La ideología trans es una amenaza para la mujer

Afirma la escritora feminista Meghan Murphy

La ideología trans es una amenaza para la mujer

300 personas se reunieron para escuchar un panel que discutió el sesgo de los medios de comunicación en el debate sobre la identidad de género en Vancouver.

(ForumLibertas) La escritora y periodista canadiense feminista Meghan Murphy, Licenciada en Estudios de la Mujer de la Universidad Simon Fraser (SFU) y Magister en Género, Sexualidad y Estudios de la Mujer, es una de las personalidades más conocidas en el ámbito del feminismo en Canadá.

Esta fue su declaración respecto a las protestas que sucedieron en Vancouver: «Uno de los problemas de este debate es que la gente tiende a confundir el sexo con el “género” y a mezclar los términos. Quienes salieron un sábado por la noche con megáfonos y sirenas a todo volumen, cantando, “Hey hey, ho ho, la escoria nazi se tiene que ir”, lo hicieron porque 300 personas se habían reunido para escuchar un panel que discutió el sesgo de los medios de comunicación en el debate sobre la identidad de género. Para ser justos, fui yo, una de las oradoras de esa noche, quien fue el principal objeto de su ira, ya que sigo atreviéndome a insistir en que las mujeres son mujeres y que nuestros derechos importan.

La cuestión es también que estábamos discutiendo la identidad de género de una manera crítica en vez de alabarla… O repites las palabras “las mujeres trans son mujeres” hasta la náusea y, cuando te pregunten “¿Qué es una mujer?” o “¿Cómo se pasa de hombre a mujer?”, gritas “¡Nazi!” como respuesta, o eres un agitador blasfemo que hay que poner contra la pared.

Esto no debería ser sujeto de controversia. No debería, de hecho, ser algo que tengamos que recordar. Pero los dioses nos están jugando una mala pasada, supongo que para castigar a la civilización humana por inventar el monociclo y a la clase de gente que lo usa, y ahora resulta controvertido decir que sólo las mujeres pueden tener bebés y que el pene es un órgano sexual masculino.

El BC Human Rights Tribunal (BCHRT) falló en contra de un hombre que presentó 15 quejas por discriminación contra esteticistas de Vancouver que se negaron a prestarle servicios de depilación con cera. Jessica Yaniv (nacido Jonathan) contactó a estas mujeres a través de Facebook, alegando ser una mujer y pidiendo, en la mayoría de los casos, una depilación total. Al enterarse de que su cliente potencial era de hecho un hombre – y que, por lo tanto, se les pedía que depilaran los genitales de un hombre – las esteticistas rechazaron su solicitud. Yaniv alegó que esto constituía una discriminación basada en la identidad de género, ya que en realidad él se identificaba como mujer.

El BCHRT determinó que Yaniv estaba explotando la ideología de género en un intento de extorsionar a las mujeres (dirigiéndose intencionadamente a mujeres inmigrantes, ya que se descubrió que tenía un odio racista hacia los “inmigrantes”, pero también porque sabía que esas mujeres serían un blanco fácil, ya que se sentirían vulnerables a la presión y carecerían de apoyo social y legal). El caso fue desestimado.

Esto supone un alivio, por supuesto. Las mujeres a las que Yaniv se dirigió sufrieron enormemente como resultado de sus denuncias – el proceso fue increíblemente estresante para ellas y sus familias; perdieron ingresos, y una de las mujeres se vio obligada a cerrar su negocio. Pero el hecho de que todo esto llegara a ocurrir es lo que es más preocupante. ¿Cómo hemos llegado a que un hombre se sienta con derecho a exigir que unas mujeres le toquen los genitales con el pretexto de que es “mujer”?

Aunque muchos activistas trans han afirmado que Yaniv no es representativo -que no debería ser utilizado como ejemplo para demostrar los peligros de la ideología de género-, es de hecho el ejemplo perfecto. Es precisamente el escenario que los que hemos estado tratando de iniciar una conversación crítica sobre el impacto del activismo trans y la legislación sobre identidad de género en las mujeres hemos estado advirtiendo que sucedería. Hemos dicho que, si cualquier hombre puede afirmar que es mujer, entonces a las mujeres ya no se les permitirá tener sus propios espacios. Ya no podrán decir: “No, no puedes entrar en nuestro vestuario”; “No, no puedes quedarte en esta residencia de mujeres”; “No, no puedes ser transferido a una prisión de mujeres”; o, “No, no tocaré tu escroto femenino“.

Es más, lo que las mujeres como yo hemos dicho es que los derechos de la mujer no pueden existir en absoluto si no existe la mujer. Mi respuesta más común a los que me dicen, “las mujeres trans son mujeres” es, “¿Qué es una mujer?“.

