(EW/InfoCatólica) Mientras los distritos escolares públicos luchan con presupuestos cada vez más reducidos, decenas de escuelas católicas ya han cerrado permanentemente esta primavera, casi todas por razones directamente relacionadas con la pandemia del coronavirus.
La pérdida de esas escuelas podría reducir la oferta educativa, particularmente en comunidades de bajos ingresos y de minorías. De hecho, el destino de todas las escuelas católicas después del Covid-19 también podría ser una señal para sus homólogas públicas en el próximo otoño, que deberán abordar el proceso que les lleve a mantener el nivel educativo con presupuestos cada vez más reducidos.
«Ha habido una caída de las inscripciones en muchas escuelas católicas, así que tal vez sólo estamos viendo una aceleración el cierre de centros, pero en términos de la previsión para el próximo año, el momento es particularmente malo», ha dicho Neal McCluskey, director del Centro para la Libertad Educativa en el Cato Institute, que está estudiando el cierre de las escuelas privadas por la pandemia COVID-19. «Lo mismo que está causando que las escuelas privadas dejen de funcionar, la crisis económica impulsada por el COVID-19, va a afectar también al presupuesto de las escuelas públicas. Con todos estos cierres, tendremos un montón de niños que las escuelas públicas deberán atender... por lo que se deberán estirar los recursos aún más»
De las 52 escuelas privadas que han cerrado permanentemente a fecha de 8 de junio, McCluskey revela que 43 son católicas, a las que asistían un total de 6.700 estudiantes. Mientras que algunos de ellos podrán elegir otras escuelas parroquiales cuando reabran los centos educativos tras la pandemina, los demás deberán acudir a la escuela púbica, lo que incrementará el gasto del erario en más de 108 millones de dólares.
Kathy Mears, presidenta interina de la Asociación Nacional de Educación Católica, ha declarado que aún no está claro cuántas escuelas en total cerrarán, pero su institución está recomendando a muchas escuelas que intenten reagruparse después de los drásticos recortes presupuestarios.
Se da además la circunstancia de que las escuelas católicas que han tenido que cerrar atendían a un porcentaje de alumnos de minorías étnicas (básicamente negros e hispanos) que las que permanecen abiertas.
