Los obispos de Extremadura defienden el derecho de los fieles a comulgar en la boca

No se les puede prohibir

Los obispos de Extremadura defienden el derecho de los fieles a comulgar en la boca

Los obispos extremeños han publicado un comunicado con motivo de la pandemia en el que piden a los fieles que regresen a las misas, y advierten a los sacerdotes que no pueden impedir a los fieles su derecho a comulgar en la boca.

(InfoCatólica) Los obispos extremeños afirman que de la actual crisis se pueden sacar varias lecciones. Por ejemplo, que todos somos vulnerables y que ha quedado claro que no podemos vivir solos y es necesario reforzar los lazos espirituales en plena separación física.

Los prelados piden a los fieles que vuelvan a los templos aun tomando las medidas sanitarias necesarias, porque no se puede suplir más la asistencia a Misa con verla en internet. Y en ese sentido, recuerdan el derecho de los fieles a comulgar en la boca y lamentan los casos en que tal derecho se ha visto violentado por algunos sacerdotes. Dicen:

Por otra parte, hay que evitar restricciones arbitrarias o que se limiten los derechos de los fieles. En concreto, por más que sea preferible la comunión en la mano por razón de la situación, no puede prohibirse la comunión en la boca, como ha ocurrido en algunas ocasiones, a veces incluso cuando el fiel estaba ya a punto de recibirla. Confiamos al buen sentido pastoral de los sacerdotes que procuren fórmulas que permitan vivir con paz y sin tensión un momento como ése, de particular intensidad espiritual.

Los obispos recuerdan en quién está nuestra esperanza:

No apoyamos, pues, nuestra esperanza en un fatuo cálculo de probabilidades ni en la estadística de los números. Nuestra esperanza está en Dios, en su amor, en su misericordia. A Él confiamos también a los científicos e investigadores que trabajan por encontrar una vacuna o una terapia eficaz, así como a los responsables políticos, económicos y sociales que buscan soluciones que mitiguen las secuencias negativas de la pandemia.

Mensaje de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Extremadura

El arzobispo de Mérida-Badajoz, el obispo de Plasencia y el Administrador Diocesano de Coria-Cáceres decidimos, en nuestra reunión ordinaria de la Provincia Eclesiástica del pasado día 9 de octubre, enviar este Mensaje a las comunidades eclesiales y, en general, a los fieles de nuestras diócesis. Conscientes de que el Señor nos ha encargado el cuidado del pueblo de Dios, con particular esmero en las actuales circunstancias, además de hacer llegar a todos nuestro saludo de paz y de bien, queremos compartir las preocupaciones del momento presente, invitar a vivirlo desde la responsabilidad social y eclesial e indicar algunas recomendaciones que nos parecen necesarias en la actual situación.

Somos vulnerables

Probablemente es la lección primera de esta crisis. No es que no lo supiéramos, pero la covid-19 nos ha hecho tomar conciencia de esta gran verdad de nuestra vida. No somos dioses, ni inmortales ni todopoderosos. Llevamos nuestra existencia en frágiles vasijas de barro que, al primer descuido, se caen y se rompen. Un virus, prácticamente invisible si no es a la lente del microscopio, puede acabar con millones de vidas humanas.

Como consecuencia de ello, todos hemos experimentado desconcierto, desánimo, incertidumbre e incluso miedo. ¿Puede ser de otra manera cuando hemos sido visitados por este cortejo de desdichas: la enfermedad en cuanto tal, el dolor en las familias, la pobreza económica como consecuencia de la pérdida del trabajo y, finalmente, la misma muerte?

La conciencia de nuestra vulnerabilidad, si es asumida con madurez humana y cristiana, ofrece la posibilidad de encarar las dificultades de una manera nueva, hasta el punto de que podemos hacer nuestras las palabras del apóstol Pablo: «cuando (reconozco que) soy débil, entonces soy fuerte» (2Corintios 12,10). Ojalá que nosotros podamos adquirir esta fortaleza interior para vivir el momento presente con plenitud de sentido.

