(ACIPrensa/InfoCatólica) Aquí tenemos la historia de una mujer que vivió el cristianismo y defendió la dignidad de la mujer sin separarse nunca de sus convicciones de fe.
Armida Barelli es originaria de Milán (Italia), nació el 1 de diciembre de 1882. A diferencia del feminismo moderno, ella sí podría ser llamada «feminista» por impulsar la dignidad de la mujer, pero lo más importante es que lo hizo a través de la formación humana y cristiana. Falleció en Marzio (Italia) el 15 de agosto de 1952.
Durante el mes de febrero, el Papa Francisco aprobó el reconocimiento de un milagro atribuido a la venerable Sierva de Dios Armida Barelli de la Tercera Orden secular de San Francisco.
Ella fue también cofundadora del Instituto Seglar de las Misioneras de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo. Participó activamente en la sociedad italiana a través de la Acción Católica Italiana (ACI), el Instituto secular de las Misioneras de la Realeza de Cristo (ISM) y la Universidad Católica del Sacro Cuore (UCSC).
El vicepostulador de la causa de beatificación, Ernesto Preziosi, exaltó la vida de la Armida como: «Una única vida rica en iniciativa, valentía, libre asunción de responsabilidades, compromiso, devoción absoluta a la jerarquía y disciplina: una vida que tiene como meta el reconocimiento de un nuevo papel para la mujer cristiana en el mundo».
«Su experiencia laica estuvo marcada por una síntesis eficaz entre la vida activa y la contemplativa, que huye de las soluciones fáciles: su día estuvo lleno de acciones, de oración y de caridad, en una continua tensión hacia Dios».
«Se esforzó por construir una cultura católica moderna, por formar una nueva clase dirigente para una Italia cristiana».
«Impulsó a las jóvenes a un protagonismo capaz de enfrentarse al “siglo de las masas”. Fue una forma original de realzar el genio femenino. De hecho, movilizó a miles de mujeres jóvenes sin seguir los pasos del feminismo laico, muy difundido en aquel entonces.
Una obra que tuvo un efecto indudable en el proceso de emancipación femenina en la Iglesia y en la sociedad. El suyo, en definitiva, no era un feminismo visto en la onda de los movimientos entonces presentes en el ámbito laico y socialista; para ella y para las jóvenes reunidas en la juventud femenina de la Acción Católica, la dignidad y la libertad de la mujer tenían un fundamento espiritual, alimentado por la formación».
Armida trabajó también junto al médico, religioso, italiano Agostino Gemelli en pro de la fundación de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Sacro Cuore) de Millán.
«Barelli aportó una dimensión formativa y organizativa capaz de hacer crecer varias generaciones de mujeres conscientes y motivadas, capaces de actuar, respetando las formas del tiempo, con un protagonismo eclesial sin precedentes.
El testimonio de Armida Barelli es el de una cristiana laica que toma su vida en sus manos, que ama a la Iglesia, que se deja interpelar por su tiempo y que pasa toda su existencia anunciando el amor de Dios, que vio en el Sagrado Corazón. Una mujer que, al servicio de un gran ideal, nos muestra el camino de una consciente vocación cristiana.
Siempre tuvo una fe sencilla y fuerte con gran devoción al Sagrado Corazón, al amor misericordioso de Cristo, resaltando la respuesta a la llamada bautismal es la clave para todo creyente, para el laico que vive en el mundo, no menos que para el religioso; es una llamada que encuentra la vida y que exige una respuesta radical que se proyecta sobre toda la existencia».