Conferencia sobre la pandemia del COVID-19 y la responsabilidad cristiana

Una confusa reflexión más identificando el mal moral con el sufrimiento aleatorio que Dios también permite.

Extraordinaria reflexión sobre nuestro tiempo con la guía de Romano Guardini, autor del gran libro "El Señor".
Palabras seguramente molestas para más de uno. No es frecuente oír hablar de Satanás y de la lucha terrible de Jesús contra él, lucha en la que está irrevocablemente implicado el hombre de hoy cuando el mal sistémico se ha mostrado: en plena pandemia, hemos vivido la exclusión de ancianos y de personas con alguna discapacidad intelectual, se ha seguido hablando del proyecto de ley de la eutanasia y algunas clínicas han continuado practicando abortos. Apostasía no es solo que te den un papel en el obispado sino lo anterior y la extensión de la ideología de género sobre todo en la escuela, la falta de solidaridad con los más necesitados...

Al final, Miró y Ardévol asegura que el aborto y su aplicación en la política y en la sociedad, es el principio de la mentalidad de la cultura de la muerte, y no es cierto. No es el aborto. La raíz de la cultura de la muerte es la anticoncepción, los anticonceptivos. No se concibe ni al niño, ni al defectuoso y ni al viejo.
Existe una gran Encíclica que fue y es profética, y es la Encíclica Humanae Vitae, tan callada y arrinconada porque da miedo y pavor a Obispos y clero en general (salvo santas excepciones) hablar de ella y proclamarla en los púlpitos. No se dice claramente que los anticonceptivos son intrínsecamente malos cuando su uso son para no concebir la procreación, y por tanto su uso y prescripción, en dicho caso, son pecado mortal y con ello estar excluidos de nuestra unión con Cristo en la Eucaristía, la mayor crisis que puede tener un ser humano, más que la pobreza material. La anticoncepción nos lleva a no concebir la vida, y con ello a dejar paso libre a la muerte, a la ideología de la cultura de la muerte.
Desempolvemos la Humanae Vitae. Hablemos de ella a tiempo y destiempo desde los púlpitos, desde los foros políticos, desde la sanidad, desde nuestros corazones, y la cultura de la muerte desaparecerá para dar paso a la vida, que Dios es Dios de vivos y no de muertos, porque Dios es la misma Vida.

La responsabilidad cristiana es que se aplique la medicina racional y científica de siempre.

Y no seguir "el cacareo de las suposiciones sin fundamento que circulan por el mundo", como las llamó el documento de marzo de la Academia Pontificia de las Ciencias, que no se ha hecho caso a sí misma.

Que no se aplique medicación contraindicada a personas que tienen fiebre y tos, o cualquier malestar que ahora han decidido atribuir al virus todo tipo de dolencias.

Tomás Bertrán: en efecto, suscribo su argumento hasta la última letra.