La comunidad cristiana, casa de comunión y solidaridad

Durante esta emergencia sanitaria hemos experimentado de forma palmaria que no podemos ni debemos vivir solos. Somos hermanos y estamos hechos para el encuentro y la comunión.

Hemos podido comprobar que las comunidades eclesiales son un espacio privilegiado para fortalecer, por una parte, la comunión hacia dentro y, por otra, el compromiso con las personas que están siendo más vulnerables en la actual situación de pandemia, creando una auténtica «cultura del encuentro».

En los días más tristes y aciagos del confinamiento pudimos percibir como rayos de luz tantísimos gestos que nos llegaban de nuestros familiares y amigos y, al mismo tiempo, pudimos sentir también como hermanos a los sanitarios, a los miembros de las fuerzas del orden, a los transportistas y otros trabajadores, así como a los voluntarios afanados en cualquier tarea de servicio a los demás.

De esta forma, se dio la paradoja de que estábamos físicamente aislados pero espiritualmente conectados, sabiéndonos miembros de una comunidad.

Aprovechamos esta ocasión para reconocer y agradecer a todas las instituciones y grupos eclesiales que han generado diversas iniciativas de solidaridad. Caritas, los servicios asistenciales de las parroquias y otros muchos colectivos eclesiales han dado y siguen dando respuestas de una generosidad extrema en la atención a quienes más lo necesitan.

Volver a las iglesias con alegría

Después de los meses en los que estuvieron cerrados los templos al culto público y de la posterior limitación de los aforos, ahora invitamos a todos a volver con alegría a la casa del Señor para encontrar en la Eucaristía y en los demás sacramentos el alimento de nuestra vida cristiana. No es prudente suplir, más allá del tiempo necesario, la participación personal en la liturgia eclesial con otros medios excepcionales, por ejemplo telemáticos.

Por otra parte, hay que evitar restricciones arbitrarias o que se limiten los derechos de los fieles. En concreto, por más que sea preferible la comunión en la mano por razón de la situación, no puede prohibirse la comunión en la boca, como ha ocurrido en algunas ocasiones, a veces incluso cuando el fiel estaba ya a punto de recibirla. Confiamos al buen sentido pastoral de los sacerdotes que procuren fórmulas que permitan vivir con paz y sin tensión un momento como ése, de particular intensidad espiritual.

Queremos agradecer expresamente a los sacerdotes y a los fieles el esfuerzo realizado por adecuar los espacios litúrgicos y el comportamiento de todos a las indicaciones sanitarias, consiguiendo, de esta forma, celebraciones seguras, gozosas y bien dispuestas, como corresponde a la casa del Señor.

Esta misma voluntad de crear espacios seguros, serenos y fraternos es la que tiene que animar la organización de las catequesis y de otros encuentros pastorales, según las indicaciones ofrecidas a este respecto por nuestras diócesis.

En el dinamismo al que nos invita el Papa en su encíclica Fratelli Tutti, especialmente en el capítulo segundo, animamos a que nuestras comunidades parroquiales sean oasis de misericordia, activas en la rehabilitación y el auxilio de nuestras ciudades y pueblos extremeños, incansables en la labor de incluir, integrar, levantar al caído, haciéndonos «próximos» de quien nos necesita.

Comportarse con responsabilidad

Metidos de lleno en lo que se ha dado en llamar «la segunda ola», la evolución de la situación en estos últimos meses nos obliga a recordar a todos la responsabilidad con la que hemos de vivir la situación presente, procurando un comportamiento sensato, prudente pero sin miedo, capaz de encontrar los

medios oportunos para cuidar la salud propia, pero también la de los hermanos. Y no sólo la salud física sino también la psicológica y la espiritual.

Así, por ejemplo, cuando se nos está hablando de la distancia social o interpersonal, además del valor propiamente sanitario, este comportamiento supone un alto grado de responsabilidad, pues esa distancia no supone ruptura o separación sino, más bien, respeto y consideración al otro, de cuya salud y bienestar yo he de sentirme responsable. Este cuidado termina siendo una forma exquisita de caridad. Se crea, en fin, una cadena de cuidados, que empieza por uno mismo, sigue por los otros y termina en el cuidado de la entera creación, completando así el círculo de lo que el papa Francisco ha calificado, en su encíclica Laudato si’, como «ecología integral».

