(InfoCatólica) Los defensores de Akers aseguran que la monja ha servido bien a la Iglesia durante décadas y sus puntos de vista sobre la ordenación de las mujeres no deberían empañar su trabajo. Sancionar a Akers, dicen, es un intento de ahogar el debate y es injusto tanto para ella como para los fieles a los que sirve. "Esto es exactamente una intimidación" declaró Erin Saiz Hanna, directora ejecutiva de la Conferencia para la Ordenación de Mujeres.
La decisión del arzobispo se ha tomado en el contexto de la visita apostólica y la investigación doctrinal que el Vaticano está llevando a cabo sobre las órdenes religiosas femeninas de Estados Unidos, aunque monseñor Pilarczyk explicó a Akers que su medida no tiene nada que ver con esa investigación.
Akers, de 66 años de edad, asegura que fue ella misma quien pidió una reunión con su arzobispo el mes pasado después se enterarse que él estaba disgustado con sus últimos comentarios acerca de la ordenación de mujeres mientras estaba dando a un grupo de educadores católicos. Según la monja, quería saber qué se esperaba de ella.
Entonces monseñor Pilarczyk le dio un ultimatum: mandar retirar su nombre de la web de la Conferencia para la Ordenación de Mujeres y renunciar públicamente a seguir apoyando dichas ordenaciones. Akers accedió a retirar su nombre de la web pero se negó a renunciar a su firme creencia sobre la ordenación de mujeres y a abrazar la doctrina de que el sacramento del orden sacerdotal está reservado sólo para hombres. "Para mí es una cuestión de justicia dentrod de la Iglesia", declaró Akers este miércoles. "Hacer una declaración pública apoyando esta doctrina tal y como la enseña la Iglesia iría en contra de mi conciencia y no puedo hacer tal cosa". "Es my doloroso. Estoy sorprendida de que esto esté pasando en mi vida", declaró Akers.
La imposibilidad de llevar a cabo ordenación de mujeres es una cuestión doctrinal definitivamente zanjada por la Iglesia Católica. En una carta apostólica, Ordinatio sacerdotalis, publicada por Juan Pablo II en 1994, el antecesor del actual Papa hacía uso de toda su autoridad doctrinal apostólica para cerrar, en los siguientes términos, cualquier atisbo a la posible ordenación de féminas:
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
Al año siguiente, la Congregación para la Doctrina de la Fe, al frente de la cual estaba el por entonces cardenal Joseph Ratzinger, respondió afirmativamente a la pregunta de "si la doctrina, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis como dictamen que debe considerarse definitivo, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe". "Esta doctrina", explicó el dicasterio encargado de velar por la sana doctrina, "exige un asentamiento definitivo puesto que, basada en Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 25, 2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32) ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe".
Por su parte la Hna Barbara Hagedorn, superiora de las Hermanas de la Caridad, ofreció su apoyo a Louis Akers, a quien describió como una maestra llena de dones e incansable defensora de la justicia social, aunque aseguró que la orden religiosa no se involucraría en la disputa entre la monja y el arzobispo. "Esa es una cuestión entre ella y la archidiócesis", declaró Hagerdon.