(ACI/InfoCatólica) Al comenzar su discurso en el que recordó su visita a Estados Unidos y luego de comentar que diversas culturas, a través de la inmigración, han enriquecido a este país, el Santo Padre alentó a vivir el «anhelo de libertad y la búsqueda de la felicidad» desde una perspectiva que vaya más allá de lo individual, es decir, «del bien común y de toda la familia humana».
Ante la crisis económica internacional, dijo el Papa, se necesita "un modelo de globalización inspirado en un humanismo auténtico, en el que los pueblos sean considerados no como meros vecinos, sino como hermanos y hermanas".
Luego de resaltar la urgencia de vivir la solidaridad, respetando la dignidad del hombre y ayudando a superar la pobreza dándole a los más necesitados "acceso al agua y al alimento, a los cuidados básicos de salud, así como a políticas justas de comercio e inmigración", Benedicto XVI explicó que "el verdadero progreso, como insiste la doctrina social de la Iglesia, debe ser integral y humano; no puede prescindir de la verdad sobre el ser humano y debe estar dirigido siempre a su bien auténtico".
En una palabra, continuó, "la fidelidad al hombre requiere fidelidad a la verdad, que es la única garantía de la libertad y del desarrollo verdadero". Por su parte, resaltó el Papa, "la Iglesia en Estados Unidos desea contribuir al debate del asunto ético y social que le darán forma el futuro de esta nación proponiendo argumentos respetuosos y razonables basados en la ley natural y confirmadas por la perspectiva de la fe".
La visión religiosa, dijo Benedicto XVI, "y la imaginación religiosa no limitan, sino que enriquecen el discurso político y ético, y las religiones, precisamente porque se relacionan con el destino último de todo hombre y toda mujer, están llamadas a ser una fuerza profética para la liberación humana y el desarrollo del mundo, especialmente en las zonas afectadas por conflictos".
El Papa Benedicto XVI se refirió luego al valor de la libertad humana y reiteró que su preservación "está inseparablemente ligada a la verdad y a la búsqueda del auténtico florecimiento humano. La crisis de nuestras democracias modernas exige comprometerse en el diálogo razonado en el discernimiento de políticas prudentes y justas que respeten la naturaleza y la dignidad humana".
La Iglesia en Estados Unidos, precisó, "contribuye a este discernimiento, en particular, por medio de la formación de las conciencias y su apostolado educativo, con los que hace una significativa y positiva contribución a la vida civil de Estados Unidos así como al debate público. Pienso particularmente en un claro discernimiento en relación con los temas que afectan a la protección de la dignidad humana y al respeto del derecho inalienable a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, así como la protección del derecho a la objeción de conciencia por parte del personal sanitario y de todos los ciudadanos en general".
Finalmente, Benedicto XVI afirmó que "la Iglesia insiste en el irrompible lazo entre la ética de la vida y cualquier otro aspecto de la ética social, ya que está convencida, como dijera proféticamente Juan Pablo II, que 'una sociedad carece de fundamentos cuando, por un lado, defiende el valor de la dignidad de la persona, la justicia y la paz, pero luego, por otro lado, actúa radicalmente de forma contraria permitiendo o tolerando una variedad de formas en las que la vida humana es devaluada y violada, especialmente si es débil o marginalizada'".