Animamos, pues, al cumplimiento responsable de las normas dictadas por las autoridades sanitarias en su vocación de servicio a la sociedad y, en tal sentido, merecedoras del reconocimiento y gratitud de todos los ciudadanos, que esperan de ellas transparencia y unidad. Como ha recordado recientemente el papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, «la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo» (núm. 178).

Vivir la esperanza

La crisis actual puede ahondar una sutil especie de fatiga, que podríamos llamar «cansancio de la esperanza», un cansancio paralizante que a veces pone en duda la viabilidad misma de la vida cristiana en el momento presente y hace que se instale un gris pragmatismo y comodidad en las comunidades y en los propios sacerdotes.

Creemos, sin embargo, que es la hora de todo lo contrario. Los Consejos pastorales parroquiales son un espacio privilegiado para buscar, entre todos, caminos audaces para revitalizar la tarea evangelizadora. Con esta crisis debería abrirse un tiempo nuevo. En su carta del día 31 de mayo a los sacerdotes de Roma el Santo Padre decía:

«La fe nos permite una realista y creativa imaginación capaz de abandonar la lógica de la repetición, sustitución o conservación; nos invita a instaurar un tiempo siempre nuevo: el tiempo del Señor».

Como «aviso para navegantes», en su reciente encíclica Fratelli Tutti Francisco advierte:

«Olvidamos rápidamente las lecciones de la historia, «maestra de vida». Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén «los otros», sino sólo un «nosotros». Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender. Ojalá no nos olvidemos de los ancianos que murieron por falta de respiradores, en parte como resultado de sistemas de salud desmantelados año tras año. Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado» (núm. 35).

La mirada de la fe: una realidad nueva

No podemos terminar sin la invitación a poner nuestra confianza en el Señor, para «no afligirnos como personas sin esperanza» (1Tesalonicenses 4,13).

Los desterrados que volvían a Sion desde Babilonia, probablemente con más pena que gloria, esperaban signos y portentos como los que, según su tradición, habían acaecido en el éxodo, a la salida de Egipto. Por eso el profeta les tiene que advertir: «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo». En lugar de mirar hacia atrás, el Señor los invita a mirar adelante: «Mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis?» (Isaías 43,18). ¿No será también la advertencia que el Señor nos hace aquí y ahora?

Por eso, confiamos en que, a pesar de los estragos de este maldito virus, podremos sentir real y cierto el anuncio del Señor: «Mira, yo hago nuevas todas las cosas» (Apocalipsis 21,5). Ese grito de victoria viene inmediatamente después de estas palabras:

«Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor, porque lo primero ha desaparecido» (versículo 4).

Creemos que «para los que aman a Dios todo les sirve para el bien» (Romanos 8, 28), hasta el punto de que esperamos el «milagro» de que un virus tan inhumano termine por servirnos para ser más humanos y más hermanos.

No apoyamos, pues, nuestra esperanza en un fatuo cálculo de probabilidades ni en la estadística de los números. Nuestra esperanza está en Dios, en su amor, en su misericordia. A Él confiamos también a los científicos e investigadores que trabajan por encontrar una vacuna o una terapia eficaz, así como a los responsables políticos, económicos y sociales que buscan soluciones que mitiguen las secuencias negativas de la pandemia.

En estos meses hemos vuelto muchas veces nuestro recuerdo a Santa María de Guadalupe, patrona de Extremadura, «vida, dulzura y esperanza nuestra» para que nos muestre, una vez más, a Jesús, «fruto bendito de tu vientre. Amén».

Con nuestro afecto y bendición.

Celso Morga Iruzubieta, Arzobispo de Mérida-Badajoz

José L. Retana Gozalo, Obispo de Plasencia

Diego Zambrano López, Administrador Diocesano de Coria-Cáceres

Badajoz/Cáceres/Plasencia, 19 de octubre de 2020,

fiesta de San Pedro de Alcántara, patrono de Extremadura.

