Amal se pasea por el Vaticano
Marioneta Amal en el Vaticano ©Vatican.news

Representa a una pequeña refugiada

Amal se pasea por el Vaticano

El cardenal Michael Czerny, Subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, dio la bienvenida en la plaza de San Pedro a la marioneta Amal, que representa a una pequeña refugiada.

(Vatican.news/InfoCatólica) Ofrecer hospitalidad abre la posibilidad de un encuentro con Dios: lo afirmó el cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, al recibir a la Pequeña Amal, la marioneta itinerante que representa idealmente a todos los niños refugiados y que hoy, como parte de su recorrido por diversas ciudades europeas, se detuvo en la plaza de San Pedro, junto a la escultura itinerante «Ángeles Desprevenidos» (Angels Unawares) para participar en una fiesta con niños de diversas parroquias romanas.

«La Diócesis de Roma ha elegido para esta ocasión el poderoso simbolismo de la Tienda», dijo el prelado iniciando su discurso, tras saludar a todos los niños, jóvenes y adultos participantes, no sin antes agradecer a monseñor Benoni Ambarus, obispo auxiliar delegado para la Caridad, para los Migrantes y para la pastoral de los Rom y los Sinti, por la invitación a la celebración.

Una nueva perspectiva de futuro

Remitiéndose al ejemplo de Abraham que como relata el libro del Génesis, generosamente acogió en tu tienda a tres extranjeros, el subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, subrayó cómo abrir las puertas a huéspedes desconocidos ofrece una nueva perspectiva de futuro:

«Así aprendemos que ofrecer hospitalidad a tres huéspedes inesperados y desconocidos abre la posibilidad de un encuentro con Dios. Los tres forasteros, por su parte, llevan el anuncio de un hijo a Abraham y Sara. Ellos son mensajeros de una buena noticia inesperada, que ofrece una nueva perspectiva de futuro, una promesa de algo que Abraham y Sara anhelaban y que ahora creían irrealizable. Como nos enseña este famoso pasaje bíblico, la hospitalidad, por tanto, genera vida».

«La cultura del encuentro, presenta desafíos, ¡no siempre fáciles! - que permiten a las comunidades crecer conscientemente como familia humana, en la casa común», añadió, recordando palabras del Papa Francisco. «Querida Amal - prosiguió - puedes descansar en tu tienda, por supuesto, pero pronto retomarás tu camino». Y a continuación precisó:

«Cada uno de nosotros, hermanos y hermanas, está en camino, la Iglesia está en camino, y su renovación pasa por el cambio de cada uno de nosotros, mostrando que está viva».

La acogida transforma

Asegurando que «la acogida transforma», evidenció además el testimonio de comunidades y familias que «han asumido el cuidado del ‘extranjero’, especialmente las que se ocupan de los menores desarraigados de sus familias, de sus comunidades, de sus aspiraciones, que tienen que confiar en extraños de buena voluntad para que les protejan a fin de llegar a ser las personas que Dios quiso que fueran y ocupar el lugar que les corresponde en las comunidades que les acogen».

«La integración es un proceso bidireccional, con reconocimiento mutuo, derechos y deberes, que es también un camino complejo, a veces accidentado, pero cuyo objetivo debe ser siempre lograr el desarrollo humano integral de los recién llegados como de quien acoge, especialmente de los más vulnerables».

Todos en la misma barca

El cardenal Czerny recordó además la celebración, el domingo 26 de septiembre del 107º Día Mundial del Migrante y del Refugiado y el Mensaje del Papa para ese Día, en el que indica «un claro horizonte para nuestro camino común en este mundo» y en el que el Pontífice afirma: «Todos estamos en la misma barca». Y agregó:

«Aquí al lado hay realmente una barca: una escultura que el Papa Francisco ha querido colocar en la Plaza de San Pedro para recordar a todos el reto evangélico de la acogida, esa acogida que abre la puerta a encuentros extraordinarios. De hecho, se puede ver que en medio de los muchos migrantes (que representan a las muchas personas que han tenido que huir a lo largo de la historia) se ven dos alas: son las alas de un Ángel. ¿Y quién sabe cuántos ángeles se esconden detrás de los rostros de tantos migrantes y refugiados, niños y jóvenes, adultos y ancianos? A nosotros corresponde sólo la tarea de acogerlos y protegerlos como primeros pasos indispensables para su promoción humana integral, es decir, un futuro como todos lo queremo»s.

 

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