La definición de toda la vida de “mujer” es “hembra humana adulta”. Si una mujer ya no es una hembra biológica, sino un hombre que quiere ser visto como una mujer, entonces ¿qué es realmente una mujer? ¿Qué significa esa palabra? Y si “mujer” se ha convertido en algo tan complicado y cambiante e imposible de definir, entonces ¿de qué nos sirve disponer de esa palabra? Si esa palabra tan escurridiza – “mujer” – no significa nada, entonces ¿qué sentido tiene insistir en que lo eres? ¿Por qué enfadarse tanto cuando se le llama a uno “señor” en vez de “señora”, si esas palabras son categorías tan vacías y vagas?

Las feministas han preferido durante mucho tiempo creer que las mujeres no se definen por los estereotipos sexistas, pero los activistas trans nos dicen que, de hecho, una mujer no se define por haber nacido mujer, sino por la proclividad de un individuo hacia lo “femenino”. La narrativa alrededor de los “niños trans” generalmente insiste en que la preferencia de un niño por la cultura de la princesa, los vestidos y las muñecas es la “prueba” de que es “realmente una niña”, y las jóvenes que rechazan el pelo largo y los vestidos rosas, o que no disfrutan siendo vistas como objetos sexuales, llegan a convencerse, gracias a las narrativas trans, de que deben ser realmente niños.

Tiene sentido que los jóvenes busquen una explicación para la incomodidad que sienten por sus cuerpos o los estereotipos de género que sienten que no encajan con su verdadero ser. Y nuestro mundo “progresista” les ha ofrecido una respuesta fácil, pero que con demasiada frecuencia los lleva por el camino del tratamiento hormonal y las cirugías, que tienen impactos irreversibles, incluyendo la esterilización.

No estoy en contra de las “personas trans”. A lo que me opongo es a las narrativas sexistas que rodean la ideología transgénero. Y estoy increíblemente preocupada por la forma en que la legislación de identidad de género anula los derechos de las mujeres. No puedes tener una ley de identidad de género y al mismo tiempo derechos basados en el sexo. O el sexo es algo inmutable, o se determina a través de cómo cada uno se declara y no hay más opciones. O bien las mujeres experimentan discriminación por ser mujeres, o bien la experimentan porque se identifican demasiado con los estereotipos femeninos.

Al final, no me importa cómo quieras identificarte como individuo. Creo que es bastante narcisista pensar que tu personalidad es tan especial que te aleja de la realidad material y del mundo natural, tal como ha existido durante millones de años. Pero no me interesa impedir que vivas tu vida de una manera que te parezca auténtica, siempre y cuando no perjudique a los demás. Sin embargo, trazo la línea cuando tu “yo auténtico” reemplaza los derechos, la seguridad y la dignidad de las mujeres y de las niñas, cuando dices que las mujeres ya no pueden tener espacios seguros porque un hombre literalmente dejará de existir si no le tratan como si fuera una mujer y no se le permite dar saltos por el vestuario de mujeres con su pene al aire.

Cientos de personas se reunieron fuera de la Biblioteca Pública de Toronto en una ocasión para protestar por una charla que estaba dando. En ella decía cosas como: “Las mujeres tienen derecho a hablar de sus derechos sexuales y a discutir sobre el impacto de la identificación de los hombres como mujeres en su seguridad“. Y: “Las mujeres atletas no deberían competir con o contra hombres atletas“. Y: “Las mujeres tienen derechos específicos basados en la historia y la realidad de la opresión sexual“. Critiqué la decisión del gobierno canadiense de colocar en las cárceles a peligrosos depredadores masculinos junto con mujeres, que ya están entre las personas más marginadas del país. Pregunté: “¿Sobre qué base existen los derechos de la mujer, si la palabra “mujer” no tiene sentido? Si alguien puede identificarse dentro y fuera de la feminidad según su capricho?” El resto de mis palabras fueron igual de razonables y se pueden consultar por cualquiera que lo desee.

No importa. ¿Qué son las palabras cuando hay tanto odio que vomitar? Y, de hecho, el odio fue escupido. Los activistas gritaban ‘¡Zorra TERF! a la cara de las mujeres al salir del evento. Eran, francamente, aterradoras. Por eso tuve que ser escoltada por numerosos policías y dos guardaespaldas a través de la entrada trasera de la biblioteca pública, simplemente para decir que las mujeres son reales y que nuestros derechos importan.

Cada vez que hablo en cualquier lugar, se reciben violentas amenazas, a menudo misóginas, contra mí y los organizadores… Las mujeres deberían poder hablar de sus propios derechos y seguridad en lugares públicos, sin preocuparse de ser golpeadas, o de algo peor».

