Los católicos tienen «derecho y deber» de «oponerse activamente» a actos contra su fe
Imagen referencial. Crédito: ©Pixabay

Recuerdan los obispos

Los católicos tienen «derecho y deber» de «oponerse activamente» a actos contra su fe

En un contexto donde la vida humana queda gravemente desprotegida y se presentan como «derechos» el decidir sobre la vida humana de inocentes, se hace necesario a los católicos tomen en serio su rol de ser luz del mundo.

(CEE/InfoCatólica) Los días 8 y 9 de marzo, fue aprobada la publicación de una nota doctrinal acerca de la objeción de conciencia de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, por parte de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española.

Explican: «Desde hace unas décadas estamos asistiendo a un proceso de aprobación de leyes en las que la vida humana queda gravemente desprotegida. Es un proceso que no ha terminado».

Pues, «a medida que estas leyes se radicalizan, porque los comportamientos que antes estaban despenalizados pasan ahora a considerarse derechos de los ciudadanos, se dificulta la objeción de conciencia de quienes se oponen a colaborar en estas prácticas».

Dado esto, varios criterios y principios necesarios para hacer frente a dicha problemática se comparten en la nota. Debe afrontarse anteponiendo los principios de la moral fundamental, tales como la dignidad de la conciencia, y de Doctrina Social de la Iglesia, como la libertad religiosa y de conciencia, la naturaleza de los derechos humanos, la misión del Estado, entre otros.

De este modo, el comunicado expresa que los católicos tienen «el derecho y el deber» de «oponerse activamente a realizar aquellas acciones que atentan contra las exigencias de la fe cristiana o sus valores fundamentales» y que «la libertad humana no se puede separar del respeto a los otros derechos humanos que son universales, inviolables y, por tanto, inseparables entre ellos; derechos que no dependen de la voluntad de los gobernantes, sino que derivan de la dignidad humana y del hecho de que el ser humano ha sido creado por Dios».

Hacen énfasis en que, actualmente, se suelen confundir los derechos personales con deseos subjetivos, en lugar de considerarlos como límites que el Estado no puede traspasar en su relación con las personas. «Por ello, actualmente muchos católicos viven en conflicto entre lo que las leyes promueven y sus propias convicciones morales», y señalan que el texto compartido por la CEE muestra cómo «el derecho a la libertad religiosa y de conciencia es un derecho fundamental que puede servir como indicador del verdadero respeto a todos los derechos humanos».

«La dignidad de la conciencia humana exige que sus decisiones se inspiren siempre en unos principios básicos de moralidad que tienen un valor universal. Principios como la obligación que todo ser humano tiene de buscar la verdad y el bien; de hacer lo que sabe que es justo y recto; de tratar a los demás como le gustaría que lo tratasen a él; de no hacer a los otros lo que no le gustaría que no le hicieran; de hacer el bien y evitar el mal, etc».

También destaca la CEE, entonces, que «la misión del Estado debe respetar la autonomía y la libertad de las personas, el principio de subsidiariedad y sus límites en el ejercicio del poder. Cuando los poderes públicos se erigen en difusores de una determinada ideología o en promotores de ciertos valores morales que son opinables, están traspasando el límite de su misión».

Por esta razón, señalan que «también la objeción de conciencia tiene sus limitaciones: no se puede objetar a cualquier ley, sino a aquellas que atentan contra elementos esenciales de la propia religión o las que minan los fundamentos de la dignidad humana y de la convivencia basada en la justicia. El deber del Estado de reconocer este derecho y no discriminar a quienes lo ejercen es paralelo a la obligación de los cristianos de evitar cualquier tipo de cooperación material o formal directa con aquellos actos que atentan contra el derecho a la vida, y cualquier acción que pueda ser interpretada como cooperación, aunque sea indirecta, o aprobación de estos actos».

Finalizan el documento con un apartado que lleva por nombre «La libertad cristiana», destinado a explicar que «lo que muchas veces humanamente parece imposible, por la gracia de Dios es posible para quien vive una existencia cristiana auténtica en la fe, la esperanza y la caridad, esto es en la libertad, porque quien está unido a Cristo no se deja vencer por el miedo ante la presión de una cultura que oscurece los valores que dignifican al ser humano».

Si desea consultar el documento original, puede hacerlo aquí.

 

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