24 comentarios

Andreas
Ganas de crearles problemas a los buenos curas que están al pie del cañón...
19/10/20 2:58 PM
Perplejo
Esto no deja de ser un poco de hipocresía eclesial, pues de hecho en muchas parroquias extremeñas la niegan con anuencia del obispo diocesano, que invita a los fieles que se han quejado a ser obedientes humildes y "ofrecer el sacrificio' de comulgar en la mano.
19/10/20 3:52 PM
Luis Piqué Muñoz
La Salud física es Importante ¡pero lo esencial es la Salud espiritual! Y la histeria del Virus no puede impedir que el cristiano reciba la Comunión de la única forma correcta ¡sagrada! de rodillas y en la Boca. Según visiones autorizadas por la Iglesia de Santa Catalina Emmerick en la Ulitima Cena Jesús dio la Comunión en la Boca y seguramente de rodillas ¡El Hombre no es Inmortal, pero sí Templo del Espíritu Santo, y el Amor a la Eucaristía supera cualquier temor mundano! ¡Viva la Eucaristía! ¡Viva Dios!
19/10/20 4:02 PM
maru
Pues que copien el resto de los obispos, porque en mi diócesis, no puedo comulgar en la boca.
19/10/20 4:16 PM
David
Luis, no digas bobadas, hombre. Te recuerdo que cuando te bautizaron te ungieron como profeta, SACERDOTE y rey. Tus manos son sagradas, como lo son las del sacerdote ministerial. La diferencia, él puede consagrar. Pero tus manos son tan sagradas como las suyas. Por ser hijo de Dios. Por ser bautizado.
Estoy de acuerdo con Andreas: ganas de complicar la vida a los curas por culpa de cuatro escrupulosos como tú.
19/10/20 4:38 PM
Pablo
Bendito sea Dios
19/10/20 4:53 PM
Néstor
Atención, se oyen voces de Obispos. ¡Para los que decían que ya eran cosas del pasado!!

Saludos cordiales.
19/10/20 5:17 PM
Jomatorrents
Tienen derecho a recibir la comunión en la boca.
No lo he leído en ningún pasaje del Evangelio.
La comunión en la boca "es norma". Quien da la norma, puede dispensar de la misma.
19/10/20 6:13 PM
Rubén (de Argentina)
David:

"Luis, no digas bobadas, hombre. Te recuerdo que cuando te bautizaron te ungieron como profeta, SACERDOTE y rey. Tus manos son sagradas, como lo son las del sacerdote ministerial".
----------

Pues no, no es así. Y por el contrario, existe magisterio extraordinario (infalible, Concilios de Zaragoza y 3° de Constantinopla) que dicen lo contrario de lo que dices tú. Así que, ¿a quien vamos a creer? Luis se expresó correctamente y lo que él dijo, es lo que dice el Catecismo de San Pío X. De modo tal que cualquiera no tiene más que consultar a este último (Catecismo de San Pío X) para darse cuenta que lo que tú propones no es otra cosa que la herejía modernista.
19/10/20 7:09 PM
Rubén (de Argentina)
La comunión en la boca "es norma". Quien da la norma, puede dispensar de la misma.
---------

