(Sergio Centofanti/VaticanNews) El Papa ha lanzado hoy un nuevo tweet en su cuenta @Pontifex en nueve idiomas:
«Oremos por los enfermos que son abandonados hasta dejarlos morir. Una sociedad es humana si protege la vida, toda vida, desde el inicio hasta su fin natural, sin decidir quién es digno o no de vivir. ¡Que los médicos ayuden la vida, no la quiten!»
Este nuevo tweet de Francisco llega mientras Vincent Lambert está muriendo de hambre y sed. El enfermero francés de 42 años, en estado vegetativo o de mínima conciencia tras un accidente de tráfico en 2008, está internado en el hospital universitario de Reims. El pasado 2 de julio, los sanitarios de la estructura suspendieron nuevamente el suministro de alimentos e hidratación tras una larguísima batalla legal que adquirió dimensiones internacionales.
París no acepta la petición de la ONU
Francia decidió, al final, no tener en cuenta el llamamiento del Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que había pedido seis meses para examinar el caso. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad – que fue ratificada por París, pero que para el gobierno francés «no es vinculante» – establece en su artículo 25 la necesidad de «adoptar todas las medidas adecuadas para garantizar el acceso de las personas con discapacidad a los servicios de salud (...), incluidos los servicios de rehabilitación» y de «prevenir el rechazo discriminatorio de asistencia médica o de atención y servicios de salud o de alimentos y líquidos por motivos de discapacidad».
Un dolor no respetado
Los padres de Vicente acusan: están matando a una persona discapacitada que no está en fin de vida, es eutanasia. Y la eutanasia está prohibida en Francia. El dolor del padre y de la madre, que asisten a la muerte programada de su hijo, se hace aún más amargo por las críticas, si no por los insultos, de ciertos sectores que descalifican su tormento al llamarlos «católicos integralistas».
No ceder a la cultura del descarte
Ya el pasado 20 de mayo, cuando los médicos comenzaron a interrumpir la alimentación e hidratación, que luego se reanudó después de la sentencia del Tribunal de Apelación, el Papa había lanzado este tweet:
«Roguemos por cuantos viven en estado de grave enfermedad. Custodiemos siempre la vida, don de Dios, desde el inicio hasta su fin natural. No cedamos a la cultura del descarte».
Cada paciente sea tratado con gran respeto por la vida
El año pasado Francisco lanzó dos llamamientos públicos por Vincent Lambert, citando explícitamente su nombre, un caso raro para llamamientos pontificios de este tipo. El Papa había pensado en su historia, acercándola a la historia del pequeño Alfie Evans. El 15 de abril de 2018, en ocasión de la Reina Caeli, dijo:
«Encomiendo a vuestra oración a personas como Vincent Lambert, en Francia, al pequeño Alfie Evans, en Inglaterra, y a otros en diversos países, que viven, a veces durante mucho tiempo, en estado de grave enfermedad, asistidos médicamente para las necesidades primarias. Son situaciones delicadas, muy dolorosas y complejas. Oramos para que cada enfermo sea respetado en su dignidad y tratado de manera adecuada a su condición, con el acuerdo de los familiares, médicos y los trabajadores de la salud con gran respeto por la vida».
Dios es el único dueño de la vida
Tres días después, al término de la audiencia general del 18 de abril de 2018, un nuevo llamamiento:
«Llamo la atención de nuevo sobre Vincent Lambert y sobre el pequeño Alfie Evans, y quisiera reiterar y confirmar con fuerza que el único dueño de la vida, desde el inicio al final natural, ¡es Dios! Y nuestro deber, nuestro deber es hacer de todo para custodiar la vida».
Una derrota para todos
El Papa Francisco, en la estela de sus predecesores, siempre ha tenido palabras claras sobre el respeto a la vida a 360 grados. El 5 de junio pasado, dirigiendo sus pensamientos y oraciones a Noa Pothoven, la joven holandesa de diecisiete años que decidió morir acompañada de médicos especializados en suicidio asistido, afirmó en otro tweet:
«La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta que hemos de dar es no abandonar nunca a quien sufre, no rendirnos, sino cuidar y amar a las personas para devolverles la esperanza».
Santa Sede: alimentar e hidratar a un enfermo es un deber ineludible
Finalmente, recordamos también el comunicado conjunto sobre el caso, elaborado por el Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y por Monseñor Vincenzo Paglia, Presidente de la Academia Pontificia para la Vida, en el que reiteraron «la grave violación de la dignidad de la persona, que la interrupción de la alimentación y de la hidratación comporta», contestando la decisión de los médicos de Reims, que llamaron «obstinación irrazonable» mantener vivo a Vincent:
El «estado vegetativo», de hecho, es un estado patológico ciertamente grave, que sin embargo no compromete en modo alguno la dignidad de las personas que se encuentran en esta condición, ni sus derechos fundamentales a la vida y al cuidado, entendidos como la continuidad de la asistencia humana de base. La alimentación y la hidratación constituyen una forma de cuidados esenciales siempre proporcionales al mantenimiento de la vida: alimentar a una persona enferma nunca es una forma de obstinación terapéutica irrazonable, hasta que el cuerpo de la persona sea capaz de absorber la nutrición y la hidratación, a menos que cause sufrimientos intolerables o sea perjudicial para el paciente. La suspensión de tales cuidados representa, más bien, una forma de abandono del paciente, basada en un juicio despiadado sobre su calidad de vida, expresión de una cultura del descarte que selecciona a las personas más frágiles e indefensas, sin reconocer su unicidad e inmenso valor. La continuidad de la asistencia es un deber ineludible.