9 comentarios

Delia Elena Docampo
Estoy de acuerdo. Pidamos a Dios Nuestro Señor y a su Sma. Madre que ayuden a esta humanidad perdida en medio de la bruma del demonio. Pidamos por los que se equivocan y por todos nosotros, los que no levantamos la voz para oponernos, como esta valiente mujer.
20/07/20 1:33 AM
ultramontano
Absolutamente correcto.
La ideología de género es totalmente anti-mujer, ya que le roba todos los derechos a las verdaderas mujeres, los cuales desaparecen ante cualquier "trans".
20/07/20 3:09 AM
sofía
No sé si lo habré dicho demasiado largo o qué se habrá mal entendido de mi comentario anterior, pero venía a decir lo mismo q los comentaristas anteriores: la ideología de género es antifeminista.
Niega la verdad biológica del sexo XX para convertir ser mujer en un estereotipo y no solo no le importan las esclavitudes actuales incluso hoy día de niñas mutiladas, vendidas como esposas o prostitutas, sino q inventan nuevos modos de cosificación de la mujer, inventando los vientres de alquiler, una especie de prostitución de la maternidad.
Paz y Bien
20/07/20 9:10 AM
Antonio José, desde Maracena
A ver, a ver cuándo vemos a mujeres atletas abandonando pódiums donde haya tíos que se sientan mujeres. Ojalá me equivoque, pero me temo que tendremos que esperar todavía mucho.
20/07/20 12:16 PM
Forestier
A través de estas histéricas mujeres, se reproduce la voz del diablo ¿que más necesitamos para confirmar la realidad de Satán?
20/07/20 3:10 PM
sofía
No son histéricas mujeres son histéricos hombres q se dicen mujeres trans. Y forman parte del histérico movimiento lgtbq, hombres y mujeres raritos q quieren convertir sus rarezas en nueva normalidad y se la lían a quien diga q ser mujer es ser XX y ser varón XY.
20/07/20 9:27 PM
José Yáñez
Un gran problema con quienes hoy establecen la ley en cada país, no es que vayan con la corriente de quienes les exigen derechos, si no, que solo les sigan la corriente y con ello en realidad vayan en contra de la naturaleza divina. La palabra de Dios no solo establece que el hombre y la mujer se unirán y que serán una sola carne, si no, que también señala lo más importante, Hombre y mujer los creó, así de sencillo es. Para empezar a arreglar todo está confusion, debería haber congruencia en los legisladores, empezar a leer la palabra y volver a establecer la ley de Dios, con ello, habrá muchos que griten, que se frustren al saber en lo que se han convertido, pero estoy seguro que al final lo agradecerán porque se encontrarán con su esencia y se encontrarán con Dios y eso sí sería progresista, no lo que pretenden al querer confundir a todos.
21/07/20 4:42 AM
Irma
Siempre he pensado que el movimiento feminista acérrimo, ha sido creado por mujeres que se sienten hombres y que ha dado paso a que se introduzcan los trans, “hombres que se sienten mujeres”, imponiendo que sean tratados como tales, aún pasando sobre el derecho de las mismas mujeres que, como en este caso se nieguen a darle el servicio que este hombre exigía
Entonces cabe preguntarse, ¿ hasta qué punto vale mi libertad? La ley de todas las legislaciones defiende este derecho fundamental, pero a la hora de decidir con libre albedrío, cuando algo va en contra de los principios que tiene derecho a tener, se le acusa de “ discriminación”, palabra ahora tan manoseada y que se usa con una ligereza tal cuando se quiere imponer en el otro a aceptar y acatar todo tipo de aberraciones e ideologías que no compartes ni aceptas, pero que pueden acarrearte problemas ante los tribunales, si un juez así lo dictamina.
Cuando se relativiza el Bien y el Mal, podemos estar seguros que nuestra libertad, otorgada y tan respetada por Dios Padre, se ha perdido.
Oremos por esta humanidad, que tropieza y cae una vez más, en los mismos errores de otras generaciones de la historia y que las llevaron a su propia destrucción y ruina moral

21/07/20 4:25 PM
Bertha Carpio Calderón
En verdad, este tema es muy controversial, en Ecuador ya se está viendo de manera evidente en los baños de mujeres de los centros comerciales el que puedan entrar los homosexuales.
En lo particular, evito los baños públicos pero así estoy quitando un derecho que me pertenece.
Las mujeres somos las únicas llamadas a alzar la voz, por nuestros derechos.
No por una equivocación humana que solo Dios pueda tener misericordia.

21/07/20 10:54 PM

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