No necesariamente. Existe magisterio extraordinario que dice que la Comunión no puede recibirse en la mano. El magisterio extraordinario, a diferencia del magisterio ordinario, es infalible, y es dogma de fe de que está protegido por el Espíritu Santo. La instrucción de Paulo VI fue una dispensa PARA CASOS EXCEPCIONALES (la única forma en que puede entenderse, porque caso contrario, colisionaría con el magisterio imperecedero) y que ha sido desvirturada para instaurar una nueva forma de comulgar. Y digo "nueva" porque en los primeros 500 años, la Comunión no se recibía sobre la mano desnuda sino sobre un corporal. Monseñor Rodolfo Laise escribió un muy buen librito acerca de la comunión en la mano, en donde analiza al centímetro la instrucción de Paulo VI a la luz de todo el magisterio existente; te sería provecho leerlo.
19/10/20 7:23 PM
Victor
Un largo, larguísimo artículo, para decir que los fieles pueden incorporarse a sus parroquias, a dónde mejor les plazca y, también, sobre el tema de recibir la Comunión.
Las iglesias de España se cerraron no porque lo mandara el gobierno, no, sino sencilla y llanamente porque les pareció muy bien a la jerarquía que se afanaron en ser muy cumplidores y amigos del gobierno que padecemos. Lo único que yo sé, es que el obispo de Alcalá de Henares no cerró sus templos, y lo único que se limitaba a hacer, era a dejar las puertas como si estuvieran cerradas, pero que todos sabían que la iglesia estaba abierta. ¿Por qué no hicieron lo mismo los demás obispos? Eso habría que preguntarse lo a ellos.
Con respecto a recibir la Comunión, eso depende no del sacerdote, sino del creyente que va a recibir la Comunión. Que no quiere el sacerdote darle la comunión en la boca, pues se retira sin decir esta boca es mía y punto. Allá él con su conciencia.
De encíclicas, mejor no hablar. Paz y Bien
19/10/20 8:45 PM
Català
Ojalá esto en mi patria...

En toda Catalunya, si uno quiere comulgar en la boca, tiene que buscar alguna parroquia o sacerdote que tolere dicha práctica.
19/10/20 9:05 PM
Miguel
En mi diócesis de Sigüenza-Guadalajara, hay muchos sacerdotes que obligan a comulgar en la mano. Es un claro abuso clerical. Hay que buscar aquí con lupa las iglesias en que respetan la bella tradición del fiel y su derecho. Es la "recomendación" de mi obispo como las "recomendaciones" de la ONU?
19/10/20 9:24 PM
Victor
Sobre el sacramento del Bautismo, es bueno explicar los conceptos para no armarse un lío tremendo, ya qué, una cosa es recibir el ser hijos de Dios por adopción y en primera instancia al asumir la muerte de nuestro Señor,y ser sepultados con él, y otra muy distinta es nuestro sacerdocio a que se limita.

Somos sacerdotes cada vez que nos dirigimos a Dios y le presentamos nuestras inquietudes, ilusiones, dudas, preocupaciones, dificultades, alegrías... nuestras necesidades y las de todo el mundo.
Cuando nuestra oración es universal y no nos centramos en nosotros mismos, estamos ejerciendo el sacerdocio que hemos recibido por el Bautismo.
Somos profetas cuando anunciamos, con nuestra vida, a la persona de Jesucristo, cuando somos consecuentes con nuestra condición de creyentes y vivimos en verdad, sin querer esconder ante los otros nuestra fe.
Somos reyes cuando sabemos dominar y acallar todo aquello que nos aparta de Dios, cuando somos dueños de nosotros mismos y de las circunstancias que nos rodean.
Jesús fue sacerdote, profeta y rey, según el rito de Melquisedec, y hacia Él tenemos que mirar si de verdad queremos ser coherentes con el Bautismo que recibimos.
Tomar conciencia de nuestro compromiso bautismal es todo un programa de vida. Intentemos profundizar en este sacramento y valorar el don que Dios nos ha hecho y nos hace por medio del Bautismo.
Creo que por el Orden sacerdotal , que es el ministerio del sacerdote,es el único que está u
19/10/20 11:05 PM
Cesar
Hay que pensar en el cuidado de los fieles y de los sacerdotes.
Recibir en la boca o en la mano son formas de recepción.
Lo más importante es comprender que nuestro Señor está presente en la Eucaristía y Él es el fin en sí mismo, para no despreciarlo!
Sin embargo, por cuidado de fieles y sacerdotes, con las debidas normas de bioseguridad, es mejor en la mano, por las actuales circunstancias!
20/10/20 12:45 AM
Néstor
El derecho del fiel a comulgar en la boca lo reconoce la Iglesia, que es la que lo tiene que reconocer. Atentan contra ese derecho los que obligan a los fieles a comulgar en la mano.

Saludos cordiales.
20/10/20 5:21 AM
Luis López
David, como bien dice vd., nosotros por el bautismo somos a la vez sacerdotes, profetas y reyes -la tres máximas dignidades que puede obtener un hombre en esta vida-, pero el Señor expresamente quiso que existiera un sacerdocio ministerial, encargado precisamente del uso de las ornamentos sagrados y, sobre todo, de las especies consagradas. Nosotros somos dichosos por poder -como cristianos- recibir tal don celestial inmerecido, pero sólo las manos consagradas deben tocar el Cuerpo del Señor, como ha sido tradición constante de la Iglesia Católica hasta los años 70 del siglo XX.

Tradición que se rompió en virtud de una clara desobediencia generalizada a los órdenes de Pablo VI, que recomendó vivamente que se siguiese la tradición -así la llama él- de recibir el pan en la boca, pero
que permitió la administración en la mano EXCLUSIVAMENTE allí donde esa manera de recibirla se hubiera consolidado (y sólo se había extendido en algunos países del norte de Europa, generalmente por contaminación protestante).

Pero países donde aun no existía esa mala costumbre, la extendieron desde entonces, en clara violación del documento de Pablo VI. Entre ellos España, los países sudamericanos y los del sur de Europa.

El origen por tanto de la comunión en la mano está viciado. Es una desobediencia al Papa en toda regla. Y además -como también añadió el propio Pablo VI- podía provocar peligros de profanación o irreverencia, y en todo caso pérdida de fe en el sentido de la Presencia
20/10/20 11:44 AM
Jose luis navarro
Nada de bobadas .. Cada uno conoce lo que hay en su corazón y Dios también .
Creo realmente en la presencia de Jesús sacramentado en el milagro de la consagración .. después están las dos opciones permitidas por la Iglesia. Una la ordinaria de rodillas y en la boca y la otra extraordinaria y en la mano.
Tendríamos que preguntarnos, Porqué lo extraordinario se ha convertido en ordinario, incluso antes de la pandemia?
Pero en fin las cosas mundanas y no divinas.. a veces ....
Además ahora recientemente vuelven a haber estudios científicos que certifican que la comunión en la boca es igual o menos contagiosa que en la mano.
Déjennos a los que lo hacemos en la boca tranquilos . bastante es que comulguemos los últimos . No les parece?
20/10/20 4:24 PM
sofía
Los que se empeñan en comulgar en la boca en época de pandemia, sabiendo que está permitido comulgar en la mano y que es lo más aconsejable para no contagiar al prójimo, si no son capaces de librarse de su deformación de conciencia está bien que soliciten que se les dé la comunión al final de la misa - sin son pocos se pude lavar las manos el sacerdote entre uno y otro- pero está mal que en su deseo de contagiar su conciencia defectuosa inventen que el magisterio extraordinario prohibe comulgar en la mano.
Simplemente ha habido distintas normas a lo largo del tiempo. Se comulgaba en la mano en tiempos de persecución y han coexistido las dos formas durante siglos. Igual que en un momento dado resultó más aconsejable hacerlo en la boca, en este momento pandémico es más aconsejable hacerlo en la mano.
Hagan lo que quieran, pero no vuelvan a citar falsamente concilios como han estado haciendo en ocasiones anteriores, cuando se ha podido comprobar que esos concilios no decían lo que ustedes afirmaban, sino otra cosa.
20/10/20 4:35 PM
Juan
Sofía, hermana, qué te hemos hecho? Comulgar en la boca no viene de ninguna deformación de conciencia. Es Cristo y merece toda reverencia y adoración, no cree?
20/10/20 6:37 PM
Luis López
Sofía, no hay que citar Concilios sino al mismo papa Pablo VI. Para ilustrarla sobre el tema, y probar que la comunión en la mano brota de una desobediencia -es decir, su origen es un pecado-, remito
Instrucción de la Sagrada Congregación del Culto Divino de 1969, donde se indica:

1º.- Que tras consultar el papa Pablo VI al episcopado universal, constató que la mayoría de los obispos del mundo:

a).- No deseaban que se aceptase el nuevo medio de recibir la comunión en la mano,

b).- No deseaban que se hicieran experimentos (sic) con ese tema y

c).- Creían que los fieles católicos no iban a aceptar de buen grado (sic) esa novedad. Además, la Instrucción de 1969 añade a continuación:

Que la mayor parte de los obispos estimaban que NO SE DEBE CAMBIAR LA DISCIPLINA VIGENTE; más aún, que el cambio sería DAÑOSO, tanto para la sensibilidad como para el culto espiritual de los mismos Obispos y de muchos fieles"

Por tanto, la Santa Sede confirmó (en 1969) la tradición de recibir la comunión de rodillas y en la boca de una manera rotunda, admitiendo, eso sí, que se admita un indulto SOLO donde la mala costumbre de comulgar en la mano se hubiese generalizado, y a efecto de evitar una situación cismática (en 1969 sólo en países del norte de Europa).

Tras estos datos, ¿Se atreve vd. a negar que la generalización en todo el mundo de esa forma de comulgar nace de un pecado de desobediencia?
20/10/20 7:05 PM
Jose luis navarro
Nada de bobadas .. Cada uno conoce lo que hay en su corazón y Dios también .
Creo realmente en la presencia de Jesús sacramentado en el milagro de la consagración .. después están las dos opciones permitidas por la Iglesia. Una la ordinaria de rodillas y en la boca y la otra extraordinaria y en la mano.
Tendríamos que preguntarnos, Porqué lo extraordinario se ha convertido en ordinario, incluso antes de la pandemia?
Pero en fin las cosas mundanas y no divinas.. a veces ....
Además ahora recientemente vuelven a haber estudios científicos que certifican que la comunión en la boca es igual o menos contagiosa que en la mano.
Déjennos a los que lo hacemos en la boca tranquilos . bastante es que comulguemos los últimos . No les parece?
20/10/20 8:53 PM
José Luís navarro
Sofia.
Por más que he preguntado y me he interesado por conocer. Lo que usted afirma. No lo he encontrado ningún estudio que lo avale .
Al contrario, en cuanto a la comunión en la boca .. se han publicado, por autoridades médicas-sanitarias estudios avalando esta forma como más higiénica.
Estudios de médicos italianos, austriacos, y muy recientemente estadounidenses.
Aseguran que comulgar en la boca es más seguro.
Creo que la COSIFICACIÓN de la Eucaristía. Ya era antes de todo esto, algo sacrílego. A veces la excesiva soberbia y clara falta de reverencia.. era algo visible ..
“ DIME CÓMO COMULGAS Y TE DIRÉ QUE FE TIENES”, se convertía en un compartir.
Pero ahora con la pandemia es todavía más alarmante. Lo Importante es el hidrogel, la mascarilla y el distanciamiento..y ya para el apogeo del caos, llegas y notas MIEDO en el que la da. Gracias a Dios no en todos. Pero
En las fotos alusivas a esto, ya claman al cielo, pantallas, guantes, sírvase usted mismo.. etc etc.
Sofia .. usted haga lo lo crea oportuno ..
Deje que los demás decidamos como recibir a XTO EUCARISTÍA.
Gracias.


20/10/20 9:30 PM
Victor
Lo mismo Luis López que le da una lección magistral a !a señora o señorita un poco enfadada y, por otra parte al padre cisterciense José Luis Navarro, ya ya deja escrito que dejemos a los sacerdotes que hagan que ellos saben de esto más que los fieles creyentes.

Si yo, por ejemplo no me gusta la comunión en la mano es por una razón muy elemental. Veo ir a comulgar a muchas gentes y, tengo que decir que un porcentaje alto no cumple las normas de comulgar en la mano y ahora, a cuentas de esta historia de !a pandemia, peor aún. ¿Por qué? Van a comulgar y con la Sagrada Hostia se retiran y se la meten en !a boca mientras van andando exhibiendo la sagrada Forma como si fuera un trofeo de caza. Eso es indecente por lo menos. Más cuidadito con las cosas sagradas, que hay una enrome relajación en las formas que se han hecho costumbre. Paz y Bien
21/10/20 1:12 AM

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