Entrevista al padre Humo Massimino, de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey

«Puedo dar testimonio de situaciones imposibles de resolver humanamente y que en pocos días se abrió un horizonte imprevisto»

El padre Hugo Massimino, CPCR, es Superior local de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey, además de Director Espiritual externo en el Seminario Arquidiocesano de Rosario (Argentina). Por pedido de la Comisión Episcopal de Ministerios de la Conferencia Episcopal Argentina ofrece talleres muy bien atendidos sobre la dirección espiritual en general y de sacerdotes a sacerdotes. Guía además uno de los encuentros anuales de los Directores Espirituales de los seminarios de su país. Hace poco atendió un Congreso General de su Instituto en Francia, desde donde concedió esta entrevista.

(María Lourdes Quinn/InfoCatólica) - ¿Qué preocupaciones y desafíos enfrentan los seminaristas hoy en día?

- La mayoría de los seminaristas provienen de padres separados con las consiguientes heridas emocionales que eso provoca.  Además, es notable la influencia de la cultura posmoderna con la llamada muerte del deseo, es decir, con falta de magnanimidad que provoca; también se percibe la dificultad de vivir los límites y de intregrar lo afectivo-sexual ante la contaminación de una sociedad permisiva y hedonista. Otra característica es el individualismo marcado.

Mi tarea me permite caer en la cuenta, maravillándome, de la acción del Espíritu Santo en las vidas de los llamados, comprobando cómo el corazón, poco a poco, se vuelve grande para amar a Dios y entregarse por el bien de sus hermanos, viendo cómo llegan a aceptar, integrar y ofrecer la cruz en la propia vida.

- ¿Podría compartir algunos testimonios del cambio que producen los ejercicios espirituales?

- Un sacerdote había dejado su ministerio y se había puesto a trabajar en una estación de servicio.  Hizo el mes de Ejercicio y redescubrió que antes de dejar el ejercicio del sacerdocio ya no se arrodillaba ante el sagrario, no usaba el clerygman, etc. y en su trabajo tenía que arrodillarse ante una rueda de auto para cambiarla y cada día usar el uniforme de la estación de servicio, etc... En el mes redescubrió a Jesús en su vida y que Él merecía toda su vida, volvió al ministerio y sigue al Señor en un Instituto religioso.

Puedo dar testimonio de situaciones imposibles de resolver humanamente y que en pocos días se abrió un horizonte imprevisto; testimonios de perdón dados después de años de resentimiento, de paz recibida después de años de angustia, de fe recobrada, de esperanza acrecentada y de amor a Dios y a los hombres recibido de lo alto.

- ¿Qué consejos nos puede dar para aprovechar mejor los Ejercicios Espirituales?

Con S. Ignacio recomendaría a todos pedir el deseo de Dios y abrirse a su presencia y a su acción para así ordenar la vida que con tanta facilidad se nos desordena, entrar  "con ánimo y liberalidad", es decir; con hambre y sed del Dios vivo y a la vez disponible a su acción.  Aquí está la clave de todo y el secreto de la vida según nuestro Señor.

- ¿Nos podría resumir cómo discernir la Voluntad de Dios en nuestras vidas?

- La santidad consiste en hacer nuestro el querer de Dios y para esto hay que discernirla. Además, como decía Dostoievski: "El problema del hombre es mentirse a sí mismo", así que tenemos este enemigo en contra, a lo que se agrega la contaminación cultural, lo que provoca en nosotros lo que es la característica de nuestro siglo: la confusión.

Para discernir la voluntad de Dios hay que tener vínculos con el Señor, ya que en la relación con Él se va aprendiendo a discernir, sea en la oración como en la vida activa. Para un discernimiento cuando uno no tiene tiempo para hacerlo, el criterio fundamental para el que quiere caminar en Dios es la paz.  Todo proyecto, deseo... que dé paz o abra a la paz hay que considerarlo del Señor, ya que Él es la fuente de la paz, el Dios de todo consuelo como dice S. Pablo.  Y todo lo contrario, cuando me provoque desazón, intranquilidad, etc, se puede suponer que es el del mal espíritu.  Si uno tiene que hacer un discernimiento importante, además y en primer lugar de recurrir a la oración personal y a la que se pida a otros, hay que tener un acompañante espiritual para ir confrontando el discernimiento.

Finalmente, si no hay movimientos espirituales se puede tomar una hoja y dividirla en cuatro partes, poniendo sobre las dos primeras columnas una de las opciones y sobre las dos siguientes la alternativa. En el encabezado de la primer columna hay que poder "a favor" y en el de la segunda "en contra".  Lo mismo se hace en las otras dos columnas. Y todos los pensamientos que vengan a favor o en contra hay que ir escribiéndolo. Después de unos días hay que ver con el acompañante espiritual las motivaciones de las columnas y ver cuál tienen más peso racional-evangélico, es decir que no sea solamente algo sensual. Se pueden juntar las motivaciones de la primera columna con las de la cuarta y las de la segunda con la tercera porque se refieren a lo mismo. No se trata de ver la cantidad de motivaciones sino sobre todo la calidad de las mismas.

- ¿Cómo fue su propio discernimiento a la vocación sacerdotal y religiosa?

