El Papa dice ante los líderes musulmanes de Baréin que «las grandes religiones están llamadas a ser el corazón que une» la humanidad

Visita la Mezquita del Palacio Real

El Papa dice ante los líderes musulmanes de Baréin que «las grandes religiones están llamadas a ser el corazón que une» la humanidad

En su encuentro con los miembros del Consejo Musulmán de Ancianos, en la Mezquita del Palacio Real en Baréin, el Papa recordó que ante los escenarios trágicos que vive la humanidad donde prevalecen las «quimeras de la fuerza, del poder y del dinero», los líderes religiosos están llamados a recordar que Dios y el prójimo son lo primero y más importante, que sólo la trascendencia y la fraternidad salvan.

(Vatican.news/InfoCatólica) Los males sociales e internacionales, los económicos y los personales, así como la dramática crisis ambiental que caracteriza los tiempos actuales, para el Papa Francisco, provienen del alejamiento de Dios y del prójimo. Y es por eso que, en su encuentro, esta tarde, con el Consejo Musulmán de Ancianos reiteró que la oración y la fraternidad son las armas «humildes y eficaces» de las religiones contra quienes creen en las razones de la fuerza y alimentan la violencia, la guerra y el mercado de armas.

Ante esos «hermanos», como los llamó el Papa, que «buscan promover la reconciliación» y que ven en el extremismo un peligro que corroe la verdadera religión, se dirigió el llamamiento a apoyarse mutuamente en el cumplimiento de la responsabilidad común ante Dios y los hombres de ser «modelos creíbles» de lo que predican no solo en sus comunidades sino en este mundo unificado y globalizado.

Una creciente conciencia colectiva

Tras el encuentro privado del Papa Francisco con el Gran Imán de Al-Azar, Ahmad Muhammad Al-Tayyeb en la residencia papal, ambos líderes religiosos se dirigieron a la Mezquita del Palacio Real Sakhir para el Encuentro con el Consejo Musulmán de Ancianos. El evento inició con una breve lectura del Corán y de un pasaje bíblico del libro del Génesis, que dieron paso al saludo del Secretario General de la institución internacional musulmana, Juez Mohamed Abdel Salam y las intervenciones del cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, prefecto del Dicasterio para el diálogo interreligioso, como representante de la delegación vaticana y del dr. Muhammad Quraish Shihab de Indonesia, miembro del Consejo Musulmán de Ancianos.

En su discurso de bienvenida al Papa Francisco, el Imán Al-Tayyeb resaltó que su visita al Reino de Baréin forma parte del viaje de fraternidad humana que el Pontífice inició en Egipto y en los Emiratos Árabes Unidos:

«Nuestro encuentro de hoy es un paso positivo en el camino del diálogo interreligioso que hemos emprendido juntos, que ya ha dado sus frutos en una creciente conciencia colectiva de los desafíos unificadores y ha sembrado la esperanza de invocar la conciencia global para responder a los desafíos del siglo XXI»

Las intenciones y bendiciones

El Santo Padre inició su discurso manifestando sus intenciones para que «la paz del Altísimo» descienda sobre los presentes que «buscan promover la reconciliación para evitar divisiones y conflictos en las comunidades musulmanas», que «ven en el extremismo un peligro que corroe la verdadera religión» y que «se comprometen en disipar interpretaciones erradas» que con la violencia «tergiversan, instrumentalizan y dañan un credo religioso».

«Que la paz descienda y permanezca con ustedes, que desean difundirla inculcando en los corazones los valores del respeto, de la tolerancia y de la moderación; sobre ustedes, que se proponen fomentar relaciones amistosas, mutuo respeto y confianza recíproca con todos aquellos que, como yo, adhieren a una fe religiosa distinta; sobre ustedes, que quieren favorecer en los jóvenes una educación moral e intelectual que se oponga a cualquier forma de odio y de intolerancia».

Dios es fuente de paz

As-salamu alaykum, la paz sea con vosotros, el tradicional saludo musulmán pronunciado por el Santo Padre, fue la frase que introdujo el tema de la paz. «Dios es fuente de paz», afirmó el Pontífice al reiterar que el Dios de la paz nunca conduce a la guerra, incita al odio o respalda la violencia. Por ello, como líderes religiosos todos están llamados a promover la paz en el encuentro y el diálogo que son «oxígeno» para la convivencia común y la fraternidad.

«La paz no puede ser sólo proclamada, se debe consolidar. Y esto es posible removiendo las desigualdades y las discriminaciones, que producen inestabilidad y hostilidad».

