(Efe) En su carta pastoral del próximo domingo, titulada «Diada Nacional de Catalunya», el obispo reconoce que «en Cataluña vivimos una situación compleja que conlleva sufrimiento y, al mismo tiempo, esperanza».
«Vivimos sentimientos de dolor y preocupación por quienes están privados de libertad en prisión con unas acusaciones que gran parte de la ciudadanía rechaza; también por quienes se han visto forzados, de una manera u otra, al exilio. No podemos olvidar el sufrimiento y la angustia de ellos mismos y de sus familias», explica el prelado.
Pardo dice que «también debe preocuparnos la tensión que se vive, en algunas situaciones, entre grupos de diversas opciones políticas con relación a España» y que «esta tensión provoca enfrentamientos que dificultan la convivencia».
«Seamos conscientes de que nadie es propietario del país, y que el país no acoge una sola cultura ni admite una sola manera de quererlo», advierte.
El obispo gerundense defiende que «es prioritario esforzarse por buscar el bien común por encima de la propia forma de pensar el presente o el futuro, y por encima de cualquier estrategia».
«Hay que ser respetuosos, justos, amables con las personas y grupos que tienen diferentes opciones en relación con el presente y el futuro de Cataluña. Por eso es necesario siempre el discernimiento y un comportamiento pacificador y cívico», agrega.
El prelado sugiere que «el amor al propio país y la búsqueda de su mejora en todas las dimensiones no debe convertirse en una actitud egoísta y cerrada. Al contrario, hay que esta actitud promueva la convicción de que también somos ciudadanos del mundo, con voluntad de buscar la mejor manera de convivir con los diversos pueblos de España y de todo el mundo».
«No hemos responder a las descalificaciones con más descalificaciones, sino valorar la pluralidad manteniendo el respeto mutuo. Es fundamental preservar la convivencia atendiendo a la diferencia como necesario patrimonio colectivo. No rompamos lazos. Construyamos puentes de comunión», propone a sus feligreses.
Según el obispo, «cada uno debe actuar según sus convicciones y participar en los actos que considere más adecuados, con la condición de que sean pacíficos y respeten los derechos de las personas». «Y también hay que rezar por Cataluña», añade.