- Dios me fue manifestando su querer desde niño viendo un sacerdote de la familia y queriendo interiormente ser como él.  Ese deseo me acompañó siempre.  Por supuesto que creciendo vinieron a mi mente otras opciones, pero sin desaparecer ese anhelo profundo. Mucho me ayudó a discernir los "signos" que el Señor fue poniendo en mi camino.  Por ejemplo, al pasar cerca de una capilla que siempre estaba cerrada por la falta de presbítero sentía por dentro: “Tú tienes que llenar ese vacío”. También veía que los jóvenes tenían de todo, menos a Dios y quería predicarles al Señor y darles su perdón en el sacramento de la penitencia. Unos Ejercicios Espirituales me ayudaron a ver eso con más claridad, pero lo que me llevó a decidirme fue el proceso realizado en la Dirección Espiritual, donde fui dándome a conocer sin secretos en lo bueno y en lo malo. Todo me hizo ver con gran certeza, no con seguridad matemática, por donde quería Dios que lo siguiera.

- ¿Qué citas del P. Francisco de Paula Vallet, fundador de CPCR, le inspiran?

- Por Dios entregó su vida, con todas las letras y lo hizo dándose hasta el agotamiento por la salvación de los hombres.  Siempre defendió a la Iglesia: "Tenemos un faro de la verdad, Roma. Seamos apasionados por Roma. Tengamos por cierto que el que se ha desafeccionado de Roma ha caído en el error..." Habría muchas citas de nuestro Padre Fundador que me inspiran.  Va un botón de muestra: “¡Cenáculos de amor y consumación! Si no se mueven, si no tiene por objeto principal y único... el llevar al mundo, con la gracia de Dios, el amor unitivo, que son las ansias del Corazón de Jesús... no habrán cumplido con el objetivo de su creación".

- ¿Cómo se extendió la Congregación de Uruguay a Argentina?

- Nosotros teníamos la casa de apostolado en Salto (Uruguay) y nuestros seminaristas se formaban en Argentina. Un sacerdote vino desde Salto a visitar a los seminaristas y volviendo pasa por Rosario, donde se entera que no puede regresar a Uruguay porque las fronteras están cerradas [por un conflicto entre Uruguay y Argentina en tiempos del General Perón]. Esperando la apertura, comienza a dar retiros en Rosario y, las cosas de Dios, comienza así nuestra presencia apostólica en este país.

Las obras de Dios tiene sus dificultades.  Quizás las mayores fueron las que se sucedieron después del Concilio Vaticano II en que se acentúó y casi se produjo una oposición entre los considerados "tradicionales" y los "progresistas".  No sólo nosotros, pero también nosotros fuimos "etiquetados" con la consiguiente confianza o desconfianza de obispos o sacerdotes. En ese período del Instituto hubo un sacerdote que salió y fundó otra congregación y también algunos sacerdotes dejaron el ministerio.

Las alegrías que tenemos son muchísimas, sobre todo la confianza demostrada por los arzobispos y obispos que nos solicitan los servicios y promueven nuestra cooperación, además de tantos párrocos que nos envían jóvenes al Centro Juvenil Nazaret y a la Casa Nuestra Señora de Luján para que les ayudemos a discernir su vocación.

- ¿Cómo es la relación entre los miembros de C.P.C.R. y las parroquias argentinas?

- Las parroquias aprecian sobre todo el servicio de las Semanas de Espiritualidad. Hermanas o hermanos cpcr organizan con el párroco una comisión coordinadora y se preparan visitadores domiciliarios que llevan una carta del párroco invitando a la Semana de Espiritualidad. Hay personas que les reciben con desconfianza en sus casas ya que piensan que son una secta, pero al ver que están identificados como enviados desde la parroquia se sienten contentos que los visiten y que vengan a ofrecerle algo y no a pedirles una contribución.

En este momento estamos trabajando para ayudar también a los párrocos después de la semana de espiritualidad con procesos para formar fraternidades o comunidades eclesiales.

- ¿Cómo viven la fe los fieles en los diferentes países que ha visitado?

En general en Europa, hay movimientos o parroquias que viven con radicalismo su fe, pero en la mayoría se nota un estar en otras cosas, en no buscar a Dios o vivir cómo si no existiese. Algo muy distinto he visto en los lugares de EE.UU. donde he podido colaborar con la evangelización: lo vi un país religioso.

En Argentina, se nota el avance del secularismo en la baja participación de los jóvenes en la Iglesia y en la disminución en general de la vivencia cristiana; sin embargo, todavía hay fe en el pueblo, basta soplar un poco debajo de las cenizas y en seguida el fuego se enciende (un fallecimiento, una enfermedad, un problema económico... muchas veces es la ocasión para volver al buen Dios). En la República Democrática del Congo es notable la fe viva y el lugar principal que ocupa Dios en esos corazones.

- ¿Desearía añadir algo más?

-  Un agradecimiento grande por esta oportunidad de mostrar la obra de Dios en nosotros. Que el buen Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo los bendiga copiosamente y que María, discípula y misionera, nos enseñe a ser como ella.

- Muchísimas gracias por su tiempo y su gran servicio a la Iglesia.

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