Llevarse la mano al corazón

En su agradecimiento por la acogida que le ha dispensado el Consejo Musulmán de Ancianos, el Papa reafirmó su condición de creyente en Dios, de hermano y peregrino de paz, en el espíritu de Francisco de Asís, que solía decir: «Que la paz que anuncian de palabra, la tengan, y en mayor medida, en sus corazones». Una expresión que el Sucesor de Pedro relacionó con la antigua costumbre musulmana que, al acoger a un huésped, no sólo le estrechan la mano, sino que se llevan la mano al corazón en señal de afecto. Como lo hizo él también para con cada uno de los presentes «bendiciendo al Altísimo por la posibilidad de encontrarnos». Un encontrarse, conocerse y preocuparse que significa anteponer las personas a las ideas, superando prejuicios e incomprensiones.

«Dejémonos guiar por el dicho del Imán Alí: «Las personas son de dos tipos: tus hermanos en la fe o tus semejantes en la humanidad», y sintámonos llamados a hacernos cargo de todos aquellos que el designio divino ha puesto a nuestro lado en este mundo».

Una humanidad herida y alejada de Dios

Una tarea que para el Papa incumbe a todos los líderes religiosos:

«Ante una humanidad cada vez más herida y desgarrada que, bajo el vestido de la globalización, respira con dificultad y miedo, las grandes religiones están llamadas a ser el corazón que une los miembros del cuerpo, el alma que da esperanza y vida a las más altas aspiraciones».

Luego de comentar el pasaje bíblico leído al comienzo del encuentro que pone al árbol de la vida en el centro del jardín de los orígenes, en el corazón del maravilloso proyecto de Dios, Francisco lamentó que el ser humano se ha alejado del Creador y del orden establecido por Él, ya entonces y ahora, con peleas, muerte, devastaciones desencadenadas por el mal que tiene su raíz en el rechazo a Dios y al hermano.

«Queridos amigos, hermanos en Abraham, creyentes en el único Dios, los males sociales e internacionales, los económicos y los personales, así como la dramática crisis ambiental que caracteriza los tiempos actuales y sobre la que hoy se ha reflexionado, provienen a fin de cuentas del alejamiento de Dios y del prójimo. Por lo tanto, nosotros tenemos una tarea única e imprescindible, la de ayudar a reencontrar estas fuentes de vida olvidadas, de volver a llevar a la humanidad a beber de esta sabiduría antigua, de volver a acercar a los fieles a la adoración del Dios del cielo y también acercarlos a los hombres, para quienes Él hizo la tierra».

Las quimeras de la fuerza y el poder

Ante los escenarios trágicos que vive la humanidad donde prevalecen las «quimeras de la fuerza, del poder y del dinero», el Papa observó que los líderes religiosos están llamados a recordar que Dios y el prójimo son lo primero y más importante, que sólo la trascendencia y la fraternidad salvan, porque de lo contrario el «desierto de la humanidad será siempre más árido y mortífero».

Las armas de la oración y la fraternidad

Para Francisco, que al hablar de las situaciones dolorosas y contradictorias que se viven en el mundo, mencionó a las de las personas obligadas a migrar por conflictos «financiados por la compra de armamento anticuado a precios asequibles, para luego ser identificadas y rechazadas en otras fronteras por medio de equipamiento militar siempre más sofisticado», enfatizó que la oración y la fraternidad son las «armas» de las religiones.

«Nuestros medios son básicamente dos: la oración y la fraternidad. Estas son nuestras armas, humildes y eficaces. No nos debemos dejar tentar por otros instrumentos, por atajos indignos del Altísimo, cuyo nombre de Paz es insultado por quienes creen en las razones de la fuerza y alimentan la violencia, la guerra y el mercado de armas, «el comercio de la muerte» que, con grandes sumas de dinero cada vez mayores, está transformando nuestra casa común en un gran arsenal».

Caminar juntos

El Santo Padre concluyó su discurso ante el Consejo Musulmán de Ancianos hablando de la responsabilidad común ante Dios y los hombres de ser «modelos creíbles» de lo que predican no solo en sus comunidades sino en este mundo unificado y globalizado.

«Apoyémonos en esto mutuamente, demos seguimiento a nuestro encuentro del día de hoy, caminemos juntos. Seremos bendecidos por el Altísimo y por las creaturas más pequeñas y débiles que Él prefiere: por los pobres, los niños y los jóvenes, quienes después de tantas noches oscuras, esperan el surgir de un amanecer de luz y de paz».

 

 

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