008 una sentencia por la que obligaba a un colegio público a retirar los crucifijos de sus aulas y espacios comunes, después de que un grupo de padres así lo demandara desde 2005.
No al laicismo anticristiano
Sin embargo, añadido a la anterior, entiende Llenas que también es cierto que “reconociendo y defendiendo la ausencia de símbolos religiosos en la esfera de las instituciones públicas, hay grupos que aprovechan este debate para no sólo quitar las simbologías (en lo que coincidiríamos) sino para ir un paso más y expulsar a la voz de la moral religiosa del debate público, que es algo muy distinto”. Y “esto es grave”, porque piensa Llenas que “el debate público debe formarse del conjunto de las opiniones y grupos de la sociedad, tengan o no tengan posturas religiosas. Las leyes, la conciencia social, debe ser resultado de la participación libre e igualitaria de todos los ciudadanos, cristianos y no cristianos. Y a veces hay agendas ocultas que usan un terreno como el de los símbolos religiosos para expulsarlos del debate público” social y político.
“Un cristiano o creyente de cualquier confesión no debe tener ninguna ventaja por serlo, pero tampoco ninguna desventaja”, concluye. Por ejemplo, dijo, “la escuela privada tiene derecho a desarrollar y exponer su identidad, que en el caso de ser religiosa se acompaña de la simbología que